Hola, humanos (?)
Bueno, he aqui esta historia. Es la primera vez que escribo para PH, asi que sean amables conmigo por favor. Cada capitulo sera sobre un personaje diferente.
Lo escribi hace un buen tiempo, asi que hay partes de la linea actual de la serie que no inclui aqui. Pero todos los huecos (por asi llamar a los hechos que ignoro en la historia) seran llenados en el ultimo capitulo. Este, por ejemplo, fue hecho mas o menos para el tiempo en que se descubria quien era Oz y quien era Jack.
Bueno, en fin. Lean~
Disclaimer: Nada me pertenece, los personajes son propiedad de Jun Mochizuki quien ama vernos sufrir y probablemente matara a todos sus personajes. Y eso no tenia nada que ver.


Oz Vessalius

Suspiro cerrando el último botón, pasó sus manos por la delicada tela de la camisa blanca y se puso en pie de un salto, aun descalzo, caminando hacia el enorme armario. No contaba con la exagera cantidad de ropa que usaban la mayoría de los nobles, y aun así no podía decidir que usar ese día. Estaba harto de vestir de negro, pero sus ropas usuales le parecían inadecuadas. Estaba de luto, se recordó, alargando la mano a la chaqueta negra pulcramente doblada en una esquina, paro un segundo dudando de nuevo y opto por dejarlo para luego.
Giro sobre sus talones y paro abruptamente fijando sus ojos en el espejo frente a él. Ahí se reflejaba un mismo Oz Vessalius, con los mismos pantaloncillos negros y camisa blanca, cuyas mangas quedaban colgando ligeramente de sus brazos al ser estas demasiado largas, sus mismos ojos mirándolo con curiosidad. Entonces, decidido y asustado, camino hacia el espejo que reflejaba todo su cuerpo, colgado en la pared justo frente al armario. Paro en seco al estar justo frente a este y se examino con extrema atención.
Frente a él, estaba el mismo. El cabello rubio había perdido aquel matiz brillante de siempre, y lo llevaba mas desordenado de lo usual. El rostro se mantenía pálido, con una pequeña mancha rojiza apenas perceptible en la línea de la mandíbula, ahí donde Alice lo había mordido en una ocasión, -él sabia que desaparecería justo como las otras manchas rojizas que había dejado la chica en su vano intento de animarle-; sus ojos de un verde esmeralda miraban vacíos sin mirar realmente a nadie, y bajo estos amoratadas ojeras que demostraban las noches en vela tras las pesadillas.
El joven Vessalius reprimió un quejido. Se examino con mayor atención, como si se tratase de un desconocido.
El rostro tenía facciones delicadas, los ojos eran grandes y expresivos. ¿Jack habría tenido esa apariencia inocente alguna vez? Se pregunto, y no por primera vez, si él nunca hubiese entrado al Abyss… ¿Tendría, acaso, el mismo aspecto de Jack? Entrecerró los ojos, molesto ante tal pensamiento. Era absurdo, Jack no era el. Él no era Jack. Lo sabia, lo sabía bien.
Jack Vessalius no tenía nada que ver consigo mismo.
Tenso la mandíbula y se irguió, entrecerró los ojos y trato de mantener el porte sereno. Nada. No veía similitud alguna con Jack. Aquello que el tenia era completamente distinto a lo que él era. Suspiro y se relajo, tenia que dejar de pensar aquello. Alzo la mirada de nuevo al espejo, y no pudo evitar volver a examinarse. Jack no tenia nada que ver con el, él era… ¿Quién era?
Oz medito un momento, para luego alzar la mano y abrir los dos primeros botones de la camisa, dejando a la vista aquel sello negro en su pecho. Delineo cada detalle del reloj, cuya manecilla iba ya por la mitad del trayecto. No es como si le importara volver al abismo. Era un contratista, el contratista de B-Rabbit. No, eso no era cierto. No era su contratista, no era Oz. No era nada.
Oz Vessalius siempre se había cuestionado quien era. Las sonrisas, la indiferencia, el ánimo indiscutible, el temperamento, la confianza. Aquello formaba a un ser que el no conocía, aquello que todos creían que era característico suyo le era desconocido. Siempre, siempre buscando quien era. Las imágenes del pasado de Jack recorrieron su mente logrando marearlo y cerró los puños al recordarlo. ¿Quién era? Más importante… ¿Qué era?
-Oz-
No se sorprendió. Quizá no la había escuchado entrar, quizá no noto que ella estaba tras de si. Pero sabia, de algún modo, que Alice estaba ahí. Miro de reojo a la chica, que lucia incluso mas pequeña tras su sombra, incluso sabiendo que no era muy alto. Alice lo miraba desde abajo, con los brazos cruzados y el rostro indiferente. Volteo, sabiendo que ella esperaba que lo hiciera. No se molesto en cerrar la camisa blanca que llevaba, ni en fingir una sonrisa.
-Alice…- susurro logrando que la chica frunciera el seño. Estaba molesta, se dijo, y ella no temía demostrarlo. ¿Por qué el si?- ¿Qué haces aquí?-
-El payaso me dijo que me acabaría toda la carne de la casa y me obligo a ir a buscarte- explico mirando la puerta de reojo- Ya sabes… Pensar mucho las cosas da hambre… Y estuve pensando sobre todo lo sucedido. Estaba ansiosa-
¿Por qué ella podía admitirlo y el no? Ella era pequeña, y frágil. Pero había pasado tanto tiempo sola en el abismo, y tampoco sabia que era. ¿Por qué Alice no se derrumbaba, como el l0 hacia en esos momentos? Era injusto.
-No tenías porque estarlo Alice- contradijo sonriéndole a la chica. Podía mandar al diablo su resolución de no fingirle a ella. No importaba ahora- ¿Por qué viniste a buscarme a mí?-
Ella lo miro a los ojos. Oz se sintió repentinamente incomodo, aunque Alice no parecía notarlo. No le importaba, quizá. Se pregunto de nuevo como la chica podía ser tan indiferente a su entorno, y al mismo tiempo tan consciente de todo. Odiaba no poder ser como ella. Odiaba ser mas como Jack.
-Todos están preocupados por ti- declaro relajando su semblante. Noto como Oz se tensaba, y volvió a endurecer sus facciones, mostrándose indiferente- El payaso, el cabeza de alga, Sharon y yo. Todos sabemos que no estas bien-
¿Acaso era tan transparente? ¿Acaso ya no servían los años y años de fingir?
-Estoy bien- farfullo, su voz sonando mas atropellada y ligeramente ronca, mucho mas molesta de lo que pretendía. Y sabia que no serviría decírselo a Alice- No tienen que preocuparse, Alice-
Ella entrecerró los ojos. Oz tuvo la sensación de que en ese momento, mas que nunca, Alice podía ver a través de él. Pero no era así. Ella veía el sello del contrato.
-No es así- replico cerrando momentáneamente los ojos- ¡Si sigues con eso acabare mordiendo tu mejilla de nuevo!-
-Lo siento…- susurro sonriéndole, Alice sabia que aquella sonrisa era falsa. Ambos lo sabían. Temblaban las comisuras de sus labios.
¿Cuánto mas soportaría llevar esa sonrisa?
-Tengo algo importante que decirte- declaro firme, haciendo énfasis en sus palabras al erguirse en su pequeña estatura, con los brazos cruzados sobre el pecho.
¿Cómo podía caber tanta determinación en tan pequeño cuerpo? Oz volvió a sonreír. Cada vez era mas difícil… ¿Pero porque no hacerlo? Jack sonreía a Glen. Jack era un mentiroso. El… ¿No decían, todos, que era como Jack? Él también podía mentir.
-Puedes decirme lo que quieras, Alice- afirmo sonriéndole abiertamente, la chica volvió a fruncir el seño. Al diablo la cordura y la decencia, se dijo, se volvería loco si era necesario para que creyesen que él estaba bien. Tenia que sonreír. – Por cierto… ¿Has visto a Gil? No le he visto… Es extraño que no se haya aparecido en mi habitación con esa idea suya de que tiene que hacer las labores de un sirviente-
-¡Oz! ¡Necesito decirte algo!- exclamo molesta. Oz la conocía lo suficiente para saber que era esa la única forma que tenia de mostrarse decidida. Pero temía lo que fuera a decir, Alice podía verlo. Ella si podía verlo. Ver a través de sus ojos esmeralda con esos ojos amatista.
Y el tenia miedo, porque en ella se reflejaba incluso mejor que en el espejo tras el.
-Seguro tienes hambre. Vamos a la cocina… Creo que todavía debe haber algo de carne. Además, no creo que Break ande por ahí todavía…-
Ella le miro iracunda. No le importaba, no realmente. El deseaba molestarla, y que ella se fuese. Quería estar solo, merecía estar solo. Alice era solo un reflejo. ¿Qué sentiría ella? ¿Se vería también al espejo, preguntándose si era ella o era Lacie? ¿O si acaso era la otra Alice? Ella tenia mas conflictos que el, y no parecía importarle. Era injusto.
-¡No es eso!- replico irguiéndose, con los ojos fijos en el. Los brazos cruzados, viéndose imponente aun siendo tan pequeña, tan frágil. Aun siendo ella.
-Te escucho entonces, Alice- no, no quería escucharla. El joven Vessalius se debatía.
No deseaba escucharla, pero si no lo hacia probablemente moriría.
Dolería. ¿Le diría que se parece a Jack? ¿Qué estaba tratando de actuar como el? ¿Qué no importaba nada? ¿Qué lo olvidara?
-Tu no eres Jack, Oz-
Y entonces, sonrió. Quería llorar y reír. Sonrió, porque era lo único que podía hacer. Sonreír y fingir de nuevo que todo estaba bien. Pero era Alice quien estaba frente a si, y Alice podía verlo en los ojos esmeralda de él. Se desplomo, cayendo de rodillas en el suelo de madera con un ruido sordo, y sin poder evitarlo o pensar, comenzó a reír. Porque todo era hilarante, el pasado de Jack, la verdad sobre si mismo, la verdad sobre Lacie, la verdad sobre Alice, el haber confiado ciega y estúpidamente en el peor traidor de la historia. Y resultaba hilarante pensar que reía de si mismo, de su propia desgracia, pensar que estaba loco.
¿Qué pensaría Alice de el? Los ojos verdes que permanecían fijos en el suelo se alzaron velozmente hasta colisionar con los amatista de la chica. Alice permanecía impasible, y Oz tuvo la sensación de que ella también quería reír.
-Sé que no soy Jack- murmuro con los ojos fijos en los de ella, Alice también lo miraba. ¿Qué pensaría ella?- Pero entonces… ¿Quién soy?... ¿Qué soy?-
Alice, a sus ojos, lucia imponente y hermosa. Ella ablando su expresión, y fijo la penetrante mirada en los ojos del joven Vessalius quien luchaba por no derrumbarse frente a sus ojos.
-Eres nuestro Oz- afirmo sonriendo levemente, Oz sintió las irrefrenables ganas de llorar como un niño. Alzo la mano hacia Alice, rogando que ella no se desvaneciera. La chica alzo la mano- Eres mi Oz-
Y tomo la de él. Entrelazo sus dedos con los de Oz, y se dejo caer en el suelo frente a él. Sonriéndole, sonriendo como él no podía hacerlo, pero de aquella forma que lograba hacerlo sentir pleno y feliz. Oz dejo caer su cabeza en el hombro de la chica, temblando como cuando era niño, solo que por una vez. Por esta vez, se permitió compañía. Porque era ella, solo Alice.
Cerro los ojos, ella no olía como las otras chicas (perfumes costosos y agua de rosas, tan dulce que mareaba a cualquiera), sino mas bien a vainilla y especias, quizá por el gusto a que preparan carne de diversos tipos. No le disgustaba, era agradable. La necesitaba, a ella y nadie mas. Solo ella.
-Alice…- susurro cerrando con mayor fuerza los ojos- Mi preciosa Alice…-


En fin, que tal? Apreciaria reviews realmente. El siguiente: Gilbert Nightray.