Primer año: La Piedra Filosofal

Hay dos lados para cada moneda como los hay para cada historia. Una Slytherin para un Gryffindor. Detrás de cada héroe hay un villano y detrás de todo villano hay una historia. Marie Rogue es esa historia.

Prólogo

Era una noche tormentosa cuando Remus Lupin caminaba por su sala, sus pasos hacían un eco mientras la cuna que había recientemente invocado estaba desplegada en una esquina, a salvo. La bebé que contenía estaba profundamente dormida, sus pequeñas mejillas estaban rosadas por la calidez que proveía su cobija. Apenas tenía un año de edad con cabello negro grueso de bebé, suave al tacto. Aún no había visto sus ojos esa noche, ya que estaba dormida cuando Sirius se la había traído hace no más de una hora. Ha pasado tiempo desde la última vez que la vio y no recordaba de qué color eran. ¿Acaso eran de color avellana como los de James o verdes como los de Lily?

Puso su mano en el frío cristal de la ventana, viendo hacia la noche lluviosa. ¿En qué estaba pensando Sirius, trayéndole a una niña durante una noche como esta? Fue afortunado de que no le dio fiebre a la pobre por la lluvia y el frío. Un penetrante destello de luz ocasionado por un rayo hizo que retrocediera un paso. Qué clima tan atroz.

Hubo un golpe agudo contra el cristal y tuvo que entrecerrar los ojos para discernir una lechuza parda, tenía una carta arrugada en su pico. Después de sacudir el agua de sus plumas, ulular en desaprobación y hasta picarle a Remus en un dedo, la lechuza le entregó la carta.

"Condenada lechuza," murmulló. No tuvo la necesidad de romper el sello de la carta, dado que ni siquiera contenía una, lo cual hizo que sospechara de ella. Cuando sacó un pedazo de pergamino del sobre, se dio cuenta que este había sido guardado apresuradamente. Su estómago se contrajo mientras lo atacaba una ola de nauseas al tratar de leer la ilegible caligrafía. Cada uno de sus instintos gritaban de pavor a tal grado que hizo caso omiso de la cuna rechinando por los movimientos que hacía la pequeña niña.

"Remus,

Quien-Tú-Sabes mató a Lily y a James. Harry sobrevivió. Dumbledore está llevando a Harry con Vernon y Petunia Dursley. Esos Muggles cabezas huecas de los que Lily está relacionada. No puedo regresar por Marie. Iré tras Peter. Dumbledore dice que te puedes convertir en el guardián de Marie si así lo deseas, o envíale una lechuza y convencerá a los Dursleys de recibirla también.

Es muy probable que esta sea mi última carta hacia ti. Tú sigues siendo mi mejor amigo. Dile a Marie que la amo.

Sirius Black."

Leyó la carta nuevamente. Otra vez para verificar. Una vez más para estar seguro. Cada leída se volvía más lenta que la pasada, permitiendo que los hechos se hundieran dolorosamente en su ser.

Dos de sus amigos estaban muertos. Su hijo iba a ser criado por Muggles que detestaban la magia. Sirius iba tras Peter, razones por los cuales él desconocía.

"¿Mami?"

El hombre pegó un salto y volteó para ver a Marie Potter, quien estaba de pie en su cuna, mirándolo curiosamente con sus enormes ojos. Eran verdes, como Lily. ¿Cómo se le pudo haber olvidado? Los de Harry eran idénticos con su fuerte tono de jade.

"N-no," respondió, inseguro de cómo referirse a ella. Era una niña muy pequeña después de todo. ¿Qué tanto podría entender? "Mami no está aquí."

Despreocupada, la criatura intentó nuevamente. "¿Papi?"

Remus negó su cabeza y se acercó a la cuna, sus piernas se sentían de cemento. Marie alzó sus brazos para que la cargara. Algo confiada para alguien tan joven; sólo la había visto pocas veces antes. Su pequeña expresión empezó a desmoronarse. Dos de las personas más familiares y queridas que conocía no estaban con ella.

"¿Harry?"

Harry tampoco estaba con ella. Su hermano. El mago recordó como Lily le escribía sobre el par de hermanos. Cómo Marie, siendo la gemela mayor, se había dispuesto a mantener a Harry en su vista en todo momento. Ahora, sólo era Marie sin un Harry al cual vigilar.

"Harry, se estará quedando con tío Vernon y tía Petunia por un tiempo…" Su garganta empezaba a bloquearse mientras la niña lo miraba, sus ojos empezando a humedecerse. La ausencia de familiaridad la estaba poniendo inquieta, él pensó. Ella todavía no comprendía la severidad del asunto. Era demasiado joven.

"¿Bebé?" La miró confundido, hasta que se dio cuenta de que se estaba refiriendo a sí misma. ¿Qué hay de ella? ¿Qué pasará ahora? ¿Debería de mandarle una lechuza a Dumbledore para que convenza a los Dursleys de recibirla? ¿O dejar que se quedara con él, un hombre lobo? Un hombre lobo que por lo menos la quería.

"Sí… la bebé…" Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, reflejando las que rodaban por las de Marie. Remus la abrazó fuertemente, se sentía tan frágil en sus brazos. Tan, tan frágil.

"La bebé se quedará conmigo…"