Disclaimer applied.
Advertencia: Si tienes una mente demasiado cerrada respecto a leer cosas meramente SasuSaku, te advierto que no será mi culpa tus reacciones y opiniones respecto a este fanfiction. Escribo lo que pienso y siento.
Dedicado a Marie Malfoy y Rooss.
Y una dedicación para mi husbando, Feer. Te quiero mucho y lo sabes.
.*/*/*/*/*.
La maldición de los marginados
Capítulo 1. Él llegó
Yo sólo sabía tres cosas en aquellos días:
Número uno: Sasuke Uchiha volvió a la aldea en busca de ayuda, pero no la mía.
Número dos: Yo terminé convirtiendo en un ninja muy buscado por las naciones shinobis y desertar de Konoha y unirme a Orochimaru.
Número tres: Karin Uzumaki estaba muriendo justo frente a mis ojos y yo no podía hacer nada debido a que Sasuke había atravesado mi pecho con un Chidori.
.*/*/*/*/*.
Escuchaba los rumores de la gente de la aldea llegar a mis oídos como la primavera en abril. Suspiré fuerte cuando descubrí a Sai tratando de buscar más información. Chismoso. Eso es lo que era Sai en aquellos días, un chismoso de primera al que si le ponías una noticia al frente no dudaba dos veces en sacar más que sólo arbitraje sucio y barato. Trataba de comprender cómo Ino podía soportarlo, o viceversa. Ambos eran realmente una astilla en el trasero. De ésas que no te puedes despegar con facilidad. Maldije en voz baja cuando miré que mi madre se acercaba a Sai para invitarle a cenar. Nunca podía dejar de invitar ninjas a casa para que pudieran cortejarme. Seis meses antes, cuando Sasuke y yo habíamos decidido comenzar una vida juntos, podía imaginármela tejiendo ropa para bebés.
—Lo lamento, señora Haruno, ya estoy comprometido —explicó Sai con una enorme sonrisa—. Y Sakura es muy fea, realmente no me gusta. No como antes.
Suspiré con dureza apretando mis puños deseando golpear a Sai por ser un idiota.
—Madre, vámonos —dije.
Pero mi madre me ignoró gloriosamente.
—¿Sucede algo malo, Sai? —preguntó ella.
La cara de Sai se había convertido en una mueca triste.
—Él volvió —dijo Sai. Aunque aquello no era para mi madre, era más para mí.
Sentí mi corazón desbocarse y palpitar con fuerza. Parecía querer salir de mi pecho en cualquier momento. Pero me reprimí lo mejor que pude. Deseaba poder esconderme, deseaba no poder verlo. Un mechón rosa se escapó a mi ojo izquierdo impidiéndome ver a Sai. Mi madre pareció darse cuenta de que aquella noticia me afectaba, pues de un momento a otro tomó mi mano abandonando la actitud entusiasta que minutos antes había tenido. Me mantuve fuerte y arrastré aquel estúpido mechón rosa a la parte trasera de mi oreja. La manga de mi suéter verde se rizó permitiéndome ver la cicatriz de mi muñeca izquierda.
Podía sentir aún el filo de la hoja de aquella katana en esa, minúscula pero no menos importante, parte de mi cuerpo. Bajé mi mano tan rápido como pude. Sai me miró con interés. Los rumores de que Sasuke me había abandonado tras los sucesos de aquella guerra en la que fui alidada, habían crecido a un nivel muy elevado. Pero no eran mentiras las que ellos decían. Era verdad, dura y cruel verdad que no podía negar con facilidad.
—¿Irás a verlo? —La curiosidad de Sai era algo que odiaba.
¡Maldito entrometido!
—No —contesté.
—Escuché que anda en busca de ayuda medica, alguien que pueda suplirle por un año en su viaje —explicó el pelinegro.
Miré a mi madre negar con expresión molesta. Aquello no le agradaba. A mí no me agradaba.
—Espero que la encuentre —mentí.
Por mi parte, en aquellos días, Sasuke Uchiha se podía morir y a mí no me importaría en lo más mínimo.
—Mientes —adivinó mi madre.
—No miento y si no compras algo para la cena que harás en mi casa, entonces me voy. Esto es molesto —mascullé.
Sai sonrió.
—Vivir con Sasuke daña a las personas, señora Haruno —profirió el idiota.
Traté de ignorar su comentario. Pero no pude, la sonrisa de Sai se había esfumado. Pero él tenía razón, yo había cambiado demasiado en unos meses. Tan poco tiempo viví con Sasuke, pero lo suficiente como para poder tener un humor más e incluso Kakashi y Naruto habían llegado a jurar que había perdido mi humanidad. Estaba más fría que nunca pero tampoco era para tanto. Seguía siendo la misma Sakura pero más alterada en algunos rasgos.
—Creo que voy a casa. —Miré a mi madre con profunda seriedad—. Te espero allí.
—No —dijo ella—, creo que es mejor que descanses.
Leí su mirada. Sabía que decía: Sé que la noticia no es buena. Sé que él está tan lastimado como tú. Sé que no quieres verlo y que si lo haces posiblemente te quiebres. Aunque no lo creas aún lo amas. No puedes dejar amarlo de la noche a la mañana, no después de todo lo que hiciste desde niña para poder alcanzarlo. No después de que estuvieran juntos unos meses y él se fuera por un error. Sé lo que sientes, mi pequeña. Pero sé libre de elegir lo que desees.
Eso era lo que podía leer en su mirada.
—Deberías de escuchar a tu madre —habló Sai.
.*/*/*/*/*.
Hice caso a la orden de mi madre. Minutos después caminaba a mi casa. Una casa que él y yo habíamos comprado juntos. No mentiré, me gustaba estar allí. El aroma a pino y menta fresca aún estaba en la habitación, su aroma. Pero no podía permitirme pensar así. Pero cuando llegué a la puerta de mi casa me sorprendió lo que miré.
No era Sasuke, era dos ANBU.
—Hokage-sama solicita su presencia —dijo uno de ellos con voz baja.
Pero ignoré que bloqueaban la entrada de mi casa. No ejercí nada fuerza para hacerlos a un lado. Uno de ellos lo hizo por sí solo mas el otro se negaba.
—Dile a tu Hokage-sama —le dije al rebelde, tomando el cuello de su capa— que se puede meter su solicitud donde no le entra el sol.
Sí, estaba molesta. Sabía qué era lo que él quería.
—Sabía que te opondrías, Sakura —dijo el segundo ANBU. La mascara de él desapareció. Kakashi mostró su rostro—. Pero necesito que vengas conmigo, Tsunade-sama también lo quiere así. Además, veo que Sai hizo lo que le dije.
—Sólo quiero descansar —mascullé—. He tenido un día largo.
—Lo lamento —siseó mi maestro— pero no tengo más opción.
—No importa —ignoré—. Si Tsunade-sama lo pide también no puedo negarme.
.*/*/*/*/*.
—Entonces necesitas un ninja medico para un año de viaje —Tsunade habló.
Escondida detrás de la puerta estaba yo. Escuchaba quedamente la conversación de ellos como si fuera mía. Como si me interesara. Kakashi estaba a mi lado estrechando sus ojos con los míos, era su alumna y él era su alumno. Decidir a quién apoyar en aquella situación debía ser difícil.
—Sabes que apoyaré la decisión que tomes —soltó—, pero él es mi alumno y uno muy preciado, Sakura. Necesita tu ayuda, no puedes negarte a la situación, pero tampoco puedes decir que sí. No debe ser fácil. No después de todo lo que sucedió.
—Lo que sucedió no importa —mentí.
Me importaba y mucho. Aún podía sentir el filo de la hoja de aquella katana en mi muñeca. No deseaba derramar ninguna lágrima, pero mis ojos picaban. El dolor en mi garganta escoció, mi corazón latió fuerte y frenético.
—Sí. Necesito que sea usted precisamente quien me ayude —pidió Sasuke.
Podía jurarme a mí misma que Tsunade miraba a Sasuke como su peor enemigo. Qué horrorosa situación.
—Pero yo no puedo salir de Konoha, sólo hay una persona que se mueve bajo mis órdenes al momento de salir de esta aldea y no es Shizune.
—No quiero a Sakura, se lo estoy pidiendo a usted.
—Sé razonable, Uchiha. Yo no tengo el mismo potencial que tenía hace unos años. El alma de un ninja puede ser la misma pero su poder cambia con los tiempos. —Mi maestra sonaba de cierta manera molesta.
La idea de suplir a Sasuke por un año me enfermó. No estábamos bien, no hablábamos. Nada. Nuestra comunicación era más nula que cuando él se había ido con Orochimaru. No quiero a Sakura, aquella pequeña frase había hecho que mi corazón crujiera. Algo en mí estalló. La mano de Kakashi apretó mi hombro dándome fuerza. No necesitaba fuerza, necesitaba salir de ese lugar en cualquier momento.
—Disculpe, pero yo no quiero la ayuda de Sakura —rugió Sasuke.
Ése fue mi derrumbe.
Caí sobre mis rodillas. Me estaba derrumbando. Desmoronándome en mil pedazos. Sé que mi golpe se escuchó en aquel pasillo dentro de la mansión Hokage. Las lágrimas no dejaban de picar, el dolor no dejó de crecer. Toda clase de dolor y sentimiento cruel ascendía y ascendía sin bajada alguna. Dejándome llevar en una montaña rusa de emociones.
—Entraré a mi oficina. —Kakashi abrió la puerta adentrándose a la oficina, pero de alguna manera se las arregló para que nadie supiera que yo escuchaba todo.
»Debería aceptar la opción que Tsunade-sama ofrece, Sasuke. Por el momento Sakura es el único ninja medico de Konoha que puede salir. —La voz tranquila de mi maestro tomaba posesión en aquel lugar—. Ino Yamanaka puede hacerse cargo del hospital mental para niños, además es la única persona disponible. La mayoría de nuestros ninjas medico están en misiones o casándose en el extranjero. No tienes opción.
Escuché un suspiro a mi lado. Me levanté de golpe dándome cuenta de que Naruto estaba a mi lado. Llevó uno de sus dedos a sus labios en señal de silencio. Asentí. Supe desde ese instante que Naruto de cierta forma se sentía traicionado. Sasuke se había ido de la aldea meses atrás totalmente golpeado por mi culpa y molesto con Naruto.
»Tsunade-sama y yo te estamos ofreciendo lo mejor de Konoha, sabes mejor que nadie que Sakura es más que sólo una cara bonita. Puede defenderse sola en cualquier caso, no necesita ayuda de nadie, su ninjutsu medico le permite hacer muchas cosas, ella misma se puede curar sin necesidad de nadie. —Desde hacia mucho tiempo atrás que no había escuchado a nadie más, aparte de Tsunade y Naruto, hablar de mí en aquella forma—. Tú eliges, es tu deber. Tsunade y yo sabemos que nos estás ocultando algo, sabemos que no necesitas un medico para ti, si eso fuera hubiera llevado a Sakura desde un principio. Pero sin importar la situación hemos decidido ayudarte. Es Sakura o nada, Sasuke.
—Entonces debo hablar con ella —masculló Sasuke, su voz sonaba avergonzada y reprimida.
Sasuke ocultaba algo y por alguna extraña razón aquella idea no me sorprendió, ni me inmutó, pero a Naruto sí.
—Pueden entrar —dijo la voz de mi maestra.
Naruto también estaba siendo invitado.
—¡Tú también, Naruto! —gritó Kakashi, sonaba divertido.
Naruto tomó mi mano antes de entrar susurró en mi oído—: Apoyaré tu decisión.
Entramos juntos. Mi amigo nunca soltó mi mano. Aquel agarre provocó una sonrisa arrogante en el rostro de Sasuke. No había cambiado, seguía siendo el mismo. Sus facciones endurecidas, su rostro totalmente frío como el hielo. Sus ojos siendo penetrantes y arrogantes, como el hielo negro. Su cabello más largo, no pude evitar notar la pequeña cola que llevaba en la parte trasera de éste. Había visto fotos de Itachi, y Sasuke me recordó a su hermano.
—Tsunade-sama —dije, una vez Naruto cerró la puerta tras de sí.
—Vieja —masculló el rubio.
Tsunade no dijo nada, se quedó quieta apoyando su espalda en la pared. Kakashi tenía ambas manos bajo su mentón. Y Sasuke estaba viendo fijamente el Monumento Hokage. Sus ojos eran como el hielo negro, fríos y profundos a pesar de su Rinnegan. Me resultó irónico, por primera vez en prácticamente años, el equipo siete se había reunido en la oficina Hokage.
Nuestras primeras misiones regresaron a mi mente. Naruto al parecer también recordaba lo mismo, su mano apretó la mía más fuerte. Era un buen amigo y un buen hermano. Un buen esposo, según Hinata.
—Puedes hablar, Sasuke.
Kakashi asintió ante Sasuke.
—Solicito tu ayuda como ninja medico, Sakura —soltó prácticamente a regañadientes.
Miles de respuestas viajaron a mi mente. Tsunade me miró todo el tiempo a los ojos.
Era como estarme diciendo: Toma la decisión correcta, no importa. Será la correcta, tomes la que tomes.
Recordé las últimas palabras de Sasuke.
No eres más que una inútil, no pudiste hacer nada aún siendo un medico.
En mi adentros todo seguía desmoronándose en mil pedazos. Sonreí.
—No —contesté a su petición.
Las cosas sucedieron demasiado rápido en ese entonces. Mi espalda golpeó duramente la pared, mi mano ya no sostenía la de Naruto. El ahogo comenzó a bloquearme por completo. La mano de Sasuke tomaba mi cuello dejándome sin aire. Mis pies no tocaban el suelo.
No sé lo qué me sucedía entonces.
No me defendí.
—Déjenlos —dijo alguno de los tres sobrantes—. Necesitan esto.
—Pero —Naruto habló.
—No, déjalos.
Uno de mis pies se levantó queriendo dar un duro golpe a Sasuke. Pero su mano apretó más mi cuello. El aire faltaba. El aliento de vida se había ido. Mi deseo de vida había desaparecido meses atrás.
No me defendí, no quise hacerlo.
Escuché exclamaciones pidiendo que me defendiera. Los ojos de hielo negro de Sasuke me miraron con arrogancia. En su rostro se formó una sonrisa oscura.
—No te defiendes, ¿eh?
Eso fue todo lo que escuché de Sasuke. La oscuridad se cernió de mí. No me moví. No hice nada.
Por primera vez en mi vida no deseé defenderme.
Lo último que miré fue a Tsunade acercándose peligrosamente a Sasuke.
.*/*/*/*/*.
¡Hola!
Después de tanto tiempo traje esto, muchas de ustedes ya sabían la idea. La advertencia de allí arriba es permanente. Hasta que terminé el fic. Quiero que sepan que es oficialmente mi primer fic que será meramente SasuSaku, o al menos es la idea que me doy. Lo voy a terminar, así se me rompan los huesos. Pero lo haré.
Muchas gracias a todas las que me han apoyado y tenerme paciencia al escuchar la idea. Ya saben de qué va y aún así les entusiasmo la idea.
No sé cuándo volveré actualizar, comencé mi último año de bachillerato y bueno ya sabemos que será complicado.
Si hay errores ortográficos dentro de poco editaré los capítulos, no sé preocupen.
Hasta la próxima actualización.
Espero les guste.
Saludes, Ray.
