Introducción
Tenues rayos de luz ingresaban por la ventana, todo indicaba que estaba amaneciendo, el reloj digital de pared marcaba las seis y diez de la mañana. A esa hora la habitación retumbaba con el sonido melodioso de una canción pop ¿pero qué era eso? No era Britney Spears ni Justin Bieber no, nada de eso. La canción no parecía estar en inglés, mucho menos en español.
Era gigante, sin duda el cuarto era amplio, estaba separado por una pared delgada que dividía el espacio a la mitad; del primer lado tenemos, rosa, rosa y más rosa, una cama, un tocador con un motón de accesorios encima, un espejo de cuerpo entero, un escritorio que no parecía muy lleno, un televisor y un armario. La dueña de semejante habitación debería de ser muy femenina. Del otro lado, lo único que había eran espejos cubriendo dos paredes del habitad, una especie de pista de baile y una barra de ejercicios enfrente de la pared de enfoque.
Se alcanza a oír la respiración agitada de una joven, una chica de más o menos 16, de cuerpo pequeño, delgado y esbelto, ojos marrón chocolate y cabello oscuro.
La muchacha no hacía más que danzar al son de la música que salía de un estéreo muy bueno, acomodado en una esquina de la habitación, sin dejar de ver su hermosa figura reflejada en el espejo para que a la más mínima imperfección volviera a repetir la canción, una y otra vez. Finalmente al acabar con precisión el último movimiento marcado por la melodía, cayó exhausta al piso, con la respiración entrecortada y el sudor cubriendo su frente.
