Sabia muy bien que mi amo me haría hacer eso, pero yo, mi "jurisdicción" solo está por encima de las almas, esencias, espíritus, cuerpos, recuerdos y vidas impuros que yo pueda purificar y hacer renacer, desde hace días había mandado a su escuadrón de asesinos y habían conseguido las materias para concretar lo que deseaba, salvo una, no poseía la sangre suficiente, necesitaba la sangre de ese demonio y la necesitaba ahora , no iba a esperar, un engendro, y mi cuerpo solo sería un horno para aquel monstruo, yo un incubo, un ser que dará a luz a uno de los peores de los demonios y al que muchos temen, mi amo me había contado de un demonio que en la tierra de los humanos se hacía llamar Sebastian Michaelis, y ejercía la profesión de un simple mayordomo, pero que su sangre poseía la malicia de mil generaciones de odio y venganza, y dijo que obtendría su sangre a cualquier costo, si deseaba que ese demonio naciera aquí, no le importaba que eso destruyera mi cuerpo, hasta este momento no habían conseguido la sangre suficiente, como máximo y poder resistir se necesitaban 10 ml de los cuales tenía a la mano solo 4 ml, quedaban muy pocas incubadoras y todas de ellas "impuras" o mejor dicho no vírgenes, por lo cual el demonio saldría humano, se necesitaba una incubadora pura y esa soy yo, sangre de odio, es él y aficiones del servicio, conocimiento, y el analizar nos representaba a ambos, en este caso el demonio en la tierra de los humanos es relativamente puro, no importa lo que se haga el sería capaz de hacer cualquier cosa, por suerte tal acción no se puede perpetuar si la "incubadora" es un vivo-muerto o no posee alma (el alma puede estar muerta o guardada en un lugar cerca pero fuera del cuerpo) y el demonio saldría muerto.
Era Junio 15, iban a dar las doce PM, el conde visitaría hoy la mansión de Ciel Phantomhive, y ese mismo día aprovecharía para tomar la sangre restante para su demente plan, iba a tomar el té y luego distraería a Ciel y a sus sirvientes menos a Sebastian, sabía lo que haría y ya estaba preparado, sabía que movimientos hacer, tenía un as bajo la manga, había manipulado a uno de los shinigamis, a un tal William Spears, un muy gran shinigami según dice él , mi amo hizo un contrato con un demonio, no se con quien.
Se había bañado por segunda vez en el día, y se había puesto sus ropas de gala, los sirvientes le habían boleado sus zapatos, tomaba un poco de té como almuerzo, se había puesto colonia de naranja en el cuello y muñecas, miro su reloj de bolsillo una vez, debía estar ahí a las 5PM, su tema de conversación: negocios, como expandir la compañía Funtom hacia América, China y la India, tenía todo medido y calculado.
Xiao.- dijo una voz a lo lejos, una voz ronca y fuerte.
Sí, señor.- menciono una voz más joven, una voz de mujer, adolecente.
Tienes que bañarte, iras conmigo a la mansión del duque Phantomhive, no hagas cosas estúpidas, es la 1 de la tarde te quiero lista a mas tardar a las 2:30PM, esto es muy importante.-dijo un hombre de unos 37 años, vestido como un catrín, y llamando a unas sirvientas que traían una vestido, un corsé, una estilista venia con ellas y unos jóvenes (sirvientes) que me escoltaron a un baño, una tina llena de agua caliente, llena de burbujas.
Sabía que le podía favorecer si me llevaba a la mansión del joven Phantomhive bajo el apelativo de "su hija", y lo único que a mi favor estaba el Status Kuo aunque eso terminaría por cambiar y la comprensión de Phantonhive, en otras palabras: si no buscaba venganza contra mí y hacia que sus sirvientes me cazaran como un animal.
Me despoje de mis pobres ropas que asemejaban las de un vagabundo y me sumergí en la suave agua perfumada de la tina de bronce, mientras una sirvienta echaba mas sales de Jazmín, Lavanda y Naranja entre otras, el agua era espumosa y muy caliente, demasiado, comencé por lavarme el cabello con un tipo de jabón de una consistencia parecida a la del aceite hecho de grasas, flores secas, una muy pequeña cantidad de sosa caustica, hierbas como el tomillo, clavo y menta, luego me enjuague el cabello, con agua fresca con un poco de lavanda, después me enjabone el cuerpo con un poco de miel, almendras, leche y un poco de arcilla, y me Salí un poco de la tina para enjuagarme, con agua helada, luego entre de nuevo en la tina y estuve ahí varios minutos, después me, me seque el cuerpo y el cabello con unas toallas de algodón, entre a un cuarto y me dispuse a ponerme la ropa interior, luego una mujer alta entro al cuarto y me ayudo a ponerme el corsé, y me puse el vestido, olía a laurel, y el calzado, mi cabello era largo y me hicieron una coleta, había leído cuando mi amo no lo sabía por lo cual era letrada, sabia de modales y al hablar tenia buena locución, bailar, y poseer etiqueta era algo muy natural para mí a pesar de no poseer sangre noble que corriera por mis venas, unas inmensas ojeras adornaban mis ojos, pero la mayor parte de mi era simétrica, padecía midriasis.
Luego baje al vestíbulo, donde me esperaba el conde Dylan de Sartre, mi amo, ya era hora y el viaje era algo largo, luego subimos a la carroza.
Dime ¿que harás al llegar haya? - pregunto fríamente mientras me miraba con repulsión.
Complaceré cada invitación del duque Phantonhive sin poner reparo alguno, le hare caso a usted y los mantendré ocupados, no debe de haber margen de error.-dije mientras en un tono meramente desalentado mientras miraba por una de las ventanas de la carroza.
Bien, y espero que así sea porque si no será malo para ti en todo sentido.-dijo el hombre que estaba sentando a la derecha, con una altanera sonrisa en su rostro.
Habíamos llegado, era una mansión grande, el conde, mi amo, era amigo de años de el difunto padre de Ciel, pero siempre fue muy envidioso, se dio cuenta de la identidad de Sebastian Michaels gracias a sus contactos con un reo de Scotland Yard, y sabia de mi al recogerme de la calle y hacerme su conejillo de indias por los experimentos que me hizo, y ahora traicionaría a el único Phantomhive.
Bajamos de la carroza, y un educado (para no decir otra cosa) mayordomo nos recibió a la entrada de la Mansión, hizo una reverencia y fue entonces cuando su amo se presento, y nos invito a pasar.
Bienvenidos sean a la mansión de los Phantomhive, siéntanse como en su casa, si desean algo solo pídanlo.- concluyo Ciel, un jovencito de 13 años, y de ojo color azul, tez blanca y ropa de gala.
Me alegra verle joven Phantomhive.- dijo el conde tranquilamente.
Le presento a mi primogénita, Brida de Sartre.- luego una joven de apariencia de 13 años hizo su aparición, tenía unos ojos Midriáticos color verde claro, pelo muy negro, alta, cejas más o menos pobladas, cuerpo fino, labios rojos y exquisitos, nariz delgada, orejas bien formadas, de buen lóbulo, tez cetrina, ojeras, mejillas algo rosas y cuello hermoso, quedo atónito por la joven y se limito a besar su mano a lo que ella contesto:
Gracias, es un placer conocerlo al fin joven Phantomhive, mi padre me ha contado mucho sobre usted y lo magnifico que es al tratarse de negocios.- dijo con una voz melódica y virtuosa.
A bue, bue-e-no pasen, pasen tomaremos el té en el patio trasero, si no les importa.- dijo un poco nervioso el joven.
¡Ciel, Ciel, siéntate conmigo! - dijo Elizabeth un tanto celosa, mientras tomaba a Ciel del brazo y lo jalaba a una silla.
¡Elizabeth¡ la señorita se sentara conmigo, ten decoro!- dijo Ciel irritado.
Luego todos salieron al patio, y se sentaron.
El te será de la elección de los invitados.- dijo Ciel mientras llamaba a Sebastian.
Y ¿Cuál será su elección?- pregunto ese mayordomo galante y caballeroso.
Será te negro.-dijo el conde de Sartre.
Está bien, estará listo en 10 minutos.-dijo Sebastian mientras se retiraba.
Una suave música comenzó a sonar, había más duques y condes y todos se pusieron a bailar.
Me concedería esta pieza.- dijo el joven Phantomhive mientras me extendía la mano.
Será todo un honor para mí.- dijo la joven de rosadas mejillas y cabello negro.
Y el conde Phantomhive y condesa de Sartre, bailaron al compas de la suave música.
Usted baila con maestría y porte elegante.- dijo Ciel mientras la miraba a los ojos.
Gracias, permítame devolverle el cumplido, su plática es gratificante, su compañía es un placer y su baile es prodigioso.- dijo Brida esbozando una sonrisa suave.
El te ya estaba listo y todos se reunieron a tomarlo.
Y dígame condesa de Sartre.- dijo Ciel. – qué opina sobre este negocio y ¿qué haría usted con él?
Dígame Brida por favor, bueno en mi opinión debo decir que es un negocio formidable, que se ha usado bien, y se ah mantenido, es digno de ser llamado negocio, y en cuanto a lo que haría con una negocio como este intentaría extenderlo, nuevas experiencias y lugares, invertiría parte de mi capital en nuevos productos que sean revolucionarios y que ayuden a la sociedad en su vida diaria, extendería mi negocio a otras áreas que me den a mi lo suficiente como para cubrir mis necesidades y necedades, pero también dar a "el mundo" de lo mucho que se tiene o poco que se posee poder sacar un reino financiero.-dijo la joven y fue en si una respuesta satisfactoria.
Muy bien dicho, tiene razón sin ir más a ya no se tiene más.- menciono Ciel.- ¿y cómo lo realizaría?-preguntó Ciel.
Bueno, pensaría en una idea que revolucione ciertas partes de lo que conocemos o un producto que la gente demande, luego pensaría en una idea y la refinaría, después administraría mi capital y lo dividiría, luego cada parte la iría utilizando para conseguir los materiales, la infraestructura y los artesanos, ingenieros o expertos del campo correspondientes a lo que se hará, luego administraría ni tiempo, haría pruebas de calidad y su aceptación a la sociedad y por ultimo lo comercializaría con la publicidad o propaganda correcta, haría un contrato con ciertos personajes que me proporcionen material, y si el producto es muy demandado, con suerte me dará… no sino mas bien seria gracias al ingenio me dará más de lo que invertí por su "trabajo artesanal".
Varios de los caballero se quedaron atónitos y boquiabiertos tenía mucha razón.
Dice mucha verdad usted.-dijo Ciel complacido.
"Ciel nunca me ha preguntado eso"-pensó Elizabeth celosa.
Después y de manera muy indisimulada Elizabeth tiro el té caliente en el vestido de Brida, en la parte de su plano y delicado pecho.
Ella tan solo se abrazo a si misma e hizo una falsa mueca de dolor que convenció a los demás.
¡Sebastian! lleva a la señorita a cambiarse y trátala con cuidado y respeto debido.-ordeno Ciel y luego Sebastian la llevo a la mansión y cargo en sus brazos hasta un cuarto.
Como soy el sirviente de esta casa no me es permitido verla así y mucho menos tocar su piel.- Sebastian cerró los ojos, y le puso la muda de ropa que Ciel fue tan amable de regalarle, un corsé y un vestido Blanco.
Disculpe hay algo muy importante que debo decirle.-dijo Brida.
