Descargo de responsabilidad: Nakamura sensei merece un altar por crear a Kuon/Corn/Ren/Katsuki/Cain/etc…
UNA SIMPLE ETIQUETA
Kyoko era, a todos los efectos, su novia. O por lo menos, ejercía como tal… Cocinaba para él, velaba su descanso, cuidaba de su nefasta alimentación... Él la recogía al terminar la jornada, cenaban, y luego la acompañaba en coche hasta su casa. Se ayudaban con sus papeles y ensayaban juntos… Se llamaban por teléfono, se envían mensajes… Se consultan sus problemas, se preocupan por el otro… Él sabía cómo sacarla de sus nubes negras de desesperación, ella sabía salvarlo del abismo de la culpa… Se conocían el uno al otro de maneras que nunca fueron dichas ni buscadas. Sin palabras, se intuían, se sentían, se adivinaban…
Pero no eran novios.
Lo cual no dejaba de añadir más misterio al asunto. Porque si no, no se explicaba cómo es que Tsuruga Ren se dejaba reprender como si fuera un niño pequeño por haberse saltado una comida mientras él protestaba como si tuviera veinte años y no treinta. ¡No, espera! Sí que los tiene. Tsuruga Ren tiene veintiún años, pero uno pensaría que es muuucho mayor, siempre tan serio, tan formal… Menos con su linda kohai. Que no es su novia… Con ella, él es él. Su verdadero él.
Tampoco es que puedan explicarse de otra manera esas fluctuaciones de celosa ira, que se propagan como las ondas de un estanque, cuando los admiradores o acosadores oficiales de Kyoko andan cerca. Porque son celos, lo mires como lo mires.
Ah, pero esa es la cosa. Kyoko no sabe mirar. No lo ve. Está ciega. O quizás realmente prefiere estar ciega… Quizás su corazón prefiera la ignorancia a concederse la esperanza. Porque si acepta la esperanza, estará aceptando la posibilidad de ser absolutamente correspondida. Ella, la indigna, la rechazada… La abandonada mil veces…
Y eso da miedo. Aterroriza. Porque ese yo que ella se ha ido construyendo, esa Kyoko de hoy por la que ha peleado tanto, se perdería en el otro, en un él. En él. Sin saber, pobre criatura, que quien muere de miedo es Kuon. Porque si bien él rompió cada uno de sus candados, ella es la fuerza que lo mantiene cuerdo.
Y sin Kyoko, Kuon volvería a huir del mundo, a encerrarse tras los muros de la máscara de Ren.
No, no son novios…
Porque hace tiempo que dejaron de ser dos, sin darse cuenta, sin advertirse. Y cuando por fin abrieron los ojos, lo vieron, lo sintieron… El puente entre los abismos, el refugio de un abrazo…
El 'te quiero' sin palabras, el alma en una caricia, la promesa en un beso…
No, no son novios… Son mucho más que eso. Son mucho más que dos. Son el infinito encerrado en una mirada.
