LEED CON ATENCIÓN LAS SIGUIENTES NOTAS:

ESTA HISTORIA ESTÁ PAUSADA HASTA NUEVO AVISO. NO TENGO INTENCIÓN DE RETOMARLA PRONTO POR LO QUE, SI QUERÉIS EMPEZARLA, ES BAJO VUESTRA RESPONSABILIDAD.

SIENTO LAS HIPOTÉTICAS MOLESTIAS.

2 de agosto, 2017.


Título: Proyecto: Paparazzi

Autor: Angelito Bloodsherry

Rating: +18

Parings: Clarke & Lexa. (otras románticas como murphamy o de amistad como bellarke)

Sinopsis: [AU] Clarke es una joven periodista con aires de superioridad (o eso pretende), que está dispuesta a hacer cualquier cosa para tener un futuro en el mundo de la comunicación y la investigación. Lexa, en cambio, es una joven modelo, fría y calculadora para el mundo, pero dulce e inocente, con terribles secretos y mentiras acechándola, y será su víctima ¿qué pasará cuando sus mundos colisionen? ¿cuándo la farsa se convierta en realidad? ¿triunfará el amor o el odio?

Disclaimer: Los personajes aquí nombrados no me pertenecen, son de la propiedad de Kass Morgan, del canal estadounidense The CW; de los productores de la serie "The 100"

N/A: Esta historia no puede ser reproducida de forma total o parcial bajo ningún concepto. Si encuentran este fic u otro cualquiera en otra página decidme lo con urgencia. Yo misma me encargaré de ver si es plagio. Miren en mi perfil que páginas tienen permitido la reproducción.


PAPARAZZI

prólogo

Nota del expediente: 9'989

Miró la lista repleta de nombres y notas no una, ni dos, sino todas las veces posibles porque era imposible que eso que estaba ahí escrito fuese su nota, ella merecía mucho más, no se había esforzado durante años para quedarse en las puertas de lo que tendría que ser su futuro. Si de ella dependiera, se tiraría el resto del día ahí plantada, boqueando como un pez, sumergida en una burbuja, pero algún listo de turno, desesperado seguramente, decidió que la rubia de ahí ya había tenido tiempo suficiente para asimilar su derrota, así que la apartó, a empujones; en otras circunstancias, la rubia le habría pateado el trasero por ese gesto tan grosero, pero ni tenía cuerpo para eso, ni mucho menos, ganas.

Quería echarse a llorar allí mismo, se había pasado esos cuatro años de carrera siendo la mejor en todo, había malgastado horas y horas detrás de apuntes, libros y trabajos para así sacar la matrícula de honor ese estúpido y patético día que estaba marcado en rojo desde hacía años, pero no, alguien había decidido que ese número era perfecto para ella, porque así podría sentir la libertad con la punta de los dedos, pero no podría alcanzarla.

Maldita sea.

Aunque lo que quería hacer era salir corriendo de ese lugar que había sido su hogar y su tormento esos últimos años, necesitaba volver a echarle un ojo al tablón, ¿quién sabe? quizá había otra "Clarke Griffin" en su promoción y ella ni siquiera lo sabía. Era una estúpida excusa, pero se aferró a ella mientras apartaba a sus compañeros cuyas caras no recordaba. En cuanto estuvo delante del tablón, no necesitó mirar dos veces para encontrarse, incluso así, revisó los cientos de nombres que figuraban allí escritos, tanto los pintados en rojo (suspensos) como los demás.

El corazón se le rompió en mil pedazos.

Solo había una Clarke Griffin y era ella.

No supo cómo lo hizo, pero consiguió salir de ese atestado pasillo lleno de lágrimas y sonrisas sin que nadie, profesor o compañero, se cruzara por su camino para darle la enhorabuena, lo que menos quería era a alguien regodeándose en su tortura o mirándola raro por no estar feliz, ¿es que nadie podía comprender que ese nueve no era suficiente? ¿qué nunca lo sería? Ella necesitaba un sobresaliente, una matrícula para sentirse satisfecha, para saber que todo había valido la pena, para dejarle claro a su madre que estudiar periodismo en lugar de medicina no había sido un estúpido capricho.

—¡Clarke! ¡Felicidades!

—¡Eh, cerebrito! —un chico le pasó el brazo por lo alto del hombro—. Vamos a ir a celebrarlo, ¿te vienes?

—No.

—Pero, ¿por qué? ¡Somos periodistas, rubita!

—He dicho que no.

El imbécil, sí así había decidido llamarlo, se largó con una mueca de disgusto sin pronunciar palabra alguna, pero Clarke sabía perfectamente que ahora sería ella el tema de conversación con su grupito mientras celebraban el fin de la universidad y el comienzo de una nueva etapa, no es que le importase lo que dijeran de ella, es que le fastidiaba que hablaran sin saber absolutamente nada.

Clarke paseó por el campus esquivando a la gente cuando le vio, allí en la distancia, apoyado en su flamante moto con su típica y desgastada chaqueta de cuero, con esa pose de chulo totalmente falsa y esa sonrisa socarrona con la que más de una soltaba un suspiro de deseo o frustración, pero para Clarke era mucho más que toda esa fachada de tío duro, era su mejor amigo y la única razón por la que una sonrisa sincera se dibujaba en su rostro después de ese día infernal, si había alguien que entendería lo que estaba ocurriendo, ese sería él.

Bellamy Blake.

—Hola, princesa.

—Hola.

Bellamy se deshizo de las gafas de sol que guardó con sumo cuidado en su chaqueta mientras observaba con ojo crítico a su amiga. Clarke llevaba un moño deshecho, una camiseta vieja de los Beatles, unos vaqueros desgastados y unas bailarinas negras, hasta ahí todo bien, así que llevó su mirada a los ojos azules y lo supo.

—Ve a quejarte. Vamos a quejarnos.

—No conseguiremos nada, Bell.

—Claro que sí, ¿es que todavía no sabes de que soy capaz, princesa? —tomó la mano de su amiga y tiró de ella en dirección a la facultad, pero la chica no se movió—. Clarke, ¿cuánto has sacado?

—Un nueve.

—Bien —asintió— solo tengo que conseguirte un punto, no puede ser tan difícil.

—¿Qué? No.

—Sí.

—No.

Los dos tuvieron una típica batalla de miradas intensas durante unos simples segundos ya que la mirada de Bellamy se desvió de su objetivo hacia un punto más lejos de donde estaban ellos, no lo hizo a propósito, fue inconsciente, pero significó que Clarke había ganado esa guerra. Y con eso bastaba.

—Primero: vámonos, no se puede hacer nada y segundo: ve a hablar con Murphy, leches. No tiene ningún derecho a usarte.

Bellamy se sonrojó, muy pocas veces lo hacía porque nunca bajaba la guardia, por eso recuperó su apariencia de chulo de barrio que todo le resbalaba muy rápidamente para el desagrado de Clarke que negó con la cabeza y suspiró, no sabía que le fastidiaba más, pensó, que su amigo fuese un idiota o que John Murphy siguiera respirando después de jugar con lo que no debía.

Iba a decir algo más al respecto, ya que lo que menos quería era que Bellamy volviera al tema de hablar con alguien para solucionar su nota, pero no tuvo la oportunidad.

—¿Clarke Griffin?

Los dos chicos se dieron la vuelta para ver de donde procedía la voz y así es como se encontraron con un hombre mayor, delgado (quizá demasiado) y con el pelo canoso, pero que aun así parecía sacado de una revista. El hombre sonreía de una forma un tanto espeluznante que no gustó nada a la joven pareja.

—¿Le conozco?

—Todavía no, espero que eso cambie pronto —y ahí estaba de nuevo esa sonrisa, Clarke le quiso abofetear—. Soy Dante Wallace, el señor Pike me ha hablado muy bien de usted.

Le ofreció la mano, Clarke no la aceptó, lo que menos necesitaba era hablar con un amigo del rector de la universidad.

—He visto su nota y he notado su descontento. Es lo que se esperaba.

—¿Perdone?

Era una broma, ¿verdad? Ese hombre no podría estar sugiriendo lo que estaba sugiriendo.

—Se merece una matrícula y la tendrá —miró su reloj de bolsillo, ¿quién, en pleno siglo XXI, usaba un reloj así?—. ¿Podemos hablar a solas?

No tuvo que decir una grosería, pues Bellamy se le adelantó y no se cortó ni un pelo. Tras decir todo lo que tuvo que decirle al tipo, miró a su amiga.

—Clarke, nos vamos.

Y la chica estuvo de acuerdo, no iba a aguantar sugerencias indeseadas de un viejo amargado, si le habían puesto una nota falsa, ella misma se encargaría de averiguarlo emitiendo una reclamación para que volvieran a valorar su expediente. Estaba a punto de montarse en la moto con Bellamy cuando el señor Wallace volvió a dirigirle la palabra y esta vez captó su total atención.

—Señorita Clarke, es una de las mejores estudiantes de la universidad y nos gustaría ofrecerle la matrícula de honor que se merece a cambio de realizar un proyecto que le abrirá las puertas al mercado laboral o al máster que desee —sabiéndose ganador pues tenía a la rubia en la palma de su mano, dio un paso en la dirección de los chicos—. ¿No quiere demostrar al mundo que ha nacido para esto? Esta es su oportunidad, a escala mundial.

"Esta es su oportunidad, a escala mundial".

Bellamy la odiaría por marcharse junto a ese tipo, pero ella ya era una adulta y como tal, podía cometer errores y tomar decisiones propias, por eso estaba allí, sentada en una cafetería, no muy lejos de la facultad, tomándose un café asqueroso y frío, acompañada de una persona que podría calificarse de la misma manera.

Había dicho que era una adulta, ¿verdad?

—¿Y bien?

El hombre sonrió con suficiencia y tomó un sorbo de su café que olía un poco mejor que el de Clarke.

—Tal y como le he dicho, señorita Clarke, estoy realizando un proyecto donde necesito la intervención de los mejores alumnos del mundo y usted es una de ellos.

—Directo al grano, deje de regalarme los oídos.

—Me gustas, Clarke, no te achantas por nada, si quieres algo, vas y lo consigues sin importarte nada ni nadie —Clarke mantuvo su rostro inmóvil, no quería que viera lo que le afectaba que pensara eso de ella, si actuaba de esa forma es porque no le había quedado otra—. Este proyecto necesita gente como tú, por eso he venido personalmente a hablar contigo. En unos días se os enviará a todos los candidatos un dossier donde se explicará brevemente en qué consiste y lo que se puede ganar.

"Y después tendréis que reuniros conmigo y con los demás directivos, allí os explicaremos lo que tenéis que hacer. Todo es muy sencillo, tenéis que actuar como periodistas, analizar un perfil y recopilar información en unos meses. El mejor ganará una beca para seguir estudiando o la posibilidad de entrar a trabajar en Mount Weather".

—¿Mount Weather? ¿Es en serio?

—Es en serio.

—¿Cuál es el nombre del proyecto? Quiero detalles.

—Todo a su debido tiempo, Clarke —soltó la taza de café y extrajo un dossier del maletín que llevaba y que Clarke ni había visto, frunció el ceño—. Aquí tienes.

Proyecto: PAPARAZZI.

—No, lo siento —soltó el documento—. No he estudiado tanto para convertirme en una vulgar "paparazzi". Quiero dedicarme a la investigación, pero no de la vida privada de famosos e idiotas.

—Es más que eso. Tendrás que investigar y meterte en la vida de alguna persona, es cierto, pero con un fin.

—¿Qué fin?

—Conseguir lo que más quieres —Clarke se cruzó de brazos y apartó la mirada, no iba a rebajarse, no a ese nivel tan patético—: que te crean y te valoren por tu trabajo. Todo esfuerzo tiene su recompensa.

Se levantó con elegancia y alzó la mano con la misma para pedir la cuenta, Clarke no fue consciente de nada, porque no se movió de su sitio, ni comentó nada sobre el tema, quería gritarle que ni de broma, pero sería mentira, pues Dante Wallace había ganado incluso antes de intentarlo. Necesitaba demostrar a todo el mundo que ser periodista no era una vergüenza en su familia, que podía llegar a ser alguien y así mostrar su talento a todos, pero, ¿valía la pena rebajarse a ser una paparazzi durante unos meses para conseguirlo?

—Te dejo mi número, si estás interesada, me llamas, te daré el nombre.

—¿Nombre?

—El de la persona que tengas que investigar, no voy a obligarte a que vengas a esa tediosa reunión porque eres lista y te vas a conformar con esta conversación.

Pasó una semana entera hasta que Clarke decidió mirar el dossier, había sido a causa de una llamada de su madre por lo que se decantó a revisarlo. No ponía nada interesante, era lo mismo que Wallace le había dicho pero mucho más detallado, ella, con una nueva identidad, se metería en la vida de algún famoso, descubriría todo lo que tuviera que descubrir y elaboraría un informe que debía entregar y que daría lugar lo que más ansiaba, pero era cruel.

Soltó el dossier y encendió la televisión.

¿Por qué había tenido tanto interés Wallace en ella? Le había dado el dossier y un número de teléfono cuando él mismo le dejó claro que los demás recibirían la información a cuenta gotas.

¿Por qué estaba pensando en eso?

Se concentró en la televisión. Frunció el ceño. Cambió de canal.

La apagó.

La encendió.

La apagó y tomó el dossier, esta vez no lo miró, sino que buscó la tarjeta con el número de teléfono que guardó en su interior, había vuelto a discutir con su madre y esta le había recordado que si hubiera estudiado medicina ya estaría trabajando en el hospital con ella, sin preocupaciones económicas ni nada y ella le había gritado que estaba esperando una entrevista, que no era del todo mentira.

Marcó el número.

—¿Señor Wallace? —dudó—Soy Clarke, llamaba…

—Alessandra Wood —silencio, ruido de papeles—. Mejor conocida por Lexa o Heda, la modelo de Grounder.

Colgó y a los minutos recibió un correo confidencial donde explicaba con todo detalle lo que Clarke Griffin tendría que hacer a partir de mañana hasta el último día de su contrato. A medida que lo leí sentía una presión en el pecho que le dificulta respirar y las ganas de vomitar aumentaban poco a poco, eso sin olvidar que se le nublaba la vista, ¿qué estaba haciendo? ¿en qué cabeza entraba esa semejante locura?

Cerró el correo y abrió la pestaña del navegador.

"Lexa Wood"

Lo primero que Clarke vio en la pantalla fueron sus ojos, eran de un verde extraño casi cegador que le cortó la respiración, seguidos de un rostro aniñado, de unos labios carnosos y de un cabello castaño que tenía vida propia, durante unos minutos o quizá horas, Clarke estuvo revisando todas las imágenes posibles, al principio lo hacía para familiarizarse con la víctima de su estupidez, pero después porque no podía apartar los ojos de la pantalla, la chica era guapa, atractiva y con un cuerpo de escándalo, a pesar de que no la conocía de nada, que nunca nadie le había importado cuando se trataba de su futuro, sintió dolor, iba a meterse en la vida privada de alguien simplemente por un punto, ¿en que se estaba convirtiendo?

No, esa no era la pregunta, ¿quién era ella y dónde estaba la Clarke llena de vida de hacía cuatro años y pico?

Cerró el ordenador y volvió a llamar.

—Lo haré, investigaré a Lexa — "la destruiré si es necesario, descubriré cada trapo sucio si eso me permite ser alguien en el mundo de la comunicación, lo haría simplemente para callar a mí madre"—. Solo, ¿podemos vernos? necesito saber…

—Todo lo que necesites, te lo daremos a su debido tiempo. En el correo tiene una dirección y una serie de documentos, eso es un buen comienzo.

—¿Un bar y una identidad falsa es un buen comienzo?

—Acércate a Lexa, si lo consigues, tendrás más información y firmaremos el proyecto. Si no, está fuera.

Y la línea se cortó. Clarke abrió el ordenador y miró el correo. Un lugar, un día, una hora y una nueva identidad, todo para conseguir entablar una conversación de la que dependería todo lo demás.

Se pasó una mano por el pelo y buscó el lugar en internet. Era un local privado, solo se podía entrar con invitación, era lo que le faltaba, no tenía suficiente con hablar con una completa desconocida, ahora también tenía que burlar la seguridad con un nombre falso. Justo en ese momento el timbre sonó, Clarke pegó un bote, pero fue a abrir la puerta cuando vio un sobre pasar por debajo de ella, con temor, lo recogió para abrirlo inmediatamente. No se sorprendió al ver el contenido, cosa que tendría que haber pasado. Dentro había un documento de identidad falso, un pase (el del local, supuso) y un par de tarjetas de crédito que le revolvió completamente el estómago y casi no pudo soltarlo todo, cerrar la puerta y salir corriendo hasta el cuarto de baño para vomitar hasta su primera papilla.

Lexa Wood y el proyecto paparazzi iban a acabar con ella y con lo poco de humanidad que conservaba.

—Te odio, Lexa. No te conozco, pero ya te odio.

Y volvió a vomitar.

Muchísimo.


¿Hola?

¿Hay alguien? Si no, tampoco pasa nada, pero si alguien ha llegado hasta aquí y piensa seguir leyéndome, adelante, tal vez tarde en actualizar o quizá mañana mismo tengáis el capítulo uno (¡ojalá!) todo depende de mi inspiración y de que las musas cooperen. Tal vez, todo hay que decirlo, provoque más de un quebradero de cabeza porque me encanta el drama, lo romántico (por no usar la palabra "cursi") y especialmente el lemmon, pero todo a su debido tiempo. Ah, también me encanta el humor.

Lo que busco decir, para los que no me conozcáis, es que seáis pacientes, vais a sufrir y sonreír por Clexa.

OJO: Esto es una introducción a la historia, lo mejor está por llegar, simplemente sed pacientes.

Sé que sabéis (o no) que también amo Bellarke, pero esta historia es cien por cien Clexa, los únicos momentos de BC van a ser pura amistad. Si os preguntáis por qué esta historia es Clexa y no Bellarke, es porque la inspiración (y los ataques constantes de ideas y escenas de estas dos en mis sueños) así lo ha decidido.

Un beso.

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