Aclaraciones importantes: (así que a leerlas antes de empezar o os pego):

-Este Fanfic no me pertenece, el original pertenece a Spongelion, todos los derechos son suyos. Yo tan solo lo traducí por puro aburrimiento.

-Hetalia tampoco me pertenece, es de Hidekaz Himaruya. Ya me gustaría que Hetalia fuera mío...

Eso es todo, amigos (?). Ahora ya podéis empezar. ¡Disfrutaaad!


Romano se inclinó hacia delante, hasta que su frente quedó apoyada contra la fría ventanilla del coche, mirando el paisaje. Todo lo que hacían era desplazarse.

De un lado a otro de Italia; desde el sur hasta el norte.

Su hermano, el imbécil estúpido, estaba saltando alegremente en el asiento de atrás, canturreando frases entusiastas a su Abuelo.

Fue culpa de Romano el que tuvieran que irse una vez más...

En su antiguo barrio, Romano se había juntado con mala gente.

Sabiéndolo, se había involucrado con la mafia italiana.

No, ¡no era demasiado joven para involucrarse con esas mierdas!

Tenía dieciséis cuando se unió; ¡ahora tenía dieciocho! Era un hombre.

Al final resultó que Romano era bueno en lo que hacía.

Se había ofrecido una recompensa por la cabeza del joven italiano, a lo largo de toda Italia.

Razón por la cual se fueron. A España.


"¡Me pregunto si en España habrá pasta~! ¡Ve~!" dijo Feliciano soñadoramente, dando vueltas alrededor de la puerta delantera de su casa nueva.

El Abuelo Roma prácticamente fue dando saltos detrás del alegre italiano; Romano se quedó atrás. Tenia las manos dentro de los bolsillos de sus estrechos jeans, y sus hombros encorvados.

Respiró hondo y miró fijamente el edificio en el que iban a vivir temporalmente, hasta que las cosas en Italia se calmaran.

Había un camino hacia la entrada, el cual conducía hacia una enorme puerta.

Columnas alineadas en una pequeña acera hasta la puerta, sosteniendo un techo con un aspecto elegante que reflejaba sombras en la acera.

La casa era grande y tenía bastante nivel.

Parecía que habían ventanas en cada sencilla pared, pintadas de un color crema cálido.

Romano cargó su mochila en su hombro, haciendo golpear el extremo de un arma de fuego con su espalda.

Al menos había podido colar una de sus pistolas.

Reprimió un suspiró y entró a ese infierno.

Estaban en la casa de verano de su abuelo (Romano nunca supo porque el edificio estaba en España...), así que estaba amueblada y decorada.

Cuando los dos hermanos eran más pequeños, visitaron al Abuelo Roma un par de veces.

Romano fue directamente a su antigua habitación, ignorando los halagos del Abuelo Roma, mientras que Feliciano cocinaba montañas y montañas de pasta.

Cerró la puerta y arrojó su mochila a su cama, que era de matrimonio.

Menos mal que se acordó de dejar en una caja fuerte su COLT S.A.A 45.

Eso podría haber acabado mal...

Romano abrió su mochila de un tirón, sacando un pañuelo negro.

¡Estaba jodidamente frío!

Envolvió el pañuelo alrededor de su cuello, contrastando con su camiseta blanca con el cuello en forma de V.

Unos golpes repentinos en la puerta hicieron saltar a Romano, estando a punto de coger su pistola.

Sin embargo su intuición le dijo que no estaba en peligro.

La puerta se abrió de golpe y apareció Feliciano, irradiando felicidad a su alrededor.

Por esa razón, Feliciano era jodidamente molesto...

"Fratello! Fratello! ¡El Abuelo Roma quiere compartir paaasta con los vecinos~!" de mientras que gritaba fue dando vueltas en círculos como una bailarina.

Dios, Feliciano era un idiota.

"Bien." Romano gruñó y se dirigió a la puerta.

"¡Ve~!" Feliciano se puso a saltar de alegría, tomando la mano de su hermano y haciéndolo correr por el pasillo hasta la cocina.

El resultado de eso fue la visión de un Romano arrastrado hasta la cocina, arrastrando también sus pies sobre las baldosas.

"¡Romano!" la voz del Abuelo Roma resonó. "Toma toda esta pasta," sacó un enorme recipiente lleno hasta el borde de pasta. "¡Para nuestro vecino!" una gran sonrisa apareció en el rostro del anciano. Varios destellos brillaron por todo su rostro.

Síp. Romano se iba a ahogar entre toda esa felicidad. Joder.

Refunfuñando un poco más, Romano le arrebató el recipiente y se apresuró a regresar a su habitación.

Vació rápidamente su mochila, metiendo el recipiente ahí, y puso su .45 en el bolsillo de atrás de sus pantalones.

Luego corrió hacia la puerta, despidiéndose con la mano de los dos italianos locamente felices en la cocina.

"Dásela a los vecinos, ¿vale?" Los luminosos ojos de Romano miraron a los alrededores... ¿Qué vecino?

Se empezó a enfadar mirando cada una de las casas, esperando que les prendieran fuego, así comenzó su viaje.

De ninguna manera iba a volver a casa en tan poco tiempo. Tomó un bonito y largo paseo.

Cada calle por la que pasaba parecía estar llena de casas aristocráticas.

Romano intentó cumplir su misión de encontrar a sus vecinos, quienes eran de barrio.

Se sentiría más como en casa... y haría que este país de las maravillas de los ricos pareciera real.

Le llevó unos treinta minutos encontrar el centro de la ciudad.

Allí, un lado de la calle estaba llena de apartamentos, y el otro lado de la calle estaba llena de tiendas y restaurantes.

Romano caminaba por el lado de los apartamentos, hasta que vio algo:

Una sección de apartamentos que eran de color rojo. Rojo tomate.

Romano se dirigió allí y subió por las escaleras.

Se sintió un poco raro llevando eso a cuestas, pero quería deshacerse de esa pasta.

Se le estaba haciendo pesada...

El interior del conjunto de apartamentos era de un color canela.

Todas las puertas y las paredes eran del mismo color, casi le hicieron arrepentirse de haber venido.

No sabía lo que estaba buscando mientras caminaba por el pasillo lleno de puertas.

Color canela... canela... canela... canela... rojo... Espera un momento...

Romano se giró y contempló con admiración la puerta roja.

Destacaba como un tomate rojo en un campo de tomates verdes sin madurar.

¡Este era el lugar dónde iba a dejar la pasta!

Sacó el recipiente de la mochila y lo dejó delante de la puerta. Después llamó a la puerta y luego corrió por el pasillo.

Romano se deslizó detrás de la esquina del final del pasillo y se asomó para ver su reacción.

La puerta de color rojo se abrió y un hombre se detuvo en la puerta.

Inclinó la cabeza hacia un lado. "¿Hola?" El chico asomó su cabeza morena, dando un paso hacia adelante, y luego... tropezó con el recipiente.

"¡Ahh!" Él, con una extraña gracia, cayó de bruces al suelo.

De alguna forma el hombre había logrado encorvar su cuerpo, de forma que consiguió no aplastar el recipiente de la pasta.

Romano esbozó una leve sonrisa. Que chico tan torpe...

"¿Pasta?" El chico español se había sentado junto al recipiente, recuperando la compostura rápidamente; para luego actuar como si nada hubiera pasado.

De pronto miró alrededor del pasillo, con unos ojos verdes intensos y penetrantes que casi atrapan a Romano, escondido detrás de la esquina.

"¿Amigo?" El español parecía confuso, pero Romano no se quedó ahí más tiempo.

Salió corriendo por las escaleras de metal y salió del edificio.

Jadeaba mientras corría por la calle. Esos ojos... Eran tan... brillantes.

Romano se abofeteó a sí mismo mentalmente, y se dirigió a volver a casa.

¡Estúpido! ¡Nunca iba a volver a ver a ese bastardo del tomate!


La vez siguiente su hermano también cocino demasiada pasta (el jueves siguiente), Romano llevó la pasta al apartamento del bastardo.

Y el jueves siguiente también... y el jueves después de eso también...

Pasó un mes y entonces, un jueves que Romano fue a llevarle la pasta, vio al bastardo del tomate sentado en el alféizar de la ventana, tocando su guitarra española:

"¡Rico tomate, rico tomate!

Muy rico, ¡uh! ¡Tomate!

Sube el rojo, baja el amarillo, ¡toma-toma-tomate!~"

Un leve rubor apareció en el rostro de Romano, mientras caminaba hacia el edificio.

No podía creer que el bastardo del tomate estuviera cantando algo sobre los tomates.

¡Eso sólo lo podía hacer Romano! ¡Ese imbécil no! ¡Por dios!

Aunque tenía una voz muy bonita... ¡Basta! ¡Argh!

Golpeó la puerta con furia, dejando la pasta donde normalmente estaba.

Como de costumbre, salió corriendo por las escaleras. Pero en vez de correr por la calle sintió curiosidad por ver si aquel chico seguía sentado en el alféizar de la ventana.

"Hey, atiende, porque

has salido a la calle tú tan fresco."

Algo golpeó la cabeza de Romano cuando salía del apartamento.

Se recuperó del golpe y vio un destello de color rojo pasando delante de sus ojos. Sin pensarlo se lanzó a atrapar lo que fuera.

Logró atrapar uno antes de que cayera al suelo.

Era un tomate.

Giró su cabeza hacia el español, pero todos sus pensamientos llenos de odio y malicia se desvanecieron cuando vio sus verdes y intensos ojos.

Incluso estando en un segundo piso, parecía que sus ojos podían perforar de lleno el corazón de Romano.

¿Pero qué coño?

"¡Bastardo del tomate!" gritó Romano, antes de morder el tomate. ¡Sabía delicioso!

Se escucho una carcajada proveniente del español, antes de que volviera a cantar:

"¡Y eso es lo que quiero, besos!"


¿Qué, qué tal?

A mi me gustó bastante cuando lo leí así que os animo a seguirlo ^^.

De mientras os pongo aquí las 2 URL's de las canciones:

1) La canción del tomate: http:/www. youtube .com/ watch?v=A2_V7zWdAgw& feature=related

2) Besos: http:/www. youtube .com/watch?v=woDCBotzYWE& feature=fvw

Ea, para que os entretengais escuchándolas. ¡Grazie por molestaros en leer!

PD. No me molestaría algún review... de verdad (?).