Amor del bueno.
Esta historia participa en el reto de aniversario "Todos tienen una historia" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Disclaimer: Los personajes, situaciones u objetos reconocidos del potterverso son propiedad de JKR, lo demás es invención mía.
El sol brillaba con fuerza ese día. Alzó la vista hacia el cielo observando como las nubes se movían lentamente.
―¿Vendrás a comer un emparedado, Adrian? ¿O tendremos que empezar sin ti?
Soltó una risa ante la impaciencia de su mujer, siempre era así cuando salían de picnic. Volvió de su ensoñación, girando la cabeza para darle la cara a esa bella mujer que le robaba el aliento.
―Un poco más de paciencia, Granger― soltó con autosuficiencia yendo a sentarse en la manta que tenían en el césped. Ella solo sonrió, pasándole un plato con comida.
―El nombre de mamá es Hermione.
El ligero reclamo de su pequeña hija de cinco años los hizo reír a ambos.
―Claro que sí, cariño, pero cuando mamá se molesta con papá ella vuelve a ser Granger. Pero debes saber que todo es juego.
Los ojos de su pequeña brillaron mientras daba una mordida a su comida.
―¿Yo también puedo jugar?― preguntó con total inocencia.
―No lo sé. Esto es un trabajo para los mayores.
―¡Ya soy mayor! ―replicó la pequeña Emma. Hermione sonrió con una chispa de maldad en los ojos.
―¡Por supuesto que no, jovencita!―le dijo mientras comenzaba a hacerle cosquillas en el estómago.
Una vez más, como cada día de su vida, Adrian Pucey agradecía a todos los dioses no haberse enlistado en las filas de Voldemort. Una vez más, agradecía que Hermione le hubiera dirigido la palabra aún con los insultos que alguna vez le dedicó.
"Mi mayor tesoro", pensó.
Nota: Fueron 250 palabras, wuuu. Ya tengo dos historias de Adrian Pucey, creo que es uno de mis personajes olvidados favoritos, pues.
