Notas:

¡Hola! Este fic lo escribimos Marineneko y saria-sly. Si les ha gustado, por favor dejen un review ^_^.

Disclaimer:

Shaman king no nos pertenece. De ser así, no quiero decirles lo que estaría pasando en este momento..... =P

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Eros.

Acto primero: La apuesta.

"Seiscientos kilómetros al este", Se dijo el joven observando el mapa que llevaba en su mano. El cálido crepúsculo mediterráneo amenazaba con convertirse muy pronto en una negra y fría noche de tormenta, por lo cual decidió apretar el paso.

"Genial, justo ahora tenía que tocarnos lluvia" Pensó irónicamente. "Estas cosas siempre me pasan a mí... desde que vinimos aquí en el programa de intercambio..."

El muchacho pasó una mano por su rebelde cabello azulado. El calor de la tarde lo estaba haciendo sudar y quiso ventilar un poco su cabeza. Definitivamente llegar en la transición de verano a otoño a un país del mediterráneo no era su idea exacta de comodidad. Le gustaban los climas fríos, como el de su casa en Hokkaido.

"Vaya que estás disperso hoy, Horo Horo." Se reprendió mentalmente. "Me va a agarrar la lluvia antes de llegar al Partenón... Maldita investigación, ¿Por qué tuve que escoger estudiar Arqueología?"

Y, maldiciendo su suerte, el muchacho peliazulado corrió a buscar refugio mientras la tormenta se desataba potentemente sobre de él.

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Un apuesto chico de ojos dorados se encontraba buscando un lugar para refugiarse de la terrible tormenta que acababa de caer. Llegó hasta una casa desierta en la mitad de un pueblo perdido en Grecia, pero aunque pudo lograr escaparse de la tormenta, todo su cuerpo se encontraba empapado.

Empezó a recorre la casa. Era antigua y muy grande; los muebles cubiertos por sábanas blancas le daban un aspecto abandonado. Entró en una habitación que parecía ser la biblioteca. Como pudo, prendió un fuego en la chimenea del fondo, se quitó la camisa y la puso cerca del fuego para que se secase. Tomó asiento sobre un empolvado sofá apolillado y se quedo mirando a las llamas, esperando que estas calentasen su cuerpo.

"¡Maldita sea!" Gritó enfadado a nadie en particular mientras se sacudía el mojado cuerpo, con los pantalones adheridos a sus piernas como una segunda piel.  "Justo me tenía que agarrar la lluvia..."

Sus manos rondaron su cuerpo, en busca de las sanguijuelas que abundaban en el lugar durante la época de lluvias. "Carajo, estoy empapado... maldita apuesta..." Se dijo en un tono amargo, mientras se sacaba los zapatos, los cuales emitían un rechinido al pisar él.

Estuvo a punto de quitarse los pantalones también, de no ser porque en ése momento escuchó cómo se abría una puerta a sus espaldas...

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"Mira nada más a dónde fui a dar" dijo una voz detrás del ojidorado.

"Tao Ren." Dijo Horo Horo en su voz más suspicaz.  "Eres mal perdedor, según veo... me seguiste cuando quedamos en llegar por nuestros propios medios. Realmente me asombras."

"Idiota... Si te hubiera seguido, no habría llegado antes que tú." Dijo burlonamente el chino con un brillo en sus ojos de oro. Su expresión era inusualmente socarrona (Y vaya que eso era raro).

"Pues déjame decirte, señor "yo soy mejor que todos", que yo pude llegar a esta casa seco, y por lo que veo a ti no te fue nada bien," Decía el peliazul volteando a ver el torso de len que apenas empezaba a secarse. Extrañamente, un sonrojo recorrió su rostro.

"Ehhh... ¿Cuál es tu gusto por andar enseñando tus desgracias, Tao?" Dijo volteando hacia otro lado rápidamente.

"Ja ja, mis desgracias.... el rubor te tu rostro me dice que opinas lo contrario," Inmediatamente el chino se levanto de su lugar y empezó a dirigirse hacia donde se encontraba el Ainu.

"¡¿PERO QUÉ DEMONIOS CREES QUE ESTÁS HACIENDO, TAO?!" Horo Horo se echó hacia atrás aterrado y más ruborizado que antes. Su rostro se veía brillar en la penumbra de la habitación.

"¿Qué te pasa? ¿Acaso mis 'miserias', como tú las llamas, te asustan?" Decía el joven chino con una mirada pícara pero divertida, mientras acorralaba a Horo contra la pared.

Acercó su rostro al del Ainu, de tal forma que sus labios quedaban a solo milímetros de distancia....

Y entonces fue cuando le.... sopló -.-

"A ver si eso te enseña a no decir nada como eso sobre mi cuerpo, Loro-Loro."

El ainu estaba perplejo, mas bien sin habla. Trataba de razonar lo ocurrido mientras que Ren se apartaba de enfrente y se dirigía al sillón en el que había estado sentado anteriormente.

"... ¡IDIOTA!" El peliazulado le dio la espalda en un infantil gesto de indignación, tras lo cual oyó a Ren murmurar algo así como "Madura, Horo Horo."

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Horo salió de la habitación. No iba a dejar que ese estúpido engreído se burlara de Él de esa forma. Sabía que

la casa era muy grande y no tenía que estar precisamente en el mismo cuarto que el shaman chino, por lo que se dispuso a buscar una cálida habitación donde dormir.

Estaba realizando su búsqueda abriendo la puerta de una de las habitaciones, cuando vio una sombra moverse dentro del cuarto.

"Tao," Se dijo entre dientes. "Seguro me siguió y quiere jugarme otra broma pesada. Ya verá él lo que es bueno..."

Abrió la puerta de una patada, como había visto que hacían en las películas americanas. Siempre había querido hacer eso...

"¡Aquí muere tu bromita, Tao!"

Pero, cuando Horo miró al frente, no fue a Ren a quien vio.

"¿Pero qué demo-...!"

La sombra que había visto pasar se posó al lado de la ventana. Tenía forma humana, pero por más que Horo quisiera encontrar una relación entre la sombra y algún objeto que la proyectara, no pudo y menos entendió cuando esta sombra desapareció lentamente por la ventana.

"¿Qué-Rayos-Fue-Eso?" Pensaba el Ainu mientras corría a toda velocidad de vuelto al cuarto donde se secaba el chino. Definitivamente era preferible estar con él a estar con un ser que al parecer estaba hecho de sombras...

Cuando estaba a punto de llegar a la puerta, esta se abrió en su cara. No pudo detenerse y chocó contra la persona que acababa de salir.

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"... Te ves como si hubieras visto un OVNI," Dijo el chino con una mirada fría dirigida hacia aquella persona cuya cabeza se encontraba ahora en su pecho. Trataba de reprimir un sonrojo, con bastante éxito.

"¿Se puede saber qué hace tu vacío cráneo recargado en mi pecho?"

Al percatarse de esto, Horo Horo se separó inmediatamente de Ren, con un sonrojo excesivo en su aún agitado rostro.

Ya una vez a una distancia razonable; el ainu, con una voz algo temerosa y con algo de confusión, empezó a contarle a su amigo lo que había sucedido anteriormente.

"Estás alucinando." Dijo simplemente el joven de la tongari. Horo Horo lo volteó a ver con indignación.

"¿Crees que estaría así de asustado si fuera una mentira?" En sus ojos se reflejaba un verdadero terror hacia aquello que lo había estado.... acechando. Por alguna razón, estaba seguro de que eso era lo que había estado haciendo.

Era un pensamiento perturbador.

El joven chino se dio cuenta de que en realidad su amigo estaba asustado por la manera en que le había hablado. Se convenció de que al ainu algo le había asustado, y en serio.

Se acerco a él y le rodeo con sus brazos, para, de alguna manera, tratar de calmar al shaman de hielo.

"Y-Ya pasó...." Dijo mientras daba torpes palmaditas en la espalda de su amigo. Nunca había tenido necesidad de consolar a nadie, por lo cual esto resultaba excesivamente difícil. Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas del peliazulado.

Por su parte, el ainu solo podía aferrarse al pecho de Ren mientras se tranquilizaba. No es que estuviera aterrado, pero el susto no se le quitaba.

El joven Tao estrechó a su amigo contra su pecho, de tal forma que su calidez corporal le quitara su nerviosismo... El cual apareció en él al pasar frente a la ventana la sombra descrita por Horo Horo.

"Vámonos de aquí." Dijo rápidamente; y, tomando al Ainu de la mano, salió corriendo por el pasillo de la vieja mansión.

Ahora Ren estaba completamente seguro de lo que hablaba su compañero; algo los seguía y no estaba muy seguro de lo que era. Lo único que podían hacer era correr, tratar de evitar que ese ser extraño hiciera algo en contra de ellos. Seguían avanzando a trompicones por el pasillo, pero, para su infortunio, llegaron al final de éste. Ren se recargó en el muro para esperar lo que vendría, pero inmediatamente la pared dio vuelta, llevándose consigo a los jóvenes.

Ninguno de ellos estaba preparado para la vista que se les presentó en ese instante. Aparatos, miles de ellos, dispuestos en la antigua habitación secreta, la cual parecía una antiquísima cámara de torturas medieval. Un antiguo altar de mármol estaba colocado al frente de la habitación; parecía dispuesto a una antigua estatua de aquél que parecía ser uno de los dioses antiguos de la región. Con su barba larga y un trueno finamente labrado en una mano, los jóvenes pudieron reconocerla como una efigie del antiguo dios Zeus, aún estando cubierta de antigua sangre seca.

"¡HORO HORO, QUÍTATE DE ENCIMA!" Exclamó Ren mientras empujaba un poco al ainu para que se quitara.

"¡¿Qué?! ¡Pero si eras tú el que no me soltaba!" Contestó Horo Horo retirándo su mano de la del otro joven.

El ainu se separó del shaman chino, empezando a caminar en dirección a su nuevo descubrimiento. Empezaba a observar ese misterioso altar cuando su cerebro razonó y relacionó las cosas... ¿Y si eso tenia alguna relación con aquello que buscaban?

Ren, que también empezó a analizarlo, supo que eso estaba ahí por una razón, y que su búsqueda se estaba volvía cada vez más macabra.

El recuerdo de la apuesta que los llevó a estar en aquel lugar volvió a sus mentes con una claridad increíble...

~*Flashback*~

"Los antiguos griegos tenían la creencia de que sus dioses eran como los mismos humanos, con pasiones, defectos y otras características similares que... bla bla bla bla..."

El Ainu y el Chino se dormían en la clase de mitología. Nunca les había parecido que el profesor fuera muy dinámico con su materia... y al parecer, a los otros tampoco, ya que estaban casi todos los alumnos en las mismas condiciones que ellos dos.

Por mencionar algunos ejemplos, si uno se fijaba bien, podría percatarse de que a pesar de la mirada de atención que le dirigía Yoh Asakura al profesor, en realidad estaba durmiendo con los ojos abiertos...

....Y la tentación de tirarlo de la silla para pasar el rato era insoportable, así que el Ainu lo empujó levemente con un dedo, causando un estrépito tal que el profesor no pudo ignorarlo.

"Veo que considera más importante el despertar a su compañero que el poner atención a mi clase, señor Usui..." Dijo el profesor con un dejo de suspicacia en la voz.

"Supongo que le gustará recapacitar en su acción en un período de detención después de clase..."

A esto, Len Tao no pudo evitar el reírse burlonamente, por lo cual el profesor también le dio detención.

"¡Fue por tu culpa Hoto Hoto!" decía un molesto Len tratando de alcanzar al ainu que había corrido al escuchar la campana.

"Ja Ja, ¿Ves lo que te pasa por burlarte de un alma tan inocente como yo?"

"¡Me las pagarás!"

Terminaron peleando como siempre, pero ya estando en el salón de detención, notaron que eran los únicos y que no había maestro que los cuidara, por lo que empezaron a hablar.

"Oye Tao, ¿En qué clase nos castigaron?

"Mitología, estúpido"

"¿Y qué estábamos viendo?"

"Mitología griega, sobre una supuesta arma que es muy poderosa y se encuentra en Grecia"

"Ah, pues fíjate qué interesante..."

"Ya ves, Para qué no pones atención en clase"

"Mira... si esa arma tan afamada se encuentra aquí en Grecia no debería ser tan difícil encontrarla, ¿O sí?" Dijo el peliazul pensativamente.

"Por si no recuerdas, a Grecia no la comprenden dos cuadras, tarado ¬¬" Contestó el joven chino, suspicaz.

"Jeje, lo sé, no soy tan estúpido como piensas, pero digo que yo, siendo un shaman tan poderoso, sin quitar lo guapo claro esta, podría encontrar cualquier cosa, sin importar los peligros y aventuras que tuviera que pasar."

"Yo estoy seguro que no eres capaz ni de salir de tu casa sin un mapa, Joto Joto." Se burló Len.

"No digo, Cuerno, a tí te llevan a todos lados en limusina no por que seas importante, si no porque se te olvida cómo caminar."

"¡Repite eso!"

"¡¿Quieres pelea?!"

"Sabes bien que si eso pasara terminarías en la enfermería."

"¡TAOOOOOOOO!"

Y se abalanzó sobre él.

Justo entonces entró el profesor al salón de detención. Al encontrar a los jóvenes peleando, sacó de la nada un metro de madera y les dio un reglazo a cada uno.

"¡Jóvenes! ¡Que esto es detención, no el equipo de lucha!"

"¡Auch! Lo siento profesor," decía el ainu sobándose la cabeza

"Bueno, creo que ya cumplieron el tiempo de castigo. Pueden irse."

Tanto el chino como el Ainu salieron a toda velocidad del salón, dejando al viejo maestro con una gota de sudor del tamaño de un camión.

"Bueno, siguiendo con lo que estábamos "señorito", si está tan seguro que no seria capaz de encontrar esa cosa, ¿Porque no me prueba y hacemos una apuesta?"

"Muy bien, apostemos, cabeza de puercoespín."

"Sabes muy bien que te ganaré, pero de cualquier forma, ¿Qué es lo que quieres perder?"

"El ganador tendrá al perdedor de esclavo todo el día. ¿Qué te parece, Loro Loro?"

"Espero que te guste y que hagas buena comida porque será lo que harás por todo un día"

"Eso lo veremos. Desde ahora puedes irme diciendo 'Mi señor Len'."

"Eso quisieras." Sentenció al final el shaman de hielo.

~*Fin del Flashback*~

"Sabes, no creo que haya sido tan buena idea apostar por esa arma, chino."

"¿Qué, Tienes miedo?"

"¿Tú qué crees?" Dijo el Ainu, desafiante.

"Que sí." Len sonrió.

"¿Te parece? Entonces... ¡Toma esto!" El ainu lanzó un golpe dirigido hacia el rostro de Len, pero el chino lo esquivó, haciendo que Horo Horo le pegara a un recuadro que se encontraba ahí. Inmediatamente después, una puerta se abría por detrás de la estatua de Zeus.

Ambos shamanes se asombraron en extremo.

"...¿Sabes? A veces tu estupidez sirve, Joto Joto."

"Ya sabía que golpeándole ahí, una puerta se abriría... No es que haya tratado de lastimarte."

"Sí, seguro." Dijo sarcásticamente antes de pasar por la estrecha puerta.

El ainu sólo lo siguió algo molesto, y, cuando habían cruzado apenas la nueva entrada, esta se cerró de golpe, encendiendo unas antorchas que se encontraban a los lados y dejando a Horo y Len sorprendidos.

"Vaya, mira eso..." Dijo el Ainu maravillado ante tal espectáculo.

Y es que el pasillo parecía no tener fin. Se extendía hasta donde se perdía la vista.

"Bueno, ¿Qué estás esperando? Camina." Y, tomando a Horo del brazo, avanzaron hacia lo desconocido.

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¡Hola! Este fic lo escribimos Marineneko y saria-sly. Si les ha gustado, por favor dejen un review ^_^.

Atte:

~Marineneko y Saria-sly~