Año nuevo
Caminando por los pasillos de la Orden Negra, tan oscura y solitaria, sus pasos hacían eco. La mayoría de los exorcistas no estaban; Lenalee, Lavi, Marie, Kanda, incluso Miranda estaban en alguna misión. ¿Cuánto tiempo ha estado tan sola la orden? Regresarían pronto, pero hoy era más solo, su familia (los exorcistas) no estaban esta noche para celebrar año nuevo con él. Una luz permanecía prendida todo el tiempo, la del comedor. La cabeza del cocinero sobresalió del arco de la entrada.
-Allen, ven acá. Hice algo especial.- gritó con alegría Jerry.
Allen caminó hacia el comedor, en una de las largas mesas había un banquete de comida cocinada a la perfección. Algunos buscadores estaban sentados disfrutando y platicando animadamente. Krory se acercó a Allen con una copa en la mano. –Feliz año nuevo Allen-kun.
-Krory-san, gracias feliz año nuevo.- sonrió desanimado.
Todos comieron y bebieron en gran alegría, el comedor era grande, la poca gen te combinada con la tenue iluminación lo hacían parecer infinito. Era cierto que nunca tenían descansos pero al menos en una época tan importante deberían poder festejar todos juntos en ''familia''. Allen se sentía triste por alguna razón, algo faltaba, algo que él necesitaba desesperadamente. Krory le intentó animar tanto como podía, pero el albino era ajeno.
Por la noche se fue a su cuarto a dormir. Tan desganado a lo único que atinaba era dormir. Esa noche era calurosa a pesar de ser diciembre, por la mente de Allen pasaban demasiadas cosas que no le dejaban dormir profundamente, por la madrugada despertó, había comido demasiado y tenía nauseas. Estaba adormilado, se quedó unos segundos observando el techo, todo estaba en silencio, tan oscuro, era un ambiente melancólico que le vaciaba el alma, finalmente se paró a vomitar.
¿Qué era eso que le estaba lastimando? Una lágrima recorrió su cicatrizada mejilla, se limpió el vómito restante de sus labios. Cuando cepillaba sus dientes observó su reflejo en el espejo, tenía los ojos ligeramente rojos e hinchados. Caminó por los pasillos vagando en sus pensamientos, ¿qué buscaba? ¿Alguien o algo? ¿Mana tal vez? Cuando se dio por vencido buscó el camino de regreso a su habitación, se topó con Kanda quien al parecer regresaba de su misión.
-¿Qué te pasa? ¡Muévete Moyashi!- rugió Kanda irritado.
Allen se quedó ahí, inmóvil, ya sabía qué era ese dolor, lo que lo causaba. Caminó lentamente hacia Kanda, le abrazó y hundió el rostro en su pecho. Sollozó en silencio apretando las ropas del mayor con fuerza.
-Oye Moyashi, ¿qué diablos te pasa? ¡Quítate!
Allen se separó, le miró inocentemente con las lágrimas aun en sus ojos. –Duele- susurró – y tú causas ese dolor.
Kanda se sonrojó notoriamente, apartó algunos cabellos de la frente de Allen, tenía un impulso, su corazón latía con fuerza, sus manos ardían, besó al pequeño, un beso mordaz. Enredó sus dedos por los cabellos blancos del chico al tiempo que este último le estrechaba desesperado. El beso se profundizó, Allen gimió contra los labios del pelinegro. Se separaron abruptamente.
-¿Ka-kand-a?- Allen abrió los ojos.
-Espero y eso sea suficiente, estoy cansado- le miró frío.
'' ¿Y si no lo es?'' pensó Allen, juegos peligrosos que no debería jugar, pero él quería todo de Kanda, cualquier cosa para llenar el vacío. Quería el sabor de sus labios, el tacto de su piel, el aroma de su larga cabellera, su cuerpo caliente dentro de él, él le sujetó de la manga de su gabardina.- Kanda, no…no es suficiente, no te vayas- imploró.
Kanda le miró desde lo alto, suspiró pesadamente – ven- ambos se encaminaron a la habitación del menor. Una vez ahí Allen cerró con llave la puerta. El mayor le besó una vez más y recorrió sus besos por la oreja, el cuello y el hombro de su compañero. Desabotonó la camisa del otro y la deslizó al suelo. Observó ese virgen cuerpo, los pezones rosados, la piel pálida nunca antes profanada… Recostó a Allen sobre la cama, le besó la mejilla y aspiró el aroma que su cuerpo desprendía, lamió y pellizcó sus tetillas con cuidado al tiempo que frotaba su miembro contra el del menor quien jadeaba tímidamente. –Moyashi, no creas que seré cariñoso- susurró en su oreja. El albino terminó de desnudarse solo, Kanda solamente sacó su miembro masturbándolo un poco, salía semen en pequeñas cantidades el cual usó para lubricas sus dedos e introducirlos en la entrada del peliblanco, este último hiperventilaba, la excitación le hacía lagrimear un poco. –S-sólo hazlo, duele estar así- Kanda separó las piernas del Moyashi, le comenzó a penetrar, era estrecho dentro de él, estaba caliente y húmedo. Allen gimió con fuerza, le siguió penetrando hasta estar completamente adentro, una vez así lo embistió con fuerza una y otra vez. –¡K-KAND-AAAAH!- Allen gritaba- más rápido, ¡ah! Kanda hizo caso omiso a sus peticiones y le embistió con más fuerza, eran fritos desgarradores y llenos de placer, el peliblanco se vino sobre su abdomen, su cuerpo sudaba y su pecho ardía, tenía las mejillas rojas. Kanda se vino dentro de él, salió lentamente y se recostó a un lado de Allen, semen salía de la entrada del menor. Segundos después Allen se quedó profundamente dormido. Kanda se vistió y salió de ahí la antes posible.
¿Esto cambiaría su relación con Kanda? ¿O le seguiría odiando el samurái?
