Saludos a todas las personas que le han dado una oportunidad a esta historia, en esta ocasión esta historia no sólo es de mi autoría, sino también de otra de nuestras buenas compañeras: Akiane. Lo que comenzó como un juego en el Facebook se convirtió en algo que juzgamos es lo suficientemente bueno como para mostrarlo a los ojos de los demás. Generosamente mi amiga Akiane me ha concedido el permiso de publicarlo bajo mi nombre, pero la mitad del esfuerzo, sin duda alguna, pertenece a ella.

Los fragmentos en letras normales, son de Akiane.

Los fragmentos en itálicas, son míos.

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::::: Ni un reclamo más :::::

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Horas... un tiempo que empleado en el desafío de un buen juego de video, leer una revista mientras se cuida de la tortuguita mascota o aprender del último descubrimiento del científico favorito, es casi inexistente; pero cuando se trata de vigilar, es tremendamente aburrido.

El clima estaba horrible, fuertes y heladas brisas que les congelaban los huesos no eran muy bienvenidas por sus cuerpos que a pesar de la mutación no habían dejado de ser de sangre fría. Además, aún no habían probado bocado desde que habían salido de su hogar desde antes del atardecer.

Mikey bostezaba con tal fuerza que lo único que conseguía era formar grandes vahos a su alrededor, algo no tan malo, pero su aburrimiento fomentaba la fuerza de la rabia que comenzaba a emerger de los ánimos de Rafael, eso era lo verdaderamente preocupante.

Los suspiros de fastidio de Donatelo no ayudaban en nada a aminorar los explosivos ánimos de su hermano de rojo. El más listo se dedicaba a tamborilear los dedos en el muro donde estaba recargado. Ya había repasado más de una docena de veces toda la tabla periódica de los elementos en su mente para mantenerla activa.

Solamente Leonardo vigilaba sin descanso, teniendo firmemente asidos los binoculares que en esa ocasión estaba usando para ayudarse a realizar una mejor inspección del edificio del TCRI y sus cercanías, parecía no conocer el fastidio de estar realizando la misma acción por tanto tiempo. Su paciencia ejemplar era una de las cualidades que sus hermanos no tenían en abundancia como él.

Rafael comenzaba a apretar los puños, ya se había aguantado las ganas de gritarle a Leonardo que todo era inútil y que nada se lograba estando al acecho de los malvados que les causaban problemas a los inermes ciudadanos. Estaba ciento por ciento convencido de que era mejor atacar en vez de ser "cobardemente estratégicos".

La ruda tortuga comenzaba a pasearse de un lado al otro de la azotea y si hubiese comenzado desde el inicio de la vigilancia, ya habría cavado un agujero que más bien hubiera parecido una trinchera. Cualquiera diría que su energía disminuiría con cada paso, pero el aumento de la impetuosidad de Rafael siempre había sido inversamente proporcional a su paciencia, como solía definir el joven genio.

En cualquier momento cualquiera de los más jóvenes iba a protestar, aguijoneados por el hambre, el frío o el hastío. Sin embargo, Leonardo seguía concentrado en lo que hacía, confiando ciegamente en el éxito de la misión.

El afán de Leonardo por seguir los movimientos del enemigo no era compartido por sus pequeños hermanos quienes sentían a cada minuto un gran hastió.

― Leo ¿Acaso estas contando cuantos copos de nieve han caído? ¿Te aburre estar cómodo en casa, jugando, leyendo historietas o viendo parte de tu serie favorita? ¿Por favor Leo, hay que ver tu serie favorita? ― Suplicaba el menor.

― Mikey, tú odias esa serie ― Decía Donatello

― Sí, pero más odio estar aquí, vamos Leo, te puedo preparar una rica taza de chocolate caliente, mientras vemos esa tonta caricatura ¿Eso te gustaría? ― Aunque Leonardo estaba presente no dejaba de ver los movimientos del Kraang por lo que le daba mayor atención a ellos que a sus hermanos.

― ¿Qué estamos haciendo aquí? Puedo sentir mi cabello crecer ― Comenzaba a quejarse el menor con más irritación, había pasado de la negociación a un auténtico berrinche ― Sí estoy un minuto más aquí voy a gritar -Y se preparaba a hacerlo de no ser porque su hermano de rojo cubrió su boca para no tener que escuchar tan irritante grito.

― El enano tiene razón ¡Llevamos horas aquí! ¡Y sin hacer nada! bien podríamos ir, entrar, golpear a algunos Kraangs y salir de ahí sin mayor problema ¿Por qué todo lo tienes que hacer tan metódico? ¡Eres más aburrido que Donatello!

― ¡Oye!

― No lo niegues.

― ¡Eso no es verdad! ― Los hermanos se le quedaron viendo a Donatello quien, al verse descubierto, bajo los brazos y cabeza exclamando un ― Awww.

― Y dando un suspiro preguntaba ― Leo ¿Qué pasa? ¿Ya nos podemos ir? Tengo un par de experimentos que hacer en la guarida y francamente creo que nos perdemos de mucho estando aquí.

Pero Leonardo daba más atención a los movimientos de los kraangs que a las palabras de sus hermanos. El constante movimiento de mutágeno no había pasado inadvertido y más ahora que, tras las constantes tormentas de nieve, los humanos no salían de sus casas, momento ideal para que el kraang pudiera ir y venir sin causar ninguna sospecha.

Según una plática que había tenido con Cabeza de Piel, el kraang planeaba algo grande contra los habitantes de la ciudad, por lo que desde meses atrás habían estado acumulando mutágeno en diversas partes. Leonardo temía un ataque simultaneo, explosiones de mutágeno que obviamente dañaría a los humanos y al ambiente, posiblemente las consecuencias del mutágeno al aire libre tendría muchas repercusiones en la salud de los residentes. No estaba seguro y no quería alarmar a sus hermanos, por ello la larga y exhaustiva vigilancia.

Muy a su pesar, Leonardo se había olvidado por unos minutos de sus hermanitos sin querer. No le gustaba escuchar las quejas de los demás pues estaba convencido de que tenían que tener el temple que se necesita para ser excelentes ninjas, acostumbrándose al rigor no sólo del entrenamiento sino también al del clima; pero al mismo tiempo no era insensible a sus ruegos y necesidades.

― Tengan paciencia, chicos, ya casi termina el tiempo dedicado a la vigilancia, en unos cuantos minutos regresaremos a casa. Antes de que se den cuenta ya estaremos disfrutando de una deliciosa y bien merecida cena.

¿Por qué parece que los últimos minutos de una larga espera a veces parecen eternos en comparación con tres horas anteriores? Las tres tortugas más jóvenes no podían explicarlo, pero apostaban sus caparazones a que así era sin duda alguna.

― Leo... ― murmuró Mikey tratando sutilmente de convencer a su hermano mayor de ahorrarse esos minutos, lanzándole tiernas miradas de ruego.

― Por favor hermano, esos minutos para la vigilancia son inútiles, pero invertidos en mi laboratorio, en un grandioso experimento, son la diferencia entre el éxito o el fracaso - otra voz que ansiaba el poder regresar pronto.
Sólo faltaba el temperamental de hablar.

― En unos minu... ― Leonardo apenas había comenzado a contestar cuando Rafael lo interrumpió.

― ¡Eres el peor líder del mundo! No sólo nos estamos congelando sino que también perdemos el tiempo no haciendo nada. ¡Enfréntalo Leo, yo podría hacerlo mucho mejor que tú, sólo que Splinter está ciego porque lo has estado "trabajando" psicológicamente todos estos años para convencerlo de que eres el mejor para el puesto! La ira nunca ha podido coexistir con la lógica y Rafael, poseído por ese negativo sentimiento, siempre expresaba las ideas más absurdas e hirientes.

Leonardo respiró hondo antes de ver a su hermano, necesitaría de toda su paciencia, la que siempre usaba por completo cuando trataba de tranquilizar, convencer o persuadir a su intolerante hermano.

― Rafa sé que es tarde, pero es mejor que nos aseguremos de que todo está bien, desde hace un par de noches hemos visto movimiento por parte del kraang ¿No crees que es mejor que nos aseguremos de ello? Su tono tranquilizador habría podido convencer a los hermanos de no ser que Rafael vio en el mayor una sonrisa, la cual siempre asociaba con su falta de habilidad.

Nunca había sido la intención del mayor. Leonardo sonreía para darle confianza a sus hermanos sin importar la circunstancia, desafortunadamente cada que el de azul ayudaba a Rafael para levantarse durante los entrenamientos lo hacía con una amistosa sonrisa que con el tiempo el temperamental comenzó a odiar, asociándola a una especie de burla por parte del mayor a su pobre habilidad en el ninjitsu, esto fue el detonante.

― ¡No Leonardo! Tú eres un tonto si crees que nosotros te vamos a seguir, no piensas nunca en nosotros, ¡Hemos estado aquí por horas! ― Al reclamar también se expresaba con los brazos.

― Tenemos hambre y frio, estamos cansados y a ti no te interesa ― Vio una cara de sorpresa en el rostro del mayor, pero eso no era lo que buscaba, quería herirlo de verdad, quería que se sintiera mal, así como él se sentía cada que veía esa sonrisa "burlona" en el rostro del mayor.

― Splinter es un tonto por confiar en ti. Tu solo eres el líder porque eres el hijo de papi ¡No lo puedes negar! Eres un torpe sí no te has dado cuenta, pero la verdad solo obedecemos porque no tenemos de otra, porque ¡Papito! te eligió, pero de talento no tienes nada, de líder eres un miserable que no piensa en los demás. Ahora mismo solo piensas en lo que es mejor para ti, para quedar bien con Splinter, nosotros no te importamos y ya nos dimos cuenta ― La mirada de Leonardo cambio, no comprendía lo que pasaba, trató de abrazarlo.

― Pero ... Rafa ― Un fuerte golpe destrozó los binoculares que Leonardo tenía en mano para la vigilancia.

― ¡Pero nada! - Fue ahí cuando la mirada de Leonardo reflejo incertidumbre y después dolor, no era un dolor físico, más bien emocional, no esperaba esa recriminación por parte de su hermano y el que los menores no dijeran nada solo afianzaban las palabras de reclamo, le dolió el hecho que su hermano lo golpeara y que los demás no dijeran nada.

Tanto Donatelo como Miguel Ángel siguieron a Rafael y pasaron con indiferencia frente al joven líder sin mirarlo siquiera. Leonardo esperaba que al menos ellos lo miraran con un poco de comprensión, pero eso no sucedió, sus hermanos desaparecieron detrás de un gran edificio después de un gran salto.

Las lágrimas que más duelen, son las que nunca son derramadas, pero Leonardo estaba convencido de que llorar sólo lo volvía débil e inútil, así que como siempre encerró esos sentimientos depresivos dentro de sí. Se tomó unos minutos para tranquilizarse antes de seguir a sus hermanos quienes se habían retirado antes de que él pudiese articular palabra alguna. Una acción que se volvería en su contra en un futuro cercano.

― ¿Saben qué? ― dijo Rafael a sus hermanos al pasar cerca del edificio del TCRI varios minutos después de haber dejado solo a Leonardo.

― ¿Qué? ― contestaron ambos al unísono, deteniéndose de improviso al igual que el gruñón.

― Vamos a demostrarle a Bobonardo y a Splinter que nosotros no necesitamos de guía ni de niñera y que somos autosuficientes. ¿Qué les parece?

― ¿Qué quieres decir Rafa? ― Le preguntó Donatelo no comprendiendo bien la idea que estaba en mente del más fuerte.

― Estamos frente al edificio de los Kraangs, podemos infiltrarnos y derrotarlos de una buena vez. Ya conocemos el edificio y con el tiempo que ha pasado somos más fuertes y hábiles. Nos cubriremos de gloria y para variar el Maestro Splinter nos cubrirá de elogios a nosotros tres, no sólo a su mascota. ¿Qué dicen? ¿Están conmigo?

― ¡SI! ― la sola idea de ser los principales héroes de la batalla fue suficiente para acallar la voz de la razón en Donatelo y Mikey. Nunca imaginarían que aquella decisión habría de cambiar sus vidas para siempre.

Después de retomar el control de su persona y pensando anticipadamente en una disculpa para sus hermanos, Leonardo apresuró el paso para alcanzar a sus hermanitos, pero le extrañaba que sus cálculos no fueran exactos. Ya debía de haberlos alcanzado, pero nunca se topó con ellos. Imaginándose lo peor, el joven líder comenzó a seguir el rastro de energía espiritual, una técnica nueva que había comenzado a aprender, para encontrarlos.

Se sentó en la azotea de uno de los edificios muy cercano a la entrada a la alcantarilla que usaban como puerta al mundo exterior, se concentró en cada uno de sus hermanos y al abrir los ojos podía ver una sutil energía, los colores de estas eran las mismas que las de sus bandas.

Comenzó a seguirlas, entre más avanzaba más fuerte eran estas, pudo ver que se desviaban al edificio que durante horas habían estado vigilando, el rastro de energía era muy fuerte en esa dirección.

― ¡No puede ser! ― Se percataba que sus hermanitos se habían ido directo a la boca del lobo, un temor comenzó a recorrer todo su cuerpo, en ese momento se arrepintió de no haberles dicho sobre sus sospechas acerca del kraangs.

― Debí haberles dicho que el kraang preparaba una especie de ataque contra la ciudad y este puede ser en cualquier momento. Si algo les pasa yo… ― No quería terminar ese mal pensamiento. Una punzada en su pecho era la señal segura de un terrible presentimiento –"Por favor, que no entren, que no vayan"- El trayecto lo sentía eterno y el corazón salirse. Sí sus hermanos habían ido a ese lugar necesitarían refuerzos.

Leonardo no sabía que planeaban pero los conocía, temía que la osadía de Rafael los metiera en problemas. Trató de llamarlos pero no hubo señal, no lo pensó más, fue tras ellos a sabiendas que ahora el krang estaba más alerta que nunca. No podía permitir que salieran lastimados.

― Soy de lo peor ¿Qué clase de líder los deja solos? Rafa tiene razón, no soy un buen líder, ni un buen hermano ― Se decía, recriminándose por no ser el líder que sus hermanos esperaban de él, de serlo nunca se hubieran separado y expuesto a un peligro sin sentido.

Haciendo gala de las fuerzas adquiridas después de su primera vez entrando al edificio, Rafael y sus hermanitos limpiaban sistemáticamente cuarto por cuarto, acabando con todos los kraangs dentro de cada uno. Rafael no quería admitirlo en voz alta, pero muchas de las estrategias que estaban usando eran de las que Leonardo había perfeccionado desde hacía tiempo o que él mismo había desarrollado desde que habían salido por primera vez al mundo exterior.

Pero no queriendo ser menos que el "el intrépido líder" Rafael decidió que la mejor estrategia de cierto punto en adelante sería tomar por sorpresa a los enemigos en cada cuarto en lugar de esperar el momento oportuno como lo habían estado haciendo desde el principio.

― Creo que ya casi no quedan enemigos en este piso, ¡debemos atacar con la sorpresa como nuestra principal ventaja! ¿Listos?

― ¡Adelante, nuevo líder! ― Ovacionaron ambas tortuguitas cegados por la emoción de que absolutamente nada había salido mal para ellos hasta entonces.

Después de derribar la puerta, al único que hallaron dentro de la habitación, fue a un Kraang sin cuerpo robótico. El sorprendido alienígena, saltó espantado después de escuchar como la puerta caía al suelo.

Asegurándose de que aquel enemigo estaba completamente solo, Rafael avanzó hacia él con una sonrisa de triunfo, listo para noquearlo de un solo golpe, algo muy sencillo de lograr. Nunca se percató que aquel ser estaba muy cerca de un botón y que uno de sus tentáculos estaba justo encima de él. Tan pronto como Rafael y los demás estuvieron cerca de aquel enemigo supuestamente indefenso, la expresión de sorpresa en el amorfo rostro del extraterrestre cambió y fue muy tarde para los chicos el darse cuenta de que habían caído en una trampa.

Todas las puertas y ventanas que daban al exterior se sellaron herméticamente, luces rojas y una estruendosa alarma comenzaron a hacerse presentes.

― Rafa... ¿Qué sucede oh glorioso líder? ― Miguel Angel se cubría con el brazo de su hermano, como comúnmente lo hacía con el de Leonardo, pero a diferencia de su hermano de azul, quien siempre buscaba protegerlo con ese brazo guiando al pequeño hacia su espalda para protegerlo, su temperamental hermano lo sacudió para quitárselo de encima, Rafael necesitaría los dos brazos para pelear contra lo que estuviera por venir.

― Rafa, creo que perdimos el factor sorpresa ¿Qué hacemos? ― Rafael no tenía ni idea de qué hacer, pero no quería que sus hermanos lo vieran flaquear y mucho menos retroceder, eso sería casi como darle la razón a Leonardo y él no quería admitirlo, haber ido ahí sin saber a lo que se enfrentaban había sido un error.

― Destrocemos todo el lugar. Ya hemos acabado con muchos kraangs, no creo que nos sea difícil acabar con otros tantos, después de todo ¿Cuantos puede haber? ― dijo algo altanero corriendo y pateando al kraang que había dado la alarma. Un humo rosado comenzó a salir de las ventilas.

― ¿Donnie, que es eso? ― Por primera vez Rafael reflejo temor en su voz.

― Creo que ― El olor a oxido y sabor amargo que dejaba ese humo no dejaba lugar a dudas, era una especie de veneno que los krang usaban para respirar ― ¡Son gases! Es el ambiente natural del kraang, ¡Hay que salir de aqui! ― Donatello ordenó

― ¡Rápido las ventanas! ― comenzaron a golpearlas pero no se rompían, a cada momento se sentían mareados, se dieron cuenta que a sus espaldas habían llegado más Krandroides y ahora disparaban.

― Atrapen a las llamadas tortugas con vida, pueden servirnos para experimentar ― Ordenó una de ellas. Los mareos iban en aumento, pero no se rendían, Rafael corrió contra los krangs para atacarlos, pero de forma muy fácil fue derribado quedando en el suelo.

― ¡RAFA! ― gritaron los otros dos hermanos tratando de rescatar a su hermano a quien veían ser arrastrado por el brazo a través de todo el pasillo.

― ¡No se lo lleven! ― Miguel Ángel tomo su kusarigama y lo lanzó contra algunos kraangs, pero este falló el golpe y no lastimó a ninguno, al ver esto los kraangs dispararon contra el menor. Una especie de red lo envolvió de inmediato dejándolo indefenso.

― ¡Mikey! ― Donatello ya veía borroso, trató de defender a su hermano pero todo se hizo negro, no supo del golpe directo a su cabeza el cual permitió que la inconsciencia lo abrazara.

...

Los tres jóvenes guerreros poco a poco abandonaron la inconsciencia casi simultáneamente. Estaban confinados en una esfera que parecía construida por un fino pero fuerte enrejado de un material que al mismo tiempo que semejaba una celosía estaba recubierto por fuera con una delgadísima capa de un filtro transparente que lo protegía de una ambiente saturado de veneno. Su prisión flotaba en medio del cuarto, lejos de cualquier forma de escape, los Kraangs los habían desprovisto de sus armas y, para disgusto de Rafael, también de gran parte de su orgullo.

― ¿Dónde estamos? ― Mikey preguntó apretándose la cabeza tratando de minimizar un dolor de cabeza enorme.

― Nos han capturado, Mikey, ¿no recuerdas que el señor "puedo ser mejor líder que Leonardo" nos metió en este lío? ― Le recordó Donatelo mirando de reojo a su gruñón hermano que apretó sus dientes antes de decir son sarcasmo: ― Que yo recuerde no te traje a punta de pistola, Donatelo, viniste por tu propia voluntad.

― ¡No sé en qué demonios estaba pensando cuando me metiste esa tonta idea en la cabeza de que sólo nosotros tres podíamos encargarnos de un asunto tan delicado como éste sin tener ni idea de lo que sucedía, un plan de ataque o cuando menos un plan de escape!

― ¡Si hubieras cooperado un poco y no me lo hubieras dejado todo a mí, no hubiéramos caído en esa trampa! Pero NO, confiaste en que YO tenía todas las respuestas!

― ¡ESO ES JUSTO LO QUE LEO HACE, IDIOTA. SE SUPONÍA QUE TÚ ERAS EL QUE NOS GUIABA! Si realmente crees que Leo sólo hace lo que hace por presumir o por sentirse superior a nosotros o para seguir siendo el "preferido de Splinter", entonces tienes el premio a la estupidez en toda la maldita ciudad!

― ¡Claro que lo hace por eso! ¿Acaso crees que se preocupa TANTO por nosotros? ¡Apenas y nos hizo caso cuando le mencionamos lo de la pérdida de tiempo o que estábamos muertos de frío! Siempre con sus ideas de: "debemos mostrar entereza frente a cualquier situación..." ¡Vaya fastidio!

― ¡Ahora te has ganado el premio a la estupidez en todo el continente, Rafael!

― ¡CÁLLENSE, POR FAVOR! ― Les rogó Miguel Ángel, de verdad arrepentido de haber creído que el equipo podría funcionar sin el líder Tan pronto como Leo se dé cuenta de que no estamos nos buscará, estoy seguro.

― ¡Eso si que no! ― Le gritó Rafael - nosotros podemos salir de aquí sin ayuda, sólo tenemos que pensar en un buen plan de escape.

― ¿Crees que no he pensado en las posibilidades, Rafael? ― Le reprochó Donatelo ― Tengo varios minutos tratando de ver nuestras opciones, yo puedo pensar en alguna estrategia, pero sólo si tiene que ver con cuestiones tecnológicas, ese es mi departamento, pero es Leo el que tiene las estrategias de pelea y de las maniobras de sigilo; el que piensa a futuro.

― ¿Qué haremos? ― Mikey comenzaba a desesperarse, pero seguía confiando ciegamente en qu su hermano mayor iba a encontrarlos.

Leonardo había llegado a las afueras del edificio, pudo rastrear a sus hermanos hasta el punto que usaron de entrada al edificio, por más que trató de hacer lo mismo no pudo, dio una vuelta para ver sus opciones pero se percató que el edificio estaba cerrado herméticamente, eso no le daba buena espina, sus hermanos estaban dentro, y de seguro los habían descubierto, de ser lo contrario el edificio no tendrían tanta seguridad.

Comenzó a escalar con ayuda de su gancho, a través de los ventanales pudo darse cuenta de ese extraño humo rosado que invadía el lugar, quería decir que usar los ductos de ventilación no podía ser una opción, subió un poco más, hasta donde había una especie de terraza, pudo descansar un momento del enorme esfuerzo que implicaba subir manualmente ese edificio.

Se percató que dentro había restos de kraang-droides por diversas habitaciones -"Ellos estuvieron aquí, pero ¿A dónde se metieron?, Si algo les pasa..." ― El bienestar de sus hermanos era ahora lo más importante, no quería que salieran heridos y menos por ser un mal líder para ellos, por no ser lo suficiente, lo que ellos necesitaban. Su corazón comenzó a latir con angustia, lo que menos quería en este mundo era que sus hermanos resultaran heridos y el solo pensar que él lo había provocado lo estaba matando.

Tomó una navaja especial, con ella pudo cortar una parte del cristal para poder entrar, seguiría el rastro de los kraang-droides para encontrar a sus hermanos, sabía que no sería fácil pero no podía esperar más, quería asegurarse que ellos estuvieran bien.

Pecho a tierra entró al edificio, para su fortuna en la parte baja el humo era muy escaso, lo que le daba la posibilidad de respirar en menor proporción ese gas venenoso. Leonardo no sabía exactamente qué era ese humo, pero si era extraterrestre sabía que no podía serle benéfico.

Arrastrándose comenzó a desplazarse por el edificio, al escuchar unos pasos decidió esconderse.

― Las tortugas capturadas serán utilizadas para ser experimentos en la Dimensión X.

― Eso les pasa por meterse en nuestros asuntos, ahora solo debemos esperar a que el portal se abra y se podrán transportar.

― Debemos encontrar a la cuarta tortuga antes de que el portal se los lleven ― Lo que escuchó de los Kraang-droides lo dejó frío, por las narraciones de Cabeza de Piel, quien ya había estado ahí, sabía que la Dimensión X era un lugar donde sus hermanos sufrirían de horribles torturas pero eso no pasaría, él no lo permitiría.

Continuará…