Mi intención era pasar todo este tiempo sin los chicos colgando este fic, pero... el, para mi inesperado 6x11, me obligó a reescribir prácticamente todo lo que tenía escrito (tres capítulos ).

Y de qué va ésto, antes que nada aviso SPOILER HASTA EL 6X11 por que si no los has visto esta ida ida de olla está justo entre el 6x10 y el 6x11, pretendía situarlo en el parón, pero los guionistas de la serie me han pillado

Tengo una super Beta, Maiden, (te quiero mi niña ) que además me ha hecho una cabecera que... os quedaréis sin ver si no os pasáis por el SUPERNATURAL FORO

ROAD TO NOWHERE
Autor: 3r-Rosario
Tema: only bros & the family business
Calificación: iba a poner PG-13 pero visto el lenguaje de mi niño, y que mi gemelo ha prometido echarme una mano para terminarlo lo vamos a dejar en PG-15
Resumen: Vale, no es propiamente un resumen digamos que es como una continuación de mi shot :Mañana
Estado: Pues como va a seguir la estructura de "El Camino a Seguir" y de "When you defeat the last", ya sabéis, cada párrafo desde el punto de vista del personaje que lo encabeza, pues aspiro, en principio a catorce capítulos más prólogo y epílogo. Sólo tengo beteado hasta el cinco...
Descargo de responsabilidades: Los chicos no son míos (ya quisiera yo) y por supuesto no tengo ningún interés material en ello.

ROAD TO NOWHERE

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Prólogo

"Decisión irreversible"

DEAN

- ¡No te vayas! ¡SAM!

Observó cómo el replicante con el aspecto de su hermano le daba la espalda y se alejaba del puto almacén dónde las cenizas de Crowley eran la metáfora perfecta de sus esperanzas de recobrar el alma de Sam.

Subió a su coche, pensativo, agobiado. Abrió la guantera y el móvil que fuera de su padre, junto a los suyos, pareció burlarse de él "Fue fácil para ti, papá. Simplemente desapareciste". Estaba siendo injusto, John sacrificó su vida por él, pero es que estaba harto de ser siempre el que tenía que aguantar el tipo y salir adelante.

Llamó a la única persona que le escucharía: Bobby.

- Se ha marchado Bobby – confesó destrozado a su amigo.

- Quizás no sea tan terrible que lo haya hecho, chico

- ¡Bobby! - se quejó

- ¿Estás muy lejos?

- No. Estaré ahí en un par de horas.

Una absurda idea se perfilaba en su mente. Era algo imposible, pero cuando Sam era un niño, su inmensa curiosidad le hizo descubrir un libro de hechizos bastante peculiar en casa del chatarrero.

El viejo lo recibió con la gruñona comprensión que necesitaba. Le contó lo sucedido con el jodido demonio, la traición de Samuel. Vaciando su corazón con cada palabra, entre trago y trago del imbebible whisky del veterano cazador.

Cuando Bobby se fue a descansar el se quedó un rato más despierto. En la biblioteca, rebuscando entre los cientos de volúmenes esotéricos, uno en particular. Copió un hechizo en una hoja de una libreta que había sobre la mesa y dejó el libro oculto entre las revistas antiguas para quemar en la chimenea.

SAM

Estaba en Lawrence, Kansas. El caso que encontró por Internet y que le llevó allí le recordó uno que tuvieron en el pasado, antes del levantamiento del Lucifer. El de aquel pueblo dónde la gente no moría. El caso dónde perdieron a Pamela.

Sólo veinticuatro horas después de dejar a Dean tirado sin ninguna explicación, lo llamó como si nada. El menor de los Winchester podía no tener alma, pero era consciente de que su hermano era el único cazador al que podía pedir ayuda para un caso así.

- No te engañes Dean, no quiero recuperar mi alma, sólo necesito un socio para este trabajo – le explicó al rubio nada más reunirse con él en la cafetería del motel.

- No te engañes Sam, te voy a ayudar con este trabajo, pero si encuentro la forma de traer tu alma de vuelta, lo haré – fue la contestación del mayor.

- No voy a dejarte, no es tu decisión, es mi decisión

- Tú no sabes lo que es mejor para ti

- ¿Porque no soy Sam?

- Exacto – los ojos verdes de su hermano desmentían la frialdad de sus palabras, aunque no le hiciera sentir mejor ni peor

- Me importa una mierda quien creas que soy o no soy – replicó

- Ese es el puto problema, que te importa una mierda todo y no te das cuenta

- El que no se da cuenta eres tú – E hizo aquello que más odiaba Dean que hiciera, actuar como si no hubiesen discutido.

Le explicó lo que sucedía en la que fuera su ciudad natal. Eso, el trabajo y un apellido que ya no significaba nada era lo que tenían en común. A lo largo de la investigación que llevaban, le sorprendió que su hermano no volviera a la carga con el asunto de su alma.

El caso no tenía mucho en común con lo que habían pensado en un principio. Ningún demonio había secuestrado a la Parca de Lawrence. Más bien se trataba de que aquel ser había desertado, se había pasado al bando de los seres sobrenaturales que habían aprovechado el Apocalipsis para cambiar su rol en el Mundo. Ésta, de hecho, había poseído a un tipo y se daba la gran vida matando a quien le estorbaba y sin llevarse a quien debía.

Sam decidió que había que eliminarla, y el rubio le secundó sin, sorprendentemente, protestar o poner alguna pega a sus expeditivos métodos de investigación. Aquello lo mosqueó, pensando que cuando su hermano decía a todo que sí y se guardaba sus opiniones, era porque estaba maquinando alguna idea absurda.

Tras dos días de búsqueda infructuosa y por separado, Dean llegó esa tarde al motel con una botella de whisky en la mano y con síntomas evidentes de que el líquido que faltaba en ella ya estaba a buen recaudo en su estómago.

- Si sigues bebiendo así acabarás mal – le dijo

- ¿Te importa? - replicó el mayor desagradablemente

- Haz lo que te dé la gana.

Lo ignoró y siguió investigando, tratando de hallar alguna pista de dónde podía esconderse la puñetera parca.

DEAN

Bebió un trago largo, prolongado. No porque la decisión fuera difícil de tomar, era ya irreversible, sino porque tenía derecho, se había ganado el derecho a terminar con su existencia como le diera la gana.

- Oye Robocop, hazme un favor y comprueba a qué hora comienza a decrecer la luna – pidió con la voz pastosa

- ¿Desde cuándo te interesa la Astronomía? - punto para la carcasa sin alma

- ¿Desde cuándo te interesa a ti algo que me interese a mí? - preguntó con ironía

- No, realmente me interesa una mierda – vaya, lo había picado – a las tres veintitrés am.

- Pues hazme otro favor y a esa hora te piras un rato – gruñó Dean

Aquello que decía ser su hermano se encogió de hombros indiferente. Sentado en el suelo, a los pies de su cama, se acabó la botella, poniendo en orden en su mente todo lo que aún tenía que hacer. Esta vez no habría cartas de despedida ni gestos grandilocuentes, no tenía sentido que los hubiera.

- Dean – Sam se había vuelto y casi vio un gesto de su hermano en aquel cuerpo vacío - ¿estás pensando en hacer alguna estupidez?

- ¿Te importa?

- No, no realmente, si no tiene nada que ver con lo de encontrar mi alma

¡No iba a poder impedírselo! ¡Nadie podría impedirlo! Levantó la cabeza de la botella vacía y miró al altísimo chico sin verlo. Ahogado en todos esos recuerdos que dicen que pasan frente a tus ojos cuando te enfrentas a la muerte. Pero él no iba a morir. Respiró agónicamente y logró sonar de forma convincentemente fría y serena.

- Nada más lejos de mi intención hermanito – respondió con desprecio

- Estás insoportable esta noche

- ¡¿Por qué no me dejas en paz? ¡¿Por qué no te largas a joder a alguna camarera? Tú y Samuel sois iguales, no os importa nada ¡solo vuestros putos culos! - pues el chico iba a tener razón, la bebida lo volvía insoportable.

- Te voy a dejar solo un rato. Estás borracho. Volveré por la mañana – el más joven cogió su chaqueta y antes de salir por la puerta le aconsejó – deberías beber menos, te agria el carácter

- Vete a la mierda.

Por fin se había ido. Le quedaban cuatro horas para llevar a cabo todo el ritual del poderoso y antiquísimo hechizo. Se había prometido a sí mismo que haría "cualquier cosa" para liberar el alma de su hermano y lo que estaba haciendo era algo más que cualquier cosa.

Dibujó los extraños signos en el suelo y dejó en ellos un poco de su propia sangre. Después, sacó un extraño ovillo de un hilo aún más extraño, sonrió amargamente mientras cortaba un trozo del mismo. Fue como si el mundo sufriera una especie de onda visual, provocándole un poco de mareo. Cuando se estabilizó se dio cuenta de que había perdido el pedazo cortado. No supo encontrarlo, así que cortó otro. Otra ondulación, pero esta vez estaba preparado.

BOBBY

Colgó el teléfono. Sam le había pedido que investigara algo sobre las parcas que poseen personas. No encontraban ninguna pista y en Lawrence la gente seguía sin morir. Aunque lo que realmente le preocupaba era que el chico le había comentado que Dean estaba más depresivo que de costumbre.

Cogió un volumen de antiguas tradiciones europeas dónde la Muerte se iba de vacaciones causando el caos en los sitios dónde debía actuar. Echó de menos un pequeño volumen sobre las Hilanderas del Destino. Tropezó con las revistas que tenía amontonadas junto a la chimenea. Estaba escondido entre ellas.

_._

- Pero que libro más idiota ¿quien querría usar un hechizo de estos? ¿Quién podría ser tan capullo como para borrar su propia existencia? - el chico de diecisiete años arrebató el libro al de trece y volvió a colocarlo en la estantería

- Déjame verlo Dean – protestó el menor pugnando con su hermano por volver a cogerlo – lo había cogido yo

- ¿Por qué conservas un libro tan poco útil Bobby? - le preguntó el arrogante muchacho mientras impedía al niño acercarse a la estantería

- Ningún libro es inútil Dean – le explicó al prepotente chico – peligroso, no te digo que no, inútil, nunca.

El mayor volvió a coger el libro y comenzó a dar golpecitos con él a Sam y a perseguirlo por toda la habitación "Cuidaaaaaadooooo, Saaaaaaammyyyy... soooooy un librooooo peligroooooosooooo"

_._

Sucedió algo extraño. El chatarrero sintió como si todo lo que lo rodeaba se ondulara. Cogió el libro y lo ojeó. Era cierto, allí estaba el hechizo: "... quemar el hilo del propio destino en una vela de cera de avispa cuando la luna comience a menguar..."

- El hilo del destino, eso no puede conseguirse – murmuró el viejo sin tenerlas todas consigo – sería necesaria la...

¡Sería necesaria la sangre de una parca para revelar el camino al templo de las Hilanderas! Volvió a llamar a Sam, cuando estaba marcando todo volvió a ondularse de nuevo, estaba comunicando. Llamó otra vez. El más joven le tranquilizó, acababa de hablar con Dean. En eso momentos tendría que estar durmiendo la borrachera.

SAM

Conectó su portátil en el bar de moteros dónde habían cenado esa noche. La camarera parecía encantada con su vuelta. Junto con la "Coronita" que se había pedido le dejó una nota "Salgo a la una, ¿me esperas?", la miró y asintió sonriendo. Ya tenía algo que hacer esa noche.

La situación con los muertos de Lawrence se estaba normalizando. Le resultó extraño, ¿así, sin más? Coincidía con la extraña actitud de Dean. ¿Habría acabado con la parca desertora y no le había dicho nada? Llamó al móvil de su hermano.

- ¿Qué mierda quieres ahora? - contestó una voz soñolienta y evidentemente borracha

- ¿Has acabado con el trabajo y no me lo has dicho?

- Sí, he acabado el puto trabajo...

- Dean, ¿no has pensado que hubiese estado bien que me lo dijeras para no seguir perdiendo el tiempo con una investigación inútil?

- ¿Y tú no has pensado que no te lo he dicho porque no me ha salido de los huevos?

- Esto no puede seguir en este plan Dean, duerme la mona y mañana hablaremos

Colgó enfadado, desde luego, en ese plan, no le apetecía seguir cazando junto al mayor. Dejó de investigar sobre la parca y se dedicó a otras investigaciones menos serias hasta que la camarera terminó su turno.

Se marchó con ella a su apartamento y la sesión de sexo ocasional fue bastante aceptable a juzgar por la insistencia de la muchacha para que se quedara a pasar la noche. No lo hizo, volvió al motel, no fuera a ser que al borracho de su hermano le diera por prenderle fuego a la habitación y perdieran la fianza.

Al abrir la puerta, el resplandor que había dentro le hizo temerse lo peor, la luz intensa lo cegó. Cuando recuperó la visión de nuevo, estaba en el suelo, la habitación estaba vacía y ordenada y no había rastro de Dean por ningún lado.

- ¿Dean? - llamó, el recuerdo de la borrachera y el aspecto deprimido de su hermano lo llenaron de inquietud - ¡DEAN!

Sobre la mesita de noche había un trozo de cordel muy fino, casi translúcido, de una sustancia que no logró identificar. Entró al baño, no había nadie. Se sentó en la cama agobiado. Primero se cargaba a una parca él solo y después desaparecía. Examinó el trozo de hilo, seguro era una pista, se lo anudó a la muñeca para no perderlo.

La papelera llamó su atención, sólo había una hoja de cuaderno con lo que parecía la letra de su hermano, la cogió, la alisó. Palideció conforme fue leyendo lo que había escrito ahí, miró horrorizado el trozo de hilo anudado a su muñeca "No no no no no no no no..."

El grandísimo cabrón, el pedazo de cobarde egoísta de su hermano no podía haber hecho eso, no podía hacerle eso a él, no podía borrar su existencia para devolverle su alma ¿Cómo demonios se suponía que podía aceptar algo así?

- ¡¿Cómo quieres que viva mi vida sabiendo ésto? - gritó a nadie, arrugando el papel en su puño crispado, desesperado, angustiado - ¡ERES UN IMBÉCIL DEAN! Eres un maldito... imbécil, egoísta de mier...

Cayó de rodillas llorando ¿qué podía hacer ahora?