Bienvenidos a esta historia. Es proveniente de una idea que tuve hace algún tiempo y recién me he animado a escribir. Espero les guste. Saludos!
PRÓLOGO
Nunca sentí lo que hoy siento,
las sonrisas que hubieron, no volverán,
los hermosos sueños,
trizas pequeñas se volvieron.
Los recuerdos alegres del pasado,
tristes penas hoy serán,
los amables y hermosos besos,
una gran agonía en mí, crearán.
- No eres más que un mero idiota – dijo Inuyasha con burla – ¡Nunca debiste confiar en ella! – expresó burlándose con más ganas, mientras jalaba la mano de la triste joven que estaba a su costado. La miró sonriente y dijo – Ella sólo quería dinero y yo se lo ofrecí, por cada momento contigo, aún cuando fuera un simple acercamiento ¡Era dinero para ella!, ¡Tú sólo eres y será un ingreso de dinero para ella! – Comentó y todos reían – Además, para que sepas, ella gozó más conmigo que contigo – finalizó de manera prepotente y abrasándola con mucha fuerza.
Pese a las risas, las burlas hacia el joven; todo el ambiente se sentía tenso, demasiado. Todo se perdía entre dos miradas. La de Sesshomaru y la de Kagome. Él la miraba consternado y sentía que la ira iba arremolinándose en su estómago e iba quemando sus entrañas, más sin embargo, su escudo de frialdad comenzó a marcar sus facciones, casi en su totalidad.
De un momento a otro, de manera casi imperceptible, Inuyasha le dio un pequeño codazo a Kagome; y ella, como despertando de un letargo, apartó la mirada y su cabello tapó su rostro. Después de unos segundos, expresó con gran ironía, hacia Sesshomaru – Es tu problema haber caído en mi trampa – Dijo lentamente – todo este tiempo es nada, cariño – dijo esta vez, mirándolo con una sonrisa fría, una maldita sonrisa que estaba condenando su actuación – todo, absolutamente todo lo que hemos vivido hasta ahora es solo como un oasis en el desierto; visible, pero no real – culminó impasible, sintiendo, por dentro, que su propio corazón se partía en pedazos.
Él la siguió mirando, mientras escuchaba los cuchicheos de todos quienes los rodeaban. No sentía vergüenza de estar ahí, de ser el centro de atención pese a ser una situación humillante. No le interesaba en lo más mínimo, pues estaba acostumbrado a que todos lo mirasen; sin embargo, le dolió saber lo que había escuchado. Que había caído estúpidamente, por haber creído que ella sería distinta por su carácter fuerte; pero por segunda vez, y con la misma treta cayó en un juego así; además de ser ideada por la misma persona, Inuyasha. Sintió que el peso del odio podría con él, así como el del dolor. Sus ojos, a través de sus lentes (que por suerte llevaba ese día), no demostraban más de lo necesario para su suerte. Pero estaba dolido, demasiado. Mirando por última vez (para él) a la joven, expresó con odio, denotando sentimientos, sin querer hacerlo – Entendido – y se fue sutilmente, ignorando a todo mundo y queriendo solo encerrarse y descansar para olvidar.
Kagome esperó a que todos se fueran, sentada, mirando hacia el vacío. Inuyasha hablaba, pero ella no le prestaba ni la más mínima atención, su mirada estaba perdida en la espalda de la persona que estaba marchándose. Sólo cuando notó que se habían quedado Inuyasha y ella; levantándose, le dijo a Inuyasha – dame el dinero que me debes; ya que sabes perfectamente, y con pruebas, que me acosté con él – dijo mirándolo fijamente de una manera perturbadora, que habría asustado a cualquiera, cualquiera menos él.
Inuyasha que había notado la partida de todos, suavizó su mirada y la miró. Él la amaba. Sabía que amaba a su compañera y se odiaba a sí mismo por haberla obligado a tanto, solo por sus caprichos. Sabía que ella lo detestaba, pero haber alejado a Seshomaru fue lo mejor. Así le quedaba el camino libre con ella. Después de observarla detenidamente, expresó – Sabes que te quiero, Preciosa – dijo mirándola, tratando de transmitirle su amor – teníamos que deshacernos de él, entiende, ya que sólo era un estorbo entre nosotros dos – le dijo al notar que ella no se inmutaba con su expresión de amor, aún cuando las demás la desearan con locura, luego sonrió – Pero sabes que como siempre, aquí tengo tu encargo, querida Kagome.
La chica, con cólera, le arranchó el dinero de las manos y dijo con mucha ira – Tú sabes el por qué de lo que hice, lo lastimé por dinero; pero más de tu sucio dinero, no aceptaría ¡Jamás! – terminó gritando y al borde de las lágrimas. Luego la furia pudo más con ella, ya que notó como a él parecía no haberle afectado en lo más mínimo sus palabras y enfurecida gritó - ¡Jamás estaría contigo! – Dijo totalmente furibunda - No eres nada más que un pobre imbécil que piensa que el dinero lo es todo, mas no es así – expresó de manera escalofriante – si no voy a estar con él, siendo que es a quien yo amo, menos estaría contigo – exclamó, y finalmente dijo - ¡Para mí, eres la peor escoria existente! – Dicho esto, ella se retiró dejándolo atónito, dolido y furioso.
