Disclaimer: Los personajes, lugares y línea de tiempo de Harry Potter pertenecen a J.K Rowling.


El plan

Katie nuevamente estaba de paso por Rumania. Le encantaban los viajes y su profesión de cazadora profesional en un excelente equipo de Quidditch le daba el privilegio de salir siempre de Inglaterra hacia los lugares que siempre soñó de niña. Con el paso de los años, Rumania fue el único destino al cual terminaba viajando siempre por gusto, lo demás siempre quedó como trabajo, viajes para torneos, finales, temporadas enteras lejos de casa trabajando duro por conseguir siempre resultados positivos. Ser cazadora era cansador, pero la recompensa era siempre volver a los lugares que amaba, entre ellos la tierra de los dragones, Rumania.

Esa tarde Charlie y ella se divertían cerca de un lago con un dragón recién nacido al cual se encontraba cuidando personalmente pues era algo enfermizo. Había estado a punto de morir dos veces y el pelirrojo ya casi no dormía por él. Su amor por esas criaturas era lo que más asombraba a su amiga, eso y su osadía al dejar la casa materna por una profesión que podría matarlo algún día.

— Mamá quiere que viaje a Inglaterra. —dijo el pelirrojo con una mueca que expresó claramente que la idea no le parecía de lo más fantástica.

— ¿Le has explicado que Hubbert está enfermo? Quizás comprenda si le das detalles sobre este pobre muchacho enfermo.

— No se llama Hubbert, Katie, y sí, le he dicho repetidas veces que es mi trabajo quedarme, pero es el matrimonio de George y Angelina, y además es en un par de semanas, creo que no tengo excusas para faltar —suspiró—. Además, no es solo un capricho suyo esta vez. El capricho estuvo en decirme que llevara a una chica o me dejaba durmiendo en el pórtico.

— De seguro se le pasa. —ella rio con ganas—. Y tiene cara de Hubbert, míralo.

— Bueno, yo veo que tiene cara de no estar mejorando. —replicó el hombre, un poco desanimado.

— No, no, Charles. Tú lo salvarás ¿Verdad? —se espantó la morena, acercándose. Hubbert, como ella le llamaba, era un bebé dragón sencillamente adorable, bueno, para ambos y para los que trabajaban en la reserva, pues para el resto del mundo podía ser un poco escalofriante. No le cabía en la cabeza que Charlie no pudiera salvarlo, pues desde niña lo había visto como el héroe, el que sacaba a todos de apuros, el mayor.

Que le permitiera estar ahí con él cuando se encontraba haciendo su trabajo y uno de los más delicados era algo que ella todavía no terminaba de agradecer y apreciar en silencio. Lo único que quería era que el primer dragón que Charlie le permitía ver en vivo se salvara de lo que fuera que le aquejaba.

— No te espantes, Kate, haré lo que pueda, ya me han tocado casos así anteriormente.

— ¿Y qué sucederá con la boda de George y Angelina? —la morena se relajó un poco—. También me llegó la invitación y, había olvidado decirte, seré la dama de honor.

— ¿Vas a ser la dama de honor de mi hermano y no me lo dijiste?

— Ya te dije que lo olvidé. Lo olvidé todo cuando vi a Hubbert.

— ¡QUE NO ES HUBBERT!

— Charles, tienes treinta años y estás gritando como el chico de diecisiete que conocí en Hogwarts.

Cómo olvidar la primera vez que lo vio, prefecto, buscador del equipo de Quidditch de Gryffindor y, por supuesto, el único chico en el que una niña de once años extremadamente normal como ella pudo fijarse. Fue como si el resto de niños de su edad no existieran por ese imposible muchacho que apenas le dirigió dos palabras en lo que restó del año y luego se largó del colegio.

Claro, lo olvidó con rapidez convenciéndose de que tan solo fue uno de esos amores imposibles de la infancia. Con lo que Katie jamás contó fue con que los hermanos del susodicho se convirtieran sus camaradas más cercanos y volviera a saber de él más temprano que tarde.

— Y tú le estás poniendo nombres ridículos a todo como la niña de once que conocí, Kate. —se la devolvió con una sonrisa satisfecha, recordándola del mismo modo, una niña muy intrépida que lo miraba demasiado, aunque él solo le atribuía esas miradas a la admiración que cualquier personaje en un equipo de quidditch puede producir en una niña que adora ese deporte—. ¿Cuándo te vas?

— ¿Ahora quieres que me vaya?

— Era una pregunta.

— Pues mañana.

— ¿Lo adelantaste por mi pregunta?

— No. Mañana me voy, tengo cierre de temporada en Italia y partimos en tres días, tengo que prepararme.

Luego de eso vendrían sus merecidas vacaciones y también la boda de George y Angelina, en donde pondría en marcha el plan que ideó en ese mismo instante para atrapar de una vez por todas al pelirrojo que quería. No, no era ninguno que estuviera en Inglaterra, era quien tenía en frente, su escurridizo amigo Charlie. ¿Cómo podía ser tan ciego? No tenía idea, le había lanzado muchas veces la soga en espera de que la tomara y subiera a su escoba con ella, pero no, simplemente no la atrapaba, no la veía, era totalmente invisible para él.

Quizás el gran problema fuera que no estaban destinados a estar juntos, pero, según Angelina, con los Weasleys la única forma de ganar era dando el primer paso y no echarse jamás para atrás.

«Pregúntale a Hermione, a Audrey, a Fleur. Pregúntale a Harry, incluso. No es cosa de género, es que son unos cabezotas.» dijo claramente y con el tiempo no le quedó más alternativa que creerle.

— Charles —dijo lentamente. Él se dio cuenta del cambio, pero no dijo nada, solo levantó la mirada y atendió a su llamado—. Se me acaba de ocurrir la idea del milenio. —anunció luego con cara de haber entrado en un trance muy parecida a la de Sybill Trewlaney. Sonrió, relajado.

— Anda, ¿Qué tienes en mente?

— Ve conmigo a la boda de tu hermano —en realidad era la idea más sosa y evidente del mundo, o eso pensó Charlie cuando la escuchó.

— ¿Y qué ganaríamos con eso, Kate?

— Tú no dormirías en el pórtico —supuso Bell—. Y yo conseguiría unas lindas fotos para mi madre, que hace unos meses acaba de soltar en la fiesta de año nuevo que yo soy lesbiana.

— ¡¿QUÉ?!

— Lo que oyes, el abuelo Bell casi muere atragantado con una aceituna y la abuela, ni hablar, desde ese día que no me dirige la palabra. Verás, mi familia es muy tradicional y esas ideas "modernas", como le llaman a todo lo que escapa de su conocimiento, les escandaliza de sobre manera —explicó y finalizó con un gran suspiro.

Charlie no salía del asombro.

— ¿Y también pretendías irte sin contarme eso?

— También lo olvidé por Hubbert, lo siento.

— No tienes remedio. —gruñó por lo bajo, rindiéndose con lo del nombre del pequeño dragón.

— Dime que sí.

Ahora estaba desesperada. Angelina se reiría por años cuando le contara que había inventado que su madre pensaba que era lesbiana tan solo para hacerlo caer en la farsa. Por otro lado Charlie en vez de reír, la asesinaría o le pondría encima a sus peores dragones si se llegara a enterar de la mentira.

Él odia la mentira.

Tragó sonoramente, arrepintiéndose en el fondo.

— Bien, iré contigo y no dormiré en el pórtico. —dijo batiendo una mano en el aire—. Ahora ¿Me ayudas a bañar a…?

— ¿Hubbert? ¡SÍ!

Charlie meneó la cabeza, desde que Katie y él retomaron el contacto hace una buena cantidad de años, cuando ella salió de Hogwarts y comenzó a viajar por el mundo con el contrato que le dieron en el equipo de quidditch femenino en el que clasificó, siempre le agradó el tiempo que gastaba con ella haciendo cualquier cosa o simplemente haciendo nada. Eran siempre pocos días y la ausencia se podía prolongar hasta por años, pero la joven siempre hallaba un camino de vuelta hacia Rumania.

«Creo que al aceptarme en tu casa la primera vez abriste un portal, el portal extraterrestre llamado "Katie te fastidiará por el resto de tu vida", querido.» dijo una vez y claro que se lo tomó en serio, pero lo mejor de todo era que no le fastidiaba precisamente. La astuta, siempre alegre y muy imaginativa Katie Bell era casi la única persona por la que tenía las puertas abiertas cuando anunciaba su llegada. Ella y sus amigos de Rumania, nadie más, incluyendo a su familia, quienes solo se conformaban con las visitas que él hacía a Inglaterra.

Ir con ella a la boda de su hermano George no sería, después de todo, un mal plan, aunque fuera muy a lo Katie: obvio.


Idea totalmente salida de la nada y experimental, los capítulos son cortos y no sé qué espero de ellos. Ojalá les guste y espero que me dejen saber qué les parece!