"El conocimiento no se trata sólo de leer libros o hacer trabajo de escritorio. Sólo hacer eso… ¡puede incluso ser inútil! Tienes que experimentar cosas con tu corazón y tu cuerpo, ¿entiendes?"

Las palabras de su padre nunca habían sonado tan ciertas. Y es que Noland pasó muchos años encerrado en su habitación, dejando de lado los juegos sólo por estudiar. Todos veían en él una especie de genio informático que llegaría hasta la cima si sólo estudiaba un poco más. La presión era constante y demandante para cualquiera. Pero él era sólo un niño, y pese a tener la libertad de desobedecer como cualquier niño, nunca lo hizo. La decepción y el fracaso serían lo peor si flaqueaba.

Pero su padre estaba muriendo frente a él a causa de alguna enfermedad que lo había postrado en la cama. Sosteniendo las frías y temblorosas manos de su padre, el pequeño Noland lloraba desconsolado.

"Sé fuerte. No dejes que nadie te pisotee o te diga qué hacer. Y sonríe. Sonríe siempre."

Sus manos dejaron de temblar, y en cuestión de segundos, expiró. Noland era sólo un niño, y como tal, no tuvo reparos en llorar a moco tendido. Su mamá, ahora una viuda que tenía que ver por ella y su hijo, lo abrazó. Ella también estaba triste, pero no quería hacer sentir peor a su retoño. Pero, muchos años pasarían para que Noland se diera cuenta que ese mismo día, su confinamiento había terminado.
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Entre bebida y bebida, Noland se quedó observando el fondo de su botella de cerveza. Casi vacía y con residuos de espuma. Volteó a ver a sus amigos, Tucker y Brandon, el primero ocupado arreglando un mechón de cabello rebelde, y el segundo, distraído limpiando cuidadosamente una pokébola.
-¿Seguros que no quieren una? –preguntó, sacudiendo la botella
-No, gracias –le respondió Brandon sin quitar la mirada de su pokébola –Sabes que me hacen daño
-¿Tucker?
-Ahora no -contestó, dando los toques finales a su cabello –No se me antoja por el momento

Los otros dos siguieron en sus ocupaciones, y Noland volvió a mirar su casi vacía botella. ¿De verdad su padre hubiera querido verlo así?

Sí.

No por el hecho de tener un hígado resistente significaba que fuera un desobligado. Su Fábrica de Batalla era una prioridad, y más aún porque él diseñó toda la maquinaria que usaba ahí. Era su obra, una en la cual puso todo su conocimiento, y una en la cual ponía a prueba el conocimiento de otros entrenadores en las batallas. Su padre finalmente lo liberó, inspirándole a comenzar un camino junto a los pokémon.

Dio un sorbo más, terminando su cerveza.
-Gracias, viejo… -susurró