Hola!
Es el primer fanfic yaoi de APH que posteo en ese lugar...porfa, no me maten! T_T Esto fue la idea de un amiga mía que sin proponérselo hizo que cree una idea (y a ella no le gusta el yaoi, pero le encanta el shojo ; A ; ) Uh...que más...ah! Y tengo que hacer recordar que los personajes no me pertenecen sino que son de Hidekazu Himaruya.
Advertencia: Posible Lemon, groserías y el awesome Prusia XD
SOLO
La verdad es que nunca creí que realmente me sucedería esto. El señorito me ha dejado. Solo. Yo...realmente lo odio. Y la odio. Elizabeth. No deberías haber nacido, perra.
Me besaba con MI austríaco – miren la awesome énfasis que hago – mientras que lo abrazaba juguetonamente como siempre suelo hacerlo. Estaba lloviendo un poco pero no me importaba ni un bledo. Me encantó verlo a los ojos, tras esos lentes y ver el sonrojo de sus mejillas. Tan hermoso. Especialmente, me encanta como se resiste; últimamente ha estado muy nervioso cuando empiezo a besarlo. Pero llegó. Ella llegó.
Se acercó corriendo, gritando el nombre del señorito desde lo lejos con mucho entusiasmo:
-¡Roderich, Roderich!- su alegría era obvia en ese estúpido rostro. Gruñí por lo bajo.
Para mi sorpresa, el austriaco se volteó y le sonrió y se separó de mí de un salto. Yo me le quede mirando, escéptico.
-Ro...-intenté decir pero ni caso.
-¡Elizabeth!-le correspondió sonriendo más ampliamente. La de cabellera marrón se le acercó corriendo y se abrazó a él, riendo feliz. Yo seguía sentado en la banca en la que estaba hace unos segundos con mi aristócrata, parpadeando atónito.
-¿Qué mi—
No completé la oración porque, de la nada, los labios de aquellos dos se habían unido a un cariñoso beso. Me quede sentado, ahora realmente desconcertado pero caí en la cuenta.
-¡Señorito!-grité, enfurecido, no porque me ignoraban sino porque estaba esa idiota tocando y besando a MI (más énfasis XD) Verlobte.
-¡Prusia!-exclamó la tarada separándose y sonriéndome-¿Qué haces aquí? No te había visto...Había venido a recoger a Roderich-kun para ir a comer los dos el almuerzo...
Ahí fue donde la gota colmó el vaso.
-¡Tú!-me paré de un brinco y di tres zancadas hacia donde estaba Elizabeth. Le di un empujón, haciendo que ella se balanceará y cayera al suelo.
-¡Gilbert!-me gritó Austria molesto. Yo lo miré.
-Roderich, que—
El austriaco me miró fríamente y ayudo a levantar a Hungría.
-¡Qué maleducado!-bufó la húngara, limpiándose el vestido que llevaba- ¡Eres un animal!
-¡Yo soy super awesome así que te me callas, zopenca!
-¡Gilbert!-Roderich repitió mi nombre, ahora nervioso-Yo...era...eso. Lo que intentaba decirte era mientras estábamos en la banca pero...no me dejabas hablar; te lanzabas hacía mí...
-...-empecé a temblar un poco y una desagradable emoción llenó mi cuerpo entero. Las gotas de lluvia empezaron a caer más rápido.
-Prusia...terminamos-se volteó, cogió la mano de Hungría y se fue corriendo con ella.
Me quede parado, como un bobo, sintiendo el agua sobre mi cabello. No creía...lo que escuchaba... Entonces, fue entonces, después de tanto tiempo, cuando se me mezclaron muchas emociones en mi interior. Mi cuerpo empezó a temblar de furia y llanto. Mi mente procesaba lentamente la información recolectada y recordaba las palabras del señorito: Prusia, terminamos...
Mis ojos se llenaban de lágrimas y me mordí los labios para no gritar. Sin embargo...
-¡AUSTRIA ERES UN HIJO DE-!-ahogue la ultima parte-¿¡CO-COMO ME PUEDES HACER ESTO!
Quería que me escuchara. Que me respondiera, que viniera, me abrazara riendo diciendo que era tan solo un juego. Pero había silencio. Respiraba entrecortadamente pero seguí gritando, ahora con lágrimas en mis mejillas.
-¡YA MUÉRETE Y VETE AL INFIERNO CON ESA ZORRA!
Lloré más fuerte y, descontrolado, me deje caer al suelo sobre mis rodillas. Apoyé mis manos contra el suelo y apreté mis nudillos, llenando mis manos con un poco de arena.
-¡RODERICH, TE AMO!-grité, para que Austria me escuchara.
QUERÍA QUE ME ESCUCHARA Y REGRESARA….
-Te amo...-repetí susurrando llorando con más fuerza-...Roderich...
Fue lo último que recordé antes de desplomarme. La fiebre me atacó inmediatamente, no supe el porque. Sentí como alguien me sujetaba y en mis últimos momentos de conciencia vi la cara de mi amigo Francis que se arrodillaba sobre mi, preocupado. La lluvia seguía cayendo indiferente. Después, negrura.
