N/A: volví con este mini-fic, durará unos dos o tres capítulos, no lo se bien.

Los personajes de Shugo Chara no me pertenecen.

Capítulo 1. Hay alguien justo aquí, viviendo en mi interior.

Mis días estaban llenos de felicidad. Era simultáneamente acompañada por mi familia, por mi mejor amiga y por mi amado novio. Mentiría si les dijese que vivía en un mundo imperfecto, era todo lo contrario. Yo era extremadamente feliz.

– ¡Oye, Amu! Ven un momento – me llamaron desde la cancha del colegio. Me dirigí a ellos a paso tranquilo mientras portaba con una deslumbrante sonrisa.

Yo era Amu Hinamori, tengo 15 años por lo tanto curso el 3er. año de secundaria. Poseo un curioso cabello rosa pastel que me llegaba por debajo de los hombros y unos alegres ojos de color ámbar. Me considero una persona paciente y comprensiva, muy caritativa y alegre, soy muy cariñosa con mi hermoso novio. Tengo una familia muy unida que consiste en mi padre, mi madre y Ami, mi hermana pequeña es muy mona y siempre que puedo le cumplo todos sus caprichos.

– ¿Qué sucede Kairi? – le pregunté a uno, una vez que llegué donde ellos.

– ¿Te enteraste de los rumores de Ikuto? – se rascó la nuca nervioso.

– No, ¿De qué tratan? – soy alguien muy curiosa lamentablemente.

– De que Ikuto… te es infiel con Lulu – me dijo Tadase algo incómodo, yo me reí como una desquiciada.

– Pero… Ikuto me ama – sonreí con timidez.

– Bueno, nosotros ya te lo dijimos, esos rumores ya están recorriendo todo el colegio – me avisó Kukai preocupado.

– Tranquilos, no les haré caso – negué con la cabeza y me alejé de ellos. Por cierto, Kukai, Kairi y Tadase son los amigos de Ikuto, solo hemos hablado algunas veces y ésta era una de ellas.

– ¡Nos vemos! – me gritaron agitando sus manos, yo les devolví el gesto con mi común sonrisa.

– Que tontos, ¿Cómo se les ocurre decir que mi novio me es infiel con mi mejor amiga?, es algo muy loco – me reí sola y salí del terreno del instituto.

Caminé hasta mi casa e inmediatamente, al llegar, me fui a mi cuarto, a mi cama para ser más específica. Estaba agotada tanto física como mentalmente de no se qué cosa, yo me caracterizaba, además de portar con una sonrisa todos los días, por mi extraña hiperactividad. Mi corazón se aceleró de repente al igual que mi respiración. Esto ya lo he pasado. Son algunas convulsiones repentinas y nada más. Los doctores me han analizado y sacado variadas muestras de sangre para ver el o lo causante de mis ataques, pero aún no lo hallan. Traté de olvidar este dolor y dejé que Morfeo me llevara en sus brazos.

Desperté por unos gritos en el cuarto de mis padres, que es el de al lado derecho del mío. Salí sigilosamente de mi habitación y me acerqué.

– ¡Estoy harta de todo! – gritaba mi madre a mi padre.

– ¡Y yo de ti! – le devolvió el grito.

– ¡Llevamos 17 años de casados! ¿Cómo pudiste hacerme aquello? – se ahogaba en su propio llanto Midori, mi madre.

– Me aburrí de ti, de todo lo relacionado a ti – le escupió Tsumugu con una voz glacial.

– ¡No puedes decirme eso! –

– ¿Por qué no? – arqueó una ceja. En esos momentos mi corazón estaba muy acelerado y mis ojos derramaban unas cristalinas lágrimas.

– Dime que te obligaron, dime que te drogaron, ¡dime cualquier cosa, por Dios!, ¡Pero no me confirmes que me fuiste infiel a pura voluntad! – cayó de rodillas Midori mientras no dejaba de llorar. A estas alturas, yo soltaba pequeños jadeos.

– ¡Ya no te amo, Midori! ¡Entiende, por favor! – exclamó enfurecido.

– ¡No! – susurré herida. Mi figura paterna se había ido, ahora había un hombre totalmente desconocido que estaba usurpando el cuerpo de mi padre. Aquella persona de mirada penetrante y fría no podía ser mi padre.

– ¡Vete! – le señaló la puerta, Midori con mucho dolor.

– ¡Con gusto! – se acercó a la puerta e inmediatamente me metí en el mío.

– Esto no puede estar pasando – susurré mientras abrazaba a mi almohada y lloraba en silencio ¿Dónde quedó la familia perfecta? Así me dormí, sucumbiéndome a la tortura mental de recordar a cada momento el "¡Ya no te amo, Midori!" de Tsumugu.

– Este día será diferente – me levanté sin energía de mi mullida cama. Me puse algo nuevo de ropa y salí directo a la cocina. Allí estaba Midori con una mirada muy ida mientras no dejaba de suspirar.

– Buenos días – murmuró mi madre en un intento de mirarme, pero yo esquivé su mirada. Tenía miedo de ver como la había dejado mi padre.

– Buenos días, hoy no desayunaré aquí, lo haré en el colegio – no esperé respuesta y me fui agarrando mi bolso. Busqué mi celular y marqué el número de Lulu.

¿diga?

– Lulu, soy Amu, necesito verte lo antes posible – mi voz se escuchaba quebrada.

Estaré en el colegio dentro de 10 minutos – la línea se cortó. Suspiré abatida. Caminé por el patio del instituto y me senté en una banca para esperar a mi mejor amiga. Pasaron los minutos y el timbre sonó… Lulu no había llegado. Ingresé a mi aula y me senté en el fondo, ese día no había ningún fan o algún depravado… algo raro sucedía.

– Kukai ¿Sucede algo? – le pregunté sentándome a su lado, él me miró y luego sonrió.

– Te diste cuenta de que Lulu no asistió a clases ¿No? – asentí – Pues, tampoco vino Ikuto – suspiró.

– ¿Tu crees que los rumores son ciertos? – agaché la cabeza.

– ¡No!, solo te digo esa casualidad pero… Ikuto no te merece – masculló enojado, lo miré sin entender.

– ¿Por qué dices eso?, ¿Acaso sabes algo y no me lo quieres decir? – mi mirada demostraba nada, no demostraba nada.

– No lo digo por eso… tu eres cálida y amorosa mientras que Ikuto es árido y muy serio, tu eres amable e Ikuto no, no entiendo el por qué son pareja – sonreí.

– Para ser amigo de Ikuto, hablas muy mal de él – reí y le saqué una sonrisa.

– Tienes razón – asintió.

– Iré a ver a Ikuto esta tarde después de llegar a casa, tengo que contarle algo importante, ¿Le mando algún recado? – él negó.

– No, puedes ir tranquila – me besó la frente y se fue caminando a la cancha a practicar para el equipo de Futbol. Fui a casa y llegué en el momento más inoportuno.

– ¡Quiero el divorcio! – gritaron a la vez mis padres pero me miraron al llegar entre sorprendidos y angustiados.

– Vaya… esto sí que no me lo esperaba – mis ojos derramaron unas lágrimas y salí en silencio, ninguno de ellos trató de detenerme.

Caminé mientras lloraba hasta la casa de Ikuto, frente a la propiedad estaba un auto conocido, pero no lo pude reconocer. Me acerqué a la puerta y toqué timbre, pero no atendieron. Saqué la llave que Ikuto me dio hace años para poder entrar a su casa y la metí en el cerrojo, al abrir la puerta me encontré con un pantalón en el suelo, sonreí.

– Este Ikuto si que es desordenado – lo tomé sin dejar de sonreír a pesar de las lágrimas. Caminé hasta la cocina pero no había nadie, fui a la sala pero lo mismo, subí la escalera y escuché un ruido en su cuarto, caminé hasta él y abrí la puerta… deseé no haberlo hecho: mi ex mejor amiga estaba entre las piernas de mi ex novio, ambos sudados, ambos desnudos, ambos teniendo sexo.

– Amu – me miraron sorprendidos pero no más que yo.

– Ya entendí el por qué ninguno fue al colegio, debí de haberle hecho caso a los rumores – sonreí con tristeza mientras negaba con la cabeza y lloraba.

– ¿Lo sabías? – Ikuto me miraba sin expresión.

– Los rumores correr rápido ¿Sabían? – solté el pantalón y me retiré sin mirarlos. Salí de la casa más rota que antes y miré el auto con odio, era de Lulu. Yo recordaba haberlo visto y tenía razón.

Corrí herida hasta el parque más cercano y me tiré en un área desolada. Me senté a espaldas de un árbol decidida y saqué de mi bolso un cuadernillo y mi cartuchera. Me puse a escribir.

Mamá, Papá: no me quiero meter en sus asuntos del divorcio, pero odiaba el momento de verlos tan disgustados el uno con el otro. Pensar que hasta hace unos días éramos todos perfectos. Hoy no fue mi día. Descubrí cosas que destruyeron mi corazón por completo. Quiero que sepan que los amo a pesar de todo lo sucedido, son lo que más amo en todo el mundo. Quiero que tengan un lindo recuerdo de mi, así que recuerden los de navidad o año nuevo, solíamos pasarla muy bien en esos días. No voy a ser melodramática así que le envío un enorme beso a cada uno, junto con un abrazo de parte de su hija.

Con amor: Amu Hinamori

Arranqué la hoja y la guardé a parte en el bolso, tomé otro pedazo y volví a empezar a escribir.

Ami: mi pequeña hermanita, de seguro te extrañaré. Eres alguien muy mona y de seguro lo seguirás siendo. Dudo que tengas muchos recuerdos de mí porque eres todavía muy pequeña. Te dejo a tu disposición todo lo que hay en mi habitación, desde una pelusa hasta mi notebook. Todo te lo doy. Porque sé que te mereces eso y mucho más. Quiero que tomes un beso mío y un enorme abrazo de oso, así te gusta que te abrace. Crece mucho querida mía. Yo no estaré a tu lado, pero sé que en algún lugar te vigilaré.

Con el mejor cariño del mundo: tu nee-Chan, Amu Hinamori.

No podía dejar de llorar, algunas lágrimas había caído en las hojas pero no tenía tiempo para preocuparme. Miré el cielo y lo admiré con una triste sonrisa en mi rostro. La luna brillaba en lo más alto del infinito cielo. Tomé la tijera de mi cartuchera y empecé a cortarme las venas de las muñecas, la sangre no tardo mucho en brotar y salir a pasos agigantados. Un mareo me invadió junto a las típicas convulsiones. Mirando la bella luna, expulsé mi último respiro… todo dejó de funcionar para mí…

– "Te falta mucho para morir" – escuché una voz en mi cabeza.

– ¿Qué sucede? – traté de decir pero la voz no salió de mis labios.

– "Abre los ojos" – hice caso y me sorprendí al ver todo en blanco, negro y gris, pero el lugar seguía siendo un parque.

– ¿Dónde estoy? – miré a todos lados y alguien se puso detrás de mí. Me di vuelta y caí al suelo al verla. Parecía un ángel y a la vez no. Tenía pelo de color gris largo hasta por debajo de las rodillas, era algo alta, en su espalda cargaba unas alas o algo parecido, pues no tenían plumas más bien, estaban pintadas con los colores del espacio. Eran negras con puntos brillantes muy chicos, pero algo que verdaderamente me intimidó fueron sus ojos, lo único a color, un rojo carmesí capaces de manipularte y atravesar tu alma sin compasión, era algo que me asustó.

– "No lo se" – negó con la cabeza sonriéndome.

– ¿Quién eres? – pensé y ella se me acercó.

– "Soy tú, he estado aquí, en tu interior" – señaló mi corazón – "Soy la causante de las convulsiones que tenías" – me ayudó a levantarme.

– ¿Dónde estamos? – volví a preguntar.

– "En un mundo pintado por alguien" – no entendí.

– ¿Qué hago aquí? – ella sonrió y acarició mi mejilla.

– "Tú eres la que finalizará el destino de nosotras, la que destruirá el estado de nosotras en la soledad, la que podrá finalizar el caos que formamos" – me besó mi frente y desapareció. Me miré las manos y las encontré grises claras como a todo mi cuerpo, mi cabello estaba del largo de mis pies de color gris, portaba las mismas alas que ella y simplemente vestía una toba negra hasta las rodillas.

– ¿No debería estar muerta? – pensé abrazándome a mi misma. Al parecer no podía hablar.

N/A: Hola, esto se me ocurrió al escuchar una canción que me encantó, espero que el primer capítulo les halla gustado… lo he pensado y creo que serán solamente dos capítulos. ¡Nos vemos Gente!