Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! Le pertenece a Akira Amano, yo tomo prestados sus personajes para saciar mis deseos fangirlísticos sin ningún tipo de fin lucrativo.

Advertencias: Aquí hay hetero, yo no suelo escribir hetero, a mí no me gusta el hetero. ¿Se entendió lo que quise decir?

Apuesta.

No iba a hacerlo. Ni el universo paralelo más remotamente retorcido que se pudiera crear en la faz de la tierra iba él, un príncipe de su altura, a rebajarse a hacer una barbaridad como esa. Claro que no.

—Te digo que lo harás.

—¿Y quién se supone que eres tú para ordenármelo? Yo debería estarte ordenando cosas a ti, estúpida rana. No tengo motivo alguno para hacer lo que sea que me estés pidiendo. —Y eso ya era indignante. Tener que darle una estúpida explicación a alguien que, por su mirada serena y totalmente carente de emoción, denotaba no soltar la idea de la que estaba firmemente sujetado.

—Sí, senpai. Irás ahí, y lo vas a hacer si quieres conservar tu orgullo... Momento: no tenías. —Los azulados orbes del ilusionista se dirigieron hacia algún punto inexistente en el vasto techo, tratando de evitar la inquisidora mirada que el rubio le arrojaba a través del flequillo.

—Tch. Idiota. —Y Bel giró el rostro en dirección opuesta a Fran, con brusquedad.

—¿Aún no tienes agallas, Bel-senpai? ¿Seguirás escapando como niña? —indagó Fran, tan sólo un par de instantes más tarde, y de hecho, pareció importarle poco el cuchillo que pasó rozando su mejilla izquierda. Aunque nunca lo admitiría, sacar de quicio a su senpai era su pasatiempo favorito y, sin duda, el que con más maestría desempeñaba.
—No me molestaría abrirte la garganta y dejarte morir desangrado, aunque tuviese que entregar yo el maldito informe, con tal de dejar de escuchar tu estúpida voz —Y después de, prácticamente, escupir con malicia la peculiar risa que caracterizaba sus comentarios, miró de nuevo el punto que su acompañante le había indicado que debía visitar si quería conservar la dignidad que tenía, y, demonios, conociendo a la rana, era seguro que conseguiría eliminarla por completo.

Belphegor se abofeteó mentalmente; por un momento consideró hacer caso a las condiciones de Fran, con la finalidad de evitar sus burlas (y es que, recientemente la rana estaba muy entusiasta con el hecho de molestarlo justamente a él) y comentarios incoherentes.

Pero bueno, a decir verdad, la condición no era tan descabellada. Antes de que se pudiera percatar, ya estaba dentro de la cocina de la base Vongola, observándole la nuca al único ente que ahí había, mientras sentía la mirada del joven de cabellos verdosos fijándose en su espalda, atento a cada movimiento que hiciera.

Fue algo sencillo, más sencillo de lo que había esperado, después de todo: Él era "Prince the ripper", el príncipe Belphegor y no había nada que él no pudiese hacer. Sólo necesitó tomarla de la cintura y girarle un poco hasta que quedó recostada en su brazo derecho y le arrebató el beso de la comisura de los labios, sin esperar a que reaccionara o se negara.

Se separó de ella tras un par de segundos de mantener el electrizante choque que acrecentó el rubor en las mejillas de Miura con una rapidez imprescindible y sobrehumana, y salió de nuevo de la cocina, sin mencionar una sola palabra.

La próxima vez le tocaría a la rana apostar al caballo perdedor y él gozaría haciéndolo sufrir al momento de pagar la apuesta.