***Mil años atrás, en un continente desconocido***
El estruendo de varios rayos rojos se hacía sentir no muy a lo lejos, unos pocos haces de luz que se hacían notorios debido al polvo y las minucias que flotaban en el aire iluminaban diferentes secciones de una tierra desconocida, la ceniza caía de forma apacible, una niebla espesa y con olor a azufre predominaba en los páramos, al tierra se hallaba teñida de negro y blanco; otro rayo descendía desde los cielos. Arriba, todo era completa obscuridad, salvo por pequeños puntos en lo alto, donde la luz lograba abrirse paso en las irregularidades de aquel manto espeso que se levantaba, el matiz del gris y el negro ocre tenía un punto grande en el cielo donde se tornaba algo más claro, una muestra de que el lugar poseía un acceso a la luz limitado.
Brillos rojos y amarillos se extendían por todos lados en el suelo, de la misma forma una calor infernal se esparcía por todos lados, entre la densidad de aquella neblina espectral una figura pequeña se movía de forma intranquila. Sus ocho ojos contemplaban el extraño cielo del lugar, las líneas rojas y amarillas continuaban avanzando, la nieve y la ceniza caían del cielo de forma apacible, pero toda señal de vida parecía haberse extinguido salvo por él y para quien la buscase, aquella calma antinatural parecía guardar el secreto de tanto silencio, de tanta pasividad.
Pronto la pequeña criatura llegaba hasta los pies de otra de mayor tamaño. El resplandor de sus ojos se viraban para observar lo que parecía ser su mano, la extendía observándola fijamente, su cuerpo grande, fornido y con una especie de vestidura de telas finas y un conjunto de colores verde, amarillo, azul chillones, se dejaba caer en el piso sin dejar de mantener contacto visual con el monstruo pequeño que mostraba tener partes de diferentes insectos y unas mandíbulas sobre las cuales se mostraban sus ocho ojos atentamente fijados en los del ser caído.
- Amo, no comprender… ¿Por qué no escapar? – Finalmente, una voz se emitía en todo el páramo desolador y poco coherente, el sonido gutural de las palabras del extraño insecto inmediatamente llamaba la atención de su "amo", quien levantaba sus ojos en el grupo de niebla más claro.
- Mi especie, mi poder, mis esclavos… todo finaliza ante mis ojos. – Los cuernos del monstruo se clavaban en tierra, una máscara hecha con madera y diferentes elementos caía a un lado. Quemándose inmediatamente al entrar en contacto con las líneas rojas y amarillas que resultaban ser lava.
La boca de la criatura de piel rojiza y negruzca se dejaba ver a la luz de la lava que avanzaba sin piedad alguna, los oídos de un pequeño insecto del tamaño de un pulgar ignoraban el sonido de los rayos y de diversos objetos quemándose ante el paso de la lava. En medio de toda la destrucción, del miedo que provocaba finar en un lugar que en antaño había sido el lugar donde su amo había realizado cosas tan grandes que parecían ser inmortales, pero que ahora resultaban ser una mera mofa al paso del tiempo, las adversidades y los caminos que había recorrido; el pequeño insecto no abandonaba a su amo.
- Poder huir – Sugería nuevamente el insecto con desesperación, su naturaleza era ser un siervo de su amo, la muerte de este significaba el perder la finalidad de su vida. Significaba una muerte segura para este.
- Esta vez no, ya es tiempo de que pase a formar parte del cosmos, es tiempo de que mi muerte de vida y con ello me transforme en más de una vida. – Respondía la criatura mientras sus su magia la podía proteger de la lava que avanzaba lentamente hacia su cuerpo.
- No poder dejarme, sin usted Ocllo ser bestia… No condenar a Ocllo a vida así. – El insecto volvía a desesperarse, sus patas se movían produciendo un sonido parecido al de los saltamontes.
- No pienso hacer eso, Ocllo; has estado a mi lado durante estos últimos centenios, pero no te cree para que seas un compañero, te cree para que pudieras proteger mi obra, mi apuesta, mi última jugada. – La voz de la criatura gruesa y gutural, que podía aterrar hasta al más valiente se expresaba ahora con una muestra de cierto sentimiento, cierta pena en su voz se podía hacer perceptible solo para una criatura que hubiese pasado tanto tiempo a su lado como Ocllo.
- No entender su obra amo, no saber mi papel ni saber qué hacer para complacer tu voluntad. – El insecto se subía a la mano que su amo le extendía como plataforma, evitando que muriese chamuscado.
- Yo soy obra de todos los demonios anteriores a mí y soy el último de los mismos. Pero ella… ella no lo es.
- ¿Ella? – Cuestionaba la creación del demonio. – Demonio, estructura básica suponer la eliminación de sexo… palabra ella significar sexo femenino… suponer una involución…
- Ella es mi evolución Ocllo. – Callaba el demonio mientras utilizaba sus últimas energías para dar las últimas órdenes a la criatura.
Una cantidad sorprendente de energía comenzaba a ser liberada por el cuerpo del demonio, su cantidad era tal que se podía ver; sus ojos sin embargo no dejaban de observar al pequeño esclavo.
- Ocllo; ella es toda mi esperanza, todo mi esfuerzo se centra en ella y lo que ella debe hacer… escucha, al final, ella no es más que mi continuación. Ella superará el muro que yo no puedo, puede recorrer el camino que yo no, es más perfecta que yo…
El pequeño insecto todavía no comprendía el importante papel que jugaría en el futuro, aún no comprendía las palabras de su amo, su psique todavía no lograba concretar las razones para que su amo, señor y creador lo abandonase, un vacío se generaba dentro de su casi inexistente voluntad.
- Amo…
- Tú papel será simple, como todo descendiente de demonio, mi creación necesita de su Wak'a…
- No dejar a Ocllo. – Suplicaba la criatura con desesperación.
Los ojos del demonio comenzaron a llenarse de un humo negro, su cuerpo liberaba energía cada vez más rápido, tanto que la tierra donde estaba recostado comenzara a absorberla, sus alas se extendían en toda su envergadura, comenzando a quemarse con el contacto con la lava.
- Cumple con tu deber. – Sentenciaba de forma apacible mientras posaba sus ojos sobre el pequeño ser al que le confiaba su máxima apuesta.
La energía continuaba escapando de su cuerpo, sus pocos segundos de vida, los pasaría dando los últimos segundos que su personaje tenía dentro de sus planes, al menos los que le correspondían.
- No me deje amo…
- Cuando mi vida termine, quiero que tomes mi núcleo; se lo darás a ella cuando llegue la oportunidad y también quiero que le pongas un nombre, un nombre que represente todo lo que ella significa para mí y para mi especie.
- ¿Cuál?
- Sunset…Shimmer.
Con una pequeña exhalación, el demonio finalmente mostraba que sus fuerzas lo abandonaban, su cuerpo que hace pocos minutos se hallaba en perfecto estado, se convertía en energía tan poderosa, tan diferente, que se desplegaba por todo el lugar. Caía al piso ahora invadido por lava, sus ojos se borraban con lentitud, aquel brillo rojizo y amarillo, que en el centro tenía un color turquesa se difuminaba a medida que su pecho se abría, rompiendo huesos y seccionando músculos. Una esfera negra del tamaño de una canica salía del interior del demonio, dejando una estela de obscuridad a su paso.
- Amo… - Decía finalmente Ocllo tomando el núcleo con sus mandíbulas y extendiendo sus alas para salir del lugar, dirigiéndose a donde fuera que su ahora nueva razón de existencia residía.
*** Hace más de un año (Equestria Girls) ***
Equestria, así como muchos otros mundos, de otras dimensiones, universos, etc, posee vida, y esta se rige por leyes que van más allá de mi control, aunque mi papel en este mundo me fue otorgado por alguien que si posee dicho control. El pasado… el pasado no importa, o al menos eso es lo que me dijo, el problema es el aquí y el ahora; mi vida tampoco es importante dentro de los designios de mi amo, he tenido una vida memorable, pero es tiempo de que cumpla con mi destino.
Puedo sentir como del otro lado de este espejo, aquello en lo que mi amo depositó todas sus esperanzas se halla con una fuerza palpitante, vivaz; pero es aún incauta, ingenua. Ella es quien tiene en sus manos el destino de todo el legado de mi amo, ella y solo ella es capaz de terminar con el gran mal que por poco extingue a la especie más desconocida e incomprendida de todas.
- Siempre pensé que Sunset Shimmer lo usaría algún día para regresar, para volver a Equestria a buscar mi consejo. Obviamente eso no fue lo que pasó. – La voz de Celestia generaba un eco en toda la habitación, hablaba con cierta pena por un pasado casi olvidado.
"Ella no necesita tu consejo" Pensó una criatura tan imperceptible, tan poco visible que fácilmente podía ocultarse en la melena de Twilight, quedarse a escuchar a las ponis a las que tanto desprecio tenía su amo y sin embargo en las cuales depositó su apuesta arriesgada, no era precisamente algo que le gustase. No obstante, debía procurar no moverse ni levantar sospechas, su boleto al mundo donde se hallaba aquella apuesta se encontraba frente a sus antenas, debía mantenerse calmado hasta pasar por él. Ignorando todas las palabras de apoyo de los otros ponis, el polizonte se mantuvo en silencio, quieto y alerta; hasta que llegó el momento en el que finalmente sentía como el cuerpo de la alicornio comenzaba a pasar por el portal, transportándolos a ambos hacia otra dimensión.
- ¡Spike nooo! Fue lo último que pudo escuchar hasta poder cruzar el portal, por lo visto el pequeño dragón no había podido resistir la sensación de ¿Necesidad? Que le provocaba la poni, el entendimiento de la criatura no alcanzaba a vislumbrar las razones del dragón para ponerse en riesgo.
La sensación que causaba el pasar de un mundo a otro era extremadamente estimulante, el cuerpo comenzaba a estirarse, la gravedad aparecía y desaparecía, miles de colores se podían observar a gran velocidad, mientras el cuerpo de los tres habitantes de Equestria pasaba por el portal. La magia de este tenía un funcionamiento complejo, transformaba tanto a la alicornio como al dragón en criaturas distintas, su aspecto, así como varios de sus órganos y su estructura general variaban. Era un hechizo junto a otro, era extraño su funcionamiento, pero las razones probablemente eran justas. Por lo cual, cuando Ocllo sintió que su cuerpo comenzaba a cambiar, dejó que el hechizo hiciera su trabajo.
Ni bien terminó el viaje por el portal, Twilight observó a Spike convertido en un perro. Aprovechando el estado de incredulidad por parte de las otras dos criaturas, el sirviente ahora transformado en una mera mariquita aprovechaba los pocos segundos que tenía para alejarse y salir del lugar, pasando a pocos centímetros de la pata del ahora perro asimilaba la información de su alrededor, una criatura bípeda que se asemejaba a un humano llevaba con una correa a un cánido. "Tengo que hallarla antes que la poni" se decía a sí mismo mientras sus patas lo dirigían al pasto. Tenía toda la ventaja posible, pues a diferencia de su competencia podía hallar a Sunset Shimmer mediante el uso de los distintas adaptaciones que su amo le había dado al momento de ser creado, alzaría vuelo dentro del follaje y recorrería aquella construcción donde parecían concentrarse individuos jóvenes.
*** Hace más dos semanas***
En un callejón abandonado, un ventarrón repentino se lleva un montón de periódicos y cajas de madera viejas, detrás, un edificio abandonado, destinado para demolición y reconstrucción en un edificio de apartamentos se muestra en sus últimos días: pintura vieja, cristales rotos por algunos jóvenes que no desaprovecharon la oportunidad al saber de la demolición, un gato que disfrutaba de su paseo nocturno, las grietas que se extendían por aquí y por allá. El piso del callejón desde luego, era el lugar donde el sonido de un ratón ocasional pasaba por algún festín oculto en la basura. Pero de pronto, una esfera se aparece de la nada, chamuscando el asfalto que se halla debajo, las paredes también comienzan a incrementar su temperatura; los pocos cristales intactos del edificio se fragmentan, el gato y los ratones escapan despavoridos, varios afiches extraviados comienzan a volar rodeando la esfera del tamaño de una persona adulta.
En medio de aquella anomalía casi aberrante a la realidad se aparece finalmente una mano recubierta por alguna especie de piel brillosa, los músculos son visibles y de color carmesí, rodeado de un exoesqueleto de color blanco rodeando las articulaciones y seguramente las venas y arterias principales; todo el brazo finalmente da paso a un pecho estructurado de forma similar, con una gran masa de aspecto sólido en el centro. Las piernas de la criatura parecen poseer cierto aspecto común al de los animales en sus cuartos traseros, salvo por la ausencia de garras o pezuñas; si alguien pudiera llegar a observar algo similar, probablemente huiría con la poca cordura que le quedaría y si se quedara, el rostro de la criatura sería suficiente para quitarle toda seguridad de la realidad; una cabeza sin pelo alguno, con un exoesqueleto de color negro y que rodea todo el cráneo, frente y cara se muestra cual casco protector, dejando un par de aberturas para los ojos, que debido a la obscuridad que extrañamente generaban no eran más que dos brillos turquesa, unas grietas se extendían en la frente.
El visitante de otra dimensión observaba todas las direcciones buscando algo imprescindible, hasta que un folleto perdido pasó volando a pocos metros de su ubicación, debido a la energía que produjo el cierre del portal. Al tomar el arcaico medio de información que los humanos utilizaban se contentó al hallar la información que requería.
"El diario del vino" decía un viejo promocional del cine, con la imagen de un muchacho apuesto con un viñedo de fondo.
Observando atentamente la imagen del humano, la criatura comenzó a cambiar de forma, haciendo que su aspecto se volviera más y más al sujeto, incluso su ropa emulada de forma increíblemente exacta. Unos zapatos café se aparecían en un pie que cambiaba de forma hasta asemejarse a la de un humano, unos vaqueros de color negro con unos cuantos detalles de estar gastado, su cuerpo perdía tamaño hasta alcanzar un aproximado que estimaba era el correcto, una chaqueta de color blanca con líneas y finalmente su peinado hacia atrás le daban un aspecto similar al galán que actuaba en la película. Sus conocimientos de aquel mundo eran vaguísimos, entre ellos que el color de piel y pelo eran arbitrarios y variantes, así que decidió utilizar los colores que tuvo alguna vez cuando tuvo que transformarse en poni.
Sus ojos turquesa mantuvieron el color pero tuvieron que adaptarse a los de la imagen, su piel de un tono rojo tan tenue que parecía gris y un cabello de color obscuro con algunos mechones violetas y amarillos comenzaban a ser visibles.
Todavía dentro del frio callejón se puso a pensar bien lo que haría durante las siguientes semanas; tenía todo el tiempo del mundo para completar sus objetivos, mas, le molestaba encontrarse en un mundo tan simple como aquel, los humanos tenían fama de ser criaturas con voluntad dócil, esa sería su primera ventaja. Después observó su mano, el color de su piel era probablemente una pista del aspecto que ella debía tener. Acostumbrándose a caminar con sus calzados y sin su cola, el efebo se dirigió a la salida del callejón, la noche era perfecta, pocos humanos transitaban las calles y la obscuridad lo cubría de cualquier sospecha.
En poco más de diez minutos de caminata por las calles pudo dar algunos juicios sobre los humanos: criaturas racionales desde luego, pero poco evolucionadas, sus cuerpos eran completamente imperfectos, había observado ancianos, niños, adultos, todos con diferentes problemas físicos, desde resfriados, hasta pésimos funcionamientos del cuerpo e incluso un proceso bastante disfuncional de varias de sus funciones. Pero poco era lo que podía esperar de un mundo sin magia, no obstante, debía comprender mejor a los humanos. Así que en cuanto pudo observar a un anciano ciego pidiendo limosna, no dudó en sacar la información de este.
Usualmente lo que haría recibiría una reacción poco favorable en muchas dimensiones, pero al estar ciego y tener una edad avanzada era el indicado, pues su resistencia sería mínima, se acercó sin levantar muchas sospechas para tomar su mano y utilizar su magia para extraer toda la información que requería; a cambio, le daría un obsequio que bien sabía el anciano no rechazaría en otras circunstancias.
- Suélteme… - Estuvo a punto de gritar el anciano.
Pero sus cuerdas vocales se paralizaron de forma aterradora, de la misma forma, sus músculos se hallaban completamente rígidos, sus articulaciones completamente anquilosadas, apenas podían representar amenaza alguna para el dueño de la mano que apretaba su brazo derecho. Las monedas del anciano cayeron por el suelo, lo poco que pudo percibir del aroma de quien lo sostenía era un olor a azufre, la fuerza con la que lo sostenía incrementaba, un calor repentino invadió su cuerpo, era como sentir una fogata a centímetros de cercanía. Las pocas pertenencias que el viejo llevaba consigo, entre ellas una radio, un carrito de supermercado donde yacía chatarra y un abrigo viejo lleno de parches, eran clara expresión de su forma de vida: era un vagabundo, el nuevo joven de la ciudad sostenía fuertemente al viejo del brazo. La información que necesitaba era extraída con completa facilidad. Poco antes de soltarlo, el extraño joven hizo aparecer un diamante del tamaño de un puño en su mano derecha para después colocarlo en el bolsillo de su viejo abrigo.
El anciano sintió como la mano dejaba de sostenerlo, estaba acostumbrado a la obscuridad, porque no podía ver, pero pronto pudo descubrir cómo sus ojos comenzaban a arderle, sin dudarlo se llevó sus manos para sobarlos. Cuando terminó de realizar dicha acción, sin darse cuenta abrió los párpados; pero esta vez, de forma borrosa, observaba puntos coloridos, que lentamente se convirtieron en imágenes, un fuerte dolor de cabeza vino de repente, pero desapareció conforme la figura del muchacho desaparecía entre las sombras ¿Cómo era posible que le pudiese ocurrir algo así? El anciano trató de hablar, pero simplemente no podía articular palabra alguna por la sorpresa que le traía.
Sin mirar atrás, el efebo continuó su camino, debía encontrar un lugar donde residir en medio de aquella ciudad mientras trataba de encontrarla.
*** En el presente***
Eran las seis de la mañana, pero la actividad en casa de Pinkie Pie comenzaba con un caminar silencioso sobre la alfombra, cuidadosamente Sunset Shimmer trataba de no despertar a sus amigas que yacían durmientes en sus respectivos sacos de dormir, unas bolsas de papas, una caja de pizza, el televisor encendido, pero en vía con la consola que estaba apagada eran las pistas de la noche pasada. Había sido demasiado recreada, la pelifuego revisaba dentro de su mochila el diario con el cual se contactaba con Twilight, un leve suspiro se le salió al observar a sus amigas mientras comenzaba a escribir.
Era muy curioso que a veces llegase a pensar que todo aquello tendría un fin, desde luego, esa era la realidad, estaban a dos años de graduarse, después, ella tendría que irse… el mundo de los humanos era diferente al suyo, aunque no le hubiese prestado atención a su mundo natal, sabía que la vida allá era mucho más simple, allá no se ponían excusas a la felicidad, allá cada uno era tan libre como podía. En cambio en el mundo humano, lejos del colegio al cual asistía, la crueldad era mayor; curioso estado de fantasía se llevaba dentro de esas paredes, dentro de esos corredores. La vida fuera era demasiado dura, demasiado intrincada, quizás fue el hecho de ser una poni, de haber nacido en un mundo diferente, lo que le daban una clara postura ante el mundo que tenía enfrente. Además, debía ser sincera, durante todo el tiempo que estuvo presente no hubo día en el cual no pensase en su "hogar" en la magia que tenía antes, en todo ese poder que podría haber alcanzado de no ser por… En fin, ese era un capítulo que ya había cerrado.
Mi pasado no es hoy, esa frase le era tan importante, tan necesaria para su vida, aunque sus principales objetivos de ser una investigadora mágica recién daban sus primeros pasos, le era muy difícil estudiar la magia cuando no podía controlarla a voluntad como en Equestria. Entonces ¿Por qué no se iba a Equestria? Simple: porque en Equestria no se hallaban sus amigas, no, ellas se hallaban en este mundo, aquellas que la aceptaban, aquellas que la apreciaban como ninguna otra, aquellas que la habían sacado de un hoyo tan profundo, tan obscuro que no habría podido salir sola.
Por ello les estaba agradecida y las amaba, no eran solamente sus amigas, eran su familia y bien sabía que sus lazos eran tan fuertes que no podrían romperse por la lejanía, o al menos así quería pensarlo. Las diferencias entre los humanos y los ponis de su mundo era que los ponis realmente tenían un sentido de unidad, de aprecio, respeto y amor hacia sus congéneres, demasiado extraño era el caso de un poni que no gustara de compañía o que odiara a los demás. Pero en los humanos todo eso se invertía; pero no podía culparlos, ellos no poseían magia y desde su punto de vista esa era la diferencia vital que podía explicar la diferencia entre ambos mundos.
¿Cómo escribir todo eso en un párrafo? La adolescente sonrió nuevamente, seguramente Twilight ya había llegado a esa conclusión mucho antes, después de todo ella era la alumna estrella de la princesa Celestia.
El saco de Applejack comenzaba a dar señales de vida, la vaquera daba un pequeño bostezo antes de levantarse con el pelo algo enredado y con ojeras debido a la trasnochada que tuvieron. Sus miradas se cruzaron casi de inmediato.
-Buenos días, Sunset – saludó la fémina Apple, mientras se frotaba los ojos.
La costumbre de ambas se había convertido en su rutina diaria y su hora de levantarse era casi como un reloj, la necesidad de alarmas era cosa del pasado, aunque obviamente, por razones distintas, ambas tenían aquella disciplina bien asimilada.
Aun con pijama la de ojos turquesa se levantó, no tenía muchas palabras que comunicar a Twilight, quizás más tarde tendría algo interesante que reportar. Un bostezo advirtió el cansancio que continuaba teniendo efecto en la adolescente. Ya eran las siete menos cuarto, había sido una maravillosa idea realizar la pijamada en jueves para ir directamente a pasar clases, lo que había sido una sesión de estudios, pasó a ser una pequeña fiesta desvelada jugando videojuegos, hablando de uno que otro chico y de historias de distinta índole.
Debido al acercamiento cada vez mayor a sus amigas, Sunset sabía que debía despertar a Rainbow antes de las siete y antes que a Rarity; porque si la despertaba después de la siete, ya no tendría ganas de ir a pasa historia, excusándose en que ya era demasiado tarde; si despertaba primero a Rarity, esta trataría de cepillar el cabello de Rainbow y eso obviamente desembocaría en una trifulca entre ambas, pues bien sabía que tanto Rainbow como Rarity y Applejack eran las más testarudas de las seis.
- Rainbow, despierta, tenemos que ir a la escuela – Dijo Sunset mientras daba pequeños empujones a la adolescente de piel cian.
- Cinco minutos más mamá – Respondió, provocando una risa a la de ojos turquesa.
- Pinkie, desp…
La hiperactiva adolescente levantó uno de sus pies para impulsarse hacia arriba, levantando su cuerpo casi de inmediato. La energía de aquella muchacha siempre hacía mérito a las leyendas que giraban en torno a ella. Fluttershy solo necesitó que dijeran su nombre para despertar, pero se hallaba algo cansada, por lo cual decidió levantarse un minuto más tarde.
Los verdaderos retos eran Rainbow y Rarity. Aunque la segunda se levantaba cuando se le quitaba el antifaz, aunque claro, con una cara de pocas amigas.
- Rainbow, tenemos que irnos. Advirtió Sunset, para después llevar consigo un cepillo de cabello e iniciar un movimiento sobre la revoltosa e indomable cabellera de la adolescente.
- ¡Quieta! – Espetó con cierta furia en su voz, para abrir los dos ojos con cierta tonalidad de rojo, debido a la falta del sueño reparador.
- Anda, tenemos que llegar a historia.
- Esta bien ¿Y qué hace la dormilona de allá? – Dijo señalando a Rarity.
- Sabes lo que pasa cuando ella se despierta antes que tú.
- Sí… oh Rarity, te sacaré una selfie. Dijo con una voz cantarina la muchacha de pelo arcoíris.
- ¡No, deja que me arregle primero! – Gritó la joven modista.
- Una menos, ahora tenemos que estar en historia. Advirtió Applejack mientras tomaba su sombrero.
***Estación de trenes media hora después (sí, lo sé, muchos cambios de escenario) ***
El andén comenzaba a llenarse de personas llegando a trabajar o dirigiéndose al primer turno de día, portafolios, trajes negros, uno que otro azul marino, una mujer de rojo y muchos hombres en saco salían apresurados a sus distintas fuentes laborales, la actividad para diurna de la ciudad se daba inicio, pero con más entusiasmo, pues era viernes. Los pasos de unas botas negras con adornos violeta, con unos jeans celestes y una chaqueta que le llegaba casi hasta las rodillas, sin embargo, se podía apreciar la curvatura femenina de la figura que caminaba con tranquilidad a través del andén, llevaba consigo un periódico, su cabello bicolor se hallaba sujeto con una cola de caballo, salvo por dos mechones a cada lado de su rostro joven, sus ojos turquesa tenían la mirada fija en un punto, muy probablemente se hallaba pensando. El día sería relativamente caluroso como para llevar consigo un abrigo como el que llevaba, de todas formas, iría al centro comercial a desayunar, regresaba a su ciudad de niñez temporalmente a visitar un lugar muy especial. Pero antes de ir, necesitaba probar una de esas hamburguesas de queso que tanto le gustaban de pequeña; pero a diferencia de ese entonces, ahora si podía comprarlas.
Mientras toda la gente realizaba movimientos apresurados; pues ya eran más de siete y treinta, ella caminaba tranquila a través de las calles que recordaba de la misma forma que uno recuerda el andar en bici después de años y años.
Los rayos de sol iluminaban el rostro de la bella fémina que paseaba por las calles, aprovechando el fin de semana para visitar la casa de huérfanos de White Street, algo le había llamado la atención lo suficiente como para dirigirse nuevamente hacia su viejo hogar.
- Sunset Shimmer, gritó alguien a lo lejos, pero cuando la joven de veinte años volteó, no pudo observar a nadie.
Quizás solamente fue el viento o algo así, se dijo a sí misma mientras continuaba con su paso, había una hamburguesa de queso que le esperaba en el centro comercial. Las calles se hallaban más pacíficas de lo que recordaba, nuevos locales se hallaban en distintas zonas que anteriormente fueron restaurantes e incluso árcades; no obstante, la ciudad que antaño fue su hogar no perdía su toque mágico, todo se mantenía más o menos igual al momento de su partida.
La muchacha se paseó cerca del instituto de cristal, su vieja escuela. Pensó en pasar a saludar a su vieja directora, pero estaba segura de que esta no la recordaría. Así que pasó de largo su viejo colegio.
Era extraño, la joven pensó haber visto a más de un muchacho saludarla o hasta decir su nombre, pero era una locura, pues nadie debía recordarla, es decir, fue prácticamente invisible en la secundaria y en la primaria. Nadie daba memoria de quién era, mucho menos podrían reconocerla después de tanto tiempo. No obstante, algunos muchachos la observaban atentamente mientras cuchicheaban algo en el oído. Después la observaban nuevamente para negar con la cabeza.
Dejó de prestarles atención, los muchachos siempre fueron un problema para ella, además eran algo jóvenes, bueno, ella también lo era, al menos siempre le decían que su rostro la hacía más joven de lo que era.
Sin mayores complicaciones la pelifuego pudo llegar al centro comercial, ahora ampliado y con muchas más tiendas que antes, cruzó los dedos para hallar lo que estaba buscando; era en el patio de comidas, segundo local a la derecha. Su suerte le sonreía, estaba allí, el puesto de vico; las mejores hamburguesas que alguna vez había podido probar. Al lado se hallaba una cafetería de la que nunca antes se percató.
-Debe ser nueva – pensó en voz alta poco antes de pedir su porción.
Sin esperar más, la de ojos turquesas se dirigió hasta el mostrador de vico para pedir el deseado alimento; la luz proveniente de una cúpula en el techo del centro comercial iluminaba todo el lugar, una mañana tan pacífica difícilmente podía ser arruinada. De hecho, tenía ganas de quedarse en la ciudad durante todo el día; su trabajo le permitía tomar descansos largos si lo quería, solamente debía estar al tanto de su celular.
Siendo una de sus principales costumbres el comer sola, la pelifuego se limitó a observar la planta inferior desde la mesa que tenía en aquel amplio patio con plantas adornando todo el lugar, los diferentes compradores dentro de las enormes instalaciones tenían un ritmo de vida diferente al suyo. A la edad de las adolescentes que ingresaban a través de la puerta frontal, ella ya se encontraba en medio de un trabajo y una visión exacta, planificada de su futuro. Ciertamente, sus pasos habían sido sabios, el trabajo agotador había sido la forjadora de su carácter y algo llamado suerte le salvó de más de un amargo sabor de boca en toda su experiencia ahora era la poseedora de un antro; obviamente, le debía bastante a una asesora del banco, un abogado e innumerables trabajadores que contrató con el paso del tiempo y el crecimiento del emprendimiento. Era una época de relativa fluidez, es más, su presencia dentro del local era hasta cierto punto opcional, salvo en momentos donde se requería de una meticulosa paga o de saldar cuentas; sin embargo, estaba feliz de tener una fuente de ingresos, aunque bien sabía que pasarían unos cuantos años más antes de poder cumplir su sueño.
El centro comercial era el tercer o cuarto lugar más popular entre los adolescentes del CH, sobre todo los sábados, ya que habían rebajas por todas partes y las clases terminaban a las once, un paseo por las tiendas, confiterías, cines, incluso un árcade lleno de juegos de todo tipo eran las principales atracciones del centro, con veinte bits y buena suerte, se podía pasar de una tarde reconfortarle dentro de los diferentes servicios existentes dentro de las instalaciones, Snips y Snails ingresaban a la peluquería a realizar unas pasantías que un estilista les estaba dando, desde ese momento ambos fueron un boom de atención, de hecho, Snips tenía tanto talento con las tijeras que bastaba un poco de agua, un peine y desde luego la herramienta afilada para lograr peinados y estilos sorprendentes para ser novato; de la noche a la mañana muchas chicas les pedían un corte gratis. Por supuesto que estos aceptaban de inmediato.
Photo Finish se hallaba en el estudio de la tercera planta, también ella había sido aceptada por un fotógrafo algo célebre en la ciudad; su idea de sacar fotos especiales para perfiles de my stable y demás redes sociales comenzaba a rendir ciertos frutos al estudio. Muchos más compañeros del colegio poblaban el centro de doce a seis de la tarde.
- Sunset Shimmer dice que llegará dentro de cinco minutos, es que está entregando un trabajo de ciencias atrasado.
- Bueno, yo pienso que podríamos ingresar a una tienda a molestar un poco - Sugirió Rarity para pasar el tiempo.
- Sí, por qué no – Respondió Rainbow Dash con cierto interés, comenzando a guiar el grupo de amigas.
- A la tienda de cómics no – Le respondió casi de inmediato la mejor modista de Canterlot High.
- Aaash…
Viajar en moto generalmente no era el fuerte de Sunset Shimmer, podía ingresar en una carrera con ella, pero temía de sobremanera los accidentes de tráfico, en especial después de que observó unos cuantos incidentes que le compartieron en My Stable. Su casco reflejaba el pavimento por el cual transitaba, la velocidad le gustaba casi tanto como a Rainbow, pero a diferencia de esta última, sabía muy bien cuando ser precavida con ello.
Las vibraciones del motor, así como sus sonidos le eran familiares, no le molestaban en lo mínimo; pero ultimadamente, tenía dolores en diferentes áreas del cuerpo y en especial de cabeza. Su oído también le dolía por lapsos cortos de tiempo, recordar aquellos pequeños problemas le tuvo preocupada durante la mitad del viaje. Quizás debía ir al doctor a realizarse una consulta. Pero allí donde se hallaba comenzó a sentir un dolor de espalda que iniciaba desde la última vértebra hasta su cabeza. Temporalmente se desconcentró, el manubrio se movió unos centímetros y de no haber sido por la ausencia de autos, probablemente habría tenido una horrible experiencia.
Paro en seco gruñendo, estaba harta de las molestias continuas que tenía. No sabía exactamente la razón, pues no se sentía para nada mal, incluso se sentía mejor que nunca, más fuerte, más ágil, incluso más enérgica que de costumbre, pero por alguna razón esos irritantes dolores seguían, esperó unos segundos hasta que el dolor desapareciera y comenzó a andar nuevamente.
Muy probablemente eran esas pizzas de dulce que Pinkie le había hecho comer días atrás, la energía le duró por más de tres días, fue una experiencia horrible, pues tuvo una noche de insomnio y aunque alguna vez había acostumbrado no dormir más de tres o cuatro horas, ahora le resultaba un fastidio cuando lo hacía sin algún motivo en absoluto. Después había tenido ese sueño despierta, aquella pesadilla que tenía de forma enconada y horrible. Recordó que hasta había tenido un pequeño sobresalto enfrente del nuevo profesor Discord al despertar.
Los guantes de cuero junto con la chaqueta que llevaba, cubrían gran parte de su piel del viento que impactaba con su cuerpo debido a la velocidad a la que viajaba. Un semáforo en rojo le indicó parar, cuando lo hizo, su mirada se distrajo con todo el paisaje urbano del lugar, ciertamente era un lugar muy distinto a Equestria, muchas veces antes ya lo había pensado, pero no dejaba de asombrarle el parecido pero al mismo tiempo la gran diferencia que existía entre su mundo natal y el mundo en el que residía temporalmente.
A veces recordaba a Celestia, otras veces recordaba… su casa, los familiares que tenía allá o bueno, los casi familiares, pues nunca llegó a conocer a sus padres o algún pariente cercano.
¿Equestria sería igual? se cuestionó, los pocos años que llevaba fuera le parecían un siglo, no obstante, había realmente muy poco que extrañar de su viejo hogar, si es que se le puede llamar así. En el acto de reflexión, su mirada bajó hasta su mano, su mente comenzó a escudriñar en algunas pocas cosas: cuando llegó aquella noche tan fatídica a ese mundo, no le había costado acostumbrarse a su nuevo cuerpo, pero extrañaba bastante ser una poni. Incluso ya hasta había olvidado la sensación de la tierra húmeda en los cascos que era uno de las sensaciones que más le encantaban. Pero aquellos pensamientos se alejaron inmediatamente cuando observó una pequeña franja descubierta en su mano, observó claramente un color rojizo fuerte, una piel escamosa, parecida a la de una serpiente su primera reacción fue quitarse el guante inmediatamente. Sin embargo, cuando lo hizo no encontró extrañeza alguna más que su mano común y corriente, algo blancuzca por el contacto continuo con el manubrio del vehículo.
¿Qué podía haber sido? Se preguntó poco antes de que un bocinazo la alertara. Se había olvidado de que se encontraba en plena carretera, sin retrasar más el tráfico, se puso el guante lo más rápido que pudo y aceleró. Una de las reglas más básicas de conducción se le fue.
Definitivamente era una semana demasiado extraña, aun teniendo en cuenta que su proyecto de ciencias haya recibido una nota de siete sobre diez, pero no dejaba de ser algo fuera de lo común. Casi siempre tenía notas perfectas. Pero dejando todos aquellos pequeños problemas, la pelifuego observó a través de su casco, el centro comercial a poco más de una cuadra. Sonrió satisfecha, pues tenía toda una tarde para pasar un buen rato junto con sus amigas.
Elegí dar pequeñas introducciones de los distintos temas que se abrirán dentro de la trama, los siguientes cuatro capítulos serán un poco pesados por la cantidad de detalles que me veo obligado a introducir, pero después se hará mucho más ameno e interesante.
En fin, este será un fic impopular así que los pocos comentarios que poseerá serán bien recibidos.
