When one door close another opens

No sabía que podía hacer en aquellos momentos, mi mente estaba totalmente nublada. Todo mi cuerpo me parecía pesar una tonelada. El castillo seguía siendo un laberinto para mí, aún teniendo el mapa en las manos, continuaba perdiéndome por los gruesos y largos pasillos. Las antorchas colocadas en las paredes, iluminaban el camino que mis pies seguían inconscientemente. "Ah... ¿Dónde diablos estará el dormitorio?" Me pregunté a mí mismo, pero obviamente, sin ninguna respuesta; todas las habitaciones me parecían iguales. "Argh" Me quejé soltando un ruido intraducible. "Alexander tendrá que darme alguna explicación para esto" Repliqué. Tras varias horas a la deriva, consigo encontrar mi alcoba. Abro la puerta y entro. "Por fin, te encuentro amiga mía" Dije aliviado tras cerrar la puerta y sentarme en la silla del escritorio. Cogí una pluma, la cual mojé en tinta y comencé a escribir:

Hacía unos días, Alexander Brennenburg, el dueño del enorme castillo en el que me hallo me comentó una serie de cosas que me tenían bastante interesado. Al parecer, él sabía cómo protegerme de aquella sombra que me acecha sedienta de mi sangre. Como era de esperar, accedió a ayudarme si yo le ayudaba a cambio, obviamente, acabé aceptando. Ya han pasado meses desde ese día y aún sigo metido en este lugar. Es cierto que, aquel ser ya no me persigue como en aquél entonces pero... ahora tengo otra preocupación: Salir de aquí.

Criaturas extrañas me persiguen entre las sombras y no paro de esconderme en cualquier rincón que encuentro... estoy empezando a enloquecer.

El miedo, el hambre y la desesperación van en aumento por cada instante que pasa, ya no sé qué hacer, apenas me quedan fuerzas para continuar. ¿Qué hubiese pasado si no hubiera encontrado aquél Orbe en las ruinas de Algeria?

Lo único que he conseguido hasta ahora es recobrar la memoria, ¿y para qué? Hasta ahora no me ha servido de mucho, pero estoy seguro de que en algún momento podré darle uso... si no fallezco antes.

"Aaah.." Solté un leve suspiro antes de continuar escribiendo.

Escribir esto me ha distraído un poco. Si no fuera por estás palabras, ahora mismo estaría loco. Aún busco a Alexander, al cual no encuentro por ninguna parte, ¿dónde habrá ido? Bueno, estoy seguro de que acabaré encontrándolo tarde o temprano.

Sin más, finalizo esta nueva página de mi diario a fecha del 14 de Octubre.

Estoy cansado...

Solté la pluma y la dejé colocada en mi escritorio; me puse el pijama y me metí en la cama.

Mi mente se puso en blanco nada más rozar la almohada.

Escuché como la puerta de mi estancia se abría lentamente y unos pasos se acercaban hacía mí.

"Daniel, despierta. Es la hora."

Aquella voz ronca, grave y algo divertida e impaciente resonó en mi cabeza durante unos instantes, provocando que mi consciencia se fuera por completo.

"Es hora de que los sacrificios sean llevados a cabo, vamos Daniel, nos esperan"

"Sí...Alexander..."