Capítulo 1 - Una tarde cualquiera
Tras sonar el timbre en la última hora de la tarde las clases empezaban a quedarse vacías lentamente. Todos los alumnos ya se estaban marchando para irse a sus dormitorios y terminar el agotador día. Pero en una de ellas, Lovino Vargas, un adolescente de origen italiano, permanecía sentado en su mesa cruzado de brazos y quedándose poco a poco dormido en el hueco que dejaba entre ellos. Se olvidaba por completo de todo estando muy a gusto en su tranquila siesta.
De manera sigilosa, se oían unos pasos caminando hacia el jovenzuelo. Y sorprendiéndolo, le tocó el hombro con suavidad, haciendo que se despertara dando chillidos.
-!CHIGII¡ - gritó fuertemente alzando la cabeza al momento - ¡joder! ¡¿Por qué coño me tocas?!
-Lo siento Lovi, es que ya no queda nadie en la clase...
De pronto acabó por percatarse a quién le estaba gritando, por esa forma tan casual de nombrarle.
Otro joven con una tranquila sonrisa lo miraba sin molestarse por los insultos y gritos a los que ya estaba muy acostumbrado. Se trataba de un risueño chico que le llevaba 1 año por delante, cursando en el segundo curso de bachillerato, en las clases de la zona Europea. Aquel joven era originario de España, teniendo un nombre muy común español, llamado Antonio.
Ambos estudiantes de la Academia "W" se conocían desde sus primeros años en la secundaria.
-Tsk...-desvió la mirada con un avergonzado bufido -...da igual, de todas formas ya me iba a despertar.
Tratando de hacerse el refinado se incorporó para levantarse de su pupitre. El español de ojos verdes ponía una adorable sonrisa dedicándosela con total tranquilidad, mientras el otro tomaba su cartera y metía los libros en ella.
-¿Te gustaría comer algo antes de irnos? –sugirió Antonio con un gesto cariñoso.
-No tengo hambre, me iré a dormir
-ah... ¿de verdad? Podríamos al menos comprar refrescos en la máquina de la cafetería
-¡Que te he dicho que no tengo ham-..! –antes de que pudiese chillarle una queja, su estómago hizo un sonoro gruñido, cosa que le hizo ponerse rojo en menos de segundos.
Se formó un silencio ligero y el castaño no logró evitar poner una sonrisita, seguida de una risotona. Y por supuesto, volvió a enfurecerle a un avergonzado italiano a increíbles maneras.
-¡ D..Deja de reírte, imbécil! ¡Vamos a por bocadillos! –gritaba dándole empujones - ¡Date prisa!
Antonio no lograba casi contener la risa y caminaba en dirección al pasillo para salir por fin del aula. Ya apenas quedaba nadie, solo ellos dos paseando por los largos rincones de la Academia y probablemente los que estuviesen limpiando la biblioteca. No sería la primera vez que acabasen igual cada tarde.
Cerca de la cafetería, se encontraba la máquina expendedora de la que anteriormente hablaba, y como una rutinaria costumbre, el sureño pedía dos sándwiches y dos refrescos para ambos. Cada vez se estaban acostumbrando de pasar así las tardes, merendar de camino a los dormitorios teniendo todos los pasillos vacios sin tantísima gente alrededor. Resultaba siempre un agradable descanso al ajetreo de las mañanas.
Con un gesto de felicidad al comer un pequeño sándwich de jamón y queso, el muchacho español se estremecía por el delicioso sabor, una merienda como esa era ideal y típica de su país natal.
-Esta riquísimo~
-Siempre dices lo mismo, idiota –murmuró Lovino con pesadez y la boca llena.
Entre risas mientras iban de camino a los dormitorios de los estudiantes, la conversación dio un repentino cambio.
-La fiesta de San Valentín es la semana que viene, ¿verdad? – comentó Antonio con un gesto distraído- me pregunto qué planeará el consejo para este año...
-Un aburrido baile y una comida de mierda, como todos los años – le respondió enseguida, obviamente aburrido por acordarse de la festividad.
-Bueno, igual cambian esta vez – se rió haciéndole gracia únicamente a él mientras que Lovino continuaba comiendo un sándwich de atún – quizás el cejas tenga alguna idea más brillante que el resto de años.
-A ese cretino la única idea que se le pasa por la cabeza es de tocar los huevos a todas horas –por ese comentario, hizo que el español se empezara a partir de risa.
-¡Seguro que solo piensa eso! –dijo en sonoras carcajadas por los pasillos en los que sonaba eco- ¡Arthur es todo un pringado!~
Al final se rieron los dos, como no podía faltar. Burlarse del presidente del consejo estudiantil fuera de las horas lectivas era todo un pasatiempo para quitarse el estrés. Y eso no lo hacían ellos, sino TODOS los estudiantes a escondidas. Por lo general, el presidente tenía la Academia como si fuera una dictadura dirigida por los poderes británicos, nadie podía escaparse de sus reglas absurdas. Los que se oponían a las leyes estrictas del presidente del consejo sufriría graves consecuencias.
Aunque muchos estaban dispuestos a saltárselas y hacerle jugarretas al repelente inglés.
Muchas de sus normas resultaban carcelarias, y otras casi convertían la convivencia en un infierno.
"¡Prohibido comer en los pasillos!"
"¡Prohibido correr en las clases!"
"!Prohibido hacer exhibicionismo en los clubes!"
"!Prohibido burlarse del presidente o seréis expulsados!"
Un coñazo interminable. ¿Alguien de veras se había desnudado para hacer una prohibición como esa?
De todas formas, la Academia "W" era muy extraña en todas sus expectativas. Se trataba de una escuela multicultural, en la que reunían a alumnos de todos los continentes y países del mundo, y los cursaban en diferentes clases para luego hacer que convivieran en comunidad.
Dividía a los estudiantes dependiendo de su país de origen. En las clases Europeas, las clases Asiáticas, las Americanas, Africanas y por último las clases Oceánicas. Dentro de las clases, disponía la opción de poder pertenecer a un club al inicio de curso. Todos ellos se podían hacer por cualquier estudiante, no importaba si alguien quisiera pertenecer a más de un club, estaba libre de hacerlo. Tanto los jóvenes de Secundaria y Bachillerato tenían permitido entrar a un club sin poner una regla estricta que separase a diferentes grados. Cada club alegaba una buena prioridad y categoría a la Academia, haciéndola importante y glamurosa. Los del Club de Arte se encargaban de trabajos voluntarios como decoraciones para las festividades, los del Club de Deporte competían en campeonatos nacionales, Los del Club de Música tocaban en el Festival de Navidad o en Fin de Curso, Los del Club de La Siesta...bueno, echaban la siesta.
Lovino no estaba dentro de ningún club y tampoco parecía interesarse en formar uno. Si, igual le iba la idea de estar en el Club de La Siesta, pero no le convencía dormirse con otras personas, así que prefería dormirse después de clase. Siempre era solitario, gruñón, descarado y bastante borde, por lo tanto no tenía muchos amigos en realidad. Salvo a Antonio, a quien conocía desde hacía un tiempo, y a su hermano menor, que todavía estaba en Secundaria y compartía –para su desgracia- el mismo dormitorio.
Pero, lo que le caracterizaba al mayor era algo particular. Y es que resultaba muy guapo para las chicas. Con esa característica suya Lovino Vargas se convertía en un auténtico Casanova y rompecorazones de muchas jovencitas. La fama de los italianos por atraer muy fácilmente a las chicas era gracias a su cara de chico rebelde. Estaba marginado, pero era todo un ligón y cada dos por tres recibía cartas amorosas en su taquilla o en su pupitre. A menudo se aburría y simplemente rechazaba a alguna chica con su galantería de romper corazones.
¿Y qué pasaba con Antonio? Pues no demasiado. Su amigo pertenecía al Club de Fútbol. Era un gran apasionado de los deportes, y como tal, lo que más adoraba era el fútbol, por lo que desde que inició la Secundaria entró al club. Claramente, un chico tan dulce, trabajador, alegre y tierno como ese español ¿Sería incapaz de conquistar a las chicas? Lo contrario, también era un verdadero galán, de eso no habría duda. ¡Y menudo galán estaba hecho! Antonio sabía cortejar a una mujer, y muchas caían a sus pies con sus encantos. Sin embargo, ya no se veía disponible para ninguna otra chica por su relación sentimental, alguna afortunada ya se había adueñado del corazón del español y otras se vieron obligadas a ser rechazadas.
¿Quién sería la joven que logró cautivar los sentimientos del famoso conquistador?
Una afortunada y adorable muchachita nacida en Bélgica, que cursaba en la misma clase que el hermano pequeño de Lovino, salía con el español hacía 2 años y estaba claro que Antonio se moría por sus huesos, andaba más tontorrón en su compañía. Aunque siendo pareja ¿Cómo no lo estaría?
Cuando por fin los dos chicos atravesaron los infinitos y vacíos pasillos para terminar saliendo hacia el edificio contiguo donde residían los dormitorios, en los cuales los alumnos podían vivir como si fuera una segunda casa. Básicamente se veían igual de enormes que la misma escuela, con la diferencia que allí todos los estudiantes tenían la posibilidad de compartir habitaciones o poseer un dormitorio propio durante los trimestres. Lógicamente, dividieron la zona de las chicas con la de los chicos, y si ellos intentaban en algún momento ir a los cuartos femeninos acabarían castigados o expulsados. Otra norma por la dictadura británica, como no.
Llegando a las escaleras principales, el italiano se terminó su Coca-Cola y la lanzó encestándola en una papelera cerca de allí para bostezar muriéndose de cansancio por la agobiante semana, como cualquier Viernes por la tarde.
-¡Oye Lovi! Ya que mañana tenemos libre, ¿ y si te vienes con nosotros tres al centro? ¡sería entretenido! –propuso Antonio con una fina sonrisita cuando subía los escalones.
-Yo no pienso ir ni contigo ni con esos dos locos amigos tuyos a ninguna parte, bastante te tengo que aguantar todos los días –le replicó con rapidez con tal de no ir con aquellos idiotas- ¡No me voy a mover de la cama en todo el finde! – gritó con molestia.
- Bueno vale –se le quitaron fugazmente las alegrías y terminaba por subir al dormitorio- pero te aseguro que no están tan locos como parece...son algo tontos y ya está, pero son muy majos.
Sabía perfectamente que si se juntaban siempre ellos tres, cualquier lugar estaría perdido ante sus locuras. Ya necesitaba una buena excusa factible para escaquearse y esperó a que el español se rindiera de sus súplicas y subiera de una buena vez a su habitación, menudo pelmazo que era a menudo.
Antes de subir, se giró para despedirse con la mano y componer una dulce sonrisa de despedida, como de costumbre. -Hasta mañana Lovi, espero que lo reconsideres –murmuró tranquilamente seguido de un guiño de su ojo izquierdo.
-¡Que te he dicho que no iré, pelmazo!
-Vale, vale ya lo entendí~-rió y se marchó directo a los cuartos del tercer piso.
Cuando aquel tonto de Antonio se fue, Lovino dio un agotado suspiro de alivio y se dirigió a su dormitorio.
-Joder qué plasta...nunca dejará de darme el coñazo para que vaya con esos otros estúpidos ¿No podría tener al menos más amigas? –refunfuño un tanto enfurecido mientras caminaba por un pequeño pasillo.
Antes de entrar por la puerta, el jovenzuelo se fijó en un cartel que estaba pegado por las paredes de anuncios que se colocaban siempre por las fiestas que organizaba la Academia. Esta vez, con festejo oficial del Día de los Enamorados. Un dibujo realizado por el Club de Arte quien nadie más tenía la obligación de hacer los carteles de anuncios, plasmaba un corazón rosado junto con una rosa y pequeños detalles de cajitas de bombones.
La cosa más pastelosa y cursi que pudiera hacer una persona, incluso si se trataba de San Valentín.
" ¡El día del amor llegará el próximo Viernes! ¡Encuentra a tu media naranja y regálale tu amor!"
-San Valentín, ¿eh? –susurró Lovino contemplando el cursi cartel seguido de un suspiro aburrido con esa fecha que no le llamaba mucho, más bien lo contrario.
Con un revuelto de estómago por el bobalicón dibujo del anuncio se encerró en su dormitorio. Aquella fecha como todos los años anteriores, para él significaba un aburrimiento increíble. No exactamente por no tener novia, sino por todas las chicas que estarían dándole cartas, chocolates y las mismas historias de cada año. Ya obviamente le aburría y prefería pasar de esos rollos y dejar a las parejitas que pasaran la fiesta por su cuenta.
¿Quién llegaría a pensar que el día de ese año, le podría cambiar tanto?
Continuará...
Notas: ¡Tachan! Aunque no sea durante vacaciones, milagrosamente me ha vuelto a dar por continuar algún viejo trabajillo que tendría por ahí en vez de tratar de volver a poner antiguos fics de mi vieja cuenta, así de vaga soy (?) xD. En fin, ya era hora que pudiese empezar con algún Gakuen Hetalia, no es la primera vez que hice alguno, pero como ya todo lo que hice en mi primera cuenta ya no está, pues bueno...a empezar nuevas historias. Ojalá la disfrutéis mucho y no me matéis si me demoro o me atasco como de costumbre, ansío vuestros adorables reviews y nos vemos en un posible segundo capítulo.
