N/A
Ya saben que me encanta escribir y este fic lo escribí mientras estaba lejos de este mundo. Va dedicado a una amiga especial... Jeami Soraya, gracias realmente por preocuparte por mí, por esperarme y leerme. Gracias sinceramente.
Es una pareja tan rara pero que me sacaba sonrisas cada que escribía de la misma. Espero les guste.
Disclaimer:
Prince Of Tennis no me pertenece
Resumen:
— ¿Por qué la dejaste entonces? —esa era una buena pregunta pero ni él mismo sabía la respuesta... decisiones que destrozan vidas... — ¡Te odio! ¡¿Te enteras?! ¡Te odio! —grito mientras veía aquella escena... ilusiones que son solo eso; ilusiones... miedos que siempre estarán presentes... — No quiero una familia con nadie —sentencio con voz fría y es que no es que no quisiera... tenía miedo... reencuentros que nunca debieron suceder... palabras que marcan vidas... — Solo fuiste un juego, no eras mi obsesión... —mentira, era mucho más que su obsesión... sueños imposibles para ellos... — Te llaman la obsesión del millonario —detestaba ese calificativo, no era su obsesión, él decía que era la mujer de su vida... —Tú eres mi nueva obsesión... —susurro para besarla sintiendo que podía amarla o que lo intentaría como mínimo... ¿amarla a ella o amarte a ti?
La Obsesión Del Millonario
Preludio
Las lentes de las cámaras la enfocaban, de pie en el altar se encontraba perdida, no sabía a donde mirar, no sabía ni como respirar en ese momento, su amiga Tomoka corrio a su lado pero es que no podía mirar a nadie más que a aquel pedazo de papel que tenía en las manos, los ojos de todo el país estaban sobre ella en ese momento, estaba a punto de tener un ataque de pánico, eso iba a tener en ese momento, apreto de más el ramo de rosas blancas en sus manos mientras temblaba — ¡Una declaración Sakuno-san! ¡Una fotografía! —todo mundo se empujaba intentando obtener una exclusiva de su fallida boda.
Los periodistas empujaron a los invitados intentando llegar a donde se encontraba, los noticieros anunciaban su desatroso destino — Al parecer la obsesión del millonario no era permanente sino... —dejo de escuchar a las mujeres que daban los espectáculos en esos noticieros que nunca más volvería a ver, la mano de su amiga la sostuvo alejandola de los animales, trastabillo con el vestido provocando que ambas cayeran, los flashes tomaron cada cuadro de esa escena, entonces fue cuando se dio cuenta, las lágrimas estaban saliendo, salieron sin saber como se detendrían, porque no sabía cuando dejaría de doler.
— Sakuno —fue su amigo Fuji quien la sostuvo en brazos para levantarla, lo cálido de su saco la hizo cerrar los ojos unos momentos intentando olvidar que el hombre de su vida la había dejado plantada y solo había dejado una nota, solo dos palabras, ninguna explicación más, algo fue colocado sobre su cuerpo y salio de ahí, la tela de aquella prenda dejo ver como los fotográfos los estaban siguiendo, el sonido de la puerta la hizo volver a la realidad, la prenda fue quitada y se encontro con los ojos de su amigo Syuusuke que acaricio sus mejillas húmedas intentando consolarla pero era inevitable que dejara de llorar.
— K-Kevin... —susurro con la voz rota, estallo en sollozos, el aire le falto y cayo al suelo de rodillas con las manos en el pecho — ¡Un médico, traigan un médico! —en cuestión de segundos todo fue oscuridad...
La azafata le tendio una aspirana, la tomo y la castaña se alejo meneando las caderas, miro a su amigo Ryoga que leía algunas cosas en su laptop, habían pasado exactamente dos horas de que hubiera abandonado Japón — Vaya, ya es noticia nacional —alzo la mirada y se encontro con los titulares en las páginas más famosas, habían miles de fotos de Sakuno con aquel vestido de novia que siempre soño, con el que unirían sus vidas, se detuvo en una donde cayo al suelo acompañada de su dama de honor, estaba llorando, Sakuno estaba llorando, aparto el aparato y tomo una bocanada de aire, se estaba ahogando.
— ¿Estás seguro de no arrepentirte? —cerro un momento los ojos pensando en que la había destruido, en que nunca se perdonaría el haberla hecho llorar, en que nunca hablaría de esa decisión — Jamás me he arrepentido de nada —sentencio con voz clara y firme viendo la sonrisa de su amigo que solo negó con la cabeza para enfrascarse en una lectura, miro por la ventana admirando el cielo azul, en esos momentos estarían juntos, riendo, hablando sobre su futuro juntos solo que no estaba haciendo eso, no lo haría con su obsesión, deslizo una mano por el anillo de matrimonio que iba a portar la ojicaoba.
Una hermosa pieza, el de compromiso se lo quedaría obviamente la Riuzaky y nunca vería el de matrimonio, cerro la caja y la dejo caer sobre la cubitera de hielo, ahí se quedaría para siempre porque no pensaba darselo a ninguna otra mujer — Dicen que tuvo una crisis nerviosa, los más allegados declaran que se desmayo —era de suponer, nunca fue buena soportando presiones, sonrió levemente al imaginar a Osakada gritando porque no la dejaran morir y a Syuusuke diciendole que se callara porque solo molestaba a los doctores, estaría bien, era fuerte y lo iba a superar, la ayudarían a borrar ese recuerdo.
— Solo espero que no te arrepientas Kevin —ignoro a su amigo y se dejo caer de nuevo sobre el asiento, solo tenía que cerrar los ojos fuertemente y soñar con que pudo haber sido feliz pero tuvo... miedo de crear una familia.
Guardo la última caja de aquella etapa de su vida que siempre recordaría y que sabía le sería difícil de olvidar, apago la luz del sótano tomando entre sus manos esa cajita donde se encontraba el anillo de compromiso, no se lo quedaría, no tenía porque, cerro la puerta y tomo un poco de aire, lo intentaría de alguna u otra manera — ¡Sakuno! —miro a su amiga Tomoka que le extendía algo, las llaves de su departamento puesto que se encontraba en el que había vivido un cuento de hadas, donde podía disfrutar de la obsesión de Kevin hacía ella, no se quedaría ahí, el departamento era de los dos pero no se quedaría.
Camino hasta su amiga tomando las llaves — Debes quedarte aquí, que pague por lo que te hizo —salieron de ahí cerrando la puerta, camino por el pasillo hasta el elevador, no, no se quedaría ahí, no quería nada de Kevin Smith — No quiero quedarme Tomo, no pido que me entiendas pero si que respetes mi decisión —le sentencio a su amiga entrando al ascensor y aprentando el botón del vestíbulo, cerro un momento los ojos recordando aquellas escenas que habían tenido lugar en esa estancia, escenas que se quedarían en lo más hondo de su ser, escenas que olvidaría con el paso de los días o intentaría.
— Tienes 19 años Saku, aún eres jóven, puedes conseguir a alguien más —sentencio su amiga ojicafé mientras las puertas se abrían, solto un resoplido ante aquella confesión — ¿Qué pasa si es el último? ¿Qué pasa si es el único con el que me siento así? —pregunto llamando la atención de su amiga que se dio cuenta de lo que había dicho, no lo iba a olvidar tan fácil, había dejado una huella que nunca se quitaría, quiza solo con la llegada de alguien que la amará como él la había enseñado a amar... algún día tal vez sería la obsesión de otro millonario.
Peino su cabello rubio en un moño dejando varios mechones caer por su rostro, uno de sus empleados abrio la puerta anunciando a los compradores que el local estaba abierto, vender flores, le encantaban las mismas así que le encantaba su trabajo, ser la dueña de diversas florerías era sin duda alguna un trabajo de ensueño porque se dedicaba a lo que quería, les llegaban pedidos para las bodas más grandes del país y era irónico porque nunca tuvo una boda, bueno si tuvo una pero no se llevo a cabo — Riuzaky-san una llamada de Tezuka-sama —sonrió un poco mientras negaba ante aquel recado, estaba feliz.
Que Tezuka la llamara solo quería decir una cosa, quería una cena y la verdad es que también la deseaba — ¿Una llamada? —su empleada asintió así que se encamino cuando una rosa blanca fue colocada delante suyo, dio un respingo y levanto la cabeza encontrandose con la mirada afilada de cierto millonario que la miraba con adoración — T-Tezuka... —susurro sintiendo sus mejillas arder, su cabello rubio se movio cuando los dedos del castaño se deslizaron por el mismo para después deslizar sus dedos hacía su mentón para que se quedara quieta en su sitio y entonces lo sintio... un suave beso de Tezuka.
Un beso que era una redención — Buenos días princesa —se mordio el labio soltando una suave risa al escuchar como la llamaba, sinceramente le encantaba ese calificativo, le encantaba que le dijera así... nuevamente era la obsesión de un millonario pero en esta ocasión podía sentir que sería feliz, que su felicidad estaba más al alcance que antes.
Miro el cuerpo de su prometida, era hermosa, volvio la vista a sus documentos mirando la hora en su reloj, dentro de poco aterrizaría en Japón, después de cuatro años volvía a su tierra natal, Ryoga había llegado antes así que todo estaba preparado para tener una vida cómoda en el país, termino de leer algunos documentos y cerro un momento los ojos, estaba preparado para volver, no tenía nada que temer, era lo que quería, había iniciado de nuevo — Kevin —ladeo la cabeza posando la mirada en Danitza, su prometida, la mujer con la que pasaría el resto de sus días y en esa ocasión eso si sería posible.
La razón era sencilla, porque la castaña no quería una familia, solo quería una vida a su lado, un mensaje aparecio en su bandeja de entrada pero lo ignoro para prestar atención a la ojimiel que se inclino para besarlo — ¿Ayudaras con los preparativos de la boda? Di que si, aunque sea solo con las flores —no podía negarle nada así que asintió causando un coro de suaves risas de su castaña que le dio un beso casto en los labios — Lo hare, las flores serán lo mío —esta asintió abrazandolo, porque había encontrado a su nuevo sueño aunque lamentablemente... no era su obsesión en lo asboluto.
N/A
Espero les haya gustado.
Gracias por leer.
