De verdad que no tenía intención de empezar a colgar esta historia aquí... Pero, no me pareció bien no hacerlo, así que, aunque en el Supernatural_Foro ya voy por el capítulo 8. Vamos a suponer que empiezo ahora ¿no?.
Título: Desde que volviste del infierno... (La mirada de Sam)
Autoras: 3r-Rosario & (NORA29) Nem-Liam
Tema: only bros & the family business
Calificación: k+
Resumen: La 4ª y 5ª temporada desde el punto de vista de Sam
Estado: WIP
Descargo de responsabilidades: Los niños no son nuestros (si no tendríamos serios problemas para repartirnos al pecoso), la historia tampoco y menos mal que no ganamos ningún dinero o podrían demandarnos...
Explico el asunto, yo soy Deanista (y samista por la gracia de Dean), entonces me cuesta un montón ponerme en el lugar del peque, así que, debo hacerlo porque (no lo digáis por ahí, es un secreto) estoy un "poquiiiiillooo" obsesionada con esta serie. Y Nem (Nora29) que es un cielo, me betea, secunda, contribuye y vamos para delante con ésto.
Se trata de presentar cada capítulo de la cuarta y de la quinta temporada desde el punto de vista de Sam, podéis estar de acuerdo o no con nuestra visión de los hechos, podéis opinar lo que queráis, podéis intervenir y dar vuestra propia versión que añadiremos en notas al final de cada capítulo...
En fin, también podéis no leerlo y no decir ni pío, es lógico, por mucho que Nem me ayude sigo escribiendo de pena... En fin, empezamos:
DESDE QUE VOLVISTE DEL INFIERNO
(La mirada de Sam)
"Lázarus rising"
Hace cuatro meses que perdí a mi hermano.
Cuatro meses desde que le arrancaron las tripas delante de mí, cuatro meses, ciento veintitrés días, dos mil novecientas cincuenta y dos horas, ciento setenta y siete mil minutos sin él.
Aún llevo su ropa en el maletero del coche, de "su" coche. No, ahora es mi coche. En días como hoy, cuando pienso en todo lo que he hecho desde que no está conmigo… siento asco de mi mismo. Se lo que me diría, se cómo se enfadaría, pero no va a ocurrir, porque está muerto y yo tengo que soportar esta mierda de mundo y acabar con el demonio que se lo llevó.
Porque hace cuatro meses que lo perdí y con él perdí todo lo que me mantenía humano.
Sam Winchester suspiró agobiado, no había vuelto a aquel pueblucho al norte de Illinois desde que enterró el cuerpo destrozado de su hermano en un bosquecillo cercano al cementerio de St. Mary. Guardó el archivo con su diario electrónico en la carpeta "Poesía romántica" de su ordenador, era absurdo que siguiera ocultando su diario virtual como si Dean pudiera leerlo, pero hay rutinas que se hacen por inercia.
El superduro Dean Winchester jamás abriría una carpeta con ese título, y aunque no estaba, para el último Winchester mantener esa rutina era como seguir teniendo parte de él, como el Impala o el colgante que llevaba en contacto con la piel. Rubi seguía durmiendo (o fingiendo que dormía, pues estaba convencido de que los demonios no necesitan dormir) desnuda sobre la colcha de la "cama de Dean".
- Vístete Rubi, por favor – sonrió un poco sorprendido de lo educado que volvía a ser después de dejar el alcohol por otra bebida muy distinta – la pizza que he pedido no tardará mucho.
- Pizza, mi favorita – era un cuerpo bonito, pequeño y con la fuerza sorprendente de un demonio, el cabello oscuro caía formando tirabuzones sobre los hombros delgados y el pecho - ¿es necesario que me vista? ¿Y si…?
Por toda respuesta Sam le echó la ropa que había dejado hecha un revoltijo en el suelo y se sentó frente al portátil buscando la información meteorológica de la zona. Llamaron a la puerta
- Ponte el pantalón Rubi
- ¿No estoy sexi así? – la morena sólo llevaba una ligera camiseta y las braguitas, dio una vuelta de bailarina sobre un pie y con una sonrisa maliciosa abrió
Desde la mesa Sam no veía al repartidor de pizzas pero sí veía la cara de sorpresa de la muchacha. "¿Dónde está?" una voz que no creyó nunca que volvería a oír respondió "¿El qué?". Se levantó de la silla maldiciendo la puta casualidad de que la voz del repartidor se pareciese tanto a… "Nos hemos confundido de habitación"
- ¡Eh! ¿Es?...
Estaba allí, en la puerta de la habitación 207 del Astoria, ¡en Pontiac!, durante un segundo el mundo se congeló. Pero era imposible, lo había intentado todo, había investigado todas las posibilidades. Por mucho que lo deseara, quien estaba frente a él no era Dean y eso le enfureció.
Era un demonio, una mierda de demonio que venía a reírse de él en el cuerpo de su hermano. No quiso escuchar a Bobby que gritaba "¡Es él! ¡Sam! ¡Es él!"
- ¡¿Quién eres? – rugió fuera de sí tratando de zafarse de su viejo amigo que sujetando el brazo armado con el cuchillo mata demonios lo arrastraba lejos de "aquello" - ¡¿Qué coño quieres viniendo…?
- ¡Sam! ¡yo ya he pasado por esto! ¡Es él de verdad! – repitió el chatarrero logrando hacerse escuchar.
- ¿No has hecho tú esto? – ningún demonio en todo el universo haría esa pregunta, y eso fue lo que le hizo comprender que quien estaba frente a él era Dean, porque no se trataba de la pregunta en sí, sino de la forma de hacerla, del cazador que había tras la brevísima decepción previa al – Lo sé, estoy estupendo ¿Eh?
Sólo había una cosa que hacer ante la increíble verdad, sujetarla con todas tus fuerzas, sentir su corazón junto a ti latir tan fuerte y tan acelerado como el tuyo, sentir su calor, su fuerza, sentir su vida y quedarse así, para siempre, porque así era como tenía que ser. Pero tenía que verlo otra vez, tal y como era, se corrigió mentalmente "Tal y como es".
Rubi interrumpió, "Vosotros dos ¿sois pareja?", le pilló fuera de juego, de sobras sabía ella lo que…
- ¿Qué? ¡No!, no – respondió comprendiendo que no quería ser descubierta – es mi hermano
"Como si no saltase a la vista" pensó sin poder quitar los ojos del gesto (indignadamente sorprendido por la insinuación) del mayor que al fijarse en el conjunto que vestía la muchacha le sonrió con su patentada expresión de "Eh, nena".
- Entendido – siguió la demonio en su papel – creo que tengo que irme
- Sí, es una buena idea, lo siento – y lo era, era una buena idea, porque Dean no debía saber lo que había estado haciendo, no le gustaría nada de nada.
Cuando alguien te conoce como Dean conocía a Sam, o viceversa, es capaz de intuir que estás ocultando algo. "Dime cuánto te costó" aunque no sepa exactamente el qué.
- ¿La chica? Yo no pago Dean – se ató nerviosamente los cordones de las botas ante la inspección a que le sometían su hermano y Bobby
- No tiene gracia Sam – vio ese brillo en los ojos de su hermano, vio que no había cambiado nada, que seguía siendo su preocupación por encima de todas las cosas, que sería capaz de volver a morir por él – devolverme a la vida, dime cuánto te ha costado ¿Has entregado tu alma o algo peor?
- ¿crees que he hecho un trato? – "¡Eso no funcionó!" No podía creer que su primera conversación fuera esa, no.
- Eso es lo que creemos – terció Bobby
- Pues no es así – debían estar abrazados, debían estar recuperando el tiempo perdido y esa discusión empezó a minar su paciencia.
- No me mientas – fue doloroso, como una bofetada no merecida
- No te estoy mintiendo – notaba la desconfianza que brotaba del mayor y la certeza de que le ocultaba algo, aunque no fuera lo que Dean se temía le estaba carcomiendo.
- ¿Me has librado del infierno para ir tú? ¿Es eso? – no podía soportar más, no quería soportar más ese auto desprecio, esa sobreprotección, porque le necesitaba y necesitaba que supiera lo que lo había echado de menos y que hubiese merecido la pena cualquier sacrificio si hubiese funcionado - ¿Eres esclavo de algún demonio? ¡Yo no quería salvarme así!
- ¡oye Dean! ¡Ojalá lo hubiera hecho! – explotó se sacudió la nueva y más agresiva petición de explicaciones del mayor - ¡Lo intenté todo! ¡Esa es la verdad! ¡Intenté abrir la puerta del infierno! ¡intenté hacer un trato pero ningún demonio quería! ¡¿Vale? ¡te pudriste en el infierno durante meses! ¡Durante meses! ¡Y no pude hacer nada por impedirlo! Lamento no haber sido yo – todos esos meses se acumularon en su interior, cada uno de esos ciento setenta y siete mil minutos – Dean, lo siento.
La discusión había terminado, Dean sabía que no estaba mintiendo, y él sabía que Dean no le pediría perdón (no con palabras) por haber dudado de él.
DQVDI-SAM
Cuando volvió al motel, después de discutir con Rubi cómo iban a afrontar la nueva situación, se encontró con que Bobby y su hermano ya conocían al tal Castiel y sabían qué clase de criatura era: ¡Un ángel! A Dean lo había rescatado del infierno ¡Un ángel! Vale, es cierto que el tipo había quemado los ojos de Pamela, y de los demonios de aquella cafetería, pero lo de la vidente había sido sin pretenderlo, un accidente, y los demonios, pues son demonios.
¿Cómo no era capaz de darse cuenta de lo genial que era que te salve un ángel? Intentaba hacérselo comprender. ¡Los ángeles son los buenos!
Pero lo único que Dean quería ahora era vagabundear con su recuperado y queridísimo Impala por la vieja ruta 66. "No quiero saber nada de ángeles, ni de demonios, ni de trabajo, no en unos días Sammy" En eso estaban de acuerdo.
- ¿y qué quieres hacer Dean? – concedió.
- Quiero descansar
- Como quieras – hizo ademán de abandonar la habitación del motel
- ¿Dónde vas? – había algo en la forma de preguntar del mayor que le impidió irse – creí que querrías tener un momento sentimental con tu queridísimo hermano mayor
- ¿Quieres hablar?
- No, no necesito hablar.
Sólo le abrazó, fuerte, más que cuando llegó, no había nadie allí más que ellos dos pero sólo lo abrazó. Y Sam Winchester supo que él no era el único que ocultaba algo. Había demasiada desesperación en ese abrazo.
Continuará...
