Disclaimer: Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling, yo simplemente los uso con fines de entretenimiento.
NOTa: Porque en Fanfiction puedes escribir y alterar lo que quieras sobre tus personajes favoritos y parejas no-canon, he decidido subir esta historia sobre la pareja Hermione Granger/Cormac McLaggen. Yo no veo a Cormac como un arrogante estúpido, como lo señalan los mismos personajes y sus autores. Él es solo un peón para darle algo de "desarrollo" a la pareja oficial de Hermione en el canon, sin embargo Hermione y Cormac tienen algo llamativo que los hace interesantes a los dos. Pero como he mencionado, en Fanfiction puedes hacer lo que quieras. Así que a los que les gusta esta pareja, espero que disfruten del fic.
Posible Ooc.
Hermione salió de los vestidores furiosa, reteniendo las lágrimas para que no se deslizaran por su rostro. Su buen estado de ánimo se esfumó rápidamente por la pelea que tuvo unos momentos con Ron y Harry, incluso antes del partido se dejó en claro que no le iba a recriminar a Harry por la poción que vertió en la bebida de Ron. Se sentía cansada emocionalmente, lo que quería ahora era volver a la sala común, subir a su dormitorio y perderse en el mundo de los sueños.
Eso iba a ser imposible por el momento, todos sus compañeros de Gryffindor estarían celebrando a su equipo por ganar el primer partido de la temporada y toda esa atención iba a ser centrada en Ronald-Tonto-Weasley.
Se abrazó a sí misma, permitió que las lágrimas escaparan, se deslizaron por su rostro, se sonó la nariz y vio que el cielo iniciaba a oscurecer. Recargó su cabeza en las piernas y dejo de pensar, dejó su mente en blanco e inicio a parpadear por el sueño, por lo que no escuchó los pasos de alguien que se acercaba a ella.
Una mano se posó en su hombro, alertada, se sobresaltó y sacó su varita de donde la tenía guardada, dispuesta a hechizar al intruso que la tocaba. Se limpió las lágrimas y frunció el ceño al devolverle la mirada a Cormac McLaggen, no pudo describir de qué modo la mirada. Era como si estuviese enojado.
—¿Llorando de felicidad porque nuestra casa ganó? —Preguntó él con una ceja arqueada, el tono de su voz era difícil de descubrir, pero no tenía ni una sola emoción de felicidad.
—No —Hermione guardó de nuevo su varita y regresó a su lugar—. ¿No deberías estar celebrando la victoria?
—No —Él se sentó a su lado. Hermione se dijo que era suficiente y que era hora de regresar a la sala común, no le agradaba mucho Cormac—. Ha sido una victoria en la que yo no participe.
El estómago de Hermione se contrajo al recordar el hechizo confundus que le hizo.
—Tengo que regresar al castillo —Hermione se sacudió la poca nieve que cayó en su ropa durante los minutos que estuvo ahí—. Tú también deberías volver pronto, el toque de queda se acerca y como prefecta no quiero acusarte de encontrarte fuera de tu sala común.
—Entendí tu mensaje, no quieres que te acompañe —Cormac suspiró con tristeza fingida y puso sus brazos detrás de su cuello, luego se recargó y observó hacia el cielo que emitía los últimos destellos de sol—. Gracias, prefecta, regresaré antes de que me pueda poner en detención.
Hermione asintió y se alejó.
Fue una mala idea volver a la sala común tan pronto. La fiesta parecía que apenas comenzaba, todos celebraban y gritaban, las parejas establecidas se besuqueaban en los rincones o rodeados de sus amigos, no tenían vergüenza alguna. La cerveza de mantequilla era la bebida especial de esa noche, era una pena que como prefecta esa noche no pudiese parar la fiesta.
La misma profesora McGonagall les autorizó la fiesta, aunque siempre y cuando no dejarán todo lo usado tirado.
Levantó la vista en varias ocasiones para buscar a Harry, conversar con él y dejar que las cosas se explicaran, estaba tan alterada y enojada esa tarde por el mal uso que le dio al Felix Felicis, una vez que regresarán a la normalidad podrían buscar a Ron y tomarse una cerveza de mantequilla. Siempre sucedía aquello, se dejaban de hablar por días o semanas, luego sucedía algo que los contentaba de nuevo, como si nada pasara.
Era cansado y repetitivo.
No quería más eso. ¿Cómo las amistades pueden durar de verdad?
Saludo a sus compañeros que le dedicaron una sonrisa, ella los saludo de igual manera y conversó un poco con ellos. De la mesa donde estaban los pastelillos tomó un vaso con cerveza de mantequilla, lo bebió todo de un trago. El líquido frío le causó un pequeño estremecimiento por todo el cuerpo, sentía que iba a tolerar todo. Y justo antes de alcanzar a visualizar a Harry vio el show.
Frente a una pequeña multitud que los rodeaba, Ron y Lavender se besaban con fuerza; Ron la tenía abrazada por la cintura y la levantaba a momentos, se besaban como si sus lenguas no pudieran despegarse. Algo muy, muy dentro de ella, en esa parte donde Hermione no se valoraba lo suficiente, la pequeña llama de los sentimientos que tenía por Ron se apagó.
El mensaje fue muy claro.
Para lidiar con ello decidió que lo mejor era dar una ronda por los alrededores, salió por el retrato de la Dama Gorda. Con suerte y nadie la seguiría. Camino con la mirada baja y volvió a chocar contra alguien, reconoció el color del jersey, antes de caer a sus espaldas fue sujetada por las fuertes manos de Cormac.
—Encantado de que caigas en mis brazos cada vez que tropiezas —Cormac lo dijo con una sonrisa sobre su rostro, mostrando sus perfectos dientes color blanco—. Llegué antes del toque de queda, ¿estoy a salvo?
—Lo estás —Hermione se sonrojó un poco, luego puso sus manos sobre los brazos de Cormac y los retiró de su cintura, él no respondió y asintió.
—¿A dónde ibas, Granger? ¿Tan mala es la fiesta allá adentro?
—Hay cosas desagradables de ver —La imagen de aquella parejita inundó su mente, sacudió la cabeza para borrarla—. Iré a dar una vuelta —Una rápida y posible equivocada idea se le ocurrió. Habían podido mantener una pequeña conversación en el estadio—. ¿Me quieres acompañar?
Cormac McLaggen se quedó perplejo ante la invitación, no supo qué decir, estaba sorprendido de la invitación que la Gryffindor acababa de hacerle. Era un poco complicado de creer, días atrás la saludaba con una sonrisa y ella lo ignoraba. Mucho menos le mandaba un saludo.
Por supuesto que él no iba a rechazar esa oportunidad. Y le tendió su brazo para que se agarrara a él. Hermione lo aceptó e iniciaron su camino a la primera aula vacía que encontrarán.
Cormac sacó su varita y lanzó un hechizo para que hubiera iluminación en el aula, se alejó de Hermione y se sentó en el escritorio del aula vacía.
—Hay más de treinta asientos vacíos —Dijo Hermione con una pequeña sonrisa sobre su rostro—. Y eliges sentarte en el escritorio.
—Es mucho mejor —Respondió y se encogió de hombros—. Entonces, Granger, ¿Qué quieres hacer aquí mientras esperamos a que la fiesta terminé y debamos volver?
Sintiéndose más tranquila y menos sola, fue a sentarse al lado de Cormac. Era extraño mirar a los asientos vacíos, sonrió al imaginarse más joven en uno de esos asientos prestando toda su atención a su profesora.
—Encantamientos.
Hermione sacó su varita y murmuró en voz baja su encantamiento, unos pequeños canarios aparecieron a su alrededor, sobrevolando por la cabeza de Cormac y realizándole pequeñas cosquillas; Hermione los miró y pronto comenzaron a revolotear a su alrededor.
El pequeño canto fue lo que mantuvo la tranquilidad en el aula.
¿Tranquilidad con Cormac?
¿En realidad sucedía?
Él no estaba siendo arrogante, mucho menos platicaba de algo y mantenía una sonrisa encantadora en su rostro, en cambio guardaba silencio y murmuraba muy bajito lo asombroso que era su encantamiento. Se encontró mirándolo y decidió que podía mantener una amistad con él. Era muy posible, aunque el chico tenía una reputación al modo en que se comportaba en esos momentos no tenía nada que ver.
Apenas iba a comentarle que si el día de mañana gustaba ir a desayunar con ella cuando la puerta del aula se abrió, dejando ver la larga cabellera rubia de Lavender, quién estiraba con su brazo a su acompañante, detrás de ella apareció Ron con la mirada baja y una gran sonrisa sobre su rostro. Todo lo siguiente ocurrió demasiado pronto, un segundo más tarde Cormac le había pasado su brazo por su cintura, su otra mano fue a parar a su barbilla y Hermione miró a sus ojos, frunció el ceño y antes de decirle algo…, sus labios estaban sobre los de ella.
Hermione le correspondió.
—¡Oops! —Lavender chilló con una emoción y llevó su mano a su boca. Como si hubiesen sido sorprendidos, Cormac se separó de ella y los observo—. Esta aula ya está ocupada. Tendremos que buscar otra… a menos que… ¿Se quedaran más tiempo?
Ron se quedó perplejo ante lo que vio.
Cormac les sonrió a los dos, se bajó del escritorio, puso sus manos en la cintura de Hermione y la bajó. Luego su mano se entrelazo con la de ella.
—No —Iniciaron a caminar hacia ellos—. En realidad ya nos íbamos. Que pasen una agradable noche —Les guiño el ojo a los dos y salieron.
Él cerró la puerta del aula.
¿Y bien? ¿Creen que merezca una continuación? ¡Háganmelo saber!
