Disclaimer: El universo de Crepúsculo no me pertenece, ya que es propiedad de Sthepanie Meyer. La trama es mía al igual que algunos personajes creados por mi. Y el fic es sin ánimo de lucro, sólo para entretener a los lectores.
¡No estoy loca! Es mi condenado ángel guardián.
El día del accidente fue un día sumamente importante para mi, porque ahora a parte de ser la chica nueva del pueblo, la más torpe a decir basta, ahora estaba irremediablemente loca.
Dejen contarles como sucedió y juzguen ustedes mismos que lo que digo es verdad.
Ya había pasado algunos días en la escuela y mas ó menos me acoplaba, la verdad soy poco social y no me interesa congeniar con las chicas porristas que comanda Jessica Stanley, que me quiso convencer de entrar al club. Con lo torpe que soy, capaz que nos matamos el primer día de entrenamiento.
Los chicos, a cual más muy atentos. Tanto que terminan por fastidiar, en especial Michael Newton. Pero en fin, es un precio a pagar por haber permitido que mi madre sea feliz. Cualquier cosa para que ella sea feliz. No importa lo que pase conmigo.
Mi padre, Charlie, es lo mejor. Como todo el día trabaja, la casa es totalmente mía, y como me dedico a lo mío, es poco lo que hay que hacer, el quehacer, la comida y mis cosas. Nada extraordinario.
Ese día amaneció el piso congelado y mi padre le había puesto alas ruedas de mi camioneta cadenas, un gesto que agradecí enormemente. Subí con dificultad y me fui a la escuela, una vez ahí. Salí de nuevo con cuidado, pero había olvidado un libro, así que regresé con cuidado y saqué el libro, cuando puse mi mochila encima de la camioneta para poder acomodar el libro sucedió…
Un rechinido de llantas y gritos me hicieron saber que algo pasaba y al voltear mis ojos vieron con espanto que la camioneta de Tyler se dirigia justo hacia mi. Era mi fin. En vez de cerrar los ojos, los abrí bien para ver mis últimos segundos de vida.
Cuando ya tenia la camioneta encima, un chico guapísimo se atravesó, no sé de donde salió pero me protegió, colocó su mano y la camioneta se detuvo con una enorme abolladura, le miré desconcertada y el me miró con sorpresa, como si se extrañara de que pudiera verlo. Al instante siguiente todo fue oscuridad.
Voces se oían cada vez más cercanas mientras comencé a abrir los ojos, me encontraba en un lugar raro. Eran unas puertas doradas enormes cerradas con un candado y un hombre barbón con bata blanca que deduje que era el doctor me miraba indulgentemente. Me levanté y fui hacia él.
-Oiga doctor ¿como salí?-el sonrió.
-Dos cosas niña:
Uno: no soy doctor Soy San Pedro
Dos: no saliste, estas entrando.
-Me quedé mirándolo y pensé que estaba loco de atar.
-Oiga de verdad muy bueno el chiste, pero por favor dígame en serio donde estoy, mi padre se preocupara mucho. Necesito comunicarme con él.
-Bueno, eso se puede arreglar si tienes una buena médium-alguien soltó una carcajada. Sólo que no se veía nadie, detrás de las rejas un sol esplendoroso y un cielo azul como jamás los había visto. Era una vista magnifica.
-Nombre jovencita-ya estaba detrás del podium que tenia y estaba revisando un gran libro.
-Isabella Marie Swan-esperaba que me dijera que todo estaba correcto y poder largarme de ahí.
-Ajá, si aquí estas. Puedes pasar-acto seguido abrió las rejas que al momento de abrirse, se escuchó unas voces celestiales cantando, era tan hermoso, que caminé como hipnotizada hacia adentro.
Espero les guste el fic, porque habrá mucho humor. No les toma más de un minuto poner un comentario y a mi me harán feliz. Son bienvenidos todos sus comentarios.
Es un fic diferente a ver que les parece.
Mil besos y gracias por leer.
Bella Cullen H.
