Bien, aquí va mi primer fic de acción, así que si las escenas de lucha no han quedado bien, perdón, espero ir mejorando. Por otro lado a ver si la idea os gusta para que disfrutéis leyendo. Ah! Y dejadme reviews (buenos y/o malos) para que pueda ir mejorando y que la historia no se quede en el olvido. Feliz lectura!
Capitulo 1. Hija de la noche, hija de humano
La luna llena salía roja aquella noche tranquila, demasiado tranquila para el gusto del cazador, que veía aquello como señal de que ese día habría pocas y aburridas presas. Hacía varias noches que no conseguía pasárselo medianamente bien hiendo de cacería, pero es que los vampiros artificiales que últimamente rondaban las calles de Londres, no saciaban sus expectativas.
Se dirigió al barrio bajo, lugar donde siempre se encontraba algo con lo que poder probar su excelente puntería. La fría brisa nocturna le azotó el pelo llevándole un aroma peculiar, que le hizo olvidar su objetivo. Nunca había olido nada igual, era un aroma dulce y fresco, tremendamente apetecible, jamás había encontrado sangre como aquella, ni siquiera el olor a sangre virgen llegaba a ser tan dulce. Picado por la curiosidad y la sed que acababa de despertar, siguió aquel rastro dulce por las abandonadas calles. Al girar una esquina se detuvo. Había llegado a una pequeña plaza en la que se habían congregado varios vampiros, al parecer, también atraídos por aquel tentador aroma. Sonrió. Al final parecía que sí iba a haber caza. Desenfundó a Casull y apuntó con cuidado, los tres despojos estaban muy juntos, tanto, que con un solo disparo podía volarles la cabeza a dos de ellos, y no le apetecía acabar tan rápido con la diversión. Rozó el gatillo listo para empezar a divertirse cuando una pequeña sombra llamó su atención.
Rodeando a los tres vampiros artificiales se movía una silueta rápida y sigilosa, se escuchó un disparo y uno de los vampiros se deshizo en polvo. Los dos restantes corrieron asustados en la dirección en la que su otro cazador les esperaba divertido y curioso anta la situación, con la pistola aun en la mano listo para disparar. Pero la sombra volvió a moverse. Otro disparo y el vampiro más cercano a la salida cayó al suelo deshaciéndose como un muñeco de nieve al sol.
El cazador gruñó, solo quedaba un vampiro y el también quería divertirse, así que se adelantó saliendo de las sombras, al fin y al cabo aquel era su territorio, y solo él tenía el derecho de divertirse con aquellos penosos seres que se hacían llamar vampiros, aun siendo solo míseros idiotas más despreciables que los ghouls. Levantó a Casull y apuntó al vampiro, pero una milésima de segundo antes de que apretara el gatillo, la cabeza del vampiro se desprendió limpiamente de su cuello y cayó al suelo como una bola de polvo y tierra.
-Muy bien, creo que te he tolerado demasiado –gruñó él guardando con enojo a Casull bajo su gabardina de cuero rojo oscuro- Este es mi territorio, y no consiento que nadie me quite la diversión.
-¡Oh! Cuánto lo siento –rió una voz- Pero si tan bueno eres para poder proclamar las calles de esta ciudad como tuyas, los habrías alcanzado antes que yo ¿O crees que no te he visto escondido entre las sombras?
-Sal bajo la luz de la luna, donde pueda verte antes de que te convierta en polvo –ordenó él.
De entre las sombras salió una figura femenina, vestida de negro, su constitución era ágil y su porte orgulloso.
-Creo que eres demasiado engreído para poder ser un buen cazador –opinó la joven.
-Deberías aprender a respetar a tus mayores –contestó el cazador mientras sacaba de nuevo a Casull.
La joven rió echándose a los lados la falda larga y abierta por el centro enganchada a un grueso cinturón, dejando a la vista unos pantalones igual de negros y unas botas algo bastas, así como una HK P3000 y una Walter P99, ambas armas plateadas enfundadas en un arnés a la altura de sus muslos.. El cazador la apuntó cuando aquel aroma volvió a él, durante unos segundos quedó absolutamente confuso, al parecer el olor provenía de ella, aunque aquello era imposible, un olor así solo podía proceder de un humano, y ella no podía serlo, era demasiado rápida. Quizá llevaba un chip mal implantado, o incluso un modelo nuevo.
-Eres muy lento –dijo una voz a su espalda, segundos después sonó un fuerte disparo.
Sintió una horrible quemazón en la parte posterior de la cabeza, y como su cráneo se partía, como la bala se abría camino de nuevo al exterior por el otro extremo de su cabeza. Cayó al suelo sangrando abundantemente, aquella zorra le había disparado a quemarropa. A duras penas seguía consciente. Rió. A un humano aquel disparo lo habría matado en el acto. Por suerte para él, hacía siglos que había dejado de serlo.
-Parecías bueno, aunque al final has resultado ser como los demás –le dijo ella con desprecio- Ni siquiera me molestaré en escuchar tu nombre.
La luz de los ojos del cazador se apagó y estos se cerraron. La joven caminó hacia el otro extremo de la plaza, toda aquella caza ya la aburría, desde hacía un tiempo solo se cruzaba con vampiros patosos y sin ningún orgullo, definitivamente los tiempos habían cambiado.
-¿Enserio no ves de provecho aprender mi nombre? –rió una voz a su espalda.
Ella se giró con las armas en alto, lista para disparar. Pero se quedó de piedra al ver a aquel maldito vampiro al que acababa de agujerear el cerebro de pie ante ella, riendo ante su cara de asombro.
-No puede ser –musitó ella- Te he volado la cabeza.
-Al parecer no soy el proyecto de vampiro que habías pensado, ¿cierto? –el vampiro la miró con intensidad tras sus gafas de cristal rojo.
La chica disparó y le dio de lleno en el hombro derecho, haciéndoselo añicos. Pero el vampiro se limitó a reír, y con asombro la muchacha vio como su herida se curaba envuelta en oscuridad, dejando el hombro intacto.
-Vaya, creía que ya no quedaban vampiros antiguos en Inglaterra –comentó la joven con una sonrisa, retándolo.
En la oscuridad solo se escucharon disparos, que atravesaban la plaza de lado a lado. La chica esquivaba las balas, aunque hubo alguna que la rozó quemándola, y dejando profundos cortes en su piel. El cazador no se molestaba prácticamente en esquivarlas, apenas le habían tocado y sus heridas ya se estaban cerrando.
-Ya me he cansado de jugar como un mortal –le dijo él guardando su pistola- Ahora sabremos lo buena que eres.
Ella lo miró interrogativa, con el tono que utilizaba se estaba temiendo lo peor; se había enfrentado a muchos vampiros, pero a ninguno como él, ninguno había sobrevivido hasta ahora con un tiro en la cabeza. Desde lejos vio como el no-muerto levantaba sus manos enguantadas y murmurando algo que no llegaba a oír. Entonces todo se volvió negro y a su alrededor se abrieron incontables ojos rojos, que la observaban sin parpadear. Sobre ella se abalanzó un perro negro como la noche que llevaba al cuello tres pesados collares de hierro, en su cabeza brillaban seis ojos rojos que reclamaban sangre. La joven disparó, pero el animal no se detuvo, así que guardó las pistolas y sacó la larga daga de hoja irregular que tenía escondida entre los pliegues de la negra falda. Esperó a tenerlo suficientemente cerca y cuando la bestia abrió las fauces, la joven se apartó y con un rápido movimiento separó la cabeza del resto del animal. Su cuerpo decapitado cayó pesadamente al suelo y se agitó durante unos segundos. Respiró aliviada al ver que no se volvía a levantar, como momentos antes había hecho su creador.
-Nunca esperes que el ataque venga solo de un lado –le susurró una voz al oído.
Sintió un fuerte golpe en la nuca y cayó al suelo.
-Mi Ama me llama –le dijo el vampiro quitándose las gafas y dejando a la vista sus penetrantes ojos rojos- Alucard.
Los ojos de la joven se cerraron al quedar inconsciente, y el cazador se dispuso a observar con más detenimiento a su presa. Se la llevaría a Integra viva, si se trataba de un nuevo chip, seguro que era más fácil estudiarlo si el sujeto estaba vivo. Se agachó junto a ella y le quitó el armamento, que solo constaba de dos pistolas y una daga, luego se dedicó a contemplarla. Le separó los pálidos labios y comprobó que tenía los dos característicos colmillos, además de tener los dos incisivos siguientes más puntiagudos de lo normal. La cogió en brazos, pero sus rodillas flaquearon, aquel aroma… se inclinó sobre ella… ese olor tan dulce…
Con un respingo se alejó de su fino cuello, cubierto por un top negro de cuello alto. No debía morderla, si la mordía era posible que la infectara y no sirviera para la investigación, y eso seguro que cabrearía en exceso a Integra. Aunque debía admitir que le iba a ser difícil resistirse a morderla, su sed le pedía poder sentir la cálida sangre recorrer sus labios. Entonces lo se escuchó, un latido, otro más, aquello no podía ser cierto, era prácticamente absurdo, el corazón de la chica no podía estar latiendo. Sin embargo… puso una de sus manos en su pecho y notó los golpes de un corazón fuerte. El cazador frunció el ceño, aquello de cada vez era más extraño. Se quedó mirando su pecho, intentando ver bajo la carne y el músculo. Volvió a separar sus labios para comprobar si los colmillos eran auténticos, no sería la primera vez que un humano se hacía pasar por un vampiro… y se quedó sin habla, lo sintió, sintió un aliento cálido escapar de sus labios abiertos.
-Esto tiene que ser una broma –musitó él, de todas maneras, las pruebas en la Organización se encargarían de descubrir que era aquella chica joven, que no aparentaba tener más de veintitrés años.
Se puso en pie y comenzó a caminar adentrándose en las sombras que a su alrededor crecían.
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-¿Qué tal la cacería? –le saludó Pip.
-Puede que más provechosa de lo que me esperaba –sonrió él.
El joven se acercó para examinar a la joven.
-¿Quién es esta preciosidad? –le preguntó con curiosidad mirando con detenimiento el cuerpo inconsciente que llevaba el vampiro.
-El próximo conejillo de indias de Hellsing.
-¿Es… es una vampiresa?
-Sí.
-¡¿Por qué todas las tías buenas que últimamente me encuentro son vampiresas?! –se quejó Pip haciendo que sus compañeros lo miraran con curiosidad.
-Como decís los mortales: la vida es injusta –contestó Alucard comenzando a caminar- Por eso yo renuncié a ella.
-Que consuelo –musitó el mercenario dirigiéndose a su puesto.
Llegó al enorme vestíbulo de la mansión, se paró un momento, ¿entraba en el despacho de Integra con la chica en brazos? No, era mejor que no, bien que seguro se divertiría al ver su reacción, pero prefería evitar el mal pronto de su Ama.
-Por favor Alucard, dime que no se te ha antojado otra vampiresa. Te recuerdo que este lugar no es un albergue para monstruos, ni un sitio dónde formar un harén –Integra estaba bajando las escaleras junto con Walter.
-No, mi Ama; la he traído porque creo que la encontrareis de gran interés –contestó el vampiro con una sonrisa ante el comentario de la mujer.
-¿Qué tiene ya para mi un no-muerto de interés? –Integra alzó una ceja.
-Pues que este respira y que su corazón late.
-¿Cómo has dicho? –la mujer lo miró de hito en hito, aquello era imposible.
-Compruébelo si no me cree –Alucard se acercó a ella con la vampiresa en brazos.
La mujer le colocó los dedos en el cuello para comprobar su pulso, y se fijó en que su pecho subía y bajaba como consecuencia de una lenta respiración.
-La encontré en los barrios bajos cazando mis vampiros, he de decir que tuvo agallas para retarme. En cuanto me di cuenta de que respiraba pensé en traerla aquí, quizá se trate de un nuevo tipo de vampiro artificial –contestó él adelantándose a las preguntas de su Ama.
-¿Algo más Alucard? –le preguntó Walter con una sonrisa- Tengo la sensación de que hay algo que te inquieta.
-Es algo que los humanos no pueden percibir –Integra y el mayordomo lo miraron con interés- Es su olor, no huele como un humano, ni como un vampiro; su aroma es demasiado dulce… ni siquiera los niños recién nacidos alcanzan el grado de frescura que tiene la sangre de esta chica.
-¿La has mordido? –la mujer lo miró con dureza.
-No. He supuesto que si lo hacía ya no serviría para la investigación.
-Has hecho bien –sonrió Integra- Sígueme, la llevaremos a los laboratorios, ¿cuántas horas permanecerá inconsciente?
-Al menos unas cuatro horas –contestó el no-muerto siguiendo a su Ama.
-Tiempo suficiente para llevar a cabo las pruebas básicas necesarias.
-¿Qué es ese olor? –preguntó una chica joven.
Ceres había subido de las mazmorras guiada por el suculento perfume.
-Es su sangre –sonrió Alucard mirándola.
La joven torció el gesto acercándose.
-¿La has olido desde tu cuarto? –le preguntó Walter.
-Sí, pero nunca pensé que pudiera ser su sangre –contestó la joven ex-policía.
-Ya seguiréis hablando en otro momento sobre cómo huele la sangre, ahora lo que importa es hacerle las pruebas para ver si se trata o no de un nuevo tipo de vampiro artificial –concluyó Integra.
-Si no lo fuera… -comenzó a decir el vampiro.
-Mientras no la transformes en otra no-muerta, puedes hacer con ella lo que quieras –contestó su Ama sin darle importancia.
Alucard sonrió mirando el cuerpo inconsciente que descansaba en sus brazos. Ceres sintió un escalofrío al ver la expresión de su Amo.
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La cabeza le daba vueltas, abrió los ojos con lentitud, todo estaba oscuro, demasiado oscuro. Intentó incorporarse, pero sus muñecas estaban encadenadas a la pared por encima de su cabeza. No podía creer que en aquellos tiempos aun hubiera gente que encadenara de esa forma a los presos. Movió las muñecas, pero las cadenas estaban apretadas a conciencia. Fuera como fuera, tenía que salir de allí, sabía que aquel vampiro vestido de rojo se encontraba cerca, y eso la inquietaba y molestaba a partes iguales. Ningún vampiro había sobrevivido hasta ahora a su encuentro, y ese no iba a ser diferente, a pesar de que se sentía tremendamente vulnerable cuando estaba en su presencia.
-Bueno, lo primero es salir de aquí –murmuró para ella- Luego a por ese maldito chupasangre.
Respiró hondo cerrando los ojos, tensó los músculos de sus hombros y con un golpe seco bajó los brazos. Sintió como sus huesos se rompían, como su piel se desgarraba y como su sangre resbalaba por sus brazos desnudos. Sus ojos se llenaron de lágrimas, la joven se desplomó en el suelo encogida, pegando sus destrozadas manos a su pecho, intentando no gritar por el dolor que sentía. Volvió a respirar hondo, intentando calmarse, mientras las heridas poco a poco dejaban de sangrar.
-Esta me la vas a pagar, maldito monstruo –gimió, aun encogida en el suelo.
Al cabo de poco, se sintió con las fuerzas necesarias para salir de allí en busca del vampiro. No le fue difícil abrir la puerta de una patada. Se encontró en un pasillo oscuro y tétrico, sin duda alguna, aquellas eran las mazmorras de algún lugar. Siguiendo las corrientes de aire dio con unas escaleras que ascendían, las siguió sin bacilar llevándose una mano al interior de su falda, pero no encontró nada, lógico, hubiera sido de estúpidos dejarla armada, aunque estuviera encadenada a una pared.
Escuchó unos pasos, había varios hombres escondidos cerca de la salida, podía olerlos. Si no iba equivocada, la estaban acechando tres a cada lado de la salida, más otros cinco detrás de la esquina más cercana. No sería muy complicado quitarlos de en medio, a uno de ellos le temblaban las rodillas.
-Manos a la obra –rió ella.
Empujó la puerta escondida tras el espejo del pasillo y salió con tanta rapidez que los hombres que la esperaban, apenas pudieron ver un borrón negro que pasó a su lado, uno de ellos ahogó un grito al recibir un golpe en el estómago cuando salía al pasillo listo para disparar.
No se encontró con nadie más durante unos minutos, aunque los podía escuchar moviéndose por la mansión buscándola. No la encontrarían si ella no quería ser encontrada. Escuchó unos pasos por el pasillo de su derecha, y esperó a que el humano se acercara, antes se había olvidado de coger un arma.
-¿Me la prestas? –el hombre se sorprendió al escuchar una voz femenina a su espalda, aunque cayó al suelo inconsciente antes de poder darse la vuelta- Gracias.
La joven recogió el arma del suelo cuando notó aquella presencia sobrecogedora, el vampiro andaba cerca. Con sigilo se movió entre las sombras y se paró en una esquina, cargó el arma con todo el sigilo que pudo, y salió al encuentro.
Una chica joven la miró con miedo en sus ojos azules. Ella la apuntó, pero no disparó. La miró con atención, era sin duda una vampiresa, pero sin embargo la veía indefensa, infantil. Bajó el arma, dispuesta a irse.
-Para ser un buen cazador, no hay que vacilar –susurró una voz en su oído.
Ella se giró con rapidez, metiendo una mano dentro de la gabardina roja y sacando a Casull, encajándola en la boca del no-muerto. Apretó el gatillo y la mitad de la cabeza del vampiro voló, salpicando alrededor con sangre y entrañas.
-Yo no vacilo, escojo –dijo la vampiresa con orgullo y determinación.
Tiró el arma ensangrentada al suelo, miró de nuevo a la joven que la observaba horrorizada y echó a correr, aquel lugar no le gustaba, la aprisionaba, prefería pelear en campo abierto, dónde tenía más libertad de movimiento. Por que había que ser realistas, no había acabado con el vampiro.
-El juego se acabó –gruñó una voz que pareció salir de la nada.
Un fuerte golpe tras las rodillas la hizo caer en plena carrera. Giró sobre si misma y vio de nuevo ante ella a aquella figura oscura y poderosa, vestida de rojo. Levantó las piernas para darse impulso y de un salto se levantó.
-Yo nunca juego –contestó ella.
El no-muerto enarcó una ceja y se movió con una rapidez que ella jamás había visto. Como acto reflejo se giró y lanzó un puñetazo, pero el cazador agarró su muñeca estirando de ella hacia delante con brusquedad, agarrando su otro brazo para inmovilizarla. La joven intentó liberarse, pero el agarre era firme y fuerte, y eso que solo le estaba sujetando las muñecas con una sola mano.
-No sabes el tiempo que hace que no cazo para alimentarme –le susurro cogiendo a la muchacha de la mandíbula echándole la cabeza a un lado para tener mejor acceso a su cuello.
-Pues creo que hoy también pasarás hambre –contestó ella liberándose con esfuerzo del agarre y dándole un codazo en la cara al vampiro que la soltó.
La puerta principal estaba a su izquierda, si corría lo suficiente llegaría.
-De aquí no hay salida –le dijo el cazador golpeándola con tanta fuerza que la lanzó hacia atrás hasta chocar contra la pared con fuerza.
Su cabeza dio vueltas, era incapaz de aclarar su vista, todo se volvía negro por momentos. Sintió como el vampiro la presionaba contra la pared con su propio cuerpo.
-Fin de la partida –susurró él bajando el cuello de su top, abriendo su boca, deseoso de poder beber.
-Alucard basta –una voz femenina resonó en la sala.
El vampiro se alejó de la muchacha, que sin esa presión, cayó pesadamente hacia delante.
-Aun no tenemos los resultados de los análisis, y además antes quiero hacerle unas preguntas –Integra miró con dureza al vampiro- Así, que controla tu sed al menos un poco más.
Ceres llegó corriendo a la sala, y se encontró a la joven tirada en el suelo del vestíbulo.
-¿Está muerta? –preguntó ella.
-No, aun no –contestó Integra- Cuando se escapó mandé a unos cuantos hombres armados con sedantes, pero está claro que no han conseguido pararla.
-Lo interesante, lady Integra, es que ninguno ha sufrido un daño importante, solo un golpe en nuca y estómago –informó Walter llegando a la escena.
-¿No ha intentado matar a nadie?
-Por lo visto no, al parecer solo quería salir de aquí.
-Tiene algo diferente –murmuró Ceres- Pudo haberme matado, pero no lo hizo.
Integra frunció el ceño pensativa.
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Un fuerte disparo y despertó con un grito de dolor. Su hombro derecho sangraba a mares. Delante suya había cuatro personas, una de ellas alta, que sonreía con maldad y que sujetada una enorme pistola apuntándola.
-Soy Integra Hellsing –se presentó una mujer de larga cabellera rubia- necesito hacerte unas preguntas.
La vampiresa la miró mientras se sujetaba el sangrante hombro.
-Te hemos hecho unos análisis y no llevas ninguna clase de chip, pero si que se ha encontrado en tu sangre una mezcla interesante de genes humanos y vampíricos ¿Quién te manipuló genéticamente?
La joven siguió mirándola sin decir palabra.
-Alucard, si eres tan amable –pidió la mujer.
El vampiro sonrió y apretó el gatillo. Ahogó un grito de dolor cuando la bala le atravesó la rodilla izquierda.
-Por tu bien contesta –insistió la mujer- ¿Quién te creo?
-No hablo con mortales –contestó ella en un gemido.
Otro disparo le golpeó la mano que tapaba su herida del hombro.
-No te he dicho que dispararas.
-Me pudo la emoción –se disculpó el cazador con fingida lástima.
Las lágrimas de dolor resbalaban por su rostro.
-Solo te lo diré una vez más: contesta.
El cazador levantó de nuevo su pistola.
-Lady Integra espere, sus heridas no se curan –dijo de pronto Walter.
La mujer la miró con atención, los balazos seguían sangrando, parecían tener un ritmo de curación bastante más lento que el que había visto en otros vampiros.
-Volveré un poco más tarde, y para entonces, espero que contestes… o te dejaré a solas con Alucard –la amenazó la mujer con seriedad.
Todos se fueron de la celda menos la chica de ojos azules, que se acercó a ella sentándose a su lado.
-¿Por qué no me disparaste? – le preguntó sin andarse con rodeos.
-No veía motivo para ello –contestó la vampiresa con un quejido- Yo solo mato vampiros.
-Yo soy uno.
-No, tú aun no has bebido sangre, ¿cierto? -la chica la miró a los ojos- Tu sentimientos humanos te lo impiden.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque eres igual que yo.
-Entonces tu Amo te estará buscando…
-Yo no tengo dueño –gruñó la chica con enfado, mientras se apretaba el hombro herido para detener un poco la hemorragia.
-Pero si no has bebido sangre, no puedes separarte de quien te Abrazó…
-Ya se como funciona eso… -la cortó con brusquedad- Yo no fui Abrazada.
-¿Entonces…?
-Yo nací así –se lamentó la joven, las heridas comenzaban a cerrarse y se sintió mejor.
Ceres la miró sorprendida.
-Un vampiro esta muerto, no puede engendrar…
-Sí, a veces ocurre, cuando hay una unión entre mortal y vampiro, a veces se produce un embarazo, pero en muy pocas ocasiones el bebe nace con vida.
-¿Así que tu eres un semivampiro?
La joven asintió. Sus heridas por fin se cerraron y se sentó abrazándose las rodillas, se sentía más relajada, aquella chica le inspiraba una confianza que nunca había encontrado en nadie.
-Pero si no tienes ninguna clase de Amo que te ordene, ¿por qué cazas vampiros? –le preguntó Ceres.
- Por venganza. Quiero ver muerto al culpable de mi existencia… llevo cien años buscando.
-Entonces es posible que ya solo sea polvo.
-No, sé que sigue vivo, se que uno de mis progenitores, el culpable de mi situación sigue por allí, viviendo a la luz de la luna; por eso no pararé hasta matarlo con mis propias manos. Además, así de paso acabo con otros no-muertos, no quiero que nadie más sufra mi suerte.
-No todos los vampiros son tan sumamente crueles y despiadados, puede que si conocieras a mi Amo cambiaras de opinión.
-¿A no? He escuchado lo que creía que eran leyendas sobre el vampiro Alucard, hasta que me enfrenté él. Dicen que monstruo sediento de sangre, que causó las matanzas más espantosas que ha habido, exterminando pueblos enteros solo por el simple hecho de ver correr libre la sangre para poder beberla –la vampiresa suspiró-. Él morirá, te lo aseguro.
Ceres se levantó y se dirigió a la puerta.
-Te agradezco que no me dispararas, pero no pienso dejar que toques a mi Amo –le aclaró la chica- Antes tendrás que acabar conmigo.
-Entonces será como tú desees.
La puerta se cerró tras la joven ex-policía.
……………………………………………………………
Ceres entró en el despacho de Integra, que estaba fumando mientras repasaba los resultados de los análisis.
-¿Dónde has estado? No te he visto salir de las mazmorras –le preguntó la mujer.
-Me he quedado a hablar con la chica –contestó Ceres.
-¿Y has conseguido sonsacarle algo?
-Sí.
-Vaya, pensaba que sería más difícil hacerla hablar –sonrió Integra- ¿Qué te ha dicho?
-Que no es un vampiro artificial…
-¿A no? ¿Entonces que te ha contado? ¿Cómo ha excusado la analítica? –se mofó la mujer sentándose tras su mesa.
-Me ha dicho que es una semivampiro –contestó Ceres en un susurro, se sentía estúpida, lo más seguro es que la chica la hubiera mentido.
-Eso es imposible, decididamente te ha tomado el pelo como a una cría –rió Integra.
-No. Es posible que sea cierto –Alucard apareció entre las sombras.
-No hay registros sobre algo así –comentó su Ama.
-Lógico, el más afortunado no ha sobrepasado el mes de vida –rió el vampiro- Eso sin contar los casos en los que simplemente el bebe nace muerto, que es la gran mayoría, de cada cinco embarazos de este tipo, solo uno nace vivo.
-¿Tan poco aprecio tienen los vampiros a sus hijos? –Integra alzó una ceja.
-Digamos que no son bien recibidos bajo la luna. A los semivampiros se los considera una aberración tanto por parte de los humanos como de los no-muertos –Alucard sonrió sombrío- Además, existe el miedo al no saber el grado de poder que uno podría alcanzar al ser adulto, se descubrió que una mezcla de sangre de este tipo, los hace muy fuertes; aunque claro, como ninguno ha llegado a la edad adulta, no se sabe mucho más sobre el tema.
-Entonces parece ser que sí que has cogido un individuo interesante –le dijo Integra al vampiro.
-Eso parece, aunque os agradecería que la quitarais de en medio con rapidez –contestó el subordinado.
-¿Tanto te perturba su presencia? –Integra sonrió con maldad.
Alucard no contestó, se mantuvo en silencio, aun escondido entre las sombras.
-¿Te dijo algo más? –Ceres dio un respingo.
-Sí –contestó ella con rapidez- Caza por venganza a todos los vampiros que se encuentra, quiere ver al culpable de su nacimiento muerto. Eso, y que tampoco se alimenta de sangre humana.
-¿Te mencionó cuál de sus progenitores era un vampiro?
-No, solo dijo que lo quería ver muerto y que no se detendría hasta acabar con él. Puede que ella no lo sepa –se aventuró a deducir la ex-policía.
-No lo creo –musitó Integra.
-Yo si –los ojos de Alucard brillaron en la oscuridad- Si no le gusta la sangre humana, es porque seguramente fue criada por ellos, bajo su protección. Lo más seguro es que su madre la abandonó en algún lugar, en ocasiones las madres no-muertas, son incapaces de quitarles la vida a sus propios hijos, y optan por abandonarlos a su suerte; así se sienten menos culpables.
-Aun así sigue siendo cruel –dijo la joven con indignación.
-La misma creación de un vampiro, es cruel –rió él retornando a las sombras.
……………………………………………………………..
-Ceres nos ha explicado tu situación, y tras meditarlo mucho he decidido acogerte entre estos muros, siempre y cuando trabajes para mí –Intrega la miró con seriedad.
-¿Será una broma? –preguntó la vampiresa.
-Tú decides, quedarte entre estos muros en los que tendrás protección, alimento y munición para poder ir de caza siempre y cuando no halla algo prioritario; o salir y convertirte en un objetivo.
La vampiresa sonrió.
-No tengo otra opción, ¿cierto? –la joven miró a la mujer que le sonrió.
-Bien, entonces Walter te acompañará a tus nuevos aposentos. Por cierto, Alucard te vigilará durante dos semanas para asegurarse de que actúas debidamente al trato, y de que tienes el nivel suficiente para las misiones.
-Ni hablar –se quejó ella.
-Siempre te queda la calle y un disparo en el corazón –Integra miró al Alucard, que se mantenía en silencio junto a ella- Tranquila, él no podrá tocarte, pero tampoco tu a él, ni a Ceres –aclaró la mujer.
La joven se levantó de mala gana y salió de la celda detrás de Walter. El vampiro la siguió con sigilo.
-Yo te he dicho mi nombre, así que quiero saber el tuyo –le dijo él.
-Lia –contestó ella escuetamente.
-¿Lia? No creo que ese sea un nombre –se mofó el vampiro.
-¿Y desde cuando un nombre importa, Drácula? –sonrió ella con maldad mirando al vampiro.
Alucard rió, aquella joven comenzaba a gustarle, a pesar de no ser digna de sangre, a pesar de que caminara entre la luz y la sombra.
