Aviso: Este fic participa del Reto Temático de Marzo "Los Merodeadores" del foro "First Generation: The story before books"

Disclaimer: Todos los personajes son propiedad de J.K Rowling, nada de esto me pertenece excepto Sarah.


Hoy era el gran día. Todo el mundo estaba nervioso, la emoción de algunos y la desesperación de otros se hacían presentes. Hacía un día espléndido, el sol asistía como invitado brillando con más fuerza que nunca, una brisa cálida soplaba suavemente y el cielo estaba claramente despejado.

James se colocaba la corbata por enésima vez frente al espejo, su expresión reflejaba una pizca de terror y nerviosismo, pero sus ojos estaban llenos de alegría y emoción. ¡Cuánto había esperado él aquel día! Desde que puso un pie en Hogwarts y se encontró con esos ojos verdes, algo se despertó en su interior. Ese algo era se hacía llamar amor, tan caprichoso y tan imposible. Por la cabeza del moreno comenzaron a aparecer imágenes de su estancia en Hogwarts; él con once años empujando a Lily y a Severus, él y sus mejores amigos paseando por Hogsmeade, riendo y haciendo de las suyas, la primera vez que habló con Sarah... Oh, Sarah. Si no hubiese sido por ella, no estaría ahí colocándose una maldita corbata. Sarah Murray era la versión femenina de Sirius Black, pero al ser tan parecidos, -tan bromistas, seductores, egocéntricos y prepotentes- no se soportaban. En cambio James veía a Sarah como una hermana pequeña, y gracias a ella, consiguió su primera cita con Lily.

Flash-back:

-¿Por qué no puedes dejar de meterte en mi vida de una vez, Black?- gritó Sarah, entrando en un estado de desesperación. La sala común de Gryffindor estaba acostumbrada a ello; los gritos de la morena, los gruñidos de Sirius..., todo. James y Peter observaban la escena divertidos mientras que Remus leía un libro, cansado de ser siempre la misma historia. El moreno pegó un golpe en una mesa que había allí cerca.

-¡Joder, Murray! ¿Con Evan Rosier? ¿Me estás jodiendo?- preguntó con el mismo tono que el de Sarah. Sin saber por qué, Sirius se sentía realmente molesto, ¡se había enrollado con Evan! ¡La serpiente!

-No. Te. Importa.- la morena intentaba mantener la calma, cosa que le era un poco imposible.- ¿A caso me pongo yo como tu te pones cuando te enrollas con una de esas perras sin cerebro?

En ese momento James cayó: celos.


La puerta del dormitorio se abrió dejando ver a un arreglado Remus Lupin, interrumpiendo los pensamientos de James. Remus era, y sigue siendo hasta la fecha, uno de los mejores amigos de Potter. Con él siempre podías confiar, era un amigo que sabía escuchar y dar sabios consejos, y aunque Sirius y él se metiesen mucho con el licántropo, no lo cambiarían por nada del mundo.

-¿Necesitas ayuda con esa corbata, Cornamenta?- preguntó burlón. James bufó y acto seguido, con un movimiento de varita por parte de su amigo, la corbata estaba perfectamente colocada. ¿Qué haría él sin Remus? O más bien, ¿qué harían los Merodeadores sin él? Siempre fue el que los sacaba de apuros, el que siempre estaba ahí para cubrirles las espaldas, maldito Lunático y su imprescindibilidad. Antes de que pudiese decir nada, picaron a la puerta.

-Chicos, no os quiero meter prisa, pero tú tendrías que estar ya abajo, así que mueve tu trasero hacia el altar.- dijo Sarah entrando a la habitación. Ella era la mejor amiga de su futura esposa, y por ello, la dama de honor principal. Y no destacaba simplemente por ser la principal, sino por su ya notable barriga de embarazada. Así es, la morena llevaba en su interior a un pequeño Black de seis meses. ¿Cómo cambiaban las cosas, verdad? Sarah Murray -actualmente Black- se dio cuenta de lo mucho que necesitaba y amaba a Sirius justo al empezar su séptimo curso en Hogwarts. James no pudo evitar sonreír al ver la barriga de la morena, un sentimiento de nostalgia se apoderó de él. ¿Cuándo habían crecido tanto? Aún recordaba las bromas con Canuto acompañadas de los sermones de Remus y las risas de Peter, los lloros con Sarah a causa de los enfados con Lily, su último día en Hogwarts... Y ahí estaban, todos juntos reunidos por una unión, una unión la cual estaba ansioso por presenciar. De repente alguien apareció por detrás de Sarah, rodeando los brazos alrededor de ella y posando sus manos en la no tan pequeña barriga. La chica sonrió, y juntó sus manos con las que se posaban en su estómago.

-¿Qué haces aún aquí, Cornamenta? No te estarás echando atrás, ¿verdad?- preguntó un Sirius burlón. James sonrió.

-Jamás.


Los nervios del novio estaban a flor de piel, y el nudo en la garganta se negaba a desaparecer. Miró hacia su derecha y junto a él se encontraban Sirius, Remus y Peter, los cuales lo miraban sonrientes. Miró hacia la izquierda y se encontró con Sarah, apoyándole y tranquilizándole con la mirada. Junto a ella estaban las demás damas de honor: Alice y Mary, también muy buenas amigas de la novia. De repente la música comenzó a sonar, y James pegó un salto de emoción.

Y por un momento, sólo por un momento, el mundo del muchacho se paró. Sus ojos sólo veían a la mujer más hermosa del mundo acompañada de su padre caminando hacia el altar, y no, no estaba exagerando. Lily era hermosa, inteligente, divertida..., era perfecta. Y era toda suya.