Félix odia tener frío. Odia la manera en que le hace temblar como un gatito abandonado en las calles - a pesar de que lo irónico y ridículo que suena- Odia las sesiones de modelaje que tiene en este tipo de ambiente - a veces haciéndolo con poca ropa- sin importar el clima o los grados de temperatura, pero sobretodo odia como se propaga a cada parte de su cuerpo y este cala fuertemente en sus huesos, instalándose allí.

Pareciendo que no importaba lo que hiciera, no podría calentarse y tampoco podía permitirse ponerse cientos de ropas sin pretender caminar como un pingüino, además de que el hecho de que estuviera afuera, siendo azotado por el viento, bajo la nevada que hace minutos comenzó, no ayudaba tampoco para aumentar su temperatura y no sentir como todos sus dedos se entumecían a pesar de llevar guantes.

Hasta que llegó a su casa y abrió la puerta, donde al momento de adentrarse, una ráfaga de aire cálido golpeó su rostro cuando entró en casa y dio un suspiro de alivio, a pesar de que el choque de temperaturas era desconcertante, por eso comenzó a sacarse su gorro, su bufanda, sus guantes y hasta su campera.

Luego se dirigió al sillón de la sala de estar y se sentó, obteniendo por su novia una taza de chocolate caliente.

— Hace un poco de frío, ¿no? —Preguntó esa voz tan dulce como el chocolate que hace segundos llevo a su boca, bebiendo un sorbo. Félix no pudo responder ya que Bridgette de forma inmediato exclamó: "¡Tus manos están heladas!"

Al segundo en que tomó sus manos en las suyas al sentarse al costado suyo.

— Creo que como novia tuya, tendré que calentarte —Espeto dibujándose una sonrisa mientras extendía una manta que llevaba debajo de su brazo y comenzaba a arroparse como arroparlo mientras se acurrucaba a su lado. Acción que provoco que al poco tiempo Félix sintiera un calor abrazador.

Cerró los ojos, hundiéndose en esa sensación mientras pensaba que, realmente no odiaba al frío después de todo; y si podía disfrutar momentos así, la verdad, es que no podía odiarlo.