No, el libro y sus millones son de aquella persona llamada Meyer, o así dice en la portada de los libros. Lo mío aquí es la trama.

¿Alguna advertencia? No, sólo lime, pero no es nada grave, ¿verdad? ;D

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Flavors


— Te odio

Esas palabras, usualmente generadoras de dolor, no causan tal efecto en ti.

— Sabes que estás mintiedo —dices, y sonríes arrogante.

— ¿A ti que más te dá? No te importo

Tus manos pasan de sus hombros a sus caderas, disfrutado del tacto con aquella piel cobriza, ardiente como la tuya.

— Quítame las manos, Black —ruge.

— No

Tus manazas pasan a ser grilletes en sus muñecas. Llevas tus brazos detrás de tu nuca, dándole un indicio de tus planes.

Una vez que aseguras sus manos en tu cuello, posicionas tu manaza en su espalda y otra en su rostro, obligándola a que te vea.

— No te atrevas, Jacob Black

— ¿Acaso te molesta?

Luego chocas salvajemente tus labios contra los de ella.

Y le muestras tus sentimientos en aquel beso; tu odio, tu tristeza, tu cariño, todo lo que tienes por ofrecerle. Ese beso te sabe a todo un abanico de emociones, por parte de ella y por parte tuya.

Te separas al fin, por falta de aire, y tus labios están hirviendo.

— Te odio —repite, recuperando el aliento.

Tú te encoges de hombros, no te interesa.

— Mientes

— Pero tampoco te amo —la oyes suspirar.

Tú le sonríes, pero no de forma petulante, le sonríes gentilmente, porque entiendes a la perfección a aquella loba que tienes a tu lado.

Sabes que ella sufrió y sufre lo que tú; un amor no correspondido. Que nunca podrán enamorarse de otra persona -restando la estúpida imprimación-.

Comparten el dolor, y eso los hace muy parecido. El tener un amor imposible los vuelve más cercanos de lo que ustedes jamás imaginaron.

— Yo tampoco te amo, Leah —susurras en su oído, mientras tomas un mechón rebelde de su cabello para colocarlo en su lugar—, pero te deseo

Sientes cómo ella se pone rígida ante tu confesión. Tús sonríes internamente, mientras posas tus manazas en su cintura posesivamente, empujándola hacia ti lo más que puedes.

Tus labios encuentran los de ella y comienzan una salvaje danza.

La empujas suavemente hacia atrás, hacia la grama, sin apartar su cuerpo del tuyo en ningún momento.

El baile de ropas comienza entonces, rompiendo si es necesario. Sus manos se entrelazan en tu cabello, sus piernas se enredan torno a tu cintura, a la vez que su espalda se arquea para poder establecer el mayor contacto posible, desquiciándote. Suspiras en el beso y, ahora, puedes identificar nuevos sabores; deseo, hambre, lujuria, amor, pasión, todos aquellos sabores que degustas en el ambiente, en sus labios ahora.

Y esos sabores te consumen, al punto de olvidar todo menos a ella.

El juego aumenta, con el vaivén de caderas. Tocas la cima con ella, por primera vez y te sientes realmente bien, lleno de placer. Sientes que todo está bien por primera vez en mucho tiempo.

No, no la amas, claro que no, pero te gusta, te gusta ella, su cuerpo, su mente. Te gusta su sabor.

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Mi primer Jake/Leah. A que merece algún review, ¿no?

M.C.