Él la odiaba, y es que sólo odiamos a aquellos que estuvieron lo bastante cerca para tocarnos el corazón.

Por eso la odiaba, le había llegado hasta el corazón, inundado su mente, perturbándola, logrando traspasar la coraza que él mismo se formó, su mirada profunda y juvenil, su forma de ser, su insufrible sabiduría, le renegaba y a la vez gustaba, le encantaba verla rabiar por la culpa de sus brutos amigos, le encantaba la cara de "yo lo sé todo", su la cara de satisfacción cuando ganaba puntos o la cara de indignación cuando él le quitaba los puntos a Gryffindor, hasta incluso le gustaba la mirada de odio que ella le lanzaba de vez en cuando, cuando se acordaba de odiarle.

Sonrió sutilmente, sin darse cuenta que lo había hecho, por eso también la odiaba, porque prácticamente lo tenía poseído con cada movimiento.

La miró, tan concentrada en su caldero, el vapor hacía que su cabello se hiciera mucho más voluminoso y desordenado, su ceño casi fruncido le indicaba que estaba muy concentrada, ella vio su libro comprobando que todo iba bien, sonrió ella y él la imitó, de nuevo sin estar consciente de lo que hacía.

Ella cortó con delicadeza unas raíces, lo hacía con mimo, arrimó el cuchillo haciendo que los trozos subieran a la hoja, así él se sentía, doblegado a la voluntad de ella, obligado a dejarse llevar por su misterioso y casi indetectable encanto que poseía, y, quizá sin darse cuenta, él ya estaba dentro del caldero de sus ojos, por eso también la odiaba, por ser como el títere de sus emociones.

Él dio un suspiro, miró la hora, faltaba mucho para que la hora acabara, faltaba mucho para que ella se fuera y siguiera con la siguiente clase, aún tenía tiempo para observarla.

Ahora removía el caldero con la mano derecha, y con la otra pasaba la página, un rebelde mechón se fue para su frente, ella dio un resoplido y lo mando a danzar con el aire, él ocultó otra sonrisa.

No podía seguir observándola solamente, se paró de su pupitre, y con la escusa de vigilar las pociones de sus alumnos, se movió por entre las mesas viendo a todos, criticando a unos y felicitando sin sentido a otros.

Llegó a la mesa de ella, la vio y se agachó sutilmente para ver también al desastre en el caldero de su compañero de mesa, gruñó él, ella dio un pequeño respingo al notar la presencia de su profesor tan cerca, él observó su caldero con fingido desdén, sin embargo estaba perfecto, inhaló y dejó que el perfume femenino entrara por su aguileña nariz, incluso que se instalara en sus sentidos, sonrió de medio lado al ver por el rabillo de sus ojos como ella resoplaba de nuevo, pero ahora de aburrimiento, su poción ya estaba casi lista, por ello también la odiaba, porque lo hacía verlo como cualquier hombre que se tenía que enamorar de una mujer.

Siguió caminado, con las manos entrelazadas en su espalda, ella cogió un cucharón y sirvió un poco en una botellita, él llegó a su escritorio al tiempo que la castaña llegaba con la poción, él cogió un pergamino del montón y casi intencionalmente hizo que ella botara el contenido encima de su pupitre, el vidrio cayó en el piso y ella se apresuró a agacharse para ocultar su bochorno, también le gustaba eso de ella.

-Es una sabelotodo, sin embargo es tan torpe como un troll, diez puntos menos Gryffindor- gruñó él.

Y ella se levantó, roja de ira y vergüenza, ese rostro amaba él, amaba esa expresión, le encantaba.

Y por eso la odiaba, la odiaba por hacerle vulnerable al sentimentalismo, la odiaba porque con sólo una mirada le hacía amarla.

Mi primer SS/HG ^^ espero que les guste, un one-shot cortis, muy cortis xD