¡Hola a todos!
Primero que nada quiero agradecer a Alanic por haberme brindado el permiso de traducir su maravilloso fanfic. En verdad estoy muy emocionada y contenta de poder hacerlo, una gran historia se debe compartir. ^-^
Aunque es obvio que no se puede traducir todo literal, he tratado de hacerlo todo lo más fielmente posible. ^-^
Me encantó leerlo y más aún traducirlo, para mi es un gran honor. Sé que la pareja Legolas/Éowyn no es muy común, pero es que ¡A mi me encanta! Siento que tienen mucha química. En fin, espero que disfruten tanto como yo este fanfic. Que viene siendo un AU y contiene quizás un poco de OoC en algunos personajes.
A continuación les dejo las notas de Alanic en la introducción de su historia:
"Todos estamos muy familiarizados con los libros y/o las películas, pero esta historia es AU y trata con el qué podría haber sido… así que si tu eres estricto con el cannon, ¡esta historia no es para ti!
Clasificación M por violencia y encuentros sexuales en capítulos próximos."
Disclaimer:Los personajes y todo lo demás (nombres, lugares, etc.) le pertenecen a J.R.R Tolkien. La historia le pertenece a Alanic. Esta historia fue escrita únicamente para fines de diversión del autor y los lectores sin ningún fin de lucro. Yo igualmente lo traduzco para fines de entretenimiento sin ánimos de lucro. ^-^
Espero que la disfruten :)
Una jaula de diferente tipo.
Capítulo Uno.
Éowyn avanzaba velozmente por el pasillo en su camino para ayudar a los heridos en la batalla de ese día. La milagrosa aparición de los Rohirrim liderados por Éomer y Gandalf en el último momento de la batalla había logrado elevar un poco los ánimos, pero eso no había podido evitar que hubiera muchos heridos, toda habitación y cama estaba llena de gente que necesitaba ayuda. La situación era por completo abrumadora.
Cuándo ella volteó apresurada, para atender al siguiente hombre que pudiera necesitarle, pudo observar a Legolas viniendo por el pasillo en la dirección en la que ella se encontraba. Pero lo que llamó de inmediato su atención fue que el elfo no se movía con su habitual gracia, por el contrario, se encontraba extrañamente pálido y usaba la pared como apoyo una y otra vez; su capa la mantenía apretada frente a su abdomen. Cuando estuvo lo bastante cerca de él se fijó en como parecía estar a punto de desmayarse.
—Legolas, ¿está herido?
Sus sorprendidos ojos la miraron y rápidamente se enderezó intentando sonreír.
—No, mi Señora. Sólo estoy agotado, no he tenido tiempo de descansar o comer. Estaba tratando de encontrar algún lugar tranquilo, alejado de todo esto…—Su voz se apagó.
—¿También han ocupado su habitación? —le cuestionó, preguntándose si los heridos habían comenzado también a tomar las habitaciones que habían sido destinadas a los invitados.
—No lo creo mi Señora, pero Aragorn y Gimli se están quedando en mi habitación y yo realmente necesito estar solo.
Al mirarle más de cerca, Éowyn notó como sus ropas se encontraban llenas de sangre, y no parecía que toda fuera sangre negra de orco.
—Maestro elfo, puedo ver que está herido y necesita ayuda. Déjeme llevarle con los médicos.
—¡NO! —se apresuró a decir.
La fuerza con la que se negó sorprendió a la chica, definitivamente le pasaba algo.
—¿Por qué se niega a mi ayuda? —le preguntó acercándose más a él ante la extraña y evidente angustia que contrastaba con el normalmente tranquilo carácter del elfo.
—Para ser sincero mi Señora, estoy tratando de evitar a Aragorn y Gimli. Si ellos ven que estoy un poco herido, estarán encima mio como un par de mamás gallina. No deseo tampoco preocuparlos y tener toda su atención y distraerles de sus otros deberes, especialmente a Aragorn —vaciló y añadió en voz baja. —yo también necesito llorar al amigo que he perdido.
Ella sabía que ambos habían perdido a un amigo muy cercano durante la batalla, no alcanzaba siquiera a imaginar cómo debía sentirse el perder a alguien a quien conocía desde hacía cientos de años. También había notado el estrecho vínculo de amistad que unía a Aragorn, Legolas y Gimli, así que podía imaginarse la preocupación que el primero tendría por su amigo.
—Sería muy feliz si usted descansara en mi habitación. —ofreció ella, pero pronto cayó en la cuenta de lo vergonzoso y mal que eso debió sonar y se apresuró a explicar. —No debe haber nadie ahí, y podría estar a solas todo el tiempo que necesite. Sin mencionar que eso me dará una oportunidad de revisar esa herida "menor" que ha mencionado. —Pensó para si.
—Yo no podría sacarla de su habitación dama Éowyn, además sería impropio para mi estar en ella.
—Dudo utilizarla mucho en un futuro cercano y creo saber qué es lo que podría resultar "impropio" y qué no. —Éowyn odiaba tener que explicar cualquiera de las decisiones que ella tomaba y ahora mismo estaba temerosa de que si ella no lo llevaba ahí pronto, tendría que encontrar a alguien que lo hiciera.
En ese momento, se oyó un revuelo a la vuelta de la esquina seguido de una voz gruesa.
—¡¿Dónde está ese elfo cobarde? ¿Lo han visto por aquí últimamente?
Gimli apareció preguntándole a cualquiera que le estuviera escuchando una pista que le indicara en dónde se encontraba Legolas.
El ya pálido rostro de Legolas pareció palidecer aún más.
—¡Por los Valar! ¿Qué es lo que voy a decirle si me ve así? Correrá de inmediato a informarle a Aragorn. —habló angustiado.
Sin pensarlo dos veces y dejando toda vergüenza atrás Éowyn se paró frente al elfo, con cuidado puso sus brazos alrededor de su cuello y delicadamente comenzó a besarlo.
Los ojos de Legolas se abrieron de sobremanera ante la sorpresiva acción y quiso dar un paso hacia atrás, pero ella se lo impidió susurrándole:
—Esto le dará al enano algo más en qué pensar y explicará su ausencia de la habitación esta noche. Sólo sígame el juego y déjeme hablar a mí.
Una leve sonrisa apareció en los labios de Legolas y pronto comenzó a responder el beso rodeándola con un brazo y cerrando incluso los ojos. Éowyn se dio cuenta de que él no movió el brazo con el que mantenía agarrada la capa que cubría su estómago.
—Parece que hay mucho que no sé de ti, bella escudera. —Le susurró en los labios.
Éowyn no podía creer la idea que se le había ocurrido. Hacía mucho había notado cuán hermoso era el elfo, siempre se había sentido atraída por su forma tan tranquila y elegante de ser, sin mencionar su reputación como guerrero, pero Aragorn se había logrado adueñar de todos sus pensamientos últimamente. A medida que sus labios se iban rozando el uno con el otro, ambos olvidaron la verdadera razón del por qué se encontraban haciendo aquello.
—¡Legolas! ¿Dónde habías est…?—Gimli no pudo terminar la frase ante la sorpresa al ver la escena que su amigo se encontraba protagonizando
Éowyn se giró un poco hacia Gimli y le miró como si estuviera interrumpiendo un momento romántico y eso hizo ponerse nervioso al enano.
—Lo siento mi Señora, no me di cuenta de… quiero decir, no tenía idea… aahh… quiero decir que hemos estado buscando a Legolas todo el día. Temíamos que pudiera estar herido, pero obviamente ese no es el caso. —Balbuceó Gimli tratando de pensar qué hacer a continuación.
Legolas abrió lentamente los ojos y la miró esperando que hablase. Éowyn por su parte, acababa de descubrir que era incapaz de pronunciar palabra alguna. Al darse cuenta de aquello, el elfo cortó suavemente el contacto con sus labios y volteó hacia Gimli para hablar.
—Espero que seas un poco discreto cuando le reportes a Aragorn de mis… uhm… actividades. —A Legolas casi se le escapa una risa al decir aquello.
—¿Ha sido demasiado difícil para mí decir solamente aquello? —pensó ella para si misma.
—Por supuesto. ¿Te veremos esta noche? —La pregunta de Gimli hizo aumentar el sonrojo en las mejillas de ambos.
Legolas solamente alzó un poco las cejas y comenzó a besar a Éowyn de nuevo como respuesta. Gimli volvió a mirarlos con sorpresa y dándose media vuelta comenzó a caminar hacia la salida.
—Quieren que sea discreto cuando son ellos los que están besándose en el medio de un corredor abarrotado. No creo que sepan siquiera lo que significa esa palabra…—se escuchaba murmurar al enano mientras se perdía de vista.
Legolas miró a Éowyn maravillado y habló:
—No sólo eres una valiente escudera, sino que además eres muy rápida para pensar. —Y sin darle tiempo de responder se decidió a besarla nuevamente, sólo que esta vez su lengua se abrió paso ansiosa entre sus labios hasta llegar al interior de su boca.
Fue un fuerte dolor en el abdomen lo que le trajo de vuelta a la realidad, Éowyn había golpeado accidentalmente el brazo con el que él protegía el frente de su estómago. Ella se dio cuenta de su acelerada respiración y en cómo nuevamente parecía a punto de desmayarse, rápidamente le pasó un brazo por la cintura y su brazo libre alrededor de ella y lo ayudó a llegar a su habitación que, para suerte de ambos, no se encontraba lejos.
Apenas ella abrió la puerta de la habitación, notó como todo el peso del elfo iba cayendo sobre ella más y más; se sintió aliviada cuando por fin llegaron a la cama. Legolas se hundió en ella dejando salir un débil gemido.
—Ahora, necesita dejar que le eche un vistazo a eso. —dijo mientras le quitaba cuidadosamente la capa que cubría el frente de su cuerpo.
Sus ojos se abrieron por completo y se quedó sin aliento al ver lo que el elfo había estado ocultando: Una larga y sangrienta brecha recorría todo el largo de su estómago, los bordes lucían muy rojos e hinchados y la sangre no paraba de salir.
—¡Dios mio! ¡Casi lo matan! ¡Si hubiera sabido que la herida era tan grave, jamás se me habría ocurrido semejante espectáculo para Gimli! —Exclamó alarmada.
—Pero a que ha sido un gran espectáculo. —respondió Legolas en voz baja. —Además esto es sólo un rasguño. —tosió y sonrió ligeramente, ese era su particular estilo del humor.
Éowyn únicamente negó un poco con la cabeza y presionó cuidadosamente la capa contra la herida.
—Sigue presionando mientras voy por mis cosas. —Siendo una curandera y al mismo tiempo escudera, siempre llevaba consigo una pequeña bolsa con artículos de emergencia. El problema era que ella nunca se había enfrentado a una herida de tal magnitud, así que se dirigió a buscar en el ala izquierda de su habitación algo que le pudiera ayudar.
Encendió el fuego de la habitación y puso una olla de agua a hervir y después se dirigió a sus cajones tratando de encontrar algo, por suerte encontró algunas hierbas adicionales, vendas, aguja e hilo. Iba a necesitar todo aquello.
—Espero que esto no se encuentre más allá de mis habilidades…—pensó mientras se dirigía hacia donde había dejado a Legolas junto con las cosas que había encontrado.
Al llegar con él se dio cuenta de que sus ojos se encontraban cerrados y que medio cuerpo lo tenía fuera de la cama. Suavemente tomó sus piernas y las colocó de nuevo sobre la cama, incluso ese leve movimiento arrancó un leve siseo de dolor al elfo quien abrió nuevamente los ojos, su vista se encontraba algo nublada.
Ella le retiró de nuevo la capa, tendría que cortar su túnica para poder tener mejor acceso a la herida. Tomó su cuchillo y la cortó por el medio para después deslizarla con mucho cuidado por los lados tratando de reducir en lo más mínimo cualquier movimiento innecesario que pudiera hacerle daño.
Legolas trató de no mostrar dolor alguno, pero no pudo reprimir un gemido cuando Éowyn comenzó a limpiarle el corte. Ella colocó un poco del agua que había hervido anteriormente en una taza y la combinó con algunas de las hierbas que tenía.
—Esto ayudará a aliviar un poco el dolor. Voy a tener que coser la herida. —Legolas asintió. Éowyn le ayudó a beber el té y después se colocó de nuevo en su lugar dispuesta a continuar con su labor.
Notó la suavidad de la piel pálida del elfo y los músculos bien definidos de su pecho. — Mantén tu mente concentrada en lo que estás haciendo. —se reprendió al darse cuenta de lo que estaba pensando.
Mientras Éowyn se concentraba en curarle la herida, Legolas trataba de alejar su mente del dolor pensando en el extraño giro que habían tenido los acontecimientos. Él se había fijado en Éowyn desde el momento en que entró por primera vez al Castillo Dorado de Meduseld apenas unas semanas atrás. Ella era hermosa incluso comparándola con la belleza de los elfos, pero tristemente él había notado como todas sus atenciones y tiempo se los dedicaba a Aragorn y prácticamente no tenía nada de tiempo para él. No es que él también se hubiera esforzado mucho en hablar con ella, solamente la había consolado cuando ambos creían que Aragorn había muerto en la batalla contra los huargos, pero incluso entonces él no creyó que ella le hubiera notado siquiera. Recodó también aquella gracia y fuerza con la que ella practicaba con su espada, una vez la había descubierto en el acto pero en ese entonces él eligió quedarse en las sombras observándole.
También habían hablado brevemente cuando ella se encontraba furiosa y consternada por tener que quedarse con las mujeres y los niños apenas el día anterior antes de la batalla. Esa vez, él había tratado de consolarla explicándole que si los orcos atravesaban las murallas ella iba a tener que guiar y defender a todo su pueblo, pero ni así su enojo disminuyó un poco.
Y ahora, esta noche, había sido una historia por completo diferente. Aún no podía creer que a ella se le hubiera ocurrido fingir que había algo entre ellos para salvarle de Gimli. Él y Aragorn habían tenido muchas aventuras y no de todas había logrado salir ileso. Aragorn era muy sobreprotector con él, ya antes se había echado la culpa por las heridas que el elfo había recibido aunque no la tuviera en lo más mínimo. Legolas se podía imaginar la reacción que tendría si llegara a ver las heridas que había recibido el día de hoy: Aragorn se sentiría culpable cuando se diera cuenta de que había recibido una flecha mientras les ayudaba a él y a Gimli a subir por la muralla del Abismo de Helm, eso le había debilitado lo suficiente como para no poder esquivar por completo el golpe que un orco le había asestado con su cimitarra. Aragorn no se iba a querer separar de su lado hasta no saber que él se encontraba por completo recuperado, definitivamente no podía dejar que eso sucediera…
Un fuerte grito salió de la garganta del elfo cuando Éowyn le siguió cosiendo. Él la observó atendiéndole la herida y el recuerdo de sus labios sobre los suyos volvió a su cabeza. Si ése fuerte dolor no se hubiera apoderado de él en aquel preciso instante, habría hecho todo lo posible para alargar el momento… ¿…qué era lo que ella le había dado en esa taza?
Ella suspiró al terminar y preparó una pasta con hojas de athelea la cual presionó en la herida recién cerrada. Ella le obligó a sentarse para poder vendarle cuidadosamente alrededor de la cintura, aún ardía. Cuando ella alzó la vista observó cómo el colchón sobre el que Legolas había estado recostado se encontraba teñido de sangre, frunció el seño tratando de averiguar de dónde había provenido.
—No se preocupe mi Señora, los elfos se curan rápidamente. —comentó sonriendo tratando de ocultar su dolor.
Ella sacudió la cabeza por segunda vez y se colocó detrás de él. Para aumentar su preocupación, descubrió una herida adicional.
—Supongo que esto fue una cariñosa palmadita por parte de algún Orco.—habló fríamente mientras examinaba el agujero sangrante en la parte baja de su espalda.
Legolas sonrió, de pronto sintió como la oscuridad comenzaba a envolverle y cómo todo su cuerpo se iba hacia adelante. Éowyn le sostuvo los hombros evitando que cayera y lo colocó bocabajo para seguir examinando la herida. Se alivió cuando se dio cuenta de que se había desmayado, así podría atenderle mejor, pero su angustia volvió rápidamente al descubrir una punta de flecha incrustada aún en ella. Tomando el cuchillo la retiró cuidadosamente y se la llevó a la nariz; el olor del veneno casi la hizo llorar, esa debía ser la razón por la cuál el elfo aún continuaba sangrando a pesar de su gran capacidad para curarse. Le limpió la herida y le colocó de nuevo la pasta de athelea. Con mucho cuidado lo volvió a colocar de espaldas a la cama, la herida en su estómago era mucho más grave y debía tratar de minimizarle el dolor.
Había decidido examinar al elfo en busca de más heridas que seguramente debía tener después de haber encontrado aquella en su espalda. Le resultó muy difícil examinarle sin pensar en lo hermoso que era. Satisfecha después de no haber encontrado ninguna herida más, se dirigió a quitarle las botas. Ahí tenía un corte en la pantorrilla, así que tuvo que cortar las polainas hasta las rodillas para poder suturarlo.
Una vez segura de que había hecho todo lo posible, cambió las sábanas sucias por unas limpias y lo cubrió con ellas. Su cuerpo estaba más caliente de lo normal, pero era de esperarse ya que su organismo había luchado contra los efectos del veneno sin contar que además había perdido mucha sangre.
El estrés del día comenzaba a cobrarle factura, así que decidió ir a dar una última vuelta a la sala de curación, así podría tomar un poco de agua, hierbas y vendas para más tarde.
Observó a Legolas durmiendo tranquilamente en su cama y suspiró, al darse cuenta de esto sacudió ligeramente la cabeza y salió rápido de su habitación.
—Él está fuera de tu alcance, no dejes que un beso se te suba a la cabeza. —pensó para sí mientras recogía apresurada las cosas que necesitaría de la sala de curación.
La historia pertenece a Alanic, a quien de nuevo agradezco su permiso para traducirla y por sobretodo escribirla.
¡Espero sus comentarios, aunque sean cortitos! ^-^
¡Un saludo enorme!
