Había un niño, uno muy pequeño y amable, desde muy pequeño le gustaba ir a la iglesia y rezar todo el tiempo pero tenía una familia cruel.

Su padre bebía todo el tiempo, pero su madre le amaba incondicionalmente, el pequeño rezaba a los ángeles para que le ayudaran a su padre para que su padre fuera mejor pero al no ser contestado fue a pedirle un consejo a un sacerdote el cual le dijo que solo rezara.

Pero el niño quería algo más por lo que fue y tiro todo el vino y alcohol de su padre, estaba feliz pensando que sin nada su padre tendría que mejorar, pero en cambio su padre lo golpeo hasta matarlo.

Ahora estaba solo, su alma caminaba sin saber que hacer escuchando los llantos de su madre y teniendo miedo de la muerte que le seguía se fue hacia la iglesia a la que siempre iba a rezar.

El cielo se estaba reparando, Lucifer y Miguel habían tenido un acuerdo de paz y ahora estaban los cuatro arcángeles reparando todo lo que se había causado por la guerra de los mayores, dios había revivido a todos los ángeles que habían muerto en las guerras haciendo a algunos algo más jóvenes como antes de que la guerra comenzara.

Miguel iba por los cielos, buscando cualquier gracia de algún ángel perdido que necesitara volver al cielo, se detuvo cuando escucho una oración extraña.

—S-Saint Miguel—

Era la voz de un niño pequeño, pero algo era diferente, el pequeño parecía temblar quizás por miedo o por llanto, le intereso aquella presencia tan pura e inocente y a la vez tan rota por lo que cambio de dirección hacia aquella pequeña oración.

—Porfavor…—

Miguel llego a la antigua iglesia notados dos cosas, un alma de un niño y una muerte en la puerta, eso le preocupo pero supuso que la muerte solo estaba esperando para llevarse al pequeño, se acercó por detrás mirando al niño que estaba en las bancas de más adelante y escuchando atentamente, esperaba escuchar en la oración cualquier cosa normal de un niño, escucharle rezar por ir al cielo o simplemente por volver a la vida.

—Porfavor señor arcángel, porfavor ayuda a mi padre…ayúdame a tener más fuerza para que no me duela tanto—

El arcángel se sorprendió por aquello, miro a la muerte detrás de él para buscar alguna respuesta pero la muerte solo levanto los hombros, la muerte parecía algo triste algo que las muertes no debían sentir o dejar notar.

—Yo…no sé qué hice mal, no sé porque me golpea…—el pequeño niño comenzó de derramar algunas lágrimas temblando aún más.

Miguel no lo soporto más, se acercó al niño el cual dio un salto ante la gran presencia del arcángel alejándose un poco temeroso por la gran figura y escondiéndose detrás de la banca apenas asomándose un poco, Miguel sonrió al niño, era solo un pequeño niño como cualquier otro novato que temía siempre que aparecía de la nada, debía ser más cuidadoso por lo cual hablo amablemente.

—¿Qué te asusta pequeño? ¿Soy yo?—se señaló a si mismo sorprendido cuando el niño asintió—Pero si tú me estabas llamando, deberías haber esperado que apareciera—

El niño se dio cuenta de lo que se refería por lo que salió más de su escondite.

—¿Saint Mi-Miguel?—el niño sonrió ante la aceptación del arcángel saliendo de su escondite—Nadie nunca respondía, n-no pensé que alguno f-fuera a hacerlo—

—¿Por qué tartamudeas al hablar?—pregunto el arcángel preocupado agachándose a la altura del niño en muestra de que podía acercarse

—No s-sé—el niño salió acercándose al arcángel

—¿Cómo te llamas pequeño?—

—D-Daniel—

Miguel noto el cabello rubio enmarañado y enredado, la cara y ropa sucia y los pequeños ojos negros que parecían querer soltarse a llorar, sonrió al pequeño y le abrazo para tranquilizarlo, se sintió mejor cuando el pequeño niño se acomodó en el abrazo disfrutando de la calidez del arcángel y del olor dulce.

—¿Quieres decirme porque rezabas? ¿Qué te sucedió?—

El niño negó con la cabeza soltando algunas lágrimas, parecía temblar aún más en los brazos del arcángel.

—Yo se lo diré, si me permite—dijo la muerte acercándose—Debo llevarme al niño pronto, no se debe permitir que un alma tan pura este tanto tiempo vagando—

Miguel asintió comprendiendo la situación de la muerte y acepto a la propuesta de la historia.

—Es un niño puro y lleno de inocencia, pero su padre es un bebedor, el pequeño pensó en ayudarlo, pensaba que si su padre dejaba el alcohol su familia se uniría más haciendo a su madre más feliz al igual que su padre que siempre parecía molesto, por lo que tiro todo el alcohol y vino de su padre con la esperanza de…—

—Sí y-ya no había m-más, entonces p-papá no podría beber y n-no se molestaría—interrumpió Daniel jugueteando con la túnica del arcángel.

—Pero su padre…no fue como el pequeño pensaba—continuo la muerte—su padre lo golpeo hasta matarlo en una habitación encerrada mientras su madre gritaba en la puerta golpeándola intentando salvarlo, el niño rezaba la misma oración que le escucho, mientras le golpeaban e incluso ahora—

—É-Él dijo que era una sorpresa…q-que sería divertido—

Miguel no pudo evitarlo, sentir rechazo a aquel hombre, aparto al pequeño niño de su pecho limpiándole varias lágrimas de los ojos, ese pequeño niño inocente y lleno de pureza merecía una mejor vida, suspiro cargando al niño sobre su brazo, era tan pequeño que podía sentarlo en su brazo sin ningún esfuerzo y levantarlo.

—Puedes retirarte—le dijo a la muerte

—P-Pero señor…el niño—

—El niño se irá conmigo, no debes preocuparte yo lo llevare a un mejor lugar, yo me encargó—

La muerte inclino la cabeza en forma de respeto confiándole el alma de niño y se retiró saliendo por la puerta de la iglesia.

—¿A dónde vamos? ¿No ayudaras a mi papá y mi mamá?—pregunto Daniel agarrando con fuerza las túnicas de Miguel temiendo la nueva altura.

Miguel sonrió, incluso el niño pedía que ayudara a aquel que le había matado de la manera más cruel, no podía dejarlo, se había encariñado demasiado con el pequeño.

—No te preocupes, tu madre será feliz yo te lo aseguro y tu padre…el tendrá lo que merece—

—N-No le hagas daño, porfavor—

—¿Por qué no quieres dañar a tu padre? Sí él ya te hizo tanto daño—

—Porque no quiero q-que nadie pase lo m-mismo que me hizo a mí y no le de-deseo ningún mal, fue mi culpa, dijo que había sido m-malo y que me m-merecía aquello—

Miguel solo sonrió tristemente, abrazo al pequeño niño más cerca acariciando su cabello, desplego sus alas.

—No te preocupes, prometo que yo no le hare ningún daño—

Antes de que se diera cuenta habían llegado al cielo, Miguel había aterrizado en medio de un lugar tranquilo para el pequeño, el jardín de los arcángeles donde sabía que estaría el arcángel que más necesitaba en aquel momento.

—¡Hermano!—grito Gabriel parándose de un salto ante la repentina aparición de Miguel—Y-Yo estaba…yo ya iba a hacer mis deberes y…—

—Cálmate Gabriel, te conozco lo suficiente y no tienes que dar escusas—Miguel levantó la mano para indicar a su hermano que callara.

Movió su brazo dejando ver al pequeño niño que se sujetaba con fuerza al arcángel.

—Mike, esa es un alma humana—

—Y una muy inocente y pura—interrumpió Miguel, no quería escuchar nada sobre lo que había decidido—Se llama Daniel, es un niño muy bueno—

Daniel giro su cabeza para ver al otro arcángel, le miro impresionado los seis pares de alas doradas, Miguel sonrió a la brillante mirada del niño sabiendo que había hecho bien, miro a Gabriel indicándole con una mirada que fuera cuidadoso.

—Se ve que es muy bueno ¿Sabes quién soy pequeño?—

Daniel negó con la cabeza, parecía querer salir del agarre de Miguel e ir con Gabriel pero todavía había algo de duda.

—Me llamo Gabriel, soy…—

—¡Oh ya sé!—grito Daniel señalando al arcángel—E-Eres Saint Ga-Gabriel, el mensajero—

Gabriel sonrió al pequeño niño, se alegró de que supiera sobre él.

—Sí, ese soy yo—

—T-Te lo dije, s-sabía que Gabriel enviaría mi m-mensaje—tartamudeo el niño sonriendo un poco

—¿Qué?—preguntaron ambos arcángeles mirándose entre sí confundidos.

—Le pedí al a-arcángel Gabriel que le dijera a d-dios para que me ayudara—dijo Daniel sonriendo—S-Seguro que por ti M-Miguel me escuchó—

Los arcángeles sonrieron, era mejor no decir nada, Gabriel había dejado de escuchar oraciones desde el tiempo que desapareció por lo cual se sentía algo culpable, pero Miguel no dejaría que destruyera las ilusiones del niño con la verdad.

—¿Quieres ir con Gabriel?—pregunto Miguel al pequeño y este asintió.

Gabriel extendió los brazos para recibir al pequeño niño, Miguel se deshizo el abrazo del niño entregándoselo a Gabriel el cual lo recibió alzándolo al aire y cargándolo en un cariñoso abrazo, ambos escucharon alegres la risa del pequeño.

—Él tiene muchos dulces y sabe muchos juegos, puedes divertirte mucho con él—explicó Miguel de forma amable—Yo tengo que ir a arreglar algunos asuntos ¿Te puedes quedar con Gabriel?—

Daniel sonrió y asintió con la cabeza, Miguel dirigió una última mirada a Gabriel antes de retirarse.

—Hazlo feliz porfavor y cuídalo, te lo encargo—

Gabriel asintió y Miguel se retiró hacia su siguiente encargo, acabaría con todo ese problema de una vez. Entro en las salas principales, se detuvo cuando estuvo frente a la puerta de la sala del trono, donde sabía que estaba su padre, no iba mucho allí si no era para algo realmente importante, toco la puerta.

—Adelante Miguel—

Entro mirando hacia el gran escritorio, su padre estaba sentado allí como siempre con varios asuntos para resolver.

—¿Qué es lo que te angustia Miguel?—

Miguel se agachó, como era de costumbre inclinando la cabeza y bajando la rodilla derecha, apoyo su mano en la otra rodilla.

—Padre, vengo a pedirte algo—

—Levántate Miguel, sabes que no eres un general, eres mi hijo así que actúa como tal, como un chico que quiere algo de su padre—

Miguel obedeció más por hacer lo que su padre quería que por sí mismo, dios suspiro ante aquello, su hijo debía aprender a hacer las cosas por sí mismo no porque quería que lo hiciera, ya tendría tiempo para trabajar en eso.

—Padre, quisiera pedirte un favor—

—Dímelo pequeño, concederé lo que desees ya que tú no eres de pedir mucho—

—Tengo el alma de un niño humano que ha sufrido mucho, el pequeño no ha tenido una buena vida pero sigue siendo amable y bondadoso, hay pureza absoluta en toda su alma, solo te pido que…—

—Quieres que lo haga un ángel, para que disfrute una vida mejor aquí entre ustedes—

Miguel agacho la cabeza frotándose la nuca algo nervioso, nada se escapaba de la vista de su padre, pero aún le costaba admitirlo por lo que asintió con la cabeza.

—Lo hare si me prometes algo—

—Lo que sea padre—

—Tú te encargaras de él, no lo ignoraras como has ignorado a los novatos en mi ausencia y tú serás quien lo harás feliz, será tu carga—

Miguel asintió feliz a su padre, ahora tenía esa oportunidad y no la desaprovecharía.

—Lo haré, gracias padre—

—Entonces vete, mañana al despertar encontraras que el pequeño está lleno en gracia con un par de alas hermosas, ve y hazlo feliz hijo mío y espero que él también te ayude en tus faltas para que vuelvas a ser el que eras—

Volvió a asentir dirigiéndose a la puerta, ahora solo tenía que resolver algo más y todo estaría listo, podría volver con el pequeño para terminar con lo que quería. Atravesó las salas principales llegando a las oficinas, abrió la puerta que quería sin encontrar nada, suspiro pesadamente al ver que otro de sus hermanos no estaba en sus ocupaciones y camino a donde sabía que estaría.

—Lucifer—dijo al llegar al lugar esperado encontrándose con el arcángel

—Mikey, que sorpresa—respondió Lucifer sonriendo—Te creía en la tierra—

—Allí estaba y yo creía que tenías que resolver el problema con las guarniciones ¿Qué haces?—Miguel se cruzó de brazo levantando una ceja mirando lo que su hermano hacía.

—Hey tranquilo hermano, solo estaba distrayéndome un poco en algo que incluye mi responsabilidad—

—¿Te refieres jugar con los novatos? Porque como tú, sé que están escondidos detrás de ti—

—¡Mikey!—gritaron dos pequeños ángeles saliendo de detrás de Lucifer—¡Bienvenido!—

—Remiel y Haziel ¿No tienen que estar en una revisión médica con Raphael?—pregunto Miguel aun con los brazos cruzados mirando como ambos ángeles sonreían inocentemente—Vayan, Raphael siempre tiene un delicioso dulce para aquel ángel que tiene miedo de una consulta con él—

—¿En serio?—preguntaron ambos ángeles algo nerviosos

—Claro, si no me creen vayan a comprobarlo—

Los dos novatos asintieron corriendo en dirección del edificio de sanadores, Miguel se alegró de poder hablar con Lucifer a solas.

—Hermano yo solo…—

—Lucí, no he venido a reclamarte por nada, comprendo que quieras estar con los novatos—Miguel suspiro acercándose a su hermano—Quiero pedirte algo—

—Cuéntame, pareces muy serio—dijo Lucifer poniéndole más atención a Miguel.

Le conto todo sobre la pequeña alma humana que tenía, lo que le había pasado durante su vida y lo que había decidido, le indico que lo siguiera para que conociera al pequeño niño hacia los jardines de los arcángeles, Lucifer le siguió comprendiendo un poco la situación.

Llegaron a los jardines para ver a Gabriel recostado en el pasto, no veían al pequeño niño por ningún lado.

—Gabriel—dijo Miguel elevando la voz un poco—¿Dónde está Daniel?—

En cuanto termino la pregunta vio como el pequeño niño se asomaba entre las alas del arcángel con una tierna sonrisa, Gabriel sonrió intentando no mostrar un poco el dolor que sentía cuando el niño presionaba sus plumas con fuerza.

—Daniel ¿Quieres conocer otro de mis hermanos?—pregunto Miguel agachándose un poco hacia el niño.

Cuando el niño asintió saliendo de las alas del arcángel se acercó hacia Miguel y este le señalo a Lucifer.

—Él es mi hermano, Lucifer—

Sintió como el niño presiono la pierna de Miguel, el arcángel lo noto por lo cual lo miro preocupado.

—¿Sucede algo?—

—E-Es el d-diablo—

—Vaya mala reputación que tengo en la tierra—murmuro Lucifer y Miguel le indico que guardara silencio agachándose hacia el niño.

—Míralo bien ¿Crees que te haría daño?—pregunto y el niño asintió ocultando su cabeza en el brazo del arcángel—Entonces mírame a mi ¿Crees que yo te haría daño?—

Daniel miro al arcángel por unos momentos antes de negar con la cabeza, Miguel sonrió amablemente comprendiendo el temor del niño.

—Si confías en mí entonces sabrás que yo no te acercare a nada que te haga daño, entonces confía en mi cuando te digo que Lucifer no te hará daño—sintió algo de duda en el niño por lo cual suspiro—Eres un buen niño, así que sabrás juzgar a los demás por quienes son y no por lo que cuentan de ellos o al menos darles una oportunidad—

Daniel miro por unos momentos a Miguel, quería hacer un esfuerzo, pero tenía miedo y no podía evitarlo. Lucifer levanto los hombros sabiendo que no sería algo sencillo casi resignándose, Miguel sentía lastima por su hermano, tenía derecho a una segunda oportunidad igual que todos.

—Mira a mi hermano Daniel, él siempre es juzgado como un horrible ser y nadie quiere conocerlo porque le temen, siempre está triste porque ya nadie se le quiere acercar y llora mucho por la noche pensando que ya nada cambiara resignándose por un futuro de soledad ¿No crees que quiere un abrazo de un niño muy bueno para sentirse mejor?—

Lucifer miro a Miguel un poco molesto por la manera en que estaba hablando de él, pero se sorprendió cuando el niño salió dela seguridad del arcángel acercándose a él y dándole un abrazo.

—Lo s-siento, no estés t-triste, n-no debí juzgarte, lamento haberte hecho s-sentir mal—

Lucifer se quedó unos momentos quieto intentando analizar lo que había pasado, cuando reacciono se agacho abrazando bien al pequeño, sentía que las lágrimas querían salir de él pero las soporto para no preocupar al niño.

—Gracias, estoy bien—le susurro a Daniel—Necesitaba este abrazo—

Miro a Miguel unos momentos comprendiendo lo que quería ¿Cómo alguien se atrevería a hacerle daño a un niño tan bueno e inocente? Incluso él se llenó de irá ante la idea pensando en todo lo que la había contado Miguel, se separó del abrazo mirando a Daniel con una amable sonrisa.

—Daniel ¿Tú quieres a tu papá?—

—Yo le q-quiero, pero él no m-me quiere a mi ¿Tú puedes a-ayudarme a hacerlo f-feliz?—

Lucifer asintió con la cabeza.

—Él te dijo que te daría una sorpresa ¿verdad?—

Vio al niño asentir tímidamente, Lucifer se puso de pie.

—No te preocupes, no debes tener miedo, yo prometo hacerle una fiesta, le daré todo lo que merece—

Daniel sonrió mirando a Lucifer.

—¿E-Entonces tú lo arreglaras?—

—O claro que lo haré, reparare cada error en ese hombre—

Lucifer se dio la vuelta dispuesto a partir hacia la tierra pero sintió que alguien lo sujeto de la túnica, se giró para ver a Daniel.

—P-Porfavor ¿Podrías hacer a mi m-mamá feliz? Ella llora m-mucho—

Lucifer sonrió agachándose hacia el pequeño.

—Por otro abrazo te aseguro que vivirá feliz—

El pequeño sonrió abrazando fuertemente a Lucifer feliz y aliviado de poder cumplir lo que quería, Lucifer se soltó partiendo de inmediato hacia la tierra.