La Fiebre Del Oro Blanco

El Final

¡¿Cuánto dice que cuesta?-gritaba sorprendido un joven en un callejón oscuro a otro escondido en una sombra.

-¿Sabes lo difícil que es conseguirla ahora?-respondió el oculto-cien dólares los diez gramos es barato hoy en día.

-No hace mucho me la cobrabas a un tercio de eso-se quejó el joven de cabello negro.

-El Tigre tiene la culpa-respondió el oculto, sin nada de cabello-Gracias a dios está muerto, pero nuestro oro tardará en volver a crecer y expandirse como era antes.

-¿Tu fuiste protagonista de esa época cierto?-preguntó el moreno-¿Qué fue lo que lo motivó para hacernos esto?

-Un círculo vicioso-respondió el calvo-Violencia, adicción, muerte. Pero más que nada, la droga. Esa fue la chispa que encendió la mecha.

-¿Por qué?

-Los adictos vaciaban sus ahorros en esto, pero nunca estaban satisfechos. Pronto llegaba el síndrome de abstinencia, y necesitan dinero. Que hacen, roban, compran un arma, droga y roban con arma y drogados. La vida comenzaba a importarles cada vez menos, tanto las suyas como la de los demás. Con el paso de los años las cosas empeoraban, cada vez más muertes por robos.

-¿Muertes por robos? ¿Acaso se negaban a entregar la lana?-preguntó el moreno.

-Todo lo contrario, si la entregaban. ¿Pero al drogado que le podría importar? Si te robaban, te mataban. A los 16 años, Manny Rivera sufrió una pérdida que lo motivó a destruir esos crímenes desde su origen: la droga.

-Y conozco el resto de la historia-dijo el moreno-El Tigre localizaba cualquier sustancia con su olfato. Comenzó por destruir las plantaciones bien cuidadas, y luego con ayuda de la policía allanaban guaridas de narcos. Todos terminaban en la cárcel, pero la droga era interminable. Tantas especies, tantos lugares que recorrer por todo el mundo. Finalmente murió a los 30 luego de haber destruido la última planta de cocaína del mundo, la reina de las drogas.

-Plantas no habían más, pero reservas de la sustancia ya preparada quedaron suficientes. Hoy, yo me robe el último kilo.

-Y lo compro, aunque me cueste mi casa-dijo el moreno dispuesto a eso.

-No-contestó el calvo sacando de su bolsillo un arma con la que apuntó a su comprador-Será un recuerdo de mi mejor amigo y de mi hija. Yo mismo me encargaré de acabar con el último gramo de esta maldita sustancia quita vidas. Quitándome mi propia vida.- Automáticamente, Emiliano Suarez le disparó al sujeto con el que había hablado. Había decidido que tenía el dinero suficiente para financiar la eliminación total de las demás. Enviaría una nota a la policía con su cuenta de banco y se quitaría la vida esa misma noche con todo un kilo de cocaína.

"Queridos oficiales de la Ciudad Milagro" decía la carta de Emiliano "Les dejó aquí el acceso y los derechos de mi cuenta bancaria con el dinero suficiente para ejecutar la operación de Manny Rivera para destruir las plantaciones de drogas. Este proyecto podría simular el olfato del Tigre para captar sus ubicaciones y detenerlos. "Emiliano se detenía cada tanto para pensar muy bien lo que pondría en esa carta, le hacían falta todas las dedicatorias de su familia y amigos muertos. Pero decidió omitirlos, pues estaba seguro de que los vería pronto.

"Saludos y hasta siempre camaradas" Y al fondo de la carta escribió "Ex Jefe de Policía, Emiliano Suarez". El ex policía cerró la carta y la metió cuidadosamente en un sobre bordado de negro. Finalmente lo dejó en un buzón de correo y regresó a su casa, dispuesto a matarse.

Emiliano se sentó frente a la desordenada mesa de su sala de estar. La casa era la misma en la que siempre vivió, solo que ya no vivía nadie más que él ahí. Su esposa acompañó a su hija no mucho tiempo después de ella, y sus otras dos hijas por suerte vivían por su propia cuenta. Emiliano había vivido una vida horrible luego del suceso de Frida, todo de mal en peor. Cuando quedó solo, agradeció, y luego vivió de la inmundicia para morir solo, llevándose consigo a eso que le quitó a su hija. Cortó las líneas y comenzó a aspirar. Estuvo toda una hora haciendo eso, destruyendo su mente y envenenando su cuerpo. Era una cantidad excesivamente mortal, pero alcanzó a terminarla. Se encontraba en un estado parecido al de ebriedad, pero estaba consciente de todo lo que le sucedía. Estaba tan sujeto a lo que hacía que no se dejaba llevar por las influencias mentales de la droga. Eso, y que debido a la cantidad, tuvo una terrible compulsión. La cual terminaría con su muerte, pero en esos pocos segundos, toda su vida pasó frente a sus ojos…


-Papá, esta noche iré con Manny a la fiesta de Lupita-me decía mi peliazul hija de quince años informándome para que no me preocupara.

-Preferiría que fueses con tus amigas-le respondí algo molesto-Sabes que no me gusta que andes con ese sujeto, es mala influencia para ti.

-Vamos papá-me reprochó haciéndome sentir algo culpable-es un súper héroe, no hay forma de estar más segura que con él.-Ese comentario me sonó mucho a que le gustaba e instantáneamente tragué saliva, y estaba a punto de repetirle el no, cuando Carmela interrumpió y le dio el permiso que buscaba.

-Claro que puedes ir mija-le dijo Carmela.

-Gracias mamá-respondió alegre Frida. Luego me miró algo molesta y dijo fríamente "papá". Luego tocaron la puerta. Era Manny justo a tiempo, que la pasaba a buscar con un ramo de flores, lo que me puso a hervir la sangre y a levantar mis sospechas a un nivel más alto que cualquier detective en el departamento de policía.

-¿Por qué te pones así respecto a Manny?-me preguntó mi dulce Carmela una vez que se habían ido los jóvenes.

-¡Pues míralo nada más a ese Rivera, idéntico a su abuelo! ¡Una terrible influencia para mi Frida!-respondí liberando todos los nervios que tenía cuando vi a mi Frida con ese Rivera.

-No metas la excusa de siempre cielo-me respondió-sabes que no es la verdad, dirías lo mismo de cualquiera que salga con Frida porque es nuestra última hija. Las otras dos se mudaron a Chiapas por un gran trabajo y no las veremos en un buen tiempo. Yo también quiero que Frida se quede con nosotros, pero no le puedes negar tener juventud.

-Tienes razón-le dije algo triste. Después de todo aceptar la realidad siempre me fue difícil.-Solo estoy histeriqueando, necesito un trago-me levanté del sofá y abrí la vitrina de licores. De allí saque un whisky, de los que solía tomar solo en ocasiones muy especiales. Esa noche solo quería beber y olvidar mis problemas, mis celos y relajarme. Luego de un par de vasos, dormí.

Al día siguiente desperté aún en el sofá, con la tele prendida. Eran como las siete de la mañana de un Domingo (Con suerte había alguien despierto a las 9). Me levanté y aún sintiendo un poco pesado el cuerpo por la resaca de los whiskys, subí las escaleras y me dirigí a la cama. Por supuesto primero pasé por la habitación de Frida para ver si había regresado sana y salva. Luego de verla dormida, con esa sonrisa que sacó de su madre y ese cabello extrañamente hermoso en perfecto estado, noté que me preocupaba demasiado. Tal vez fuese cierto que Manny la podría cuidar mejor que yo, pero eso no significaba que lo aprobase.

Ese mediodía, cuando nos juntamos para almorzar, volvieron a tocar la puerta, y era Manny otra vez. No me sorprendía verlo, pues todos los días salían a causar vandalismo, pero realmente me llevé una sorpresa, un susto, y casi un desmayo cuando los vi besarse en la puerta. La explicación me parecía más que necesaria, pero Carmela me seguía mirando con su mirada de "contrólate". Tenía razón, tal vez debía darle a Manny y a Frida la oportunidad, si ella era feliz, yo también…


Este es el primer capitulo de este fic que, como se darán cuenta, está planeado para ser lo más realista posible. Se basa en el punto de vista de Emiliano, y la lucha contra la droga que le quitó a Frida y el resto no será revelado. Si quieren saber sobre el futuro, aquí hay un resumen general :p Nos vemos/leemos. (No recomendado para niños menores)