¡Hola a todos! Aqui os traido la historia de varios capítulos de la que os avisé. Espero que os guste. Ya estoy en marcha con otra historia de varios capítulos, siete para ser exactos. Solo necesito un ordenador para subirlos. Cosa de la que no dispongo tan seguido como querría. En fin. Los personajes no son de mi propiedad, son de Kishimoto...y todo eso. ¡Disfrutad!
Semana 1: Dalias
Hinata no pasaba por un buen momento en su familia. El consejo se había reunido y había hablado. Hanabi sería la líder del clan. Pero, sorprendiéndola, la comunicaron que no sería sellada. Casi se alegró. Casi, porque la siguiente noticia la impidió hacerlo. Sería comprometida. Ella no sería nunca libre. La sacaban de una jaula para encerrarla en otra. No dijo nada, y de poco serviría. Se limitó a asentir y alejarse poco a poco, como si se meciera.
Su padre la vio marchar y supo que, de alguna manera, había perdido para siempre a su hija.
Pocos días después, Sakura se reunió con Ino y Ten Ten bajo los cerezos florecientes.
-Ey chicas, ¿Lo habéis oído?-preguntó entre susurros Sakura
-¿El que? – dijo Ten Ten
-Lo de Hinata
-Oh, si…pobrecilla. No se merece eso. Siempre es ella la que acaba sufriendo. Estúpido clan Hyuuga y estúpidas normas. – comentó Ino enfadada.
Sakura la entendía. Hinata era la mejor persona del mundo y, sin embargo, parecía que los golpes siempre iban hacia ella. No sabría que hubiera hecho ella en su lugar, aunque ahora mismo no se lo preguntaba mucho. No con Sakuke a su lado. La Cuarta Guerra Ninja había terminado hacia dos años. Aun a día de hoy Sasuke seguía siendo vigilado, pero había vuelto, había abandonado su camino de vengador que ya no tenía sentido y estaba con ella.
Incluso Naruto lo había aceptado. Ahora estaba bastante ocupado con la toga y el gorro de Hokage, aprendiendo bajo la dura y atenta mirada de Tsunade. Sus sueños se habían cumplido, y se notaba en su mirada. Le brillaban tanto los ojos que a veces temía quedarse ciega cuando lo miraba, igual que Sasuke, que cuando lo veía siempre murmuraba, casi como una maldición, ``Estúpido dobe´´
Ino se apoyo aburrida en el mostrador de la floristería. No había fiestas hasta dentro de dos meses y eso solo significaba una cosa: aburrimiento. Puro y duro. Al no tener apenas trabajo se sentía como Shikamaru, y lo odiaba. Era una chica activa y no le gustaba que la vagancia se la pegara a los huesos.
La campanilla de la tienda sonó e Ino levantó la mirada. Una expresión sorprendida cruzó su cara.
-¿Qué haces tú aquí?
Lunes. 9 de la mañana. Hinata se empezaba a despertar suavemente. Le llego el olor del desayuno, aromático y apetitoso, haciendo sonar sus tripas. Se lavó la cara, se cambió de ropa y bajo corriendo de puntillas. Entró en la cocina y un olor dulzón la hizo olvidarse del hambre.
En la mesa, en un jarrón blanco, había un ramo de Dalias frescas.
-¿Para qué son las flores?- preguntó en un hilo de voz, no muy alto, temiendo molestar.
-Son para usted, Hinata-sama. Las hemos recibido apenas 10 minutos.
-¿Pa-para mi? ¿De qui-quien son?
-No lo pones, y no viene ninguna tarjeta.
Hinata no lo entendía. Gracias a su amiga Ino, había aprendido a diferenciar las flores y sus significados. Por eso estaba perdida con aquel ramo. No tenía sentido.
Dalias. Reconocimiento.
¿Reconocimiento de que?
