Bueno, soy nueva aquí, por eso no espero gran cosa de esta corta historia, pero bueno, espero que os guste. Nada más que contar solo... saludos y a leer!

Ni Hidan ni su historia me pertenecen, pertenecen a Masashi kishimoto.

Hidan ahora está solo, pero no está triste, para él la tristeza es cosa de débiles, y él sabe que no es débil. Hidan hace mucho tiempo perdió la cabeza, en sentido figurado, y no hace tanto tiempo la perdió literalmente, y los piés, y los brazos, y la batalla. Pero él no se queja, eso sería rebajarse demasiado, solo maldice, que no entra en la categoría de quejarse, no almenos para él. Para él quejarse es lloriquear, y lamentarse, y él no se lamenta de nada de lo que ha hecho, eso asegura.

Hidan está solo y descuartizado, vivo y enterrado. Su boca ya no puede maldecir más, ahora está llena de tierra, sus ojos no paran de llorar, le pican, no los puede cerrar, nadie puede quitarle el dolor de unas heridas que nunca cierran, ni rascarle la nariz cuando le pica, nadie puede quitarle esa tristeza que no tiene, porque no es débil, ni nadie puede calmar ese eterno lloriqueo, no solo causado por el picor en los ojos, que no es suyo, porque él no se rebajaría a tanto.

Hidan encuentra la cabeza después de tanto tiempo, pero no la de carne y hueso. Sabe que está triste porque es debil, y sabe que estando a diez metros bajo tierra lo menos que puede hacer es rebajarse, y por eso lloriquea, y llora, y derrama lagrimones.

Hidan es débil por dejarse ganar por un mocoso, es débil por haber acabado enterrado vivo, es débil por no poder moverse, es débil por sentir dolor, es débil por sentirse solo, es débil por llorar, es débil por negar su debilidad y también es débil por haber ido por el camino fácil, por haber huído de la muerte, por haberse unido a los "malos" para no sentirse débil, es débil por odiar, por envidiar a los que pueden ser felices, es débil por desear el dolor ajeno, es débil por haberse conducido a una propia autodestrucción, por desear la redención, pero sobretodo es débil por no poder hacer nada por ello.

Hidan sigue enterrado en una tumba que no es tumba, en un nido de alambres y tierra mojada por lágrimas, en un pozo de desesperación, en la cuna roja de su eterno no-sueño, en un mar de fluidos derramados, en la más profunda oscuridad con solo el deseo de ver una luz en el fondo de ella.