Ya perdió la cuenta de los días en que Zack no había matado, con el tema de ser buscados por la policía se podría decir que había dejado de ser asesino para no reunir sospechas alrededor, pero esa acción le ocasionaba una porquería de abstinencia de la cual estaba harto. ¡Maldita sea! Había pasado años.
¡Quiero matar!
Exclamaba su mente mientras pateaba la pared para liberar su frustración. Su guadaña en mano, apretando el mango con fuerza.
—¿Estas bien? —preguntó Ray.
—¡Ya para! —espetó Zack, a pesar de que no había dicho ni una palabra pidiendo que la asesine. En los sueños recientes, ella suplicaba, rogaba que la mate... escucharla solo le hacía remembrar...
Como la había matado, riendo feliz.
Hasta que se daba cuenta, que no se levantaría, que no hablaría, que no lo miraría, y las lágrimas se deslizaban por sus mejillas ¡Tan irónico!
—¿Zack? —El dio otro puñetazo a la débil pared para luego girarse y enfrentarla.
—¡Quiero matar! ¡Quiero matar! ¡Tanto que voy a volverme totalmente loco!-confeso, sus dientes apretados y con furia contenida en sus ojos.
—Me parece bien —contestó simplemente Ray, una respuesta que puso más molesto a Zack.
—¡¿En serio?! —cuestionó poniéndole el filo de la guadaña detrás de su cuello.
A él, no le parecía ni un carajo bien. Tenía deseos de matar, sentir la sangre salpicar chorrear, desgarrar, pero no su sangre, no su piel.
No a ella.
Pero que tonto, ella tenía su deseo de morir ¡Maldición!
—Pero... ¿Te parece bien? —Zack se sorprendió por esa pregunta— Mi sonrisa apesta aun... y todavía no demostré del todo mi utilidad— Él realizo un atisbo de sonrisa, esta situación era tan similar a aquella vez. ¿Estaba creando pretextos? ¿No quería morir?
No obstante, a él se le hacía tan difícil contenerse aun si tenía esa expresión, que no importo. Quería ver sangre.
—Estoy harto de no asesinar en todo este tiempo que te mataría de igual forma —su mirada era firme— ¿Lo entiendes?
Ella asintió y Zack acortando la distancia, pegó la cabeza de Ray a su pecho.
—Buena chica.
Y le acarició su cabello de forma gentil. Ella seguía siendo buena chica.
—No me dejes matarte todavía —susurró en su oído.
Y con un leve empujón la echo de la habitación para cerrar la puerta y comenzar a destruir cosas dentro de la misma. Eso, era bueno para liberar la ansiedad producida por la abstinencia, era una solución temporal.
Poco tiempo después, encontró una nueva adicción...
Solo sucedió.
Un día en que Ray tenía pegado queso fundido en sus labios y mandando todos sus pensamientos de ser "un hombre decente" al carajo, la beso. De todas formas él no era de pensar era de actuar, se guio por su corazón; de lo que sentía y lo que quería hacer en ese momento.
Y tomándola de la nuca, junto sus labios bruscamente, iniciando un beso desesperado, saboreando el queso mientras su interior arde y le cuesta respirar, pero al parecer sus labios se convierten en su aire.
Las salivas se mezclan, lo que provoca para Zack un sabor adictivo. En eso, muerde su labio inferior... sacándole un sonido agudo y completamente excitante. Sin embargo, no se detuvo ahí, a pesar de que parecía finalizar.
Zack no se detuvo ¿Cómo hacerlo si aún tenía hambre y sed de sus besos?
—Me gusta mucho más que matar —comentó al separarse de sus labios un breve momento, sus narices rozándose y sus manos sobre las mejillas de ella.
Él sonrió. Ray alzó la ceja sin comprender.
—Tu eres mi nueva adicción —dijo—Tus labios.
Y esos mismos, se pegaron -nuevamente- en un beso brusco. En un beso que Ray correspondía.
¡Le gustaba más que matar! ¡Era una mejor solución que romper!
Sus labios... ella, era su alegría.
La única persona que lo veía humano. Así que -ahora- cada vez que quería matar, tenía que besarla.
Y eso era todas las veces.
