Harry en la tierra de los Incas.

Este es el primer fan fiction que escribo, es una versión corregida por cierto, léanla y envíenme sus sugerencias, críticas o sus condolencias, a ver si logro mejorarlo.

Todos los personajes aquí escritos excepto los nuevos son de exclusiva propiedad de J. K. Rowling y que este fic esta hecho absolutamente sin fines de lucro, ni modo.

Capítulo 1: Nuevos sueños

Harry se despertó con sudor frío y un dolor punzante en la frente, algo nada raro tratándose del "niño (más bien adolescente) que vivió", no era raro tampoco que tuviera una varita mágica debajo de la almohada y una escoba voladora en su baúl. Harry Potter es un mago y pertenece a toda una comunidad mágica que trascurre fuera del conocimiento del mundo no-mágico o "muggles" como ellos los llaman. Sus insoportables tíos por suerte no lo escucharon o Harry tendría problemas. Era cierto que estaban más tolerantes con él desde que sus amigos de la Orden del Fénix les habían dado una advertencia clara y concisa respecto a cómo lo trataban, pero tampoco podían obligarlos a que le tuvieran aprecio.

Pero no era la preocupación por sus tíos ni el dolor en la frente lo que preocupaba a Harry, el año pasado en Hogwarts se enteró de que su cicatriz lo conectaba con su enemigo Lord Voldemort, el mago tenebroso que asesinó a sus padres y que perdió su cuerpo al tratar de asesinar a Harry aunque por desgracia no perdió la vida y en el cuarto año de Harry en Hogwarts, con la ayuda del traidor Pettitgrew y un vasallo evadido de Askaban, recuperó su cuerpo y sus poderes. Lo que realmente preocupaba a Harry era que aquella conexión le permitía ver en sueños el interior de la mente de su enemigo y viceversa; el año anterior Lord Voldemort le tendió una trampa con ellos, la cual acabó con la muerte de su padrino Sirius. Ahora los sueños se estaban repitiendo.

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A miles de kilómetros de ahí, atravesando el océano alguien compraba un periódico en una tienda muggle y separaba cuidadosamente unas monedas locales de sus knuts y sickles.

- El Comercio por favor.

No es que ese diario en particular le pareciera el paladín de la prensa libre, pero tenía una excelente sección de Anuncios, que era lo que le interesaba.

Caminó de vuelta a su casa, estaba en un edificio residencial en un barrio del Centro, en esos barrios toda la gente se conoce y a menudo unos u otros son el tema del chisme, pero tratándose de Daniel Guevara sólo decían "mejor no te metas con él".

Abrió la puerta de su departamento muggle, cruzó una sencilla sala con un baño al costado, abrió un armario con una llave dorada murmurando "portius" y...

Entro a su casa.

Era una casa, no un departamento, tenía un gran vestíbulo con una alfombra, y un perchero, en la sala había dos sillones, una mesa de centro antigua, un bar muy bien surtido, una máquina de café y una radio tornamesa antigua en perfectas condiciones. Las paredes estaban decoradas con armas antiguas y un gran librero tenía, además de libros, algunas fotos enmarcadas. Entre las dos puertas que daban a su oficina y a su habitación se hallaba la infaltable chimenea, la cual no encendía más que cuando necesitaba utilizar los polvos flu.

Fue de frente a la máquina de café, cogió una taza de café que se había servido sola y se dirigió a su oficina.

Su oficina era una habitación más pequeña y en cierta forma más sencilla, tenía un escritorio, un archivador donde los papeles entraban y salían de sus cajones, un armario lleno de cajas, una pequeña estantería con frascos y un caldero para hacer pociones; y en un rincón algo que no había en casi ninguna casa de mago: Una computadora con conexión a internet.

Dejó el periódico que acababa de comprar sobre el escritorio y tomó un ejemplar de El Profeta, traducido mágicamente al español, no porque no supiera hablar inglés sino que prefería conservar su acento latino.

Encontró una lechuza esperándolo en una de las ventanas, cosa extraña ya que el correo habitual era por palomas, gavilanes o gallinazos, obviamente provenía del viejo continente.

Sacó la carta y puso comida para la lechuza, se quitó la casaca y se sentó en su escritorio, el cual tenía encima varios aparatos que parecían funcional solos, un chivatoscopio, un tintero, una pluma, una estatuilla de cerámica que sujetaba varios trozos de pergamino y una curiosa barra de cristal que brillaba cuando la tocaba con la varita. La encendió y comenzó a leer:

(Traducido) "Estimado señor Daniel Guevara, solicitamos sus servicios para un caso de suma importancia, actualmente estamos coordinando esfuerzos con las oficinas locales de aurores para investigar la desaparición del Tumi de Chimú hace dos días, presumiblemente por partidarios de "el-que-no-debe-ser- nombrado..."

- Voldemort- susurró Daniel con una sonrisa maliciosa.

"... de la bóveda de la sucursal local del Banco de Gringotts. Su participación ha sido recomendada por el Dr. Jorge Velásquez. La reunión será mañana martes a las 5 pm en el Cuartel General de Aurores con sede en Londres, sea puntual.

Atte.

Kingsley Shacklebolt

El Tumi de Chimú era un artefacto que estaba guardado en el nivel más profundo y mejor resguardado del Banco de Gringotts y por muy buenas razones. Poco después de ser descubierto por arqueólogos muggles en las ruinas de la antigua ciudad de Chan Chan fue un símbolo emblemático de las antiguas culturas precolombinas, sin embargo no fue sino hasta que una comisión especial de magos la sometieron a algunas pruebas que se descubrió que tenía grandes poderes mágicos encerrados, de modo que fue clasificado de "Muy peligroso" y luego de hacer creer a la opinión pública, tanto muggles como magos, de que había sido robado y fundido, fue enviando a una bóveda de seguridad. La orden fue firmada por el Subdirector de la comisión. El Director fue reducido a cenizas por la reliquia.

Se suponía que Daniel no debería saber eso pero él tenía sus fuentes, tan disímiles como los propios Gnomos, vampiros, ladrones y el director de la revista "The quibbler", quien le caía muy bien.

Era otra historia la suya con Jorge Velásquez "¿Por qué me habrá recomendado precisamente ÉL?", pensó. Se dispuso a guardar sus cosas para viajar.

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Al otro lado del mundo un muchacho escribía apresuradamente una carta y la colocaba en la pata de una lechuza.

- Llévasela al señor Weasley. ¡Rápido!

La carta era corta:

"Los sueños han regresado, pero ahora son diferentes."