Bueno, este pequeño oneshot (que puede tener extras si es que la persona a quien va dirigido lo quiere) es uno de los pequeños regalos de cumpleaños para mi adorada Dratín n/n Y ehm... si bien su cumpleaños es el día domingo, me adelanté con esto para que pueda disfrutarlo y pedirme alguna otra cosa, ¿no? Jejeje! En fin, las demás cosas las diré en la instancia correspondiente ^^ espero que te guste!

Disclaimer: Hetalia y sus personajes le pertenecen a Hima-papa~ y por cierto, feliz cumpleaños a él también xD

El pequeño no tan pequeño.

"¿En qué momento el niño había dejado de ser niño?,
¿Cuándo las cosas se habían convertido de tal forma?"

Y esta historia comienza, desde la perspectiva del italiano.

Desperté, me dolía mucho la cabeza… Demasiado. Cuando miré la hora en un reloj que no era el mío (eso ya era extraño) me percaté de que eran… Más de las 11 de la mañana, pero de qué día, mes, o cualquier cosa no sabía nada. Tuve la sensación de que había bebido demasiado la noche anterior… ¡Menudo idiota, con alcohol no funciono! Pensé que sería el peor día de mi vida, pero cuando miré hacia mi lado la cosa se ponía peor…

-Mierda, mierda, mierda –dije tapándome la cara con las manos mientras negaba con la cabeza-. ¿Qué pasó, eh?

A mi lado se encontraba él, con una sonrisa estúpida en los labios mientras dormía y roncaba para mi tortura, procuré darme cuenta si realmente era lo que creía, y sí, yo estaba desnudo, él estaba desnudo… Un momento… ¡Seguramente ese idiota me había violado, lo conozco como la palma de mi mano! ¡Bastardo infeliz!

-¡Te odio! –grité y parece que me escuchó porque comenzó a abrir los ojos lentamente.-

-Buenos días –dijo, en un perfecto español, aunque al verme se sonrojó un poco-. L-Lovi –dijo asustado pero sonriendo.-

-¡No me mires! –le grité-. Maldito Antonio, ¿qué mierda se supone que estoy haciendo aquí? ¡Y de esta manera, maldita sea!

-Lo único que recuerdo –dijo sonriente-, es que ayer era mi cumpleaños –rió, eso me hizo sentir un poco mal… Miento, me hizo sentir horrible.-

En el fondo de mis recuerdos sabía perfectamente lo que había pasado, aunque no en detalle, nunca en detalle… Lo único que recuerdo bien es que antes de anoche yo era distinto… No había pasado por algo así nunca, ¡jamás! Qué vergüenza ni siquiera recordar bien como perdiste la virginidad, y este idiota se seguía riendo frente a mí… ¡Qué infierno! Aunque en un segundo notó mi angustia y me abrazó, de la nada… ¡Por qué me tocaba… era demasiado…! Creo que me gustaba eso, pero… ¿Por qué?

-¿No recuerdas nada, cierto? –susurró en mi oído mientras yo me sonrojaba desde el pie hasta el rulo de mi cabeza. Mis ojos pardos se vieron frente a esos ojos verdes esmeralda, temblé nervioso, porque la respuesta era afirmativa. Moví la cabeza y escondí en su pecho… No quería saber nada-. No te preocupes… -me dijo.-

-Lo siento… Ni siquiera… No puedo explicar nada –dije, temblando como imbécil.-

-Lo mejor será que te vayas a casa –sonrió y se levantó, no pude evitar contemplarlo desde mi puesto… Maldito, era demasiado… ¡Ah! Qué infierno.-

Asentí y me puse de pie, busqué mi ropa que estaba muy lejos, los calcetines debajo de la cama, los zapatos cerca de la puerta del baño… Lo de anoche había estado interesante, me lamentaba mucho no tener idea de nada… ¡Ay, como lo odio! Salí, vi mi auto afuera así que entré y empecé a conducir… Nada tenía sentido.

Perspectiva de Antonio.

Creo que jamás había tenido un cumpleaños como el de ayer… Si bien estaba frío y todo eso, mis amigos se dieron el trabajo de venir a visitarme, cosa que me llenó de alegría. Vinieron todos, Francis con Gilbert, Ludwig acompañando al albino y los dos italianos, la fiesta transcurrió sin muchos detalles, aunque Lovino comenzó a beber demasiado, no le di mayor importancia. Al final de cantar, celebrar un poco más y que se hiciera bastante tarde todos se fueron, pero Lovino estaba realmente mal.

-Deberías dormir, así no podrás irte… Feliciano se puede ir con Ludwig para que tu auto permanezca aquí, ¿te parece?

-¡Ni jodido dejo que esa patata infame se lleve a mi hermano! –dijo con claro acento de borracho.-

Feliciano miró a Ludwig quien simplemente se agarró la cabeza, los convencí de que se marcharan juntos y que yo cuidaría de Romano.

-Me resulta algo incómodo que lo hagas, después de todo es tu cumpleaños y deberías aprovecharlo… -me dijo el alemán.-

-No te angusties, con él aquí le sacaré provecho… Me preocupa más dejarlo solo en ese estado –sonreí y eso convenció al rubio.-

Lovino dormitó un rato en el sofá, de repente se levantó apuradísimo y fue al baño, supuse que vomitaría todo el alcohol y se pondría mejor. Salió con una cara horrible y me miró confundido, le ofrecí un café.

-Te lo haré bien negro para que te sientas mejor –le dije y lo hice sentarse a la mesa, él se recostó sobre ésta y gruñó algunas palabras que no logré comprender.-

-No sabes lo mucho que te odio Antonio… ¡En serio! –me decía-, pero… Me siento culpable por arruinar tu cumpleaños con esto… ¡Pero ebrio es la única forma de poder decirlo!

-Eres un crío, deja de parlotear y tómate el café –le dije mientras me sentaba al costado de la mesa.-

-Soy un tonto en creer que podrías mirarme, después de todo tú tienes 30 años y yo tengo 21, tú ayudaste a criarme, me cuidaste cuando nadie más pudo hacerlo… Pero no podía suponer que me acabarías gustando, ¿no? –dijo, a lo que me congelé, lo miré y veía como sus ojos me miraban y su rostro se tornaba de un bello color escarlata.-

-¿Qué has dicho? –pregunté temblando un poco.-

-¡Aparte de idiota eres sordo! –gritó y bebió un sorbo de café.-

Con mi mano acaricié su rostro, él entrecerró los ojos, el contacto con mis manos había erizado su piel, pude notarlo… Aparté el café de nuestro alcance y coloqué mi rostro frente al suyo, él cerró los ojos con violencia y yo procedí a darle un beso largo, que contenía lo que yo también me había guardado. Sin medidas devoré su dulce boca, aunque mi pequeño no la había lo suficiente, tuve que ser algo brusco… Pero pareció no molestarle… Cuando nos separamos me miró agitado y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

-Sabía que no podías odiarme tanto, al final siempre te quedabas conmigo –le dije sonriendo y volví a besarlo sin dejarlo responder.-

Se aferró a mí como un pequeño koala, donde lo llevé a mi habitación. Muchas veces había dormido conmigo de niño, pero ahora era diferente… Lo hice mío de todas las formas posibles… Creo que ese sería el mejor regalo de cumpleaños de mi vida. Lamentablemente cuando despertó no recordaba lo que su dulce boquita había dicho, aunque algo me decía que no había sido mentira… Sus ojos ardieron cuando me miró, y en el abrazo que le di percibí su necesidad de permanecer conmigo. Aún así le pedí que se marchara… No tengo idea porqué lo hice, lo que menos quería era dejarlo ir, por lo que después pensé en ir a su casa, y fue precisamente lo que hice.

Perspectiva de Lovino.

Estaba acostado sobre la cama, en el transcurso de la tarde había comenzado a recordarlo todo… ¡Le había dicho que me gustaba desde que era niño! Cosa que no era una falsedad pero… ¿Por qué le dije eso? ¡No debía hacer algo tan idiota…! Fue por eso que había bebido, tal vez es lo que quería hacer hace tiempo, y de hecho había planificado todas las maneras posibles de confesarle mis sentimientos y ninguna me convencía… Pero como soy un chiquillo idiota elijo sacrificar mi cuerpo llenándolo de alcohol para decirle que me gusta… ¡Y yo que pensé que me había violado, cuando fui yo quien le pedía a gritos que lo hiciera! No puedo evitar recordar todo lo que le dije mientras… Mientras él entraba, sin miedo ni temor… ¡Porque era yo quien le pedía que lo hiciera! Soy un bastardo pervertido de lo peor… Seguramente en la mañana él hubiese esperado hacerlo de nuevo o algo, y yo ahí diciéndole que no me acordaba de nada porque de la nada me había llegado la amnesia… ¡Por mí no verlo nunca más después de eso, qué vergüenza!

Pero como Dios nunca escucha mis peticiones, sentí el timbre sonar varias veces… ¡Y como tonto que soy me levanté de inmediato! Y ahí estaba…

-Antonio –dije sorprendido y muy nervioso así que intenté cerrar la puerta.-

El español, que es mucho más fuerte que yo agarró la puerta y la abrió de un solo golpe, para luego cerrarla con llave y acercarse más a mí.

-Lovino… -tomó aire y comenzó a hablar-. No importa que no recuerdes nada de lo que ocurrió, pero… Yo estoy seguro que no mentiste cuando me dijiste que yo te gustaba… Y… Bueno… Creo que quedó claro anoche que yo siempre te he amado, pero si necesitas que lo diga otra vez lo diré… No me importa repetirlo mil veces si es para hacerte sonreír… -una sonrisa se dibujó en su rostro mientras hablaba, iba a continuar pero puse un dedo en su boca.-

-Yo… Yo si lo recuerdo –confesé-, o sea… Hoy aclaré mi mente y todo volvió a mi cabeza, sé que lo hicimos… Sé todo lo que te dije, y lo peor, sé que estaba siendo sincero… Y lo siento mucho… ¡No debí decirlo, porque tú no podrías mirarme como yo lo hago…! Yo soy un niño, y tú eres demasiado maduro y adulto para alguien como yo…

-No digas eso –me detuvo-, el niño que crié se ha convertido en un hombre –sonrió y colocó su mano en mi mejilla con delicadeza-. Me cuesta asumir lo grande y guapo que te has puesto… Y debo confesar que me sentía algo incómodo por sentirme de esta manera… Lo lamento muchísimo, pero en el momento que cumpliste 15 años no podía parar de imaginarme cuando crecieras y fueras solo mío –me acurrucó en sus manos-. Y ahora mírate, tan grande y bello que estás…

Besó con cuidado mi cuello, provocando un pequeño gemidito de mi parte. Me miró sonriente y me abrazó… Uno de esos abrazos que parecen eternos…

-¿No te irás nunca, verdad? –le dije, maldita sinceridad de última hora.-

-Jamás –me susurró al oído.-

Así fue como ambos comenzamos una relación extraña, ya que no podemos decir que fuera muy bien visto que yo estuviese con alguien 9 años mayor que yo… Pero a Feliciano no le molestaba (y poco me importaría que lo hiciera) y a los amigos del español tampoco. Para el siguiente cumpleaños de Antonio ambos ya llevábamos casi un año de relación, y en ese cumpleaños los regalos para él de mi parte fueron mucho mejores. Sin escenas inmaduras ni idiotas (o al menos no demasiadas), pero con el cariño que en el fondo le tengo y me cuesta demasiado admitir.