Drabble dedicado a mi pequeño sobrino que nació hace poco.

Naruto no me pertenece.


Él estaba perdido, hundido en una oscuridad absoluta, no había salvación para él… solo dolor y sufrimiento. Los recuerdos de su pasado lo atormentaban día y noche, ya no podía recordar a su familia como fue antes de eso, cuando cerraba los ojos solo podía observar los cuerpos sin vida de ellos, la sangre oscura bañando todo el lugar y la luna reflejándose en los fieros ojos de su hermanos que lo miraban con un frialdad sorprendente.

Ya nada importaba para él, había aceptado su error y estaba preparado para morir. Todos deseaban que él muriera por todo el daño y sufrimiento que había causado… entonces, ¿por qué?

¿Por qué lo habían salvado?

¿Por qué no lo dejaron morir?

Él merecía morir… pero al parecer la vida le estaba preparando otra cosa.

Su primer año en la aldea luego de su recuperación fue en lo que él describe; un infierno. Su pequeño hogar fue su refugio, su encierro del mundo exterior. Prácticamente se aisló del mundo entero, Naruto era el único que lo visitaba junto con Sakura y Kakashi, pero por lo general pasaba sus días en solitario. Ya no podía dormir, las pesadillas lo asechaban apenas cerraba los ojos, la comida ya no era de importancia para él. Estaba decidido a morir. De todas formas ya nada lo ataba a ese lugar.

¿Para qué seguir ahí?

Fue cuando la conoció a ella. Al parecer Naruto en su desesperación por hacerlo salir de su encierro le había pedido ayuda a esa pequeña Hyuga. ¿Qué podía hacer ella contra él? Se veía tan frágil y al principio sus grandes ojos pálidos lo miraban con miedo, temor y mucho nerviosismo. Fue muy divertido ver cómo, con cada movimiento que hacía, ella se estremecía por completo y en ocasiones se sonrojaba hasta niveles insospechados.

Con el tiempo ella se convirtió como una brisa fresca de verano. La luna que iluminaba su oscuridad en la eterna noche que lo acompañaba. En ese momento se dio cuenta que estaba enamorado de la Luna. Su brillo lo había atrapado por completo y ahora ella iluminaba todo su mundo, manteniendo a raya a todos sus demonios.

Por eso él decidió vivir.

Decidió vivir por aquella luna tan lejana, la cual parecía imposible de alcanzar pero que, con el tiempo, se fue acercando cada vez más hasta tenerla justo donde quería; en sus brazos.

Ahora puede escuchar a su hermosa luna, escucha sus gritos de dolor junto a las voces de las enfermeras, Sakura no deja de dar órdenes, pero él solo puede verla a ella. Solo puede ver su cara cuando esta se contrae de dolor, sus ojos cansados brillan con tanta determinación que no puede apartar la vista de ellos y su frente perlada de sudor. Su mano lo aprieta con tanta fuerza con cada contracción que sufría su cuerpo. Las chicas le daban ánimo para que siguiera y ella lo vio a él por un momento, una pequeña mirada llenada de mucho significado y él solo pudo darle una pequeña sonrisa de aliento y besar su frente con ternura.

Con un último grito de dolor por parte de ella, la sala queda en silencio, Sakura y las enfermeras se movían agitadamente y luego sucedió… el llanto del pequeño bebé inundo la sala. Hinata soltó las lágrimas que había contenido y él igual, las lágrimas ruedan por sus mejillas mientras observa como Sakura trae en sus brazos un pequeño bulto envuelto en una sábana azul, ella les dedica una sonrisa antes de entregarles su preciada carga. El pequeño no deja de llorar hasta que lo dejan en su pecho, donde se acurruca cerca de su madre.

Y él los observa… observa el rostro de Hinata al ver al pequeño.

Observa sus ojos luna brillar con tanta intensidad.

Observa a su pequeño hijo.

Y en ese momento solo puede pensar que no solo había alcanzado la luna sino también las estrellas.