La luna llena iluminaba toda la noche, mostrando el contorno del follaje de los árboles que rodeaban el perímetro. La casa, sin iluminación alguna, se mantenía entre las sombras; parecía sacada de una película de terror, pero para ella, resultaba acogedora. Su cabello plateado ondeaba ligeramente con la suave brisa que en ese instante soplaba, la noche era fresca. Boggie-kun, entre sus manos, se había quedado por fin callado. Desde unos minutos atrás había estado criticando duramente a Karin, pero luego de ver que Anju no le prestaría atención, había decidido cerrar la boca, cosa poco frecuente en él, ya que parecía que jamás se mantenía callado por más de dos segundos.
Sin embargo, ahora se encontraba clavado, mirando el perfil de la vampiresa que le sostenía, absorta en sus propios pensamientos. Karin y Kenta salían muy a menudo a "hacer cosas de parejas humanas", por lo que ya eran muchas las noches en las que la casa se quedaba en oscuridad, puesto que sólo los ojos de Karin necesitaba de la luz eléctrica para andar sin tropezarse. Ahora, pasaba más tiempo en casa de él o simplemente iban juntos al cine, pista de patinaje, teatro o cualquier otro sitio cercano.
Anju tenía ya varios días sin dormir, por ello mismo Boggie pensaba que algo la incomodaba, pero todo lo que había dicho para hacerla salir de ese silencio, fue en vano. En ese instante, su delgado camisón no era lo adecuado para estar sobre el tejado de una casa, sobre una colina, a las 2 de la mañana; pero eso poco le importaba.
Un murciélago revoloteó por encima de su cabeza por unos instante, para ir a perderse en al oscuridad de la noche. No era de los sirvientes de la vampiresa, así que no le importó el rumbo que siguiera. Contempló el paisaje que se ofrecía ante él y se preguntó el porqué del cambio de su dueña.
Los ojos color ámbar se cerraron unos segundos y se escuchó su suspiro, al parecer había pensado mucho en algo que aún le abrumaba, miró debajo de sí y pronto la vista se le volvió borrosa, cayendo con Boggie aún en sus manos.
Sin embargo, no tocó tierra, ya que unos brazos la atraparon en el aire y el chico que la sostenía alcanzó el tejado, mirándola inconsciente. Notó su cansancio al ver su rostro y le tocó la frente para corroborar que no tuviese temperatura. Respiró aliviado al ver que así era. Lentamente, la vampiresa abrió los ojos, topándose con unos idénticos a los suyos que le miraban fijamente. Se sonrojó de inmediato al no reconocer a quien la sostenía, pues creía que era su hermano.
-¿Se encuentra bien? –preguntó el desconocido con voz pausada.
-S-Sí… –respondió temblorosa.
-No debería de estar afuera si se siente débil, parece que no ha comido nada en estos días, está muy débil –dijo, colocándola en el tejado.
-Estoy bien…
Anju lo contempló detenidamente: cabello plateado y corto, ojos ámbar, debía de medir lo mismo que Ren, sus ropas eran negras y usaba un abrigo ancho. No lo había visto antes, lo que le daba un toque de misterio. Notó la blancura de sus colmillos, corroborando el hecho de que acababa de salir a alimentarse.
-Si gusta, puedo conseguirle alimento, ¿cuál es su tipo de sangre?
-No es necesario.
-Como guste. Disculpe, tengo que irme. Espero verla muy pronto.
El vampiro se dio media vuelta y saltó hacia el vacío, pronto se perdió de vista. La chica se colocó una mano en el pecho, para corroborar que su corazón latía demasiado rápido. Ese vampiro desconocido le había dejado una profunda impresión y no entendía el porqué.
-Anju… ¿estás bien? –preguntó preocupado el muñeco.
-Sí, Bge-kun, entremos.
Instantes después, ella estaba acostada en su cama antes de que comenzaran a salir los primeros rayos del sol. El muñeco estaba a su lado, algo intranquilo, mirándola tratando de conciliar el sueño. La vampiresa se dio la vuelta al escuchar la puerta de la cocina al abrirse, notando que apenas llegaba su hermana. En un instante estaba parada en el pasillo, espantándola con la acción hecha.
-¡Anju! No vuelvas a hacerlo… me diste un gran susto –dijo.
-Lo siento. ¿Te divertiste en tu cita? –interrogó suavemente.
-Sí, Usui fue muy amable conmigo –contestó sonrojándose y colocando sus manos en sus mejillas-. Lo siento, Anju, debo de ir a dormir, mañana tengo que ir a la escuela y trabajar, así que debo de levantarme temprano.
La chica subió las escaleras con lentitud, dejando a su hermana un poco intrigada. Días antes se había cuestionado qué era exactamente una relación de pareja, y si la pelirroja era feliz con su noviazgo y la doble vida que llevaba. Era por eso que no dormía y que ni siquiera salía a comer. Boggie le había dicho que debía de chupar sangre antes de que se enfermara o sus instintos la dominaran, pero simplemente no tenía intención alguna de morder a nadie. Instintivamente pensó en las palabras de ese chico.
-Si gusta, puedo conseguirle alimento, ¿cuál es su tipo de sangre?
La idea de pronto le pareció tentadora y se mordió fuertemente los labios, sacándose unas gotas de sangre, que inmediatamente lamió. Aunque ya no podía salir de día porque podía quemarse, mañana en la noche conseguiría algo qué comer antes de debilitarse más. Subió a su cuarto y se quedó profundamente dormida.
Era de noche cuando se despertó y decidió salir a la calle para probar un bocadillo. Se cambió y peinó, colocándose en su cabello el pasador que le regalara Karin con la forma de un muñeco de nieve. Miró a Boggie sobre una silla y lo llevó consigo, ya que el espíritu del asesino se había acostumbrado a su compañía.
Cuando estuvo en la calle, decidió dar un paseo mientras encontraba a una chica lo suficientemente celosa para disfrutar más su sabor. Sin embargo, el ver el suave ir y venir de la gente en la ciudad le relajó tanto que el tiempo se fue muy rápido. Aprovechando la oscuridad, decidió subirse a los techos para tener un mejor ángulo. De pronto, en el parque encontró a una chica que ofrecía una valiosa oportunidad.
En un segundo estaba a su lado y la durmió mientras chupaba de su cuello, manchando levemente su vestido, aunque eso no le importó. Procuró no llenarse, ya que por el hambre que tenía era probable que si tomaba más de la cuenta, la humana moriría. La dejó apenas acabó y con el dorso de su mano se limpió la boca, de pronto, escuchó una voz conocida.
-Celos…
La vampiresa se volteó, para descubrir al vampiro de la noche anterior sentado sobre la rama de un árbol cercano. Él contemplaba la luna llena, colgando sus piernas en el vacío.
-Su tipo de sangre son los celos… –continuó, volteando a mirarla- La próxima vez que la vea débil ya sé qué ejemplar de humano conseguirle. Deberé de buscar a una chica muy celosa.
-¿Qué hace aquí? –preguntó extrañada.
-Salí a comer y debo de agregar que esa era mi presa –respondió, llegando a su lado-. Pero está bien, usted lo necesitaba más. Mi nombre es Connor.
-Maaka. Anju Maaka –se presentó-. Y este es Bge-kun.
-Anju, este vampiro no me agrada, vayámonos –dijo molesto.
-Qué interesante –comentó, metiendo sus manos en los bolsillos de su saco-. Normalmente los muñecos con espíritus atrapados dentro retoman su forma original cuando su vampiresa se desarrolla, pero este aún habla.
-Y normalmente, los vampiros tienen un territorio muy delimitado, no aceptan intrusos, mucho menos si son tan irrespetuosos –contraatacó.
-Cuida tu lengua –amenazó, colocando su rostro a centímetros de él.
Anju no hizo movimiento alguno, observando la batalla silenciosa que acababa de surgir entre los dos. Finalmente, Connor se dio media vuelta para irse, alzó una mano para despedirse y dijo:
-Nos vemos al rato.
-¿A qué se refería con ello? –preguntó el muñeco.
-No lo sé –respondió sincera.
La vampiresa se terminó de alimentar y cuando estuvo satisfecha regresó a su casa. La familia estaba reunida en la sala, así que debía de haber algo importante qué comunicar a todos. Tranquilamente se sentó en un sofá libre sin que nadie se lo pidiera.
-Anju ya está aquí y en unos minutos llegará Karin –comentó Carrera.
La puerta se abrió y entró la aludida, quien se sorprendió por la escena vista al prender la luz. Su familia cerró los ojos por el brillo, carrera se acercó a su hija y le pegó con una pantufla.
-¡Baka! ¿Acaso no entiendes que no debes de encender ninguna luz cuando tendremos visitas? –dijo molesta, apagándola.
-¿Tendremos visitas? –preguntó sorprendida, tallándose la cabeza.
-Así es, en unos segundos la familia Windsor estará aquí. Ellos son unos importantes vampiros ingleses –aclaró Elda.
La puerta se abrió y cuatro figuras negras penetraron.
-Aquí están ya –aclaró Ren.
-¿Tú? –preguntó Anju al ver a Connor.
