Notas de autora: Holas!!!... ¿Cómo están?!!!... Este es mi primer fic en publicar, así que por favor... tengan piedad!!!... jeje... Hacia tiempo que quería hacer esto, pero no me animaba... Pero bueno... Tengo que hacer unas "puntualizaciones". Aquellos fanáticos de Rurouni Kenshin que sepan mucho sobre la serie, se darán cuenta de algunos errores conceptuales en cuanto a la historia original... jeje... es q por la emocion de empezarlo no cuidé mucho ese aspecto... Sepan disculparme por ello, y muchas gracias por leer, me hacen muy feliz!!!

Capítulo 1: "Sobre mi destino"

Tarde... muy tarde arribé a casa... ese lugar al que me había obligado a denominar como hogar... ese lugar que funcionaba como cuartel del "Ishinshishi"...

Ese día había sido completamente extraño... una sensación desconocida inundaba mi pecho y azotaba con fuerza mi conciencia... sin embargo no podía rescatar ningún pensamiento claro... no podía entender la razón de mi estado... simplemente marché hacia la posada de siempre... esa en la que solía pasar las tardes bebiendo sake... Proseguí con mi rutina, pero no bebí una o dos botellas, sino que aumenté la cantidad a tres... solo sentí la necesidad de ahogar mis sentimientos con el alcohol...

El ambiente era tranquilo y normal, quienes disfrutaban del menú del local, o se reunían para platicar acompañados de unas botellas de sake, lo hacían como de costumbre. Un fuerte murmullo se alzaba y me ensordecía... el ir allí representaba para mi, una forma de aislarme de mi vida... cubrir mis ojos y mis oídos... olvidarme del pasado y del presente...

Abandoné el sitio cuando el sol se estaba ocultando, y los últimos haces de calidez recorrían las calles de la enorme y majestuosa Kyoto. Caminé despreocupada y lentamente... llevando la mirada fija en algún punto muerto...

No sentía nada... no me sentía vivo... mi cuerpo se asemejaba al de una roca... fría y vacía...

Atravesaba uno de los tantos puentes, cuando me crucé con una feliz pareja que platicaba amenamente al tiempo de su caminata... Nunca me había fijado en tales cosas... nunca me había sentido igual al presenciar el cariño que se profesaban ambas personas... solo maldije... maldije por lo bajo el vacío que inundó mi ser en esos instantes... el vacío que me reveló la verdad... "necesitaba ser amado"... o al menos... "necesitaba significar algo para alguien"...

No transcurrió mucho tiempo, cuando me hube alejado del tumulto y transitado las apartadas calles en que se situaba mi "hogar". Pero por más que lo intentaba... aún no podía abandonar la aprensión provocada por esas verdades que me negaba a reconocer... y aún... aún no puedo... sencillamente mi alma suplica por apartar mi realidad... sencillamente necesito hacerlo para poder experimentar la dicha de tener una persona en el mundo...

Okumi: Oh... joven Himura... comenzábamos a preocuparnos... Oyó la voz de una anciana que lo descolocó momentáneamente de sus pensamientos.

Llevaba en sus manos algunas verduras, así que por lo visto, se encontraba atareada con la cena.

Kenshin: Oh... lo siento... Murmuró débilmente y sus ojos violáceos viajaron hacia las escaleras que lo conducirían al piso superior, y por ende, a su habitación... No quería que nadie lo estorbase... requería de la soledad para intentar comprender el remolino de emociones que lo inundaban...

Okumi¿Mh?... ¿a dónde va?... ¿no recuerda que el amo Katsura acordó platicar con usted cuando arribase a la casa?...

Se apresuró a manifestar, puesto las intenciones del samurai eran muy claras.

Eso era verdad... pero ningún asunto del clan era tan importante como su estado...

Así que, sin siquiera voltear hacia la anciana, se excusó diciendo que estaba muy cansado, y le pidió, que por favor, le hiciera llegar sus disculpas al comandante del Ishinshishi. Aunque incrédula, la veterana aceptó sin reproches... nunca antes lo había visto comportarse de igual manera... Era un joven reservado y frío, pero el aura de tristeza que emanaba su cuerpo, no tenía comparación con cualquiera que lo hubiera dominado antes...

La figura a la cual observaba se perdió escaleras arriba, y una vez lo hubo hecho, volvió a iniciar camino hacia la cocina.

Retiró la puerta y se abrió paso en su habitación... Quitose las zapatillas, y dejó su espada a un lado del futou, en el cual seguidamente descansó su cuerpo, cerrando sus ojos... escuchando los vigorosos latidos de su corazón...

¡Ayúdenos!...

¡Por favor, no nos mate, no hemos hecho nada malo!...

¡Eres despiadado... ojalá acabes en una charca de sangre en el infierno!...

¡¡Maldito asesino¿por qué?... ¿por qué lo mataste?...!!.

¡¡Aaah!!...

¡Como realista, y miembro del Ishinshishi, tu único deber es acabar con la vida de las personas que te ordenemos!...

¡¡Battousai!!...

¡Me vengaré... si... pagarás por todo lo que has hecho!...

Kenshin¡¡Noooo... basta... ya basta... déjenme en paz...!!!. Comenzó a gritar en sueños... las escenas... las voces... podía ver y oír claramente a las personas que a manos suyas fueron asesinadas... ¿por qué?... ¿por qué experimentaba eso?...

Idzuka¡¡Himura... Himura ¿qué te sucede?!!. Llamaba preocupado, su mejor amigo, que al escuchar semejantes gritos, había corrido rápidamente desde su próxima habitación hacia la del Hitokiri.

A un lado del cuerpo que se retorcía en el futou, intentaba interceptar el sueño de su amigo y comprender la razón de su estado.

Idzuka¡¡Himura... despierta... es solo un sueño... solo eso...!!.

Pero pese a los intentos, los fuertemente cerrados ojos del pelirrojo no se abrían, y los gemidos continuaban escapando desde sus labios, a su vez que, sus manos viajaban hasta sus oídos, en un vano intento de alejar las voces en su cabeza...

Katsura¿¡Qué sucede!?... ¿¡por qué tanto escándalo!?... Cuestionó perturbado mientras se asomaba por la habitación, acompañado por otros dos hombres del clan.

Observó incrédulo al más joven retorciéndose en su futou y vociferando incomprensibles palabras.

Idzuka¡No lo se... parece estar soñando pero es muy extraño, no puedo despertarlo!. Respondió rápidamente.

Al comandante no le tardó mucho tiempo actuar. Se acercó al alterado y con la espada en su funda, lo golpeó fuertemente en la cabeza. Idzuka ahogó una exclamación de dolor. Pero el golpe pareció surtir efecto, puesto con mucha pesadumbre, los ojos violáceos encontraron el resplandor de las lámparas en la noche.

Se sujetó la cabeza, ya no solo por las visiones, también por el fuerte golpe que le hacía retumbar todo dentro de ella.

Katsura¡Himura... ¿qué demonios te ocurre?!. Se apresuró a interrogar, aunque el espadachín se hallaba muy mareado.

Kenshin: No lo se... no puedo entenderlo... Respondió con vos entre cortada. Su respiración era agitada y los latidos de su corazón acelerados y fuertes.

Idzuka: Dinos... ¿qué viste?...

Kenshin: A todos... todos estaban allí... sus voces... sus gritos... todos me llamaban...

Idzuka¿Todos?... ¿quiénes son todos?...

Kenshin: Las personas que asesiné... Acabó la frase y un tenso silencio gobernó el ambiente. Todos observaban al joven Hitokiri que aun apoyaba sus manos en su cabeza.

Finalmente, el comandante rompió el silencio.

Katsura: Bien... Okumi te traerá la cena aquí... no es recomendable que asistas a la sala... mejor descansa... mañana... mañana hablaremos... Acabó, dando media vuelta y abandonando la recámara junto a sus acompañantes.

Idzuka regresó una última vez hacia el joven antes de marcharse.

Idzuka¿Estarás bien?. Indagó preocupado.

Kenshin: Si... eso creo... no te preocupes... no me volverá a ocurrir...

El hombre asintió no muy convencido y abandonó el lugar serrando las puertas.

¿Por qué?... Se interrogó abiertamente una vez solo.

¿Por qué se había estado sintiendo tan extraño?... ¿qué significaba todo aquello?... ¿qué fin tendría?...

Pese a no querer demostrarlo, comenzaba a desesperarse. Observó su espada durante unos instantes, y cierta posibilidad divagó por su mente, pero antes de que su mano alcanzase el objeto, las puertas volvieron a abrirse y mostraron a la anciana Okumi llevando una bandeja con su cena.

Okumi: Joven Himura... aquí le traigo. Anunció suavemente mientras dejaba descansar la bandeja sobre sus piernas.

Kenshin: Muchas gracias. Respondió mientras tomaba los palillos y un cuenco de arroz.

Okumi¿Necesita algo más?.

Kenshin: Oh no, gracias.

Okumi: Bien... si lo hace no dude en llamar, el señor Katsura me ordenó atenderlo en todo lo que estuviese a mi alcance.

Kenshin: No... no se moleste... vaya a cenar... yo estoy bien...

Okumi: De acuerdo, con su permiso. Articuló, para luego abandonar la habitación.

Los ojos violetas se enfocaron en los alimentos y su estómago le reclamó que se apresurase con ellos.

Cuando la mirada violáceo se hubo encontrado con la escasa luz del día, ya era muy tarde.

Se reincorporó pesadamente en su futou y observó por la ventana el exterior.

No podía identificarse aún más con el clima... nublado y confuso como él mismo...

Su cabeza aún le dolía y palpitaba al ritmo de su corazón... ¿Por qué?... volvió a cuestionarse en voz alta... ¿Por qué?... continuó mientras su vista se perdía en los nubarrones que indicaban próximas tormentas...

Un sonido lo distrajo... las puertas de su habitación fueron retiradas para dar cabida a la vista de su mejor amigo en el clan.

Idzuka: Oh... ya despertaste... Fue lo primero que dijo para luego adentrarse en los aposentos del joven.

Idzuka: Dormiste más de lo normal, pero es comprensible, Katsura solicitó que nadie te despertase... no obstante pasaba para cerciorarme de que estuvieses bien... Continuó hasta llegar cerca del futou y dejarse caer arrodillado sobre el suelo.

Idzuka¿Cómo te sientes?... Se animó a preguntar, y el pelirrojo reconoció el mismo tono de preocupación con que se había acercado a él la noche anterior.

Kenshin: Bien... Fue su única respuesta. Su mirada no estaba dispuesta a confrontarse con la de su amigo... no... porque de hacerlo, comprobaría que su contestación era una mentira. Se sentía mal... tan mal que, de vez en cuando, observaba su fría arma a un lado suyo, resolviendo, que posiblemente, la mejor forma de acabar con su dolor, era cometiendo un suicidio.

Idzuka: No lo aparentas... Oyó que aportaba luego de haber recibido una respuesta poco convincente a su pregunta.

Kenshin: No entiendo a que te refieres... Susurró desganadamente, aunque también estaba asombrado de que su compañero se percatase de la verdad tan fácilmente.

Idzuka: Se que estás sufriendo... eso es algo que no me puedes ocultar... Eres un hombre de pocas palabras, pero tu actitud es sumamente extraña...

Se acomodó en su sitio y enserió su mirada chocolate.

Idzuka: Quiero que me lo cuentes todo. Demandó y la confundida mirada violáceo viajó, por vez primera, hasta la figura del hombre que no se inmutó ante ella.

Kenshin¿Qué?... Dejó escapar por sus labios, en un suave susurro...

Idzuka: Cuéntame¿desde hace cuánto tiempo te sientes así?... ¿qué fue exactamente lo que viste y sentiste en el sueño de ayer?... ¿por qué crees que te esté ocurriendo esto?... permaneceré aquí el resto de la tarde para obtener las respuestas, si es necesario que lo haga.

El joven Rurouni bajó la cabeza indeciso... tal vez su amigo tenía razón... tal vez lo mejor era que se desahogara... aunque aquello contradecía a sus principios, y especialmente, a sus cualidades... su desesperación era tan grande que no permitía soportar ninguna clase de orgullo...

Kenshin: Hace ya varios días... desde que siento este gran vacío dentro de mi...

Idzuka¿Te imaginas la razón?.

Kenshin: No... simplemente me siento frío e insensible... siento que no soy nadie... que mi existencia está maldita, y que con ella, me he llevado la vida de cientos de personas... Por momentos creo, que lo mejor para todos sería que acabase con mi vida...

Idzuka¡No digas barbaridades, todos nosotros debemos cumplir con la orden que tenemos como miembros del Ishinshishi... hemos asesinado al igual que tú... y tal vez nuestras espadas no se han llevado tantas vidas como la tuya, pero de igual forma nuestra existencia es el medio por el cual se alcanzará la revolución... las muertes producidas son la gloria de ella... Y me es muy extraño que alguien de tus características se sienta así de culpable, siempre acataste tus ideales como Rurouni con la mayor precisión... pero ahora... tu espíritu de destajador ha desaparecido, y por esa misma razón, Katsura está preocupado!!.

Kenshin: A pesar de todo eso...¿no te sientes algo culpable por todos los asesinatos que cometiste?.

Idzuka¡No, porque en una batalla a muerte, o tomas la vida de tu adversario, o tu adversario te la toma a ti!.

Kenshin¿Y los civiles?... ¿a caso imaginas cuántas personas han sido sacrificadas sin valor alguno?... El principio del estilo Hiten Mitsurugui es el proteger a los ciudadanos de los disturbios de la era... pero con él... no he hecho más que atraerlos a la devastación...

Idzuka: El principio que aplicas difiere en algunas cosas con los que los demás miembros del clan respetamos... sin embargo... aún no entiendo la razón por la cual te has estado remordiendo en estos últimos días...

Kenshin: Ni yo tampoco... son sentimientos y emociones que nunca antes había experimentado y que con el correr del tiempo se fueron acrecentando en mi interior... Sin embargo eso me preocupa... porque se que éste no será el fin, y si no logro apartarlos de mi cabeza... entonces... ellos mismos acabarán con migo...

Idzuka: Eso es algo en lo que no puedo interferir... sucederá lo que deba suceder...pero solo espero, no tener que volver a presenciar escenas como las que protagonizaste anoche...

Kenshin: No puedo asegurártelo... Acabó abatido.

Idzuka: Pues será mejor que intentes reponerte lo más pronto posible. Continuó para luego ponerse de pie.

Kenshin¿Eh?. Regresó confundido.

Idzuka¿No lo recuerdas?... ¿no recuerdas el compromiso de pasado mañana?.

Kenshin: No... Negó sin molestarse en recapacitar.

Idzuka¡La batalla del castillo Tokugawa, con seguridad la más importante que hemos tenido y tendremos... de ella dependerá el advenimiento de la reforma Meiji!.

El pelirrojo no acababa de asimilar las palabras... pero su amigo tenía razón... la batalla más sangrienta y violenta en que se embarcaría, se disputaría en el día después de mañana¡y él no estaba listo!... ¡no podía luchar en esas condiciones!...

Se había sumergido tanto en los recientes pensamientos que lo atormentaban, que había olvidado por completo semejante encuentro... Para ingresar en un enfrentamiento de esas magnitudes, debía estar preparado psicológicamente, pero en cambio, su situación era muy desventajosa.

Idzuka: Katsura es considerado... pero aunque se lo pidas de rodillas... él necesita de tu presencia en la batalla, eres el miembro más fuerte del clan, y el Shinsen Gumi te respeta por el apodo de Battousai el destajador. De no asistir, nuestras posibilidades de declararnos vencedores, serían muy dudosas. Continuó ya de pié, mientras se conducía hacia la salida.

Kenshin: Si... lo se...

Idzuka: Dentro de poco el almuerzo estará listo... así que será mejor que salgas de allí y te conduzcas a la sala... lo mejor para ti en estos momentos es despejarte y concentrarte, únicamente, en la batalla del castillo Tokugawa. Aportó drásticamente, al tiempo que desaparecía de la vista del joven espadachín.

Por sus labios escapó un suspiro... de sobrevivir a las situaciones que se le presentarían... buscaría otro rumbo... dejaría atrás su pasado como destajador e iniciaría una nueva vida apartado de su espada y del grupo de los realistas...

Fue una idea muy vaga... ni siquiera le dio demasiada importancia a lo pensado, puesto ya se encontraba alistándose para el almuerzo. No obstante... esa idea sería trascendental en un futuro muy cercano...

Con un movimiento rápido acabó de sujetar firmemente su larga cabellera pelirroja, y amarró la espada sanguinaria en sus caderas.

La habitación en que había permanecido los últimos dos días, se hallaba en completa oscuridad, de no ser, por la leve luz de luna que filtraba por las ventanas, aunque las nubes que aún persistían no le permitían al hermoso astro, demostrarse completamente.

En el lapso de días previos a la batalla, no había abandonado la casa ni una sola vez, simplemente bajaba a la sala para degustar de las comidas del día, e inmediatamente regresaba a su habitación. Aún no lograba deshacerse de los pensamientos que lo atormentaban, y debido a eso, los demás miembros del clan creían conveniente dejarlo solo para que pudiese resolver sus asuntos. De todas maneras el clima, poco propicio para actividades al aire libre, también había resultado un factor importante por el cual no había marchado hacia la posada de siempre para beber.

En todo el hostal Kohagi (base del Ishinshishi) se esparcía un murmullo nervioso. Podía ver, a través de las puertas de su recámara, a grupos de hombres corriendo apresuradamente por los pasillos. A sus oídos llegaban varias indicaciones y consejos, muchos compartían sus temores y otros tantos, apostaban por quien asesinara a más miembros de la armada imperial... pero ninguno subestimó al Shinsen Gumi...

Esa tropa era realmente preocupante... en las ocasiones en que se había enfrentado a ella, las batallas habían resultado más difíciles de lo normal, y además...

Kenshin: Hajime Saito... Murmuró sin darse cuenta.

Si... Hajime Saito... el líder de la tropa número tres era un adversario digno de respeto. Ya se le había enfrentado, y entre ambos, había nacido una rivalidad crucial, al punto que juraron que uno, caería a manos del otro.

Sabía que ese era el día en que tendría que acabar con las riñas... y la vida del capitán Hajime...

Idzuka¡Himura, date prisa, Katsura y los demás ya están abajo!. Anunció su amigo de siempre, tras retirar las puertas con precipitación. Obviamente estaba nervioso.

Kenshin: Si ya... No pudo acabar su contestación, puesto por el sobresalto que el hombre tenía, se había marchado apenas comprendió que el joven había recibido el mensaje.

El espadachín dio un largo suspiro, y resignado se encaminó hacia fuera.

Llegó a la gran sala, un lugar lo bastante espacioso como para que todos los miembros del clan entrasen, pero el ambiente que se vivía era realmente pesado... nunca antes había detectado auras tan devastadoras en sus compañeros antes de una batalla... todos se tomaban muy en serio el hecho de que aquel, podría ser su último enfrentamiento...

Encabezando la reunión y de pié sobre una alta tarima, se hallaba Katsura, el comandante del Ishinshishi.

El joven Rurouni solo podía ver como los labios del conductor se movían mientras hablaba, y como en su rostro, se dibujaban señas de fiereza. Por el momento, sus oídos se quedaron sordos, no oyó más que el sonido vacío del agua correr... se sumergió en la oscuridad... en sus pensamientos... La cicatriz en su mejilla comenzó a arderle... no entendió el porque...

Llevó su mano derecha hasta ésta, y tras bordearla y analizar los dedos con que lo había hecho, descubrió que estaban ensangrentados. Su herida se abría... su corazón volvía a estrujarse... ¿por qué?... fue lo misma pregunta que su mente logró emitir... ¿por qué sentía todo eso?... ¿qué significaba?...

Despertó alarmado de su letargo, cuando varios cuerpos se lo llevaron por delante, en su caminar hacia la salida.

La pequeña reunión previa a la batalla había finalizado, ahora todos se dirigían decididos hacia el punto del encuentro.

Intentó recuperar la cordura, e imitó a sus compañeros. Pero mientras caminaba volvió a observar su mano, y en ella, no existía ni siquiera una gota de sangre... pero... ¿cómo?... Dio un largo y preocupado suspiro... ¿a caso estaría volviéndose loco?.

Katsura¡Himura!. Oyó como su superior le llamaba y al instante volteó, deteniéndose, y así dejando que la multitud lo pasase.

El hombre se acercó con paso riguroso y de igual forma lo observó fijamente a los ojos.

Katsura¡No toleraré ni un error de tu parte ¿entendiste?!. Presionó fuera de si, y el joven asintió desconcertado.

Seguidamente, sin decir más, el comandante comenzó a caminar hacia fuera.

Por un momento, el pelirrojo se quedó inmóvil¿qué estaba ocurriendo?... de repente todo era diferente... de repente sentía que marchaba hacia su perdición... que aquella sería la última vez en que viese a todos sus compañeros... en que pusiese un pie en el hostal Kohagi... y tal vez... no se equivocaba...

La noche fue su aliada, y entre la oscuridad de ella, se escabulleron por los jardines próximos al palacio imperial.

Ya no había rastro de la luna, las nubes la cubrieron plenamente. Se alzó una rápida y fría brisa que provocó las copas de los árboles agitar, pero eso era favorable, porque con el sonido del viento se ocultaban sus pisadas...

El grupo se había dividido en cuatro, y cada subgrupo atacaría desde su correspondiente punto cardinal.

Los hombres más importantes del clan los comandaban, por su parte, a Kenshin le habían obligado marchar en el de Katsura, aquel que atacaría por el Norte... punto que según decían era el más peligroso para copar el castillo de los Tokugawa...

Su fría y calculadora mirada violáceo recorría todos sus rededores para cerciorarse de que no había peligro cerca.

Por fin, luego de la incursión por el jardín, Katsura ordenó al grupo detenerse.

El sector trasero del castillo estaba muy bien custodiado, filas y filas de miembros de la armada imperial rondaban la zona continuamente. Sin embargo, de acuerdo a su planes aquello era favorable. El propósito del grupo de Katsura era atraer toda la atención hacia él, para que de esa forma, se les facilitara la labor a los demás subgrupos y coparan el palacio.

El comandante organizó el ataque, y curiosamente, obligó a Kenshin a permanecer a su lado. El joven Rurouni no entendió la razón, pero en semejante situación no se atrevió a reprochar.

El operativo fue iniciado... la batalla se desató... el devastador sonido de las espadas chocar... las víctimas clamar en derrota y sus cuerpos caer ensangrentados hacían nublar la vista del pelirrojo... sus ojos poco a poco dejaban de ser los violáceos de Kenshin Himura, y pasaban a adaptar un tono dorado suave... pasaban a ser los de Battousai el Destajador...

No supo en realidad cuanto tiempo transcurrió en batalla... blandió su espada rápida y furiosamente, acabando a su paso con las vidas de aquellos que osaban interponérsele...

Sus manos se bañaron de sangre, de igual forma fueron cubiertas sus vestiduras y en ocasiones su rostro...

Su alma gritaba por dentro... no era él... ya no sentía compasión... era un arma asesina... simplemente eso... y como una no podía ser querida... no podía ser amada... solo era un objeto maldito que debía desaparecer... solo eso...

Llegó a determinado punto en que la desesperación ante las confusiones de personalidades que lo azotaban fue tan fuerte, que gritó adolorido mientras continuaba con su labor de asesino... algunas lágrimas se deslizaron por sus mejillas... pero nadie se pudo percatar gracias al tumulto de la batalla...

¡Battousai!. Escuchó esa voz... pese a su estado... ¿cómo no reconocerla?...

Volteó entre el mar de sangre para confrontarse con la mirada del lobo... con los ojos fríos del capitán de la tropa número tres del Shinsen Gumi... Saito Hajime...

Saito: He esperado este momento por mucho tiempo... Comentó mientras desenvainaba su espada y se colocaba en aquella posición de ataque tan característica... Gatotsu...

El dolor... el dolor era asombrosamente grande... no podía creer como mi cuerpo lo soportaba aún... simplemente grité como nunca lo había hecho... simplemente salí corriendo... huyendo de la batalla... intentando salvar mi vida luego de haber recibido fatídicas heridas por todo mi cuerpo...

En mi retirada vi caer a muchos de mis compañeros, inclusive creí reconocer el cuerpo ensangrentado de Idzuka... no pude retenerlas... las lágrimas volvieron a inundar mis ojos y escapar fuera de ellos... Me abrí paso en la oscuridad... me alejé del castillo y seguidamente de Kyoto... no podía permanecer en la ciudad... era demasiado arriesgado...

La sangre que brotaba por mis heridas manchaba el suelo al tiempo de mi carrera, no obstante mi voluntad era demasiado fuerte, continuaría corriendo hasta el último instante en que me quedasen fuerzas para hacerlo... no deseaba morir en el escenario hostil de Kyoto... en la ciudad que había encerrado el alma de Kenshin Himura para dar paso al asesino Battousai...

Continué corriendo... y no medí el tiempo en que lo hice... no podía rendirme... aún no... aún no...

La cicatriz en mi mejilla izquierda volvió a arderme... volvía a abrirse... y la sangre brotaba desde ella...

Sentí mucho frío... el aire se volvía gélido... y apenas distinguía el débil vapor que emanaba desde mi boca ante el atormentador cambio de clima... pero... ¿era eso algo natural?...

¡¡¡Asesino... Maldito Asesino!!!...

¡¡¡Aaaah!!!!...

¿¡¡Cómo pudiste matarlo!!?...

¡¡No por favor... discúlpeme... no volveré a hacerlo... pero no me mate... por favor!!...

¡¡Serás castigado... muy pronto recibirás lo que te mereces!!.

¿¡¡Por qué!!?.

Su cuerpo inerte calló al suelo... las visiones y voces volvían a dominarlo... la cicatriz le ardía a más no poder... la oscuridad volvía a envolverlo... acabó inconsciente... inconsciente mientras la sangre continuaba emanando de sus heridas y tiñendo la hierba en que había caído de rojo...

Su existencia se disputa entre la vida y la muerte... el dolor en su corazón se acrecienta... recuerda a cada una de sus víctimas... sus rostros antes de ser asesinados... los gritos... el dolor... la sangre... Su alma se desgarra... se pierde en la oscuridad... en el vacío... su respiración es casi nula... no puede abrir los ojos... su vista está nublada... demasiado nublada... Gime inconscientemente por el dolor...

La muerte lo rodea con su manto negro... pronto... muy pronto le pertenecerá...

"Solo un ángel puede salvarte... solo un ángel puede darte otra oportunidad... solo un ángel puede purificar tu alma, puede hacerte descubrir el hermoso significado de la palabra amar...".

Notas de autora: Espero que les haya gustado, y que no haya resultado algo entreverado... jeje... Por favor, si no es mucho pedir, dejen unos reviewsitos!!!. Me animan a continuar publicando!!!.

Arigatou!!!