Koushiro Izumi: Enamorado hasta el
fin
Capitulo nº1: La llegada de un ángel
Una chica de cabellos color azabache con pequeñas flores blancas, apareció en la salida de un avión que venía de Berlín. Dejó su bolso verde en el suelo y observó el lugar. "Japón" pensó. Tomó su equipaje y salió del aeropuerto para ir a lo que alguna vez fue su dulce hogar.
Caminaba tranquila por la gran ciudad en la que se encontraba, llena de enormes rascacielos. Pasó frente un enorme centro comercial que hace seis años no existía y pensó: "Cuanto puede cambiar una ciudad en seis años".
Antes de llegar a su casa vio algo que la hizo detenerse. Había llegado al parque de Odiaba. Tantos recuerdos. Vio a los chicos que, cuando ella vivía ahí, jugaban en cajas de arena; ahora se paseaban abrazados de sus novias o andaban en skate. Vio también a jóvenes estudiosos, razón por la cual sonrió. Sintió que algo le jalaba su vestido beige de diseñador francés. Bajó la mirada y se encontró con una pequeña niña de cabellos marrones que sujetaba un silbato.
- ¿Señorita, me puede decir la hora por favor?
La chica de cabellos floreado miró su reloj azul cielo y con una sonrisa contestó:
- Mediodía. Disculpa la intromisión pero, ¿cuál es tu nombre?
- Kaoru Miyasaki señorita, pero me dicen Kari.
La dieciséis añera sonrió aún más. Buscó en su bolso y sacó un prendedor rosa. Luego, procedió a ponérselo a la jovencita.
- ¡Gracias!
- ¡No gracias a ti!
Kaoru se marchó. La recién llegada la siguió con la mirada y, acto seguido, se fue a sentar a un columpio solitario para pensar. Comenzó a recordar todo lo que había abandonado en esa fascinante ciudad. Sus amigos, escuela, los digimons, la panadería de la señora Megumi Onimoto, etc. Una lágrima juguetona cayó por su pálida mejilla.
Miró su reloj: las una y media. Su madre debía de estar esperándola. Se levantó delicadamente del columpio y se fue a su casa. Andaba cargada de maletas y se notaba que necesitaba ayuda. Un muchacho que pasaba por ahí se ofreció amablemente a ayudarla, cosa que la chico aceptó sin pensarlo dos veces. La chica hizo una pregunta mientras caminaban que le alegraría todo el día, o parte de él al menos.
- ¿Cómo te llamas?
- Koushiro. ¿Y tú?
- Mimi.
Ambos se miraron con sorpresa. Casi instintivamente Mimi se lanzó sobre su amigo de la infancia con una alegría indescriptible. El muchacho la abrazó también. No quería soltarla en realidad, ya que se podía ir de nuevo.
- ¡Izzy! ¡Cuánto tiempo sin vernos! ¡Te extrañé mucho! ¡A ti y a los chicos! ¡Nunca dejo de pensar en ustedes!
- Mimi, tú también nos hiciste falta. Siempre nos acordamos de ti.
- Jaja, de la Mimi mimada querrás decir. Ya no soy así. ¡Ahora soy Mimi versión 2.0!
- ¿Y qué haces aquí? ¿No que estabas en Estados Unidos?
- No. Vengo de Alemania. Viví allá por un tiempo. Ahora he vuelto para quedarme. Terminaré todo lo que estudios concierne y viviré aquí.
- ¡Eso es fantástico! -Izzy miró a la chica con cara de espanto- ¿Qué demonios te hiciste en el pelo?
- Nunca te había oído hablar así.-sonrió la chica- Me lo teñí azabache, ya que el verde claro me aburrió.
- Si que has cambiado.
- ¡Tú igual! ¡Estás más alto!
- ¿Eso crees?
- Estás más alto que yo bobo.
- Bueno, eso es cierto.
Tenían tantas cosas de que conversar, que Mimi invitó al chico a su desordenado departamento de soltera (N/A: O.o eeh... no piensen mal...). El chico aceptó gustoso y siguieron caminando. Koushiro se detuvo ante un gran deportivo negro sin techo y dijo:
- Vayamos en mi auto.
Mimi lo miró extrañada. ¿Izzy? ¿Deportivo negro? Decir que su amigo había cambiado era subestimarlo. ¡El chico se había transformado! Ya no era el chico compuobsecionado de antes. Ahora era un guapo dieciséis añero, con auto propio y mucha personalidad. Subieron las cosas de Mimi al deportivo y luego partieron. Mientras sus rojos cabellos se mecían con el viento del cálido día, Izumi se puso unos lentes de sol bastante a la moda para cubrir aquellos ojos negros que matarían a cualquiera.
Se detuvieron delante de un enorme y bello edificio de ladrillos, rodeado y cubierto de plantas y flores. Ambos chicos se bajaron, tomaron el equipaje y subieron; ya que el departamento de Mimi estaba en el último piso. La chica observaba feliz el edificio que la vio crecer durante diez maravillosos años. Había extrañado tanto ese lugar y ahora, al fin, había vuelto. Viviría sola, ya que sus padres vivían en España. Pero estaría bien, le gustaba mucho el hecho de ser una chica bastante independiente.
Llegaron a un departamento desordenado, lleno de cajas con cosas frágiles para decorar o muebles. Mimi e Izzy entraron, dejaron sus zapatos en la entrada y fueron a lo que sería el cuarto de la chica.
- Mimi, haré una junta con los chicos en mi casa para festejar tu llegada. Podemos ir a bailar o algo.
- ¡Si! ¡Claro! ¡Me encantaría!
En esos momentos, la joven vio como el antiguo portador del emblema del conocimiento deslizaba su mano en su bolsillo, sacando de ahí un cigarro y un encendedor.
- ¿Te importa si fumo?
- ¿Fumas? -Mimi lo miró atónita- ¿Qué diablos te pasó para que cambiaras tanto?
- Nada Mimi, no me sucedió nada. Solo pasó. Las personas cambian, tú misma cambiaste. ¿No ves?
- Si... eso si... Pero aún así... Izzy, te noto muy cambiado.
- Pues si. Yo sé que he cambiado mucho. -exhaló el humo que tenía en la boca- Pero todo tiene su razón de ser.
- ¿A sí? ¿Por qué cambiaste tú?
- Por amor y tristeza. Más que nada por esperanza. Cambié por una chica, aunque al parecer a ella no le gustó mucho mi nueva apariencia. El problema es que ya no sé si pueda volver a ser el mismo de antes.
- Izzy, tenías que ser tú mismo. Tu verdadero "yo" es hermoso, cualquiera que no lo acepte a de ser bastante idiota.
- ¿Tú lo habrías aceptado?
- Claro que si.
En esos momentos, Koushiro y Mimi se acercaron, impulsados por algo, sumiéndose en un pequeño beso. Cuando la chica reaccionó, procuró apartarse de su amigo, sonrojándose hasta el tope y dándole la espalda por la vergüenza.
- Mimi... lo... lo... lo siento... creo que mejor me voy de aquí. -tomó su chaqueta negra de la "cama" de Mimi y se fue, dándole un beso en la mejilla- Supongo que nos veremos mañana en la escuela.
La muchacha siguió a su amigo con la mirada hasta que lo perdió de vista, poco después escuchó como éste cerraba la puerta de su departamento.
Capitulo nº1: La llegada de un ángel
Una chica de cabellos color azabache con pequeñas flores blancas, apareció en la salida de un avión que venía de Berlín. Dejó su bolso verde en el suelo y observó el lugar. "Japón" pensó. Tomó su equipaje y salió del aeropuerto para ir a lo que alguna vez fue su dulce hogar.
Caminaba tranquila por la gran ciudad en la que se encontraba, llena de enormes rascacielos. Pasó frente un enorme centro comercial que hace seis años no existía y pensó: "Cuanto puede cambiar una ciudad en seis años".
Antes de llegar a su casa vio algo que la hizo detenerse. Había llegado al parque de Odiaba. Tantos recuerdos. Vio a los chicos que, cuando ella vivía ahí, jugaban en cajas de arena; ahora se paseaban abrazados de sus novias o andaban en skate. Vio también a jóvenes estudiosos, razón por la cual sonrió. Sintió que algo le jalaba su vestido beige de diseñador francés. Bajó la mirada y se encontró con una pequeña niña de cabellos marrones que sujetaba un silbato.
- ¿Señorita, me puede decir la hora por favor?
La chica de cabellos floreado miró su reloj azul cielo y con una sonrisa contestó:
- Mediodía. Disculpa la intromisión pero, ¿cuál es tu nombre?
- Kaoru Miyasaki señorita, pero me dicen Kari.
La dieciséis añera sonrió aún más. Buscó en su bolso y sacó un prendedor rosa. Luego, procedió a ponérselo a la jovencita.
- ¡Gracias!
- ¡No gracias a ti!
Kaoru se marchó. La recién llegada la siguió con la mirada y, acto seguido, se fue a sentar a un columpio solitario para pensar. Comenzó a recordar todo lo que había abandonado en esa fascinante ciudad. Sus amigos, escuela, los digimons, la panadería de la señora Megumi Onimoto, etc. Una lágrima juguetona cayó por su pálida mejilla.
Miró su reloj: las una y media. Su madre debía de estar esperándola. Se levantó delicadamente del columpio y se fue a su casa. Andaba cargada de maletas y se notaba que necesitaba ayuda. Un muchacho que pasaba por ahí se ofreció amablemente a ayudarla, cosa que la chico aceptó sin pensarlo dos veces. La chica hizo una pregunta mientras caminaban que le alegraría todo el día, o parte de él al menos.
- ¿Cómo te llamas?
- Koushiro. ¿Y tú?
- Mimi.
Ambos se miraron con sorpresa. Casi instintivamente Mimi se lanzó sobre su amigo de la infancia con una alegría indescriptible. El muchacho la abrazó también. No quería soltarla en realidad, ya que se podía ir de nuevo.
- ¡Izzy! ¡Cuánto tiempo sin vernos! ¡Te extrañé mucho! ¡A ti y a los chicos! ¡Nunca dejo de pensar en ustedes!
- Mimi, tú también nos hiciste falta. Siempre nos acordamos de ti.
- Jaja, de la Mimi mimada querrás decir. Ya no soy así. ¡Ahora soy Mimi versión 2.0!
- ¿Y qué haces aquí? ¿No que estabas en Estados Unidos?
- No. Vengo de Alemania. Viví allá por un tiempo. Ahora he vuelto para quedarme. Terminaré todo lo que estudios concierne y viviré aquí.
- ¡Eso es fantástico! -Izzy miró a la chica con cara de espanto- ¿Qué demonios te hiciste en el pelo?
- Nunca te había oído hablar así.-sonrió la chica- Me lo teñí azabache, ya que el verde claro me aburrió.
- Si que has cambiado.
- ¡Tú igual! ¡Estás más alto!
- ¿Eso crees?
- Estás más alto que yo bobo.
- Bueno, eso es cierto.
Tenían tantas cosas de que conversar, que Mimi invitó al chico a su desordenado departamento de soltera (N/A: O.o eeh... no piensen mal...). El chico aceptó gustoso y siguieron caminando. Koushiro se detuvo ante un gran deportivo negro sin techo y dijo:
- Vayamos en mi auto.
Mimi lo miró extrañada. ¿Izzy? ¿Deportivo negro? Decir que su amigo había cambiado era subestimarlo. ¡El chico se había transformado! Ya no era el chico compuobsecionado de antes. Ahora era un guapo dieciséis añero, con auto propio y mucha personalidad. Subieron las cosas de Mimi al deportivo y luego partieron. Mientras sus rojos cabellos se mecían con el viento del cálido día, Izumi se puso unos lentes de sol bastante a la moda para cubrir aquellos ojos negros que matarían a cualquiera.
Se detuvieron delante de un enorme y bello edificio de ladrillos, rodeado y cubierto de plantas y flores. Ambos chicos se bajaron, tomaron el equipaje y subieron; ya que el departamento de Mimi estaba en el último piso. La chica observaba feliz el edificio que la vio crecer durante diez maravillosos años. Había extrañado tanto ese lugar y ahora, al fin, había vuelto. Viviría sola, ya que sus padres vivían en España. Pero estaría bien, le gustaba mucho el hecho de ser una chica bastante independiente.
Llegaron a un departamento desordenado, lleno de cajas con cosas frágiles para decorar o muebles. Mimi e Izzy entraron, dejaron sus zapatos en la entrada y fueron a lo que sería el cuarto de la chica.
- Mimi, haré una junta con los chicos en mi casa para festejar tu llegada. Podemos ir a bailar o algo.
- ¡Si! ¡Claro! ¡Me encantaría!
En esos momentos, la joven vio como el antiguo portador del emblema del conocimiento deslizaba su mano en su bolsillo, sacando de ahí un cigarro y un encendedor.
- ¿Te importa si fumo?
- ¿Fumas? -Mimi lo miró atónita- ¿Qué diablos te pasó para que cambiaras tanto?
- Nada Mimi, no me sucedió nada. Solo pasó. Las personas cambian, tú misma cambiaste. ¿No ves?
- Si... eso si... Pero aún así... Izzy, te noto muy cambiado.
- Pues si. Yo sé que he cambiado mucho. -exhaló el humo que tenía en la boca- Pero todo tiene su razón de ser.
- ¿A sí? ¿Por qué cambiaste tú?
- Por amor y tristeza. Más que nada por esperanza. Cambié por una chica, aunque al parecer a ella no le gustó mucho mi nueva apariencia. El problema es que ya no sé si pueda volver a ser el mismo de antes.
- Izzy, tenías que ser tú mismo. Tu verdadero "yo" es hermoso, cualquiera que no lo acepte a de ser bastante idiota.
- ¿Tú lo habrías aceptado?
- Claro que si.
En esos momentos, Koushiro y Mimi se acercaron, impulsados por algo, sumiéndose en un pequeño beso. Cuando la chica reaccionó, procuró apartarse de su amigo, sonrojándose hasta el tope y dándole la espalda por la vergüenza.
- Mimi... lo... lo... lo siento... creo que mejor me voy de aquí. -tomó su chaqueta negra de la "cama" de Mimi y se fue, dándole un beso en la mejilla- Supongo que nos veremos mañana en la escuela.
La muchacha siguió a su amigo con la mirada hasta que lo perdió de vista, poco después escuchó como éste cerraba la puerta de su departamento.
