Décadas

¿Qué harías si tuvieses que esperar a alguien por una década?

#Disclaimer: Naruto no me pertenece, sino al genio Masashi Kishimoto


Capítulo 1: VIII

Era una noche fresca. Las nubes color violeta y el cielo comenzando a oscurecer construían un hermoso ambiente, y bajo dicha noche se realizaba una cena en un restaurant muy elegante y sobrio. Al interior del local, se destacaba en particular la mesa de la familia Haruno, la cual estaba muy animada y abarrotada de gente, con el característico cabello de tonos rosas. Adultos mayores, jóvenes, tíos, primos y niños pequeños tomaban lugar en la amplia mesa, compartiendo la reunión familiar que no era muy frecuente en el año.

Dentro de los niños y niñas que se encontraban en el comedor, una de ellas era Haruno Sakura, de ocho años. Con un vestido rosa pastel y botas rojas, la pequeña se sentía aburrida con el ambiente confuso en el que se encontraba. Habían primos y tíos que conocía, pero la mayoría de la gente no recordaba haberla visto en su vida, tanto así que de pronto consideraba más divertido el exterior.

Cuando miró hacia arriba se encontró con un camarero que llevaba los platos hacia la mesa de su familia, y le llamó la atención el hecho de que posea una máscara tapándole la boca. Tenía un aspecto misterioso.

La pequeña no se entretenía tanto mirando al camarero ir y venir entre el tumulto de gente cargando platos y copas. Ella miraba de vez en cuando hacia la puerta de entrada y los ventanales, donde se mostraban las luces de los faroles y de los automóviles. Finalmente sucumbió a su curiosidad y caminó lentamente hacia la puerta de entrada, pasando desapercibida ante toda la gente que estaba en el restaurant.

Al salir al frío de la noche le dio un poco de miedo, pero no dejaba de sentir curiosidad de cómo seria la ciudad en la que vive cubierta con el manto de la noche. Dio unos cuantos pasos, alejándose del local de comida donde se encontraban sus padres, y siguió por un callejón.

Caminó y luego dobló hacia la derecha, sin embargo se encontró de frente con la cara del hombre enmascarado.

—¿Qué haces aquí? —interrogó el peligris. Ante la sorpresa y la mirada fija del camarero, la niña retrocedió con una expresión asustada.

—Tranquila, no te voy a hacer daño. —la expresión del hombre la relajó un poco, ya que por sus ojos arqueados se dejaba una sonrisa a la imaginación. A pesar de que ya estaba más calmada, Sakura era inteligente.

—No sabré si me harás daño hasta que me muestres tu cara. —la mirada de la pelirosa era desafiante y burlona. Sin embargo, el hombre era aún más listo.

—Sakura, si no vienes conmigo de vuelta al restaurant te dejaré aquí sola y tendrás que arreglártelas por tu cuenta. —el ojinegro conservó su sonrisa, ahora con una expresión más de suficiencia. La ojiverde lo pensó un momento y luego soltó un suspiro.

—Bien, pero como tu sabes mi nombre yo quiero saber el tuyo. —al menos en eso le daría el gusto a la pequeña. —Mi nombre es Kakashi.

La niña sonrió, y extendió la mano mirando el rostro del camarero. —Vamos de vuelta.

Y así el hombre tomó la mano de la pelirosa y juntos emprendieron el camino. Sakura hablaba y hablaba, pero Kakashi sólo se ocupaba de escucharla y decir unos cuantos hm en respuesta.

—¡Oye, Kakashi! —gritó irritada.

—¿Qué decías? —el hombre enmascarado fingió interés.

—Te estaba preguntando cómo sabías mi nombre y no me respondías.

—Lo escuché de tu familia. Entre todas las extrañas anécdotas que contaron en la mesa.

La pelirosa forzó una sonrisa. —Sí, mi familia es un poco extraña...

Pronto llegaron al restaurant, donde el pánico reinaba.

—¡Si Sakura no aparece en cinco segundos más, demandaremos este lugar! —gritaba un familiar Haruno, con voz histérica.

—Aquí está.

Todos se voltearon a ver a los recién llegados: el camarero y la niña perdida. La familia de los pelirosas corrieron a abrazar a Sakura, la cual conservaba una expresión aburrida.

—¡¿Dónde habías estado? ¿Estás bien?! —exclamaba la madre de la ojiverde, y otros familiares más también mostraban su preocupación. La niña dirigió su vista hacia el peligris y sonrió, tomándolo por sorpresa.

Así concluyó la velada de los Haruno, con buena comida, emociones diversas y una niña que conoció a un camarero muy singular.


Esta idea me vino de repente al estar camino a mi casa y pasar por una pizzería donde había una niña que salió y nadie se dio cuenta.

Este long-fic tendrá menos de 10 capítulos, a menos que se me ocurra algo más para alargarlo y que quede interesante.

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