NOTA: SAINT SEIYA NI SUS PERSONAJES ME PERTENECEN. SOLO LOS TOMO PRESTADOS CON EL FIN DE DIVERTIRNOS UN MOMENTO. EN CAMBIO SON DE MI AUTORÍA PERSONAJES COMO SALEM DE CANCER, ODRIA DE CAPRICORNIO Y JAMES DE CEPHEO.
1.
Todo reluce como siempre.
Los grandes ventanales dejan ver la pálida luz que atraviesan las lejanas nubes en el cielo, un aire salado resopla cada que la marea del opaco océano choca en los rompeolas, las cortinas se mecen al ritmo de la música que suena en aquella casona de antaño…
Como todo el tiempo, te encuentras sentada frente a ese gran ventanal, observando desde la comodidad de ese sillón de colores viejos como juegan esos niños en el tapete que acabas de terminar hace una semana. En tus manos tienes ese libro usado de historia, colocas el separador y luego lo dejas en la mesa de pino que esta frente a ti. Miras como los gemelos, tus tan amados hijos juegan con esa cajita musical y la hacen sonar una y otra vez, escuchar sus risas infantiles te da un alivio en el alma y agradeces todo el tiempo que has estado con ellos.
Suspiras para tu interior, dejando escapar el aire tan rápido y por una fracción de segundo te pones a pensar en todo aquello que has dejado atrás, desde la hermosa ciudad en Grecia hasta esa búsqueda implacable que mantuviste durante años para dar respuesta sobre el paradero de tu verdadero progenitor, inclusive dejaste en aquella ciudad tan lejana al amor de tu vida, a ese hombre por el cual hubieras dado tu vida entera. Sierras los ojos y en ese parpadeo logras visualizar al hombre tan odiado, quien te separo de tu alma gemela, sonríes por otro momento al recordar al heleno, ese viejo amigo que ha dado mucho por ti, al cual creíste que sería el nuevo amor de tu vida, pero solo fue eso, una simple confusión que nunca debió ocurrir y por último, al voltear hacia el ventanal y ver los fogosos rayos del ocaso, te recordó el cabello del holandés, el pequeño hombre el cual cuida en tu lugar todo aquello que protegiste alguna vez…
Suspiras nuevamente y ahora tu vista regresa a la realidad, esa realidad tan tuya y de nadie más, por un segundo te permites observar de pies a cabeza todo lo que los gemelos han crecido en estos tres años, y el cómo cada día se parecen más a su padre, esos pequeños de piel ceniza. Andru, el mayor es quien se parece más a su padre, tiene sus ojos color aguamarina y el cabello rubio que acaba en pequeñas ondas que juguetean con el viento, tan parecido a ese hombre que también es inquieto, alegre y confiado en todo lo que hace, sin dudas es digno hijo suyo; luego giras a ver a Alex, tu pequeño, ese niño es más parecido a ti, sus ojos achocolatados son tan grandes como los tuyos, tiene el mismo tono acaramelado en el cabello, solo que a diferencia de Andru, tu pequeño tiene diminutos bucles que cuelgan cual resortes, él es más serio, mas intuitivo que el mayor, una cualidad tan tuya como suya, ambos inseparables, tan diferentes pero a la vez tan parecidos, ambos tan tuyos.
Comienzas a caminar lentamente, al tiempo que extiendes tus brazos y te dejas caer con calma sobre tus rodillas, quedando a la altura de los niños, los aprisionas en un fuerte y cálido abrazo, depositando un tierno beso como solo tú sabes dar.
- - Andru – volteas y le das un beso en la mejilla – mi precioso angelito y tu Alex, mi serafín dorado – e igualmente depositas otro en la mejilla del menor – no tienen idea de cuánto los amo mis querubines…
Ambos sonrientes, pareciera que brillan cada que esa curiosa sonrisa les aparece en el rostro, el escuchar sus sonora carcajadas te hace sentir un alivio, te hace regresar a la vida y te hace no sentir culpa de todo aquello que llegaste a hacer en algún tiempo…
Desde la calle se escucha el estallar con potencia contra ese viejo muro de piedra y con ese sonido llega la inevitable sensación de peligro nuevamente…
… tomas a los niños en tus brazos, dejando caer los juguetes de sus manitas por el repentino movimiento, pareces agitada, deseas pensar con más claridad pero sabes que eso te será imposible. Por reacción lo primero que haces es ir al pasillo ya bajar la escalera que da al ático, donde suben y ellos perciben que algo no está bien, en especial Alex, el niño te mira con incertidumbre, esperando a saber qué es lo que pasa. Caminas hasta encontrar un buen escondite y poder dejarlos ahí hasta que la sensación de peligro pase, los bajas de tus brazos y los dejas escondidos de tras de unos viejos muebles, cubriéndolos con una frazada de color obscuro para ocultarlos en la negrura de aquella vieja habitación.
- - Por nada del mundo salgan de aquí, si escuchan que la escalera se baja tápense mas, hasta que no escuchen mi voz y en especial logren sentir mi presencia no salgan entendieron… - acto seguido simplemente depositas un beso en sus frentes y te marchas.
… la imagen que capturan tus castañas pupilas se comienzan a teñir de un tibio color carmín y el ardor de un cuerpo herido comienza a dar paso a la desesperación, tu cuerpo es impactado una y otra vez contra la pared del pasillo, creando moratones tan obscuros que parecen hoyos, sientes como el crujir de algunos huesos al desquebrajarse se hace obvio, y el dolor en tu rostro no puede ser retenido por más tiempo.
... El cielo se obscurece, y las cumulonimbos comienzan a abrirse paso sobre los rayos naranjas que despiertan al ocaso. Dentro de una de las propiedades que están a la orilla de aquel acantilado, una madre está decidida en entregar su vida de ser necesario por el bienestar de sus hijos, es azotada una y otra vez, pateada, atacada, pero su orgullo es más fuerte y no dirá nada.
- - ¿en dónde los tienes? – una figura diminuta, cubierta con capas obscuras te pregunta una y otra vez con voz autoritaria – contesta maldita, ¿Dónde tienes a las joyas?
Al no decir nada, eres impactada nuevamente contra la pared, dejando como evidencia un hilo color carmín que desciende desde tu sien derecha hasta el suelo, estas agitada, muy cansada por usar tu fuerza al proteger a los tuyos.
- - Caos, amico… vayan y traigan a esos mocosos, los quiero ilesos por órdenes de nuestro señor…
- - Como usted ordene señora – dijeron ambos en lo que parece latín.
La tortura para tu cuerpo sigue sin poder tranquilizarte, pero sabes que esto se está poniendo peor cuando descubres que tu cosmos no puede ser utilizado, el pánico comienza a llenarte el rostro cuando ves que aquellos animales traen a tus hijos jalando de la muñeca.
- - Les dije que tuvieran cuidado con ellos, par de idiotas…
- - Alsipe, mejor termina con esto de una vez y vámonos que seguramente el señor Morfeo está inquieto – dice una nueva figura, clamada y segura de sí mismo
- - Céfiro, cálmate, ya le doy el golpe de gracia… o mejor dáselo tú, al cabo que has llegado amigo mío…
El hombre de impotente altura se quitó la capa por un momento, dejando ver a alguien completamente opuesto a lo que su gruesa voz deja ver. Elegante porte, imponente altura, quizá de 190 a 2 metros de altura, ojos totalmente inexpresivos de color violetas, piel caucasica. El hombre camina hasta donde te encuentras y utiliza una le sus tecnicas, mandandote a volar una ultima ves para volar atravez de los cristales y caer en seco...
... Sientes como tu pecho comienza a detenerse poco a poco, hasta que te sumerges en una especie de letargo eterno...
La joven de castañas hebras se despierta rápidamente, sintiendo como su corazón terminara por estar oprimido y le falta el aire por la terrible pesadilla. Este sueño lo ha tenido desde hace un mes y cada que despierta, su corazón es oprimido por alguna razón...
- Saori, ¿te encuentras bien? - la voz del otro lado de la puerta le basta para estar tranquila y disipar ese terrible sueño.
- Seiya... Adelante por favor - dice mientras acerca la bata y la pone sobre sus hombros - ¿sucede algo?
- Te escuche, ¿de nuevo tuviste esa pesadilla? - dice mientras le ofrece una taza con Té de tila para calmar los nervios.
- Me temo que si, es la misma sensación, quizá deveria de mandar a alguien a su casa, solo para estar segura de que se encuentran bien. - dice mas para ella que para que la escuche
- Relájate, ya le mande una nota a Aiolos para que tome cartas en el asunto - le dice tranquilo
- Gracias Seiya...
Como siempre, se toma la libertad de ir un paso al frente, por eso y por más razones es que lo tiene como parte de su escolta personal, siendo que a ningún otro Santo de oro deja estar tan cerca de ella como lo ha permitido con el Santo de Sagitario actual.
Toma entre sus manos la taza humeante y cierra los ojos con más tranquilidad al sentir el roce de sus dedos, permitiendo sentir ese calor tan apasionado y con tanto fervor que solo él tiene.
SANTUARIO, SALON DEL TRONO...
Se encontraba paseando por el lugar, esta inquieto por la última carta que le mando Seiya sobre el estado de su querida Deidad.
- Relajate o te mando a otra dimencion y digo que estas de viaje - dice Saga, quien acaba de llegar hace un momento – ya me mareaste
- Lo siento, pero tu tambien te vas a poner así cuando leas la carta que mando Seiya – dice extendiendo una hoja de papel.
El actual consegero del Patriarca toma la hoja y comienza a leerla detenidamente, llenando de preocupación su rostro con cada palabra que ha leido.
- Aiolos... - su vos se entrecorta - esto... Dime que esto no es lo que pienzo...
- lamento decirte que la señora Atena a tenido malos presentimientos, lo peor del caso es que no mandare solo a Can de Cerbero...
- ¿Te atreverás a Mandar a Cancer con el? - sus ojos parecen platos - dime que no cometerás esa estupidez Aiolos - le exige saber el juez.
- No tengo de otra...
Fundacion Graude, Casa de Kiddo, Japon...
Desde que desperto, Saori a tenido la mala sensación de que algo no marcha bien, cuando Sagitario acudio a su ayuda, dio la orden de empacar todo y prepara el viaje de regreso a Grecia. Estaba de pie frente al gran ventanal donde esta el balcon, mirando desde lejos el traslado de sus pertenencias. Desde afuera, un chico de cabellera larga y ojos color esmeralda, supervisa todo con suma importancia, mientras que otro castaño se dispone a entrar a la casa.
La Diosa, quien se comporta ahora como la hermana preocupada sujeta en sus manos un paño de seda lila, enredándolo entre sus delgados dedos, suspirando cada que fracmentos de aquel terrible sueño surcan su mente.
La puerta de su habitación se abre lentamente, siendo observada por los orbes castaños de su "amado", aunque a sabiendas del santuario, solo es uno más de sus guerreros.
- Saori, Aiolos a mandado ya a investigar en su domicilio. - dice sereno, mas que de costumbre- relajate un poco por favor, podría hacerles daño.
El que actualmente porta el cargo de Sagitario camina tan despacio al lado de su "amada" deidad, colocandole su mano sobre el hombro de ella en un intento de tranquilizarla. La diosa suelta una de sus manos de aquel paño de seda, entrelazando sus fragiles dedos en los de su compañero, agradeciendo el que este para ella en ese momento tan dificil. Gira lentamente para verlo directamente a los ojos y ver dentro de su alma a la persona que mejor la comprende y ayuda, esta totalmente agradecida que este en aquella habitación, en soledad para decirse sin palabras lo que ambos sienten.
Ninguno de los dos siente la precensia del que porta a virgo, hasta escasos pasos de la entrada, ambos recuperan la postura que han mantenido, regresasndo a ser simplemente la diosa y el caballero que son.
- Diosa Atenea, disculpe si la he inoportunado, pero vengo a informarle que todo está listo para nuestro viaje de regreso al Santurio.
- Grasias Shun, ya no tenemos tiempo que perder, partamos de inmediato.
Dicho esto, Saori sale de aquella habitacion, dejando atras a Seiya y a Shun, para ir por las últimas maletas y regresar a su (no tan sagrado) Santuario.
Al llegar a su habitación y estar en completa soledad consigo misma y cerrando la puerta con seguro de tras de sí, gira lentamente a donde se encuentra el espejo de tocador con detalles en dorado. Mira con detenimiento cada facción de su rostro, cada línea de expresión que se encuentra en este, mira sus manos y como ha pasado el tiempo a través de ellas, observa que su persona comienza a cambiar poco a poco y que su cuerpo mortal está envejeciendo lentamente.
Ella creció siendo tratada como una humana hasta que su abuelo le conto la realidad de su vida, ella creció al lado de sus actuales Paladines Dorados, ella creció sabiendo que existe el bien y el mal, ella creció simplemente siendo Saori Kiddo, la nieta de Mitsumaza Kiddo, un multimillonario, el cual creo la famosa Fundación Graude, el que fue un abuelo cariñoso y compasivo con ella, quien lo fue todo en un principio. Ahora a sabiendas que aquellos días han quedado en el pasado, se aferra a la verdad, ella es Atenea, la diosa de la guerra justa y guardiana del mundo como tal.
Y es por esta simple y existencial razón por la que cuestiona sus sentimientos hacia Seiya. ¿Cómo siendo una diosa de la mitología, la cual se dice que hizo el voto de castidad hacia su padre, puede estar en constante conflicto con lo que dicta su corazón? ¿Cómo es que se permite amar a uno de sus santos sobre todas las cosas? ¿Por qué motivo tiene que dividirse siempre en la diosa y en la mortal? ¿Por qué simplemente no puede ser una?
… la humana
Todas estas interrogantes son las que siempre rondan en su mente cada tanto y es aquí cuando realmente se siente completamente sola, es aquí cuando extraña y llora a mares la falta de su única y verdadera amiga…
…Es cuando realmente lamenta haberle permitido a Rene el alejarse para siempre del Santuario.
Una lagrima furtiva logra escapar del borde de sus ojos, haciéndolos enrojecer, se mira al espejo una última vez, avergonzada comienza a imaginar lo que ella le diría si la viese en ese estado…
… déjate de estupideces existenciales Saori. Tú al igual que el resto tiene el derecho de amar. ¿Seguramente eres la hija casta? Por favor, deja de lado la trivialidad divina y da tu brazo a torcer, dile al pobre poni lo que sientes, permítete conocer los verdaderos sentimientos humanos. El que seas la encarnación de una diosa, no significa que debas ser como una, al fin y al cabo que esta vida es solo por este momento. Disfruta con todos los placeres que conlleva y date la oportunidad de amar de verdad, no solo como la madre protectora, sino también como la diosa y sobre todo como la humana que eres… ¡deja de lamentarte como siempre lo haces y decídete a vivir de verdad! ¡Ahora limpia esas lágrimas y ve a decirle a Seiya que lo amas con todo tu poder de diosa!
Y así lo hizo.
Limpio una vez más esas lagrimas que escaparon de sus verdosas cuencas y sonrío para sí misma, permitiéndose llevar una de sus manos a su vientre, viendo con ilusión que pronto se abultara y realmente conocerá la vida como verdaderamente es.
Hola y disculpen, este capitulo es corregido por un error de sistema. espero lo disfruten
