Saudade "the love that remains" after someone is gone

Disclaimer: La franquicia de los juegos del hambre, su historia y sus personajes no me pertenecen. Esta historia se hace sin fines de lucro.


1.- EPILOGO: Everybody is crazy


El reloj de la pared marcaba el punto del medio día, Katniss Everdeen observaba al objetivo ofensivo con cierta parsimonia mientras se repetía a si misma por tercera vez lo mucho que deseaba no estar ahí en ese momento. Era patético, en realidad. Que una mujer cercana a cumplir veinticuatro años estuviera haciendo algo que no quería por órdenes de su madre. La mayoría de la gente lograba algo de independencia para este punto, y aun cuando ella tenía su propia 'independencia' aquí estaba, haciendo algo que detestaba por una mujer a la cual no le tenía mucho aprecio en realidad, si algo la mantenía en la sala de espera en lugar de hacerla irse esa era Prim… siempre era Prim, su pequeña y dulce hermana.

La joven morena se mantuvo inquieta en el lugar, haciendo algo que no se le daba para nada; esperar. O quizás, si se le daba esperar, no por nada era una gran cazadora, podía esperar por horas, quieta y silenciosa si se trataba de algo que le apasionaba, esto… no le apasionaba en lo absoluto. Si Katniss tuviese que puntualizar el momento exacto en el cual debió decir; "No" e irse lejos para evitar esto, ese habría sido cuando Prim fue por ella a su apartamento con un semblante dulce e indulgente antes de murmurar un suave; "Tenemos que hablar." Desde ese momento su destino había sido sellado, ojala Katniss lo hubiera previsto para evitar esto.

—¿Katniss Everdeen?— El llamado de su nombre la saco de sus cavilaciones. Katniss se paró de su asiento sin proferir palabra alguna y se acercó al mostrador para mostrar su ficha, la enferma, le sonrió amablemente y le indico que podía pasar, Katniss suspiro deseando por un momento que pudiese dar un paso atrás y decirle que se lo había pensado mejor, pero un trato era un trato, y un trato con Prim más que ser un trato era una condena, los sentimientos de afecto hacia su hermana la harían cumplir su parte del mismo. Katniss dio un paso al frente y cruzo la habitación.

Dentro de ella había un gran ventanal con vista al bosque, Katniss debía admitir que era muy bonito, por no decir acogedor. Ver hacia el exterior disminuía en cierta medida lo asfixiantes y claustrofóbicos que podían ser los hospitales. Observo enfrente y lo miro a él; Peeta Mellark.

—¿Katniss Everdeen?— La misma pregunta que afuera, Katniss resistió el impulso de enviarle una mirada molesta, de no haber sido ella, ni si quiera hubiese entrado aquí, eso era demasiado obvio, pero decidió no exteriorizar estos pensamientos, se mantuvo silenciosa, observando al joven frente a ella cuidadosamente, sin responder a su pregunta. El pareció notar que la respuesta no llegaría pronto, pero lejos de mostrarse extrañado u ofendido, le ofreció una sonrisa cálida e inesperada.— ¿Supongo que no habrías pasado de la recepción a menos que ese fuera el caso, cierto?

Era extraño… este chico, Peeta Mellark había parafraseado sus pensamientos a la perfección, si algo demostraba era que al menos tenia cierto sentido común. El sentido común era algo útil en los humanos, no solo para mantenerlos vivos, si no para socializar con sus congéneres, aunque Katniss difícilmente hacia uso del segundo propósito del sentido común, era esa la razón por la cual estaba aquí en un principio. Peeta Mellark pareció comprender que ella no le saludaría, o daría la mano en señal de cortesía, y se limitó a revisar el afiche de la joven frente a él, era mejor informarte por tu cuenta que intentar obtener algo de alguien tan permeable en primera instancia.

Katniss siguió observándolo con una mezcla de fastidio y curiosidad. Este era el hombre en el cual su madre había posado tantas esperanzas; su 'ángel guardián', su luz de salvación. Katniss difería de este concepto, el joven frente a ella no era más que otro chico que se alimentaba de café cargado en las mañanas para poder llevar a cabo su día a día y estimular sus evacuaciones. Era un chico más, un chico que si bien, era tan amable y dulce como su madre lo relataba (en apariencia), no dejaba de ser solo un chico, y muy joven además, Katniss se habría imaginado que la persona en la cual su madre depositaba tanta confianza era alguien mayor, con más experiencia, con más sabiduría… él no podía tener más de 25 años, su madre le doblaba la edad a este tal Peeta Mellark. ¿Qué lo hacía tan especial? ¿Su sonrisa? ¿Las galletitas y el café puestas sobre una mesa junto a su escritorio? ¿Su amabilidad? Peor aún, ¿Quién en su sano juicio daría a su madre de alta tomando en cuenta como era ella? Solo un loco. Y eso tenía mucho sentido, era lo que muchos argumentaban sobre los Psicólogos; Todos estaban locos.

—Bien, creo que todo está en orden, ¿Comenzamos la sesión?


El nombre de esta historia deriva de la palabra Saudade que significa: El amor que permanece aun cuando la persona se ha ido. Esta historia está ambientada a un mundo SIN la temática de los juegos del hambre y gira en torno a Katniss Everdeen y Peeta Mellark. Epilogo corto.