Invierno.
Hola ¿Cómo están? Espero que muy bien.
Este es mi primer fic en el fandom de Gravity Falls, por lo que estoy un poco nerviosa, realmente me enamore de esta serie y bueno como todo ser humano, ama shippear- vamos que es demasiado hermoso- y me encanta el BillDip -¿y quién no? A los tontos okno.
Si puedo hacer aclaraciones son dos.
-Aquí Bill Cipher es enteramente humano, digamos que es un UA a mi estilo.
-El contenido del fic tiene temas muy fuertes que pueden llegar a perturbar a las mentes sensibles, de hecho el mismo resumen no anuncia que todo será de color de rosa. Si no crees soportarlo, te pido por favor te retires y quien se atreva, que bien, espero que lo disfruten.
Prologo
El frio era una linda palabra para describir el horrible ambiente que rodeaba aquella apartada cabaña William "Bill" Cipher, o eso era lo que sentía el propietario de la misma, acostado en su amplia cama matrimonial, abrazado de su amante y siendo ambos cubiertos por gruesas y supuestamente cálidas cobijas, no podía encontrar la paz. Ese clima era infernal, incluso para él.
Tal vez si prendía la calefacción, el ambiente sería un poco más agradable, pero oh gran sorpresa, no contaba con eso. También estaba la opción de encender la chimenea que se ubicaba en la sala, planta baja; en el garaje que estaba separaba a su vivienda se encontraba guardada pilotes de madera aunque eso implicaba tener que salir al exterior y alejarse de Dipper. Por un momento pensó si él también tenía frio.
Lentamente sus manos que se aferraban en la cintura del adolescente de 15 años subieron lentamente hacia su pecho, su cuello y finalmente llegar a su rostro. Toco sus mejillas, sintiéndolas heladas ante su contacto. Sus labios se curvean formando una débil sonrisa. No recibió ninguna queja – como había ocurrido cada vez que hacia eso en las mañanas- y decidió apartar sus manos.
Sería mejor encender la chimenea si no quería terminar congelado. Con trabajo quito las cobijas dejando sus dos cuerpos expuestos el frio; el suyo se estremeció, el de Dipper ni siquiera se inmuto.
Bueno, eso era normal después de todo ¿Qué clase de cadáver reaccionaba a las extremas bajas temperaturas del invierno? Eso incluso sería aún más perturbador.
Con lentitud, el hombre rubio se levantó de su cama, con cuidado de no mover el cuerpo del joven que estaba a su lado; al sentir el frio de la alfombra hacer contacto a sus pies descalzos soltó un quejido, el frio fue insoportable pero le recordó por un momento que estaba vivo. Hoy era un nuevo día, pero no sabía si realmente eso importara mucho. Posando sus manos en su cintura es estiro, escuchando algunos de huesos tronarse y soltó un bostezo.
—Buenos días, pino— decía riéndose de aquel apodo que le había puesto— ¿Has amanecido bien? Claro, no puedes, lo siento mucho.
Se acercó lentamente al chico. Estaba tumbado en la cama boca arriba y a diferencia de él- que portaba un pantalón de algodón color negro y una playera de mangas largas de color amarillo que combinaba con su cabello rubio y sus inquietantes ojos – estaba usando solo unos bóxer negros un poco más grandes de los que debería usar, dejando al descubierto el resto de su cuerpo. Marcas, moretones y cortadas de donde nada de sangre salía se admiraban. Una vista jodidamente exquisita, piensa Bill. Sus brazos descansaban sobre su pecho inerte, con una típica pose de "estoy muerto"; sus muñecas eran decoradas por listones de color rojo, a su manera de ver, le quedaba muy mono. No obstante, esos pequeños pero excitantes detalles pasaron a segundo plano para enfocarse en su rostro.
Alguna vez había leído que un asesino en serie había declarado que la máxima expresión de belleza era la de un cadáver; representaba mayor dignidad y belleza que cuando estaba vivo. En ese entonces pensaba que aquel hombre deliraba y hacia una oda hacia su propia perversión. Sin embargo, ahora se daba cuenta de su error, ese hombre había tenido la boca llena de razón.
Observo el rostro de Dipper. Su piel blanca, ahora había adquirido un suave tono gris, y sus rasgos que eran finos pero sin llegar a ser tanto como los de una mujer se veían relajados, como si hubiera descubierto el nirvana. Le parecía perfecto. Vio como los rebeldes mechones de cabellos marrones cubrían su frente y sin pensarlo las aparto, dejando a su vista la extraña marca de nacimiento de forma de la constelación de la osa mayor que al muchacho tanto le daba pena. Nunca entendió eso, era hermoso. Le hubiera gustado verlo valorarse a sí mismo y aquello que lo hacía tan especial. Pero ahora no lo podía hacer.
Suspiro y tras besar su frente, se separó. Todavía no olía mal, pero eso era debido a las bajas temperaturas, eso podía ser seguro.
El dolor en sus huesos, llamándole como una amante necesitada de atención, le hizo de reacción de nuevo. Aunque amaba el dolor, este no era agradable. Ahora tenía que ir hacia fuera, aunque primero tenía que ir al baño a deshacerse de sus necesidades. Tenía que prevenir una posible neumonía.
…
Se había puesto un abrigo de piel color negro de su inseparable pijama cuando salió de la cabaña por la puerta trasera. Salió y cerró la puerta tras de sí sin poner seguro, sin duda alguna esa era una de la ventajas de vivir en mitad de un bosque congelado; no había gente y por ende no tenía que cuidarse de la maldad del prójimo. Claro. También tenía en cuenta de que podía ser víctima de alguna manada de lobos hambrientos, pero por eso cargaba en uno de los bolsillos de su abrigo un revolver calibre 38.
Pero ahora todo estaba calmado y él estaba muy agradecido con eso. Camino con cuidado hacia el garaje viendo el piso que estaba pisando, el cual estaba cubierto por varios centímetros de blanca e inmaculada nieve. Bien, al menos la sangre que había derramado el día anterior era cosa del pasado.
Llego al pequeño cuarto adjunto a la casa y quitando el candando que lo custodiaba, lo abrió. El pequeño cuarto estaba oscuro, apenas se podía observar las siluetas de los objetos que estaban guardados ahí. Encendió la lámpara que oscilaba como víctima de suicidio en el techo y miro con aburrimiento las herramientas que tenía guardadas- ignorando todo eso saco la maderas que necesitaba y le llevo a la entrada de la puerta trasera. Después regreso y cerro el garaje de la misma forma de siempre. Ahora tenía lo que necesitaba para ahuyentar el frio.
…
Ahora el ambiente había cambiado o al menos en la sala. Esta, aunque de un tamaño reducido, era lujosa. Una sala que en todos los sentidos se veía fina, color negro, totalmente de piel estaba puesta alrededor de una chimenea que en su interior se consumía en llamas grandes pedazos de madera. El humo toxico se elevaba por el conducto y se liberaba en el viento.
En uno de los sillones, el más largo, estaba sentado Bill; acostado y con la cabeza en las piernas de aquel hombre estaba aquel chico muerto. Unos sencillos tejanos oscuros y una sudadera roja cubrían su desnudez. De vez en cuando Bill acariciaba sus cabellos mientras miraba con aquellos ojos amarillentos como el fuego consumía todo lo que tocaba. Él pensó que podría ser similar al fuego que presenciaba; el consumía todo aquello que estaba en su contacto, él había hecho eso con su amado que tenía en las piernas.
Pero ¿Cómo había pasado algo así? Inhalo con fuerza. Dipper olía como a crema agria, sin embargo le gustaba. Todo lo que tuviera que ver con Dipper le causaba una extraña obsesión. Posiblemente demasiado para ser normal. Él era un anormal, así que estaba bien.
Desenterrar recuerdos en un día helado como ese era una oferta tentadora, después de todo se podría decir que era su historia de amor. Una retorcida historia de amor. Realmente le haría sentir bien.
Continuara.
Well, well, well (¿?)
Este es el final del pequeño prólogo, yo sé que se preguntan ¿Qué mierdas está pasando? Pero no se preocupen que en los siguientes capítulos lo verán, sean pacientes.
Realmente agradecería sus comentarios, son valiosos para todo escritor o eso al menos pienso yo.
Nos vemos en la continuación.
Ah por cierto como nota adicional la frase del asesino serial que menciona Bill es real, es de un asesino de Inglaterra llamado John Reginald Christie que estrangulo a 10 mujeres entre ellas, su esposa.
Y la cita textualmente dice: "para mí, un cadáver tiene una belleza y una dignidad que ningún cuerpo en vida puede alcanzar jamás.
