Buenas noches sexys lectores, vengo en la entrega del nuevo fic que uff, sera todo un reto por que sera mi primer fic que incluya a las chicas de Aqours (Incluso Saint Snow) muchos personajes a desarrollar creo yo.
Por cierto muchísimas gracias por el apoyo que recibió Wild stars, de verdad me hizo muy feliz, espero que así como las anteriores, esta historia tambien sea de su agrado, cabe resaltar que en este fic no tomare ideas de nadie ni sugerencias. este fic sera completamente escrito por mi decisión y lo que pase es completamente mi decision xD así que vamos con lo siguiente, advertencias.
ADVERTENCIAS
-Este fic tendrá contenido sexual
-Contendrá gore y torturas
-Puede herir tu susceptibilidad
-contiene temas como el abuso sexual y la esclavitud
-Las parejas principales serán NicoMaki y un triangulo amoroso entre DiaHanaRuby las demas parejas de M's se contemplaran como todos las conocer (NozoEli, KotoUmi, RinPana, TsubaHono, EreAnju) y las parejas de Aqours pues... pregunte muchas veces que pasa con los shipeos de Aqours y pues es todo un revoltijo, así que veremos que pasa, solo les aseguro el DiaMaru y el KananMaki con algo de YoshiMaru y YouRiko asegurado tambien
-Habrá muchas cosas crueles como a mi me gusta :D
-El fic le hará honor a su nombre :3
LEER BAJO TU PROPIA RESPONSABILIDAD
-No más por favor…. Duele mucho….-
-Eres como pensé, una basura que no merece el apellido de la familia-
Aquella pequeña suplicaba con un llanto fluido de rodillas frente a un gran hombre que le apuntaba con su catana de madera. Al lado de aquella pequeña, permanecía otra catana de madera, esta se había quebrado, al igual que el alma de aquella pequeña.
-Pa…..Papa….. Por favor…..-
-Por tu debilidad…. Tu madre está muerta….. Has algo bueno por la familia y madura de una maldita vez Maki….-
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La lluvia atormentaba el cielo y los suelos en una voraz tormenta, más abajo en la tierra, todo se iluminaba de un anaranjado color, cualquiera pensaría que sería gracias a un bello atardecer, pero no, la razón de ese naranja color en el cielo era nada más y nada menos que una comunidad muriendo entre las llamas de sus humildes casas, dejando a su paso un camino carmesí que teñía la tierra y las yerbas; Hombres, mujeres y niños, por ninguno se tenía clemencia.
El agudo sonido del constante chocar de las espadas había cesado desde hace unos minutos, incontables guerreros de uniforme carmín y armaduras brillantes transitaban las calles, algunos heridos y otros completamente sanos en sus caballos, todos en busca de lo que les viniera en gana tomar de aquel devastado lugar, algunos dejaban huir a los pocos habitantes que quedaban, mientras que otro grupo más cabalgaba hacia donde se encontraba su líder.
En un gran montón de escombros de madera comenzando a quemarse se encontraban dos guerreros, uno perteneciente a los despiadados destructores carmesí, el obvio líder, y el otro un joven de cabello negro muy herido y de armadura gris con negro, parecía ser un líder también.
-Tú y la ambición de tu padre…. Los llevara a la muerte un día, cuando todos los dojos y familias vecinas se cansen de su tiranía….. La única sangre que pintara la tierra, será de ustedes y toda su gente, nadie vendrá a su rescate…..- el joven pelinegro y de ojos carmín le decía a su enemigo, aquel guerrero aun enmascarado tenía una flecha clavada en uno de sus brazos y la parte izquierda de su cuello sangraba debido a un limpio corte que intento arrebatarle la vida inútilmente.
-Cuando mi padre tenga en su poder mayor riqueza que los demás dojos y familias, entonces….. Lo retare y lo matare….. todo será mío, y tu espada descansara en la sala principal como mi primer premio….- con esas palabras el guerrero de armadura carmín se fue acercando lentamente al joven herido que trato de retroceder lo más que pudo, siendo todos sus intentos imposibles.
-Nunca podrás con la familia Yazawa….. Ellas vengaran mi muerte en cuanto reconozcan mi cuerpo muerto- advertía el joven en un último intento de huir.
-….¿Cómo reconocer un cuerpo sin cabeza?...- con esas ultimas y siniestras palabras, el guerrero carmín saco una daga dorada, con en grabado de una rosa roja en el mango y la meneo entre su mano un breve momento.
En un hábil movimiento, aquel guerrero paso por la espalda del joven para después tomarlo de sus negros cabellos y hacer que este levantara la cabeza, acto seguido con su daga dorada, comenzó a cortar el cuello del chico, apreciando como la expuesta y cortada garganta del joven hacia un sonido chirriante al intentar respirar, parecido al de una flauta desafinada, después sintió como la abundante sangre manchaba sus ropas. Poco a poco el cuerpo dejaba de moverse y de luchar.
De un último Tirón, término por desprender en su totalidad la cabeza del joven pelinegro de su cuerpo, con cinismo la levanto mirándola directamente, notando como la expresión de aquella cabeza era dolosa, se sintió completamente satisfecho.
-Por fin dejaste de hablar… ya me habías cansado, mocoso….- con esas últimas palabras, metió la cabeza que acababa de amputar en un saco color carmín y lo amarro a la cintura de su armadura para después mirar el cuerpo del chico, miro después el arma con el que había amputado la cabeza del joven y apuntando justo al pecho, la arrojo de manera sagaz en el pecho de este, logrando en el acto clavarla en su pecho como si de un cuchillo en una tabla se tratara, esto como una burlesca firma que caracterizaba el sadismo de su Dojo.
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En la tranquilidad de un espacioso Dojo, un alto hombre de cabello de un oscuro rojo permanecía sentado, a su lado una mujer de edad aparente a la de el y dos jovencitas a su espera de información sobre la anterior misión otorgada a sus guerreros. El hombre estaba impaciente, deseaba saber los prontos resultados de su ataque y ansiaba tener en su poder al heredero de la familia Yazawa, Koutaro. Quien tenía poco tiempo de haber tomado el lugar de su fallecido padre. Si todo marchaba como lo había planeado, usaría la vida del joven para convertir a los Yazawa en unos subordinados más a su servicio.
-Mi señor, las tropas están llegando- uno de los ciervos del Dojo avisaba a su amo la llegada de sus tropas que tanto ansiaba encontrar, simplemente asintió y dio su orden.
-Hagan que entre ahora mismo…- El fornido y alto hombre de ojos violetas ordeno a sus lacayos a abrir las puertas de su enorme Dojo para dar paso a sus fieles guerreros que venían de otra destructiva batalla por tierras. A su lado permanecía una mujer de apariencia similar a diferencia de sus ojos color aqua y muy cerca de esta, dos chicas que no rebasaban los 17 y 15 años, una de una larga cabellera negra muy parecida a la mujer adulta y la más joven de cabellos rojos, ambas chicas de unos profundos ojos color aqua como la mujer a su lado, la que seguro era su progenitora.
Pronto las puertas se abrieron dejando ver a una numerosa cantidad de soldados fuera de las puertas, pero solo uno de estos entro, se podía ver que tenía su armadura y casco sucios y dañados, así como su catana envainada en su cinto, una parte de las ropas de su armadura se notaba sangrada en abundancia, aun así, con una de sus manos cargaba un saco de tela carmín que parecía tener un fétido olor.
-pareces haber tenido éxito en tu misión, así que muéstrame lo que te pedí ahora mismo- ordeno el señor del Dojo a lo que aquel guerrero solo volcó el saco carmín frente a los pies de su líder y de un tirón brusco mostro lo que traía en aquella tela…. La cabeza de un hombre de edad joven y de un negro cabello.
El señor del Dojo miro a la dama a su derecha que solo negó con desaprobación para después ver a las dos jóvenes hijas, la mayor se veía seria y la más joven perturbada.
-Te dijimos claramente que queríamos al heredero de Yazawa con vida ¿y tú me traes su cabeza? ¿Cuándo aprenderás a no hacer tu maldita voluntad y obedecer a tu líder y padre….. Nishikino Maki….- el hombre con molesta voz ordeno con una simple seña al guerrero frente a el a que retirara el casco que protegía su cabeza y rostro y entregara su espada, cosa que con duro pesar hizo.
Al retirar el casco se pudo apreciar una melena pelirroja de un agradable aspecto y un rostro notablemente hermoso y fino, sin descartar los brillantes ojos violetas que aquel guerrero tenia, este resultaba ser una mujer e hija del señor del Dojo Nishikino, por tanto la futura heredera.
-Igual ibas a matarlo aquí ¿Qué más da? Además…. El infeliz fue difícil de capturar, no me dejo opción- dijo la pelirroja a su padre descubriendo uno de sus brazos, mostrando la punta de una flecha aun clavada en su antebrazo para después hacer a un lado su cabello y mostrar una marca más en su cuello, en señal de que aquel joven había intentado degollarla antes de que la pelirroja lo matara.
-Como la legitima heredera de la familia Nishikino debes aprender algo llamado compostura y autocontrol, tu falta de cuidado te lleva a cometer estupideces que no voy a tolerar, entrega tu espada y tu casco, no saldrás a pelear hasta que sea realmente necesario- ordeno el hombre a su hija que solo frunció el ceño y desenvaino su espada para clavarla en el suelo de madera que provoco un sonido que grujió y después coloco el casco en el mango de su catana.
-Bien, disfruta lo que te queda de tiempo en el poder padre, porque cuando yo entre a la sucesión de la familia las reglas cambiaran…. A mi modo- fueron las palabras de Maki que estaba dispuesta a irse dejando a su padre bastante molesto mirando sus espaldas.
Las puertas se cerraron dejando a ambos adultos molestos y a las dos jovencitas con un extraño sentir.
-No sé qué voy a hacer con ella, no obedece, mata y hace lo que le da la gana…..- decía Nishikino-dono con frustración a la dama pelinegra a su lado. -… y esa habitación llena de jovencitas para su disfrute…. Si su madre pudiera verla, no sé qué pensaría…- soltaba con desgane el líder.
-No se puede hacer mucho hermano, es la única hija que tienes y la legitima heredera de todo- decía la mujer a su hermano y este solo suspiro.
-Si tan solo Dia fuera hija mía, todo estaría a su poder, es más sensata y más tranquila que Maki y mayor…- decía el hombre en un suspiro.
-Sabes que eso es imposible porque Dia es hija de Kurosawa…. Y no recurriremos a barbaridades para que ella tome la cabeza de la familia- finalizaba la mujer.
-Lo se…. Después de todo no sería capaz de quitarle la vida al único rastro que me queda de mi amada… esa hija tan igual a ella…- finalizaba el hombre levantándose de su lugar y saliendo de la habitación dejando a su hermana y a las dos hijas de esta con ella.
-Dia, ve a ayudar a Maki con sus heridas, a juzgar por ese rastro de sangre que dejo a su paso no parece ser algo muy ligero, Ruby, ¿podrías ayudarme con los soldados heridos?- preguntaba la mujer a sus dos hijas que asintieron solamente.
Dia la hija mayor de la casa Nishikino fue en busca de su prima, Nishikino Maki. Detestaba el hecho de que las cosas fuesen así, Su madre fue la segunda hija de la familia Nishikino, el primero hijo de la familia fue un varón, lo cual arrebato toda posibilidad de hacer a su madre la heredera, en cambio fue usada para hacer una alianza con la familia de Kurosawa, otra familia de renombre. Su prima Nishikino Maki un año menor que ella resulto ser la hija única del señor del dojo, antes de que la mujer de este muriera por una enfermedad, dejándola como única heredera pero, dándole una posibilidad a ella de tomar el lugar bajo condiciones lamentables a su parecer, Maki no era la indicada para liderar una familia tan poderosa, pero no se podía hacer nada, la única oportunidad que tenía en ello sería si Maki moría, entonces ella tomaría su lugar, cosa que veía distante.
Sin percatarse de su ubicación, un llamado la hizo volver en sí y prestar atención a la voz que la llamo.
-¿Por qué me sigues Dia?- la voz de Maki la saco de sus pensamientos y la pelinegra de ojos aqua solo la miro con el ceño fruncido. A su alrededor podía ver algunos siervos de la casa, pero eso no llamo su atención, lo que llamo su atención fue que Maki bajaba de una de las carretas a alguien, traía amordazada a una persona y con la cabeza cubierta.
-Mi madre dijo que te ayudara con esas heridas- decía Dia a su prima la cual solo le sonrió.
-Lo único que necesito para curarme es pasar una buena noche en mi Baishun, así que no te "preocupes"- termino haciendo énfasis en la preocupación, pues sabía que no era muy querida por su prima.
-Dudo que tus cortesanas quieran pasarla contigo con esas heridas y esa peste a sangre que tienes- aclaraba Dia a lo que Maki solo frunció el ceño.
-Deja de meterte en mis asuntos, ¿Qué te parece la idea eh?- contesto de manera grosera a la pelinegra que solo suspiro, evitando a toda costa enojarse.
-Que seas la futura heredera no te da el derecho de hablarme así, no es como si merecieras a la familia- agregaba aquello descuidadamente, ganándose una sonrisa de Maki.
-¿Qué pasa Dia, sigues molesta por la decisión de la familia? Lamento ser la heredera del hijo mayor de la familia, no hay muchas opciones, pero ve el lado bueno….. Si muero en batalla o me matas, todo será tuyo, aunque…. Dudo mucho que te atrevas a matar a tu propia prima….. ¿O sí?- decía Maki con una sonrisa desafiante y acercándose a Dia a tal punto de tomar su mano y colocar en ella la cadena que tenía sujeta a la persona amordazada que traía Maki hace un instante.
Dia solo miro confusa a Maki y después su mano, la pelirroja simplemente dejo la cadena en sus manos y la soltó dándole la espalda a Dia que miraba aquella cadena en sus manos y seguía el camino de esta, hasta llegar a la vista a la persona amordazada, era muy pequeña a su parecer…
-¿Qué….que es esto?...- dijo Dia sobresaltada mirando a aquella persona amordazada con curiosidad y después a Maki que se quitaba la pechera metálica de su cuerpo y se marchaba como si nada.
-Un obsequio de mi parte, la saque del pueblo de Yazawa, a pesar de que me veas como una mala líder, quiero que sepas que a vece puedo pensar en los demás- decía la pelirroja mirando una última vez a Dia y diciéndole con más tranquilidad – Además… es demasiado hermosa para matarla…- finalizaba la pelirroja marchándose totalmente y dejando a Dia helada.
Rápidamente Dia soltó la cadena y descubrió la cabeza de aquella persona quedándose completamente atónita al ver a la prisionera, esta era de un cabello castaño claro, un poco largo, de un rostro angelical y unos bellos ojos color miel, se notaba asustada y ella asombrada, esa chica le era enteramente familiar…. No cabía duda de que esa belleza solo podía pertenecerle a alguien…
La chica de ojos miel la miro asustada y con sorpresa al percatarse de la presencia de Dia, la pelinegra frente a ella… la conocía, sabía quién era, y de donde venía, por lo tanto sabia en que problema estaba metida, si su destino era ser prisionera de la casa Nishikino… hubiese preferido morir…
-Di…. Dia-sama…-
-…¿Hanamaru-san?...-
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En un pueblo en llamas una caballeriza cabalgaba entre las ruinas de aquel lugar, buscando sobrevivientes, pero más importante aún, al hijo legítimo de la casa Yazawa que, hasta el momento, no había rastro de él.
La chica que lideraba la campaña era una fuerte guerrera, la hija mayor de la casa Yazawa, sin embargo no la sucesora pues después de ella venia el hermano varón, Yazawa Koutaro, al que hicieron que tomara el poder….. Justo el chico que buscaba desesperadamente en ese momento.
Al cabalgar unos metros más entre las ruinas se topó con algunos sobrevivientes del ataque que cargaban algunas pertenencias y otros más que estaban sentados entre las ruinas y la fría tierra esperando encontrarse con algunos de sus familiares o a recibir ayuda. Bajo de su caballo y decidió caminar, todo con la esperanza de encontrar a su hermano en algún lugar cercano. Justo cuando doblo esquina en una casa semi destruida encontró a un grupo de soldados de la familia Yazawa, cada, cuatro de ellos cargaban una camilla y a la vez la cubrían con una tela blanca que estaba manchada con sangre en diversas partes.
-Yazawa-sama….- la llamo uno de los soldados y la chica corrió enseguida hacia ellos.
- ¿Qué paso aquí? ¿Dónde está Koutaro…. Dónde está mi hermano?- fue lo primero que pregunto a los hombres que bajaban con cuidado la camilla al suelo y miraban con pena y dolor a la chica de ojos carmín.
-Nico-sama….. Los hombres de Nishikino atacaron el pueblo, su hermano trato de defender la tierra, pero….. Apareció esa maldita… con decenas de hombres….. Mataron a todos- decía uno de los soldados heridos con mucho pesar.
Nico sentía como si su corazón dejara de latir poco a poco, y petrificada miro la camilla que hace un momento cargaban aquellos soldados, apresurada intento acercarse y descubrir quién era a quien llevaban en ella, pero uno de sus hombres la detuvo de inmediato.
-No mire por favor… esa sádica mujer se llevó la cabeza del joven amo….. Así que por favor no lo mire….- decía uno de ellos agachando la mirada.
Nico sintió como un escalofrió la recorría y le daba paso al dolor, callo de rodillas frente a la camilla mirando como solo la mano de su joven hermano sobresalía de la manta blanca, y poco a poco sus lágrimas empezaron a escurrir.
-Koutaro…..- susurro dolida y apretando los puños, uno de los soldados se acercó a ella y toco su hombro para llamarla.
-Esto es lo único que dejaron con el….- ofreció el hombre y Nico solo lo tomo, era una daga color dorado con una rosa roja grabada en el mango del punzante objeto.
-Pagaras….. Pagaras muy caro la muerte de mi hermano…..-
Levantándose de nuevo y limpiando sus lágrimas miro hacia el oeste, lugar donde se podía ver a la distancia una estructura de gran tamaño, esa era la casa Nishikino.
-Yo Yazawa Nico, juro que voy a poner tu cabeza en la bandera de la dinastía….. Nishikino Maki….. Lo juro…. Con esta misma daga le daré fin a tu maldita vida….-
Con esas palabras, subió a su caballo y guardo con recelo la daga una vez que la limpio, después comenzó a cabalgar rápidamente de vuelta a su hogar, con la mala noticia para el resto de la familia.
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Un largo camino los acompaño en aquella travesía, La familia Yazawa era de fuerte procedencia, pero lamentablemente no eran tan numerosos como lo podían ser los Nishikino, pues estos tenían muchas alianzas poderosas tales como los Sonoda, los Yukki, los Toujou y los Kousaka entre otros grupos más pequeños, sin duda no convenía luchar contra los Nishikino, aun con ello, no se rindió en pensar luchar por su padre y su hermano caídos, Nico no dejaría que los dominaran, si habría que morir en el intento entonces así seria.
Llego en su caballo junto a los sobrevivientes de aquel altercado y se dispuso a entrar junto a ellos y llevar la camilla donde yacía el cadáver de su hermano. El Dojo de la familia le abrió las puertas y tras ella llegaban aquellos cuatro soldados que habían cargado con el cuerpo del fallecido durante todo el camino. Al frente una mujer pelinegra y de ojos carmín permanecía descansando en el interior, al ver a su hija entrar la recibió con un temeroso mirar.
-Me alegra mucho que hayas vuelto sana y salva Nico, ¿Conteo de perdidas?- pregunto primeramente la mujer a su hija que solo agacho la cabeza con gran pesar.
-…..No queda nada…..- respondió con sinceridad a su madre que solo suspiro en respuesta.
La mujer tomo algo de aire y miro de vuelta a su hija que permanecía de pie al frente de ella mirando el suelo, esperaba la mala noticia y a juzgar por el cadáver que traían aquellos guerreros, seguro ya sabía la respuesta de la pregunta que pensaba hacer, sin embargo aun con una mínima esperanza se aventuró a preguntar.
-Koutaro… ¿Está vivo?- por fin hacia aquella pregunta la mujer.
Nico solo respiraba con pesadez y poco a poco levanto la mirada hacia su madre, al ver la expresión preocupada y dolida de la mujer cayo en cuenta de que aquella pregunta era un simple flasheo de esperanza de aquella mujer de saber si su único hijo varón seguía con vida, que no era aquel cuerpo que a sus espaldas estaba…. Pero lamentablemente, la mujer estaba equivocada esta vez.
-Koutaro perdió contra los Nishikino…..- fue lo único que dijo Nico, esperando que su madre rompiera en llanto al saber la noticia, pero no fue así, simplemente vio como la mujer solo entristeció aún más sus facciones y se puso de pie.
La mujer permaneció de pie un par de segundos antes de comenzar a caminar en dirección a aquella camilla, quería comprobar con sus propios ojos que su heredero varón estaba muerto, pero el agarre veloz y necio de su hija la detuvo de su andar, Cuando Yazawa-san miro a su hija, esta simplemente negó con la cabeza, pidiéndole que pasara lo que pasara, no quitara la manta de aquel cadáver.
-Madre…. Por favor no lo hagas…- pidió a la líder de la familia que asustada esta vez miro de vuelta al cadáver, esta vez su expresión era incierta. –Ella… esa infeliz…. Se llevó la cabeza de Koutaro…- terminaba por decir Nico a su madre que parecía en un breve shock ante lo que acababa de escuchar.
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-¡Maldición! ¿Por qué eres tu quien está atendiéndome?- aquel quejido provenía de una pelirroja que llevaba su torso desnudo y permeancia sentada sobre un futon extenso en una habitación adornada con flores aromáticas y diversas telas de colores rosa y violeta. Al frente de ella, una rubia de ojos verdes muy brillantes curaba sus heridas.
-Dia me envió, dijo que estaba haciéndose cargo de tu obsequio y Ruby-chan no vino a ayudarte por que huye de la sangre, así que aquí me tienes cariño- contesto la rubia a Maki que solo dio un gruñido más.
-¡Por dios! Podrás ser una de las cortesanas más complacientes, pero tus manos en la curación son las menos cuidadosas de toda la casa y odio ese estúpido acento tuyo- volvió a quejarse la pelirroja, aunque no hacia protesta física, pues permitía que la rubia siguiera curándola.
-Nadie más vendría a ayudarte en esto cariño, las chicas con las que te diviertes ahora mismo están ayudando a tus soldados heridos, no te queda de otra más que soportarme- decía con voz cantarina la rubia a Maki que solo se limitaba a gruñir.
-¡Ve y toma el lugar de alguna de ellas y que la libre venga a ayudarme!- ordeno esta vez con menos delicadeza Maki a la rubia que solo se encogió de hombros manteniendo aquella característica sonrisa de ella.
-Eres tan gruñona como un leopardo, bien, bien ¿A quién le traigo su inmunidad?- aun con burla y sonriente la rubia pregunto a la pelirroja que solo frunció el ceño.
-¿Cómo que a quién? ¡Tráeme a Kotori! Y más te vale que dejes de bromear conmigo Ohara Mari- amenazo la pelirroja.
-Bien, bien lo hare antes de que me muerdas- finalizo Mari saliendo de aquella habitación, dejando a una irritada pelirroja en ella.
Ohara Mari, era un aprendiz de la casa Kurosawa, Las hermanas Kurosawa y ella se conocían desde tiempos muy remotos, aunque la familia de Mari provenía de lugares más humildes, lograron llevar una buena amistad, sin embargo cuando la lucha de poder y territorio en Japón comenzó, y tras la muerte de su padre en batalla, su madre contrajo un nuevo matrimonio con un mal hombre. Un día en un descuido de su madre, aquel hombre vendió a Mari a un grupo de Oiran que le dio conocimientos diversos, entre ellos el placer carnal, por fortuna, la familia Kurosawa al saber esto compro a la chica para el beneficio de la familia y se convirtió en aprendiz de Dia…. Aunque ocasionalmente pasaban momentos íntimos a solas.
Aunque realmente siguiera siendo vista como una simple cortesana de alta calidad ante la familia Nishikino.
Mari salió hasta aquel cuarto donde varios soldados heridos eran atendidos por los ciervos de la casa, entre ellos pudo ver a la chica peli gris que Maki buscaba, esta atendía a un joven con delicadeza.
-Kotori-chan, la señorita mal humor te quiere en su habitación- se acercaba Mari hasta Kotori y esta le presto total atención.
-¿Maki-chan? Pero….. Ahora no puedo atenderla, Nishikino-Dono dio la orden de atender a los heridos- decía Kotori a la rubia que solo rio.
-Ve con ella, yo me encargo, me hecho de la habitación cuando intente sacarle los restos de una flecha del hombro, ve a ayudarla, ella tiene lo que quiere, yo dejo de escuchar sus gruñidos y tú no rompes la orden del señor del Dojo, todos ganamos- finalizaba Mari sonriéndole a la peli gris que solo suspiro.
-De acuerdo, trátalo con cuidado- finalizaba Kotori dejando a aquel hombre en manos de Mari.
La peli gris camino hasta el dormitorio de la futura heredera, todos decían que Maki era una persona mala y cruel, pero ella veía siempre el lado bueno de la pelirroja, un lado que nadie más podía ver. Apreciaba a su amiga y ama. Ella era la única que podía ver más allá de una simple máquina de matar, todavía podía ver a aquella pequeña e indefensa pelirroja llorando en el suelo, rogando por no seguir siendo maltratada y sometida…. Llorando por poder ver a su madre una vez más….
Kotori al igual que Mari, era una cortesana más de la casa Nishikino y aprendiz principal de Maki; gracias a la pelirroja tenía un avanzado conocimiento en artes marciales y en la defensa cuerpo a cuerpo con espada, simplemente se sentía agradecida. "Como la favorita de Maki" también tenía ciertos privilegios dentro de la familia.
Antes cuando la habían vendido a la casa de las Oiran jamás se imaginó terminar en manos de la familia más poderosa y siendo tratada con respeto por los demás siervos. Después de todo, Nadie podía ponerle una mano encima a la favorita de la heredera.
-¿Maki-chan estas aquí?- llamo a la puerta con aquella dulce voz característica de ella.
-Entra- fue la única respuesta de la pelirroja en el interior de aquella habitación.
Cuando Kotori entro pudo notar a la chica dándole la espalda, con el torso desnudo y un par de marcas en toda su espalda, solo sintió como poco a poco se formaba un nudo en su garganta, aquellas imágenes de la pelirroja cuando era solo una niña indefensa inundaron su cabeza, pero no volvería a recordar aquello, por lo que sacudiendo ligeramente la cabeza camino hasta la menor que aún le daba la espalda.
-No tuviste cuidado Maki-chan- con voz suave Kotori pasaba sus manos por los hombros de la menor que no se movió para nada.
-Tuve un viaje difícil, pero no es nada- decía la pelirroja respirando con más tranquilidad.
Kotori acaricio sus hombros con delicadeza y posteriormente hizo a la menor girar para verla, ahí podía ver aquel rostro, aquella mujer de ojos violetas que ya no era más una niña asustada, una mirada apagada con un corazón de piedra dispuesto a matar a cualquiera, y esos ojos sin vida….
-Esa herida se ve mejor que otras ocasiones, ¿Me dejaras ayudarte Maki-chan?- pregunto con amabilidad Kotori a la menor que dando un suspiro más asintió. –Perfecto, eres una buena chica Maki-chan…-
La peli gris termino por sacar los restos de aquella flecha en el hombro de Maki y cerro la herida con fuego, después ayudo a la pelirroja asearse y ponerse prendas limpias, una vez hecho todo aquello le llevo algo de comida, ya que parecía que la chica estaba débil por aquel viaje tan largo.
-Nishikino-Dono hablo con la familia Toujou y la familia Sonoda, parece que no habrá inconveniente alguno con la familia Sakurauchi, y cooperaran para nosotros, en unos días el señor del dojo ira personalmente al palacio de Yukki para conversar sobre las condiciones de su trato- explicaba Kotori mientras cepillaba el cabello de la pelirroja.
-Eso es perfecto, cuanto yo esté al frente me servirá de mucho el apoyo de Sakurauchi- Maki solo respondía con normalidad dejándose acariciar por la mayor. –Mi padre me castigo, asi que supongo puedo relajarme por ahora, y me apetece algo de atención- con esas palabras Maki se volvía a Kotori y pasaba sus manos por las mejillas de la mayor.
-Lo que ordenes, pero… ¿Está bien solo conmigo o quieres que llame a alguien más?- pregunto a Maki que solo le sonrió tenuemente.
-Hoy solo te quiero a ti….- con susurrantes palabras se fue inclinando poco a poco sobre aquella peli gris que no protesto en absoluto y sin embargo se dejó llevar por completo ante la acción.
-Sin amor….. Simplemente satisfacción, eso está bien para mí, no necesito del amor, porque solo me a causado dolor… mucho dolor…-
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Dia estaba sentada de frente a aquella asustada chica, simplemente se había quedado en shock al ver el estado en el que ella había llegado y en qué tipo de condiciones, simplemente sentía un completo repudio a la acción de Maki, ni si quiera la había traído sana, Hanamaru tenía varios cortes en los brazos y golpes en el rostro y piernas, simplemente no imaginaba que pudieron haberle hecho a la pobre chica que la miraba temerosa mientras curaba sus heridas.
Ninguna hablaba, solo aquella silenciosa incomodidad estaba ahí, con ellas amenazando con no irse rápido.
Cuando Dia termino de curar lo más posible a la más joven, se puso de pie y comenzó a buscar entre sus cosas alguna prenda más decente para la chica, pues había llegado en un estado realmente deplorable.
-Espero que este bien esto…. Es lo más justo que encontré para ti- La pelinegra por fin rompía con el silencio ofreciendo un kimono color verde con algunos bordados de flores blancas a la castaña, pero esta ni si quiera se movió.
-No quiero nada de ti- contesto Hanamaru a la oferta de Dia que solo se quedó mirándola.
-Por favor, solo póntelo, no creo que quieras estar en esas fachas- Dia le rogaba a Hanamaru que negó nuevamente.
¿Cómo había terminado en manos de la pelirroja? Simplemente no lo sabía, pero quería ayudar a esa pobre chica, no solo por el trato que recibió, sino por que aquella chica era una amiga de la infancia de su hermana….. Su hermana….
-Tal vez si ve a Ruby se sienta más segura…- pensó para si Dia mientras dejaba aquella prenda en el suelo y caminaba a la salida de aquel dormitorio, dejando a Hanamaru sola.
Cuando salió pudo ver a una rubia recargada contra uno de los muros mirándola con una serena sonrisa.
-Tú deberías estar curando a Maki- Dia recibía a la rubia con esas palabras.
-Me hecho a patadas de su dormitorio, ahora Kotori-chan esta con ella, pero más importante aún ¿Qué vas a hacer con esa niña? No creo que haga muy feliz a Ruby-chan saber que te obsequiaron como cortesana a su amiga de la infancia- Mari hablaba directamente de aquel tema con Dia que solo frunció el ceño.
-¿Quién te a dicho que la acepte como un obsequio? Es una persona Mari-san- decía Dia comenzando a caminar y la rubia solo suspiro poniéndose más seria.
-Más te vale que la aceptes, sino quieres que esa pobre muchacha termine en el Baishun de Maki usada como un simple objeto sexual- advertía Mari a la de ojos aqua.
Dia se quedó pensando, era verdad, si no se hacía cargo de Hanamaru seguro terminaría en ese horrible lugar rodeada de lujuria y maldad.
-¿Dónde está Ruby?- le pregunto a Mari cambiando totalmente de tema.
-Ella está terminando con la comida para los heridos, se cuidadosa con tus palabras ¿De acuerdo?- termino por decir Mari disponiéndose a marcharse también.
Dia solo asintió y se dirigió a la gran cocina del palacio dispuesta a hablar con su hermana, posiblemente esta haría sentir mejor a la nueva inquilina, además de que a Ruby seguro le gustaría ver de nuevo a esa chica.
Cuando Dia llego a la cocina pudo ver a varias mujeres de la casa ayudando, entre ellas estaba su hermana sirviendo platos con comida.
-Ruby ¿Puedes venir un momento?- llamo a la pequeña pelirroja desde donde estaba parada, la chica miro a sus espaldas apreciando a Dia con semblante intranquilo.
-Onne-chan ¿Qué pasa?- se acercó preguntando a su hermana la razón de su llamado.
-Ven conmigo, tengo algo que mostrarte- dijo comenzando a caminar de vuelta a aquel dormitorio donde estaba resguardada Hanamaru.
Ambas hermanas estaban en silencio, Ruby podía notar la seriedad de Dia, seguro había peleado con Maki otra vez. Le dolía ver a su hermana tan afligida por la decisión de la familia, pero nada se podía hacer simplemente acatar la orden de todos, aunque más de uno estuviera disgustado.
Cuando llegaron hasta el frente de la habitación de Dia, ambas se detuvieron y la mayor miro a su hermana tratando de verse tranquila.
-Ruby, Maki trajo prisioneros del pueblo que atacaron hace tres días, fue el pueblo de Kojita, donde se habían asentado tropas de los Yazawa- explicaba Dia a su hermana menor que no pareció entender que era lo que quería decirle.
-Lo se Onne-chan aquellos prisioneros ya fueron atendidos y llevados a las celdas, tratare de mantenerlos lo mejor posible así que….- Ruby hablaba pero fue irrumpida por Dia que sin más que esperar, se hizo a un lado abriendo la puerta de su dormitorio dejando ver a la pequeña castaña que aún estaba sentada en el suelo abrazando sus rodillas mientras miraba fijamente las vestimentas verdes en el suelo.
La sorpresa fue demasiada, pero nomas que la felicidad que la pequeña Ruby comenzó a sentir al ver a esa chica ahí, su amiga de la infancia estaba viva….
-Maru-chan… la llamo con voz emocionada, consiguiendo que la castaña retirara su mirada de aquellas vestimentas y mirara a quien la acababa de llamar.
Ambas chicas se miraron un par de segundos antes de que Hanamaru comenzara a sonreír y la de que la pelirroja corriera para abrazarse a su amiga de la infancia con mucho cariño.
-Ruby-chan…..-
-Maru-chan estas viva….-
Ambas compartieron aquel abrazo mientras un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas y se sonreían, pero más importante, despertando en Dia un sentimiento extraño ante aquel cariño que se demostraban.
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Los miembros más importantes de la familia Yazawa estaban reunidos en el centro del jardín del palacio Yazawa, una pequeña urna le era entregada a la viuda líder que estaba al centro de todos, aquellas que recibía eran las cenizas de su recién fallecido hijo, las recibía junto a el amanecer de un nuevo día, Dia donde todo el dominio de los Nishikino comenzaría a cambiar y ser amenazado.
-Recibimos una mala noticia hace dos días mi querido hijo y líder de la familia pereció ante la defensa de Kojita, pero no es todo, la familia de Sakurauchi acepto una alianza con los Nishikino, lo que nos deja a las familias nobles más pequeñas en aprietos realmente grandes, no solo por la amenaza que representan, sino por la futura heredera, esa mujer llena de deseos de venganza y poder….- hablaba la mujer a todos sus miembros y soldados que escuchaban atentos. –Por eso los e convocado aquí, para planear y organizar opciones en caso de un nuevo ataque- continuaba la mujer.
Dos hombres caminaron al centro, ambos hicieron una reverencia ante la mujer y después de ello presentaron una idea para tomar aquellas medidas que necesitaban urgentemente.
-Mi señora, hemos organizado algunos planes que podrían servir ante aquella amenaza- decía uno de ellos a lo que la mujer indico que continuara. –Parece que el señor de la casa Nishikino tendrá un viaje en tres días más hacia el palacio de Yukki, por lo que se llevara a una cuarta parte de su ejército para su protección- continuaba explicando el hombre.
-Eso es correcto ¿Qué tiene que ver con nosotros?- pregunto la mujer a lo que el otro hombre respondió.
-Eso significa que las otras tres cuartas partes de su ejército se quedaran cuidando su palacio de cualquier ataque, precisamente por eso podríamos infiltrarnos de una manera sutil y atacar desde adentro- explico el hombre a lo que la mujer se puso de pie.
-Eso no es una buena opción, si al menos los miembros de las familias Sonoda y Toujou saben de nuestro ataque van a acabarnos- decía la mujer haciendo que aquellos hombres se miraran entre sí, pues la líder Yazawa tenía razón.
-No tiene por qué ser un ataque agresivo- la voz de alguien más irrumpió la discusión, Yazawa Nico fue la causa.
-Nico….. ¿Qué quieres decir?- pregunto su madre a la chica que se acercaba con pasos seguros hasta el centro.
-El señor del Dojo no estará presente en un largo viaje hacia el palacio de Yukki, lo que significa que el resto de sus hombres estarán ocupados cuidando el palacio, podemos atacar desde el interior pero no agresivamente, si el dojo Nishikino pierde a su heredera estará perdido ¿Verdad?- explicaba Nico llamando la atención le todos.
-¿Qué tienes en mente?- pregunto uno de los consejeros a lo que la pelinegra sonrió.
De su Kimono saco una funda carmín y de esta saco a la vista una daga de color dorado con una rosa roja grabada en el mango, aquella con la que la vida de su hermano fue arrebatada y la miro por un breve momento.
-Introducirme en el palacio Nishikino como una inofensiva cortesana… y cuando este con esa mujer a solas…..- decía aquello Nico mirando aun aquella daga, de un momento a otro la arrojo con fuerza logrando en el acto atravesar cruelmente a un pajarillo que cantaba en la copa de uno de los árboles del jardín, clavándolo en la corteza de aquel árbol con la filosa y poderosa daga.
Todos miraron asombrados.
-…..La matare-
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Muerte, deseos de venganza, guerra, dolor... y amor
