Entre Tú & Yo
Cap 1. Tú
— Narrado por Kagome —
En aquel día aparentemente hermoso en el que me encontraba en el Sengoku, Tú me mirabas con aquellos ojos ambarinos que me derretían y hacían temblar mis rodillas.
— ¡Tonta! — te escuche llamarme cuando por culpa de una piedra caí de mi bicicleta.
Nos dirigíamos a las montañas del este donde unos aldeanos aseguraron ver a un monstruo que poseía algunos fragmentos de la Shikon, se ten notaba malhumorado y comprendo que es porque hace tiempo que no sabes de Kikyo. Pasadas algunas horas mi caminar se notaba pues mis pasos se volvieron lentos y pausados, te acercaste y con fastidio me ofreciste llevarme en tu espalda.
— Deberíamos descansar Inuyasha, es demasiado largo el recorrido para la señorita Kagome — Sugirió amablemente el monje Miroku, quien me miraba preocupado.
— Claro que no, hemos recorrido demasiado como para perder el tiempo ahora — concluiste molesto.
Me dolía el hecho de no interesarte tanto como desearía y mil veces me he planteado que si Kikyo estuviera en mi lugar serías diferente.
Unas pocas horas más tarde habíamos llegado ya a nuestro destino, la aldea al pie de las enormes montañas se veía devastada y no parecía habitada, nos adentramos y revisamos algunas cabañas comprobando que nadie las ocupaba. Tú parecías fastidiarte a cada minuto que pasábamos en ese lugar.
— ¿Por qué estas tan nervioso? — me cuestiono a mi misma.
Pronto un gran estruendo capta nuestra atención y ante nosotros está un demonio con apariencia muy similar a la de un humano, de largo cabello pelirrojo y ojos carmesí, montado en un Dragón de color negro con líneas rojas el cual parece realmente agresivo.
— Maldición — te escucho murmurar. — Tenemos que irnos —
Algo no anda bien y lo sé, rápidamente lo he notado, la luna no está y no queda mucho tiempo antes de que te transformes así que intentamos escapar pero el demonio es más rápido y antes de lograr ponernos a salvo él…
Él está justo frente a nosotros y nos ataca con una especie de látigo fluorescente, Inuyasha se interpone para que no logre hacerme daño pero lo ha dejado muy mal herido.
— Debemos salir de aquí —
Como ha podido me toma entre sus brazos y de un salto nos alejamos del aquel Youkai, no sabemos que ha pasado con Sango y los demás y aquel extraño ser no ha hecho ni siquiera el intento por seguirnos. Después de un par de minutos nos hemos topado con una pequeña cabaña alejada de aquella aldea.
— Inuyasha, ¿Te encuentras bien? —
— Mi cuerpo es resistente, esto no es nada, sanara pronto —
Le miró preocupada y siendo sincera esa herida no se ve muy bien aunque trate de negarlo puedo ver su rostro lleno de dolor.
— Te revisaré —
— ¡Que molesta eres!, ¡Ya te dije que no es nada! —
— Inuyasha, no seas infantil y déjame revisarte — le digo intentando quitarle su Haori pero como siempre él se resiste.
— Déjame en paz —
Después de un buen rato de intentar revisarlo se ha rendido claro no sin antes maldecirme por lo bajo. Revisando su espalda noto que el daño es grande, la herida es profunda y parece infectada.
— Saldré a buscar unas yerbas medicinales para controlar la infección —
— Usa uno de esos remedios que traes de tu época —
Lo miro incrédula por unos instantes hasta que nota que mi mochila no esta y gira el rostro con gran molestia.
— Solo quédate aquí, regreso pronto —
Salgo de la cabaña y veo el fastidio en su rostro, es normal después de todo no le gusta seguir las ordenes de nadie. Miro a todas direcciones y me pregunto que habrá pasado con el resto y ruego porque se encuentren a salvo.
Después de mirar por los alrededores apenas he encontrado algunas plantas útiles y me apresuro a recogerlas para no retrasarme más, seguro Inuyasha ya está molesto de tanto esperar.
*** POV Inuyasha ***
Llevo esperando algunos minutos y no ha regresado, me fastidia estar solo en estos momentos, solo espero que la muy tonta no sea atacada por un monstruo del bosque. Sonrió al pensar en ello pero pronto mi expresión cambia a una llena de preocupación.
— ¿No será tan tonta… o si? —
Me pongo de pie dispuesto a salir en su búsqueda cuando la veo entrar con esa sonrisa tan suya, se acerca y me reprende por estar de pie así que me siento mientras ella prepara la infusión.
— En unos minutos estará lista — Dice sonriente.
No sé que es lo que ocurre conmigo cuando está cerca de mi pero su presencia crea en mi pecho una sensación muy cálida que llena ese vacio que ha habido en mi corazón durante toda mi vida, estoy tan sumido en mis pensamientos que no noto que me llama y cuando lo hago me pide de nuevo que me acueste en el viejo suelo para untarme la infusión.
— Ya está oscureciendo, por suerte aquí había un poco de leña, podemos encender el fuego para no pasar tanto frío — Me sugiere con una sonrisa en todo su esplendor.
— Me da igual — Respondo con desgana y ella se molesta.
Sé que no debería comportarme así, sobretodo por como es ella conmigo y sé que si se enoja es por mi culpa aunado a que su carácter no es precisamente muy dulce y paciente.
— Sera mejor descansar y esperar a que esa herida sane para regresar a la aldea de la anciana Kaede y sobre todo para encontrar al resto —
Solo puedo asentir, me giro hacia la pared para intentar dormir mientras siento el calor de la fogata que Kagome acaba de encender y me sorprendo al sentir como se acuesta frente a mí para después abrazarme y cerrar sus orbes marrones.
La observo una última vez y sonrió para mis adentros, supongo que ésta noche quizá podre dormir un poco…
A la mañana siguiente, la azabache abrió con pesadez sus orbes marrones para encontrarse con el rostro masculino de su querido Inuyasha quien parecía dormir plácidamente, decidió no despertarle y continúo recostada a su lado mientras con suavidad acariciaba el contorno de sus facciones, se sorprendió de que el Hayou no se percatará de su suave caricia o quizá no le molestaba.
Por la ventana se podían distinguir los rayos del sol indicando que era un nuevo día lo cual hizo sonreír a la joven pero rápidamente recordó a sus compañeros y su semblante cambió. El peli plateado despertó poco a poco y notó que Kagome mantenía sus ojos abiertos pero continuaba a su lado.
— Es tarde, debemos partir — comentó sonrojado el ambarino poniéndose de pie rápidamente, sacándole una sonrisa a la azabache.
— Debemos regresar a la aldea, quizá ellos hicieron lo mismo —
Salieron de la cabaña e Inuyasha le ofreció su espalda a la joven, la cual acepto sonriente. Atravesaron el bosque llegando nuevamente a la aldea en la que fueron atacados, les tomo el resto del día regresar a la aldea de la anciana Kaede y tal como lo supusieron sus amigos les esperaban allí.
— Kagome-chan — mencionó Sango quien corrió a abrazar a la azabache seguida del pequeño Shippo.
— ¡Kagome! — gritó el pequeño zorrito lanzándose a sus brazos.
Por su parte Miroku se acerco a Inuyasha bastante feliz de ver a sus amigos sanos y salvos, claro no pudo faltar la mirada picara y el comentario pervertido por parte del monje sobre la noche que pudieron pasar los recién llegados ganándose una paliza por parte del ambarino.
— Bueno, nos alegramos de que hayan vuelto sanos y salvos — fueron las palabras del monje mientras caminaba con dificultad debido a los golpes recibidos.
Una vez en la cabaña de la anciana sacerdotisa, ella se encargo de revisar la herida causada al cuerpo del Hanyou asegurando que ya comenzaba a desaparecer.
— Inuyasha — llamó la joven sentándose al lado del peli plateado.
— … —
— ¿Irás a verla? — denotaba el dolor en su voz al ver las luces que provenían de lo profundo del bosque acompañadas de las acostumbradas serpientes caza-almas.
— … —
— No tienes porque avergonzarte de decirlo —
Antes de recibir respuesta la joven regresó al interior de la cabaña dejando al ambarino solo, claro como ella lo suponía no por mucho tiempo ya que el se encamino al lugar del que provenían aquellas luces.
— Inuyasha… —
Al llegar donde sintió su aroma, se encontraba ya preocupado pues noto en el aire el olor a sangre fresca; sus presentimientos se vieron hechos realidad al ver a Kikyo rodeada por sus serpientes y envuelta en sangre. Se acercó a ella con cautela, seguramente algún monstruo del bosque le había atacado.
Ella le miró e intento sonreír pues no tenia fuerzas para más, el ambarino la tomo en brazos y la llevo rápidamente donde el resto del grupo, los cuales se sorprendieron al ver a la sacerdotisa en ese estado tan deplorable.
— Kagome, anciana — llamó a ambas sacerdotisas suplicando ayuda con la mirada.
Aún dolida por confirmar una vez más que Inuyasha nunca correspondería sus sentimientos, se apresuró a auxiliar a su rival…
