Capítulo 1
La nueva aventura de Sakura
La humanidad, tan débil pero a la vez tan fuerte. Durante mucho tiempo nos hemos preguntado: ¿Cómo nuestros antepasados construyeron sus grandes edificaciones sin ninguna tecnología de las que conocemos hoy? Muchas de las repuestas tienen que ver con los famosos alienígenas, extraterrestres, viajeros del espacio, etcétera.
Otros dicen que, tal vez, ellos tenían poderes tales como la telequinesis. Pero, ¿quién está mejor informado que los presidentes? Así es, los presidentes deben de saber de todas esas organizaciones secretas creadas para ocultar información a los ciudadanos. Es posible que muchos de nosotros hayamos visto algo y el gobierno dice cosas diferentes. Muy, muy diferentes…
Algunos creen que usaron magia. Y eso es creíble, todas las culturas hablaban de magia, dioses, rituales y muchas cosas más que se relacionaban con ello. Y si la magia existe, ¿todo aquello a lo que se le niega existencia, existe también?
―Paris, Francia. 16 de febrero. 00:00 horas―
Las patrullas corrían hacia donde se hallaba la torre Eiffel. Personas salían gritando y corriendo del lugar. Era como si algún monstruo estuviera ahí, algo que jamás hubieran visto; pero había un chico que lo estaba enfrentando. Era alto y delgado, a simple viste parecía que tuviera 16 años. Atlético y fuerte. Su cabello era lacio y de color rubio, con ojos grises y con muy buena agilidad, tanto que era imposible darle un golpe.
—¡Ya me tienes harto! —gritó una sombra que estaba en la torre.
—Pues qué lástima, no lograrás golpearme —dijo el muchacho con una sonrisa en sus labios.
—Eso es lo que crees —la sombra alzó sus manos y varias rocas se levantaron.
—¡¿Qué rayos?! —el chico miró con atención. Las rocas salieron lanzadas hacia él. Se movía tan rápido como podía.
—Prepárate para ser aniquilado —un extraño brillo se apareció detrás del chico, alguna especie de portal o vórtice. La sombra se abalanzó contra él y le asestó un golpe en la mandíbula que lo lanzó hacia el vórtice.
―Tomoeda, Japón, 16 de febrero. 08:00 horas―
Tomoeda, una pequeña ciudad que es muy tranquila. Ahí vive un grupo de chicos muy especiales… Bueno, dos muy especiales. Son "maestros" en la magia. Una pequeña niña de pelo castaña y un chico con el mismo color de pelo. Y su amiga, una chica que quiere ser cineasta. Siempre grabando a su mejor amiga, y que es también su prima. Y hoy, su vida cambiara.
Un par de castaños paseaba, tomados de la mano, por el Parque Pingüino, reían y se daban besos ligeros en los labios, pero algo los interrumpió. Un chico pasó cerca de sus pies, rozando el suelo con su espalda, como si hubiera sido golpeado.
—Maldita sea… —dijo el chico por lo bajo mientras se ponía de pie. Miró a su alrededor, tratando de comprender dónde estaba. Por su mente pasaron varias cosas que no tenían sentido. Primero que nada era de día, había varios juegos para niños.
—¿Se encuentra bien? —preguntó, preocupada, una castaña con acento japonés.
—Sí —el joven se sacudió un poco de tierra de su cabeza—, ¿Dónde estoy?
—Se encuentra en Tomoeda —dijo el castaño, extendiéndole la mano al tipo de ojos grises
—¿Tomoeda? ¿Dónde queda eso? —preguntó el rubio
—En Japón —dijo la castaña, dándole una sonrisa.
—Japón… —dijo el rubio por lo bajo, desconcertado—. ¿Qué parte de Tomoeda es esta?
—Es el Parque Pingüino. —dijo la castaña
—Vaya nombre para un parque.
—Se le ha dado el nombre por… —el castaño fue interrumpido por una voz que provenía de lo lejos. La voz era de una chica de cabello color azul. Era tan largo que le llegaba a la cintura. Tenía una diadema roja para sujetarlo. Sus ojos de color amatista llamaron la atención del rubio de inmediato.
—¡Sakura! Estoy lista para… —la amatista miró al rubio, extrañada—. ¿Quién es él?
—Me llamo Mark Hazaki —dijo el rubio—. Les pido perdón por haberlos molestado.
—¿De dónde eres, Hazaki? —preguntó la amatista.
—¡Tomoyo! —dijeron los castaños al unísono.
—Lo siento, me ha llamado la atención su acento.
—No te preocupes, chica. Soy de Francia. Vivo en la capital.
—¡Un francés! —grito eufórica Tomoyo.
—Perdona la emoción de mi amiga. Me llamo Kinomoto Sakura. Él es mi novio, Lee Shaoran —Sakura señaló al castaño y le dio un beso ligero en la mejilla.
—Mucho gusto —dijo con elegancia el castaño.
—Y ella es…
—Daidouji Tomoyo —Interrumpió la amatista. Le dio la mano a Mark y le regaló una sonrisa.
—Hola. Mucho gusto —Mark tomó su mano, estrechándola.
—Bueno, ya es hora de irnos —la castaña sonrió al chico extranjero y abrazó a Tomoyo.
—¿Por qué no invitamos a Hazaki? —sugirió la amatista
—Es buena idea, Tomoyo. Qué dices, Hazaki, ¿vienes? —Sakura miró al francés esperando una respuesta.
—No quiero causar ninguna molestia, Kinomoto —el rubio agachó la cabeza y dio media vuelta.
—¡Tranquilo! No causarás ninguna —dijo el castaño, que estaba sujetando la mano de Sakura.
—Bueno, gracias —Mark sonrió.
—Pues, vámonos.
El pequeño grupo de jóvenes empezó a avanzar hacia un restaurante, uno bonito y con aspecto elegante. El rubio quedó asombrado al ver la entrada del restaurante. Flores color dorado dibujadas en las columnas que estaban al lado de la puerta. Al pie de las columnas estaban dos macetas llenas de varias flores. De un momento a otro Mark tropezó.
—Hazaki, ¿te encuentras bien? —Tomoyo se acercó y extendió su mano para ayudarle.
—Sí, estoy bien —Mark tomó la mano de la amatista y se puso de pie.
Entonces, el cielo empezó a nublarse, relámpagos se veían, truenos se escuchaban.
—Una tormenta eléctrica, será mejor que entremos al restaurante. —dijo preocupado Shaoran.
—Chicos, váyanse de aquí, ocúltense. ¡Rápido! —ordenó Mark
—¿Por qué? —la castaña puso cara de preocupación.
—Solo háganlo.
—¡Lo haremos en cuanto nos digas por qué! —gritó el castaño. De repente un rayo cayó cerca de donde se hallaba Mark, lanzándolo algo lejos.
—¡Hazaki! —Tomoyo corrió hacia el rubio, se arrodilló frente a él e intento levantarlo.
—Salgan… ya de aquí —dijo Mark con la respiración entre cortada.
—¿Qué es eso? —Sakura divisó algo a lo lejos, pero no sabía si eso caminaba o flotaba.
—¡Humano! ¡Es hora de tu fin! —aquello se acercaba más y más. La cosa era capaz de identificarse. Su cuerpo era verde con escamas, como si fuera una clase de reptil, parecía tener una cara de iguana. Su espalda parecía tener una clase de dorsal. Tenía una cola que al final contaba con una clase de imán gigante, también una mano robótica de la cual lanzaba rayos. La otra mano contaba con garras muy filosas y alguna clase de espinas. En sus hombros tenía alguna clase de cañón, con el cual podía disparar balas y bolas eléctricas.
—¿Qué demonios es eso? —el castaño veía aquella criatura de manera alarmante.
—Esa cosa puede hablar... —dijo Shaoran.
—Vaya, japoneses —dijo la bestia en japonés.
—¡Puede hablar japonés! —dijo Tomoyo con tono escéptico.
—No lograrás nada, Electrax —Mark se puso de pie con dificultad.
—¡Quédate quieto! —la rara cosa apuntó con su mano de robot, lanzó alguna especia de corriente eléctrica que impacto a Mark. El rubio lanzo un grito de dolor y cayó al suelo, incapaz de moverse.
—Electrax es una bestia que puede controlar la electricidad —explicó Mark—. Chicos, de verdad, váyanse o resultaran heridos. Yo trataré de distraerlo.
Mark intentó ponerse de pie, en vez de lograr algo, soltó un grito de dolor.
—¿Y cómo piensas hacer eso si ni siquiera puedes levantarte?
—Yo lo distraeré, salgan ustedes de aquí —dijo Sakura, quien inmediatamente saco su collar y recito «¡Llave que guardas el poder de mi estrella, muestra tu verdadera forma ante Sakura, quien aceptó la misión contigo! ¡Liberate!»Inmediatamente, el dije de su collar se transformó en un largo bastón con una estrella al final.
—¡No, Kinomoto! —grito Mark
—Si tú peleas, yo lo haré también. —el castaño sacó su espada y se puso en posición de guardia
La criatura se echó a reír como un loco.
—¿Acaso creen que con una espada y un bastón van a poder vencer a alguien como yo?
—Me he enfrentado a cosas peores —Sakura sonrió de manera orgullosa.
—Pues yo soy mucho peor que a cualquier cosa que hayas enfrentado. —el Electrax extendió su mano y lanzó las pequeñas púas hacia los dos castaños. Ambos las evadieron.
—¡Fuego! —Sakura lanzó una carta al cielo, la tocó con su bastón y una dama en llamas ataco a la criatura. Ésta se cubrió, pero el impacto hizo que retrocediera un poco.
Shaoran se abalanzó contra la criatura, la cual hizo girar su mano robótica generando una carga eléctrica; la lanzó contra el castaño, quien soltó un gran grito lleno de dolor y sufrimiento.
—¡Shaoran! —grito preocupada la castaña.
—¿Ves? No puedes hacerme nada.
—¡Hielo! —Sakura lanzó al cielo otra carta; volvió a tocarla con su bastón y esta vez, una dama de hielo atacó a la criatura.
No pudo resistir el impacto y salió volando algunos metros. Sakura aprovechó para acercarse a su novio.
—¿Te encuentras bien? —dijo Sakura mientras ponía de pie a su novio.
—Sí, algo aturdido pero bien —Shaoran sonrió—. Le has dado un buen golpe a eso —ambos se dieron un beso.
—¡Cuidado! —gritó Tomoyo. Pero no la escucharon, Electrax tomó a ambos por el cuello y les dio una descarga que dejó inconscientes a ambos.
—Patéticas ratas, creen poder derrotar a alguien como yo, estúpidos —Electrax colocó una sonrisa de burla, y comenzó a caminar hacia donde Mark.
—Daidouji, vete de aquí, ve a algún lugar seguro, yo me encargare de él —Mark se puso de pie.
—No, no me iré sin mis amigos.
—Entonces, espera, cuando distraiga a Electrax, tú vas por ellos.
Tomoyo asintió.
Electrax se estaba acercando cada vez más. «Hielox» gritó el rubio, como si algo fuera a pasar o a caer del cielo, pero nada ocurría.
Electrax tomo al chico del cuello, encajando sus garras lentamente hasta que empezó a brotar un poco de sangre.
—Interesante, ¿acaso las bestias decidieron abandonarte?
Tomoyo corrió hacia donde yacían sus amigos, Electrax la vio, azotó a Mark contra el suelo, y fue tras la chica. Mark tomo una piedra y la lanzó contra Electrax para llamar su atención, lo cual funcionó. Electrax corrió para taclear al rubio; Mark tomó una piedra que era del tamaño de su mano y con fuerza golpeó al Electrax. No le dio uno, ni dos, ni tres, le dio los golpes suficientes como para que la criatura quedara inconsciente. Mark empezó a revisarlo, pero al tocarlo, el Electrax brilló y desapareció.
Sakura y Shaoran estaban despertando. Tomoyo les ayudó a ponerse de pie y poco a poco caminaron a donde Mark.
—Creo que nos tienes que explicar quién eres —dijo Sakura.
Mark lo pensó durante un rato, y después asintió.
—Se los diré, pero debemos de estar en un lugar más privado.
—¿Más privado que un parque vacío? —dijo Shaoran con tono sarcástico.
—Sí, mucho más privado.
—Ni lo creas, nos explicarás todo ahora mismo si no quieres que llamemos a la policía, ¿entendido? —bramó Shaoran.
—Está bien…
—Muy bien, primero, ¿qué era lo que nos atacó? Y no nos digas Electrax —dijo Shaoran.
—Bueno, era una bestia, no una bestia como las que conocen, así es como decidimos llamarlas.
—¿Llamarlas? ¿Quiénes?
—Una organización en la que trabajé, su nombre es ASPID
—¿ASPID? —dijo Sakura intrigada.
—Son las siglas, que quieren decir Alianza Secreta de Propósitos Internacionales para la Defensa
—¿Defensa? —preguntó intrigado Shaoran
—Sí. Como habrás visto, defendemos al mundo de las bestias —contestó el rubio.
—Pues bien, creo que dejaremos el interrogatorio para otro día —dijo Tomoyo.
—De ninguna forma —protestó Shaoran.
—Tomoyo tiene razón, tú y yo debemos descansar después de lo que pasó —aclaró Sakura.
—Bien —dijo Shaoran molesto.
—Hazaki, ¿podrías llevar a Shaoran a su casa?
—Buena idea, Tomoyo.
—Está bien. Lee, ¿me guiarás?
—Sí…
Continuará…
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